País

Se necesitan impuestos solidarios para extender ayudas a hogares pobres y en pobreza extrema

La economista Roxana Morales considera que es necesario establecer impuestos solidarios, pero que sean progresivos, es decir que quienes tienen más recursos en el país sean quienes aporten.

Costa Rica ha pasado por una serie de cambios en los últimos años en materia fiscal y económica, con la imposición de nuevos impuestos, recortes presupuestarios y una deuda cada vez más pesada e insostenible. Todo este contexto fue previo al COVID-19, que trajo más desempleo, pobreza y desigualdad.

El Gobierno apuesta a que la salida a los problemas nacionales en este momento sería obtener un crédito con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero, a la hora de plantear la propuesta ante la Asamblea Legislativa, múltiples sectores se mostraron en contra, desatando una serie manifestaciones, bloqueos y oposiciones por semanas.

Estas acciones produjeron una decisión obligada del Gobierno de impulsar un diálogo multisectorial, que en estos momentos integra a diversos sectores y que buscan alternativas para resolver el problema económico y social, sin embargo, el presidente de la república, Carlos Alvarado, continúa creyendo que el acuerdo con el FMI es esencial.

Es por ello que UNIVERSIDAD se ha dado a la tarea de buscar la opinión, inicialmente, de mujeres expertas para analizar las posibilidades de seguir caminos distintos que permitan al país salir de la crisis; pero no solo de la financiera, sino de la social, que ha visto ensancharse la brecha entre los sectores más vulnerables y los más favorecidos.

“Si se hacen recortes en inversiones de infraestructura habría baja en el crecimiento económico, pérdida de empleos. En tiempos de crisis, lo mejor es gastar más en lo que genera réditos a futuro, en este caso la inversión”.

En esta edición contamos con la participación de la economista Roxana Morales, quien al igual que sus predecesoras en este especial de entrevistas (Ana Rosa Ruiz y Sofía Guillén), considera que los problemas del país se deben a un sistema estructural en el que no se han tomado decisiones oportunas o que han sido insuficientes.

Desde su perspectiva, el país ya venía con un ritmo por debajo del potencial que tiene y se dificulta generar empleos e ingresos para el Estado; con serios problemas para controlar el gasto público que crecía más que sus entradas y sin una verdadera agenda de reactivación.

La pandemia agudiza los problemas existentes y explota el tema fiscal por la necesidad de incrementar los gastos para atender la crisis sanitaria, se da una caída fuerte en los ingresos por exoneraciones, en la recaudación y con un déficit fiscal que se disparó, superando el 70% del Producto Interno Bruto.

Desde su perspectiva, ¿en qué situación se encuentra el país y cómo podemos solventarla?

— No hay una varita mágica que nos permita decir que solucionaremos todos los problemas estructurales del país y con la coyuntura que afecta no solo al país sino a todo el mundo, deberemos impulsar muchas acciones.

Tenemos a uno de los sectores que era más dinámico, el turismo, en franca paralización. Este era vital para la reactivación económica antes de la pandemia porque genera muchos encadenamientos productivos y sus actividades se vinieron al suelo.

Por otra parte, la pandemia golpeó la generación del empleo, sobre todo de baja y mediana calificación, pero también a las personas que trabajaban en la informalidad; porque el confinamiento y las medidas impidieron a la gente salir a vender sus productos, generando una complicación adicional y obligando al Estado a atenderlos, ya sea con el bono Proteger o a otras instituciones con sus programas.

Las medidas que se vayan a tomar deben tener dos componentes: una dirigida a responder cómo generar políticas que permitan reactivar la economía para que automáticamente se reactiven los empleos y los ingresos del Estado; y la necesidad de liquidez del gobierno para atender los compromisos, transferencias y todo lo que implica la administración pública.

Será necesario contar con recursos frescos en el corto plazo, sino inmediato. Definitivamente, hay que reducir la evasión y elusión fiscal, pero eso no dará resultados rápidos, porque para eso se requieren actualizar los sistemas de Hacienda.

Se han negociado créditos con organismos multilaterales, pero no podemos pretender financiar todo a través de estos préstamos.

