País Encuesta CIEP-UNIVERSIDAD a seis meses de las elecciones

Se abre el telón electoral: la confusión

Hoy poco más de la mitad del electorado (54%) está decidida a votar y, de este grupo aún un 42% está indeciso.

Hoy poco más de la mitad del electorado (54%) está decidida a votar y, de este grupo aún un 42% está indeciso. A seis meses de las elecciones, los candidatos arrancan con menos apoyo que hace cuatro años. ¿Segunda vuelta?

“A cinco meses de las elecciones del próximo febrero, la indecisión y la indiferencia ante los partidos siguen dominando el ánimo de una notoria mayoría del electorado costarricense…”

Así empezaba la información que UNIVERSIDAD publicó hace cuatro años con base en la encuesta hecha por el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR y que podríamos volver a usar hoy, casi íntegra. Cuatro años más tarde y luego de tres años del primer gobierno ajeno al bipartidismo, el escenario de la incertidumbre sigue dominando la escena electoral, momentos antes de que se abra el telón.

Faltan seis meses para las elecciones y los candidatos presidenciales no son 13; probablemente sean 11, pero la nueva encuesta del CIEP pinta un paisaje tan incierto como en 2013 o quizás más, considerando el efecto acumulativo de lo que ha ocurrido en estos cuatro años.

O de lo que no ha ocurrido y se esperaba que ocurriera.

Al abrirse la contienda electoral, más que incertidumbre, la palabra “confusión” resume el ánimo del electorado que captó el estudio de opinión hecho por el CIEP con apoyo de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica (UCR) y UNIVERSIDAD.

El estudio contiene revelaciones (ver notas adjuntas) que ayudan a componer el escenario de desasosiego político que domina al país de cara a la elección de gobernante y diputados para el momento en que el país cumplirá 200 años de vida independiente.

La población considera que los mayores problemas nacionales son la inseguridad, el desempleo y el costo de la vida.

No parece ser una preocupación popular el desequilibrio financiero (al menos antes de la alerta gubernamental de la semana pasada), pero por primera vez aparece la inquietud por el estado de los servicios de salud públicos.

En conducta electoral, el 75% de la muestra dice que sí votaría en febrero, pero solo 54% de ella está segura de asistir.

Y de este último segmento, el 42% está indeciso sobre cuál será su opción preferida entre los candidatos presidenciales, señala la encuesta realizada entre el 17 y el 26 de julio, ya definidas las candidaturas presidenciales en los partidos políticos participantes.

Fueron 1.019 entrevistas mediante llamadas a teléfonos celulares, con un margen de error de 3% hacia arriba o hacia debajo de cada porcentaje sobre la muestra total.

Desanti arriba, pero no tanto

Si se pone el foco entre los que tienen más apoyo, la lista la encabeza Antonio Álvarez Desanti (Partido Liberación Nacional, PLN), con el 25% de los que están decididos a votar, seguido de Rodolfo Piza (Partido Unidad Social Cristiana, PUSC), con un 11,5% y del oficialista Carlos Alvarado (Partido Acción Ciudadana, PAC), con un 8%.

La repartición de apoyo entre candidatos presidenciales está muy cruda todavía y faltan seis meses de definición de listas diputadiles, debates, entrevistas, noticias, publicidad y cálculos. La posibilidad de una nueva segunda ronda parece alta.

De momento, el apoyo que recogen juntos los tres candidatos más favorecidos (44,5%) equivale prácticamente al porcentaje de costarricenses que están seguros de votar pero indecisos sobre su favorito (42,2%).

La incertidumbre es mayor cuando se considera a la otra parte de la muestra (casi la mitad del total: 46%) que no está segura de votar, cree que no lo hará, que está decidida a abstenerse o ni siquiera es capaz de contestar la pregunta.

El cuarto candidato en preferencia electoral es uno de los nombres más explosivos en los últimos meses: el abogado Juan diego Castro, que se postula con el Partido Integración Nacional (PIN). Por él votaría el 5,8% de los decididos a votar (4% de la muestra total), a pesar de la alta presencia suya en redes sociales y medios de comunicación.

Carlos Alvarado, la carta de continuidad del gobierno de Luis Guillermo Solís, arranca con un 8% de la población que, con seguridad, votaría si las elecciones fueran ya (4,5% de la muestra total).

Este porcentaje puede ser bueno si se considera que apenas da sus primeros pasos como candidato, pero es aún débil para ser la opción electoral del partido que ganó en 2014 y colocó un gobierno que ahora presenta calificaciones populares positivas.

Aún así, Alvarado parece más aceptable para una población joven y urbana, que en estos tiempos tiene el poder de decidir unas elecciones.

A diferencia suya, sus contendores del PLN y del PUSC tienen un apoyo especial en personas de baja educación y menos riqueza, pero de mayor edad y habitantes de zonas fuera del Valle Central.