De hecho, más que costear el déficit fiscal, hay que negociar los vencimientos de la deuda, que se espera para este año sean cercanos a 14 puntos del PIB; son muchos recursos a tasas de interés muy altas. Esto podría generar una mayor desaceleración o caída de la actividad económica e incremento en las tasas de interés.

 Entonces, ¿cuál debería ser el camino para el país?

— Para reactivar la economía: obtener recursos en el corto plazo, ya sea reduciendo el gasto o incrementando impuestos, pero estos deberán ser solidarios y progresivos, asegurándonos que se afecten a las clases sociales de más bajos ingresos.

Por ejemplo, se puede recaudar gravando las rentas más altas, como las financieras o empresariales, pero claro no sería justo grabar solo a uno u otro, que todos los sectores pongan, pero según las posibilidades de cada uno.

Y urgen medidas que se puedan aplicar a mediano plazo. Como aumentar los plazos de aquella deuda que tenemos próximas (en dos o tres años), hacer canje de deuda, aunque en estos momentos hay incertidumbre de parte de los empresarios y en esas condiciones prefieren deshacerse de los títulos del Estado.

Definitivamente, hay que hacer contención del gasto, pero de aquellas áreas que no afecten los servicios esenciales.

Expertos internacionales sostienen que, es tiempo de entregar dinero directamente a las familias y monetizar el déficit; ¿considera usted que Costa Rica puede ir por ese camino y enfocarse en el hambre del pueblo para luego entrarle al tema fiscal?

— Lo que se ha dicho desde el principio es que el Estado debe garantizar por lo menos los ingresos mínimos a los hogares de familias en pobreza y pobreza extrema, porque las estimaciones indican que si no se hicieran estos aportes los indicadores podrían llegar al 30%.

Definitivamente, hay que garantizar por un tiempo más que los recursos lleguen a esta población y para eso se requieren impuestos solidarios, personas que tienen ingresos altos por renta o salarios que aporten y capitales que pudieran colaborar temporalmente para financiar a estos hogares. Es importante mantener la paz social y un pueblo con hambre se descontrola, ya sucedió en otros países.

Estamos hablando de un derecho fundamental y garantizado por la Constitución, los hogares deben satisfacer sus necesidades básicas y por ello se deben mantener las ayudas a estos grupos.

Otra acción sería impulsar capacitaciones a algunos grupos, no solo transferencia de bonos per se, sino también condicionados a formarse e incluso hacer trabajos comunales.

Las ayudas deberían entrar mucho más privilegiadas a mujeres jefas de hogar, porque las estadísticas demuestran una afectación mayor en el desempleo femenino, muchas mujeres han salido del mercado laboral para atender sus hogares, a niños y personas adultas.

Es indispensable dar prioridad a los centros de cuido para familias de bajos ingresos, mantener y extender las ayudas del Ministerio de Educación en la alimentación de los niños que dependen de los comedores escolares

“El Estado debe garantizar por lo menos los ingresos mínimos a los hogares de familias de pobreza y pobreza extrema, porque las estimaciones indican que si no se hicieran estos aportes los indicadores podrían llegar al 30%”.

¿Debe el país continuar con la propuesta de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional?

— Uno podría pensar que si se impulsan otras propuestas no lo ocupamos, como las que he señalado, o incluso que el Banco Central utilice parte de sus reservas -que para ellos se ocuparía una reforma legal-, pero no sería suficiente.

El asunto es ¿cómo garantizar la sostenibilidad del país?, no podemos seguir haciendo lo mismo, se requieren reformas fiscales progresivas y contención del gasto, ese debería ser el enfoque de un acuerdo con un organismo internacional, de la mano de compromisos y medidas del país para hacerle frente a la situación.

Si se genera confianza, se toman medidas y acciones es posible pedir más crédito, no obstante, el acuerdo con el FMI es de $2.700 millones, no obstante, los vencimientos de los próximos tres años son de unos $11.000 millones, es decir no resuelve la crisis.

Lo que hemos planteado es que indistintamente de si vamos o no por el acuerdo con el FMI, se requieren de medidas para estabilizar la economía en el corto, mediano y largo plazo; sin eso no podremos acceder a fondos con nadie más.

¿Sería a través de nuevos impuestos?

— Se necesita un conjunto de medidas que se tomen en forma paralela, hay que controlar el crecimiento del gasto, gestionar las acciones para control de evasión y elusión.

¿Qué medidas de reactivación económica podemos impulsar?

— Es viable tomar acciones en la parte fiscal, que podrían ser temporales y otras más permanentes, pero aquí la clave es que sean progresivas.

Antes del COVID-19, teníamos la necesidad de reactivación y se pensaban alternativas que hoy no son viables, porque depende la reapertura de muchas actividades productivas, tanto a nivel nacional como internacional y ahora la oferta y demanda no se dan por restricciones impuestas.

Hemos comenzado la reapertura, pero hay mucha incertidumbre, porque economías que ya habían pasado por este proceso colapsaron sus sistemas de salud y se han visto obligadas a paralizar nuevamente, algo que hunde la economía.

La reactivación tiene que venir de la mano con la liberalización de las actividades que han estado paralizadas; luego con una reinvención de los negocios, implementando la tecnología en los servicios. La economía necesita buscar nuevas oportunidades, nuevas formas de comerciar porque si seguimos con lo mismo que hacíamos antes de la pandemia, no vamos a salir adelante.

En la parte tributaria, el Ministerio de Hacienda tendrá que hacer ajustes porque mucho comercio se traza en redes y en estos momentos es informal.

¿Los recortes en el sector público generan efectos positivos o negativos?

— Dentro de los ajustes que se han dado, gran parte responde a la reducción en áreas que no son de inversión en infraestructura; porque este es un elemento que define el potencial de crecimiento de un país y genera competitividad.

Pero si se hacen recortes en inversiones como construcción de escuelas, carreteras u otro tipo de infraestructura habría baja en el crecimiento económico, pérdida de empleos. En tiempos de crisis, lo mejor es gastar más en lo que genera réditos a futuro, en este caso la inversión.

En estos momentos hay un bajo consumo privado por la caída en los ingresos y quienes sí mantienen sus recursos consumen menos y ahorran más; las personas se endeudan menos y hay una reducción del comercio exterior.

Aquí, el gasto del Estado tiene un efecto multiplicador de la economía, si gasta más, genera más empleo, más renta, más ingresos y nuevas inversiones. Hay que tener cuidado en cómo y cuánto se reduce el gasto.

¿Pero cuál sería ese conjunto de medidas que nos ayudarán como país a salir de la crisis?

— Todos tenemos que poner algo, el problema es que quienes tienen el poder político y económico son los que se ven menos afectados, las políticas se han establecido para los que menos tienen; es necesario un balance.

No se puede destruir el Estado social de derecho porque hay grupos que por muchos años se han aprovechado y sobre todo ahora que comenzó la campaña política, hay quienes están esperando que la situación del país se complique para comprar instituciones públicas. Hace rato grupos de poder quieren ese tipo de negocios.

Hay que hacer un eficiente gasto de las instituciones, hay desperdicios de recursos por todo lado, ahí sí hay que entrarle, pero de ahí a cerrar o vender entidades es otra cosa.

Tenemos que pensar en cómo generar empleo para el 60% de la fuerza laboral que no terminó la secundaria; no podemos reducir la inversión en educación y cometer el mismo error de hace unas décadas.

Otro tema son las zonas francas, démosles incentivos, pero saquemos más provecho de esas inversiones, no les cobremos un impuesto, pero pueden aportar a un fondo solidario de capacitación, por ejemplo.

O que generen condiciones para comprar más al productor nacional, hacer más encadenamientos, que se comprometan a comprar un porcentaje de su materia prima; instalar empresas fuera del Área Metropolitana; contratar jóvenes y mujeres y transferencias de conocimiento.

También debe lograrse acuerdos internos para la sostenibilidad financiera y estabilidad del tipo de cambio, porque se nos pueden venir condiciones de incertidumbre y que los inversionistas saquen sus divisas.


54% de mujeres con educación primaria incompleta redujeron su participación en mercado laboral

Tasa de desempleo en mujeres con al menos un niño es del 63,4%


 

Suscríbase al boletín

Ir al contenido