La encuesta muestra que Desanti y Piza compiten por un público similar, como base de un trabajo que les exigiría conquistar también a otros segmentos de la población para tener opción de triunfo.

PLN y PUSC, protagonistas del bipartidismo que predominó en Costa Rica hasta el cambio de siglo, tienen aún columnas de apoyo que, sin embargo, envejecen y pierden peso electoral frente a una masa joven, nietos o bisnietos de los que vivieron la Guerra Civil del 48 y la posterior dualidad política Pepe Figueres-Calderón.

Ya no hay dos partidos, pero tampoco se sabe si ahora la pelea es entre tres, cuatro o cinco, sin considerar la atomización en la Asamblea Legislativa.

 

Otro dato que arroja la encuesta CIEP –desde hace muchas mediciones- es que los partidos políticos siguen en el sótano de las instituciones mejor calificadas del país y ceden terreno ante la imagen personal del político de turno y el contexto del momento.

Un ejemplo: el PAC recibió 1,3 millones de votos en abril del 2014 (segunda ronda presidencial) y ahora, según este estudio de opinión, recibiría la décima parte.

Encuesta a celulares

Esta es la primera vez que el CIEP realiza una encuesta con entrevistas hechas mediante llamadas a teléfonos celulares, con lo cual el estudio gana precisión y refleja de mejor manera los segmentos de la población.

Para los estudios de opinión anteriores se usaban llamadas a teléfonos fijos residenciales, presentes solo en el 47% de los hogares, lo cual obligaba a diseñar un muestreo previo y hacer muchos intentos hasta dar con personas de ciertas características, para asemejar la muestra a la realidad del electorado nacional.

Ahora, con la masificación de los celulares, el 98% de la población porta uno y está más dispuesto a contestar una encuesta que si recibiera una llamada en el teléfono del hogar, explicó el coordinador de la investigación, Rónald Alfaro.

El banco de números tiene 14 millones de unidades y de ellos hay casi ocho millones habilitados entre los tres operadores del país: Kolbï, Movistar y Claro.

Este método es posible después de que el CIEP consiguió el banco de números celulares habilitados de parte de la Superintendencia de Telecomunicaciones (Sutel), aprovechando que en el país sí está centralizado.

“Esto funciona casi como espejo de la población por la alta penetración de teléfonos móviles. Ahora podemos tener mejor representados a los jóvenes y personas de menos nivel socioeconómico e incluso a las jefas de hogar, quienes más bien estaban sobrerrepresentadas”.


El PLN vuelve a arrancar con ventaja

El Partido Liberación Nacional (PLN) vuelve a comenzar un proceso electoral con una notable ventaja sobre el resto de las agrupaciones.

Igual que en 2013 con el candidato Johnny Araya, la organización verdiblanca se coloca ahora con Antonio Álvarez Desanti en la mejor posición de la parrilla de salida para la campaña electoral.

Álvarez Desanti recibe el apoyo del 25% de los electores decididos a asistir a las urnas en febrero del 2018, lejos de su inmediato seguidor, Rodolfo Piza (PUSC), que capta al 11,5% de esa población.

Si se usa la muestra total de 1.018 encuestas, el respaldo para Álvarez Desanti es de un 16,8%, tres puntos menos de los que se acreditaban hace cuatro años a Johnny Araya (20%) para este mismo momento del proceso, según sendas encuestas de CIEP-UNIVERSIDAD.

En las elecciones del 2014 Araya se mantuvo en ventaja por varios meses, según las mediciones de opinión pública, y se descalabró al cierre de la campaña, pues se vio obligado a ir a segunda ronda al quedar de segundo detrás de Luis Guillermo Solís.

Después, sobrevino la renuncia del liberacionista a la campaña para la segunda vuelta, y el golpe anímico para el partido de más tradición en Costa Rica.

Después de muchos eventos internos y una contienda cruda contra el expresidentes José María Figueres, el jefe de la campaña del 2014, Álvarez Desanti, toma el papel de candidato presidencial con abundancia de recursos económicos y el decisivo apoyo del expresidente Óscar Arias, después de que este desistió de postularse.

Esos dos factores pueden explicar, al menos en parte, la posición privilegiada con que se coloca Álvarez Desanti ahora que parece armada la papeleta presidencial que los costarricenses tendrán en sus manos en febrero.

Después de Piza, Desanti tiene como contendores al candidato novato Carlos Alvarado (8% de los que dicen estar seguros de votar) y al abogado Juan Diego Castro (5,8%), cuyo discurso agresivo dedica una porción de tiempo para atacar di- rectamente al liberacionista.

La encuesta CIEP-UNIVERSIDAD revela que el mayor calado del empresario Álvarez Desanti (exdiputado, expresidente de la Asamblea Legislativa y exministro) está en la población femenina, adultos, con educación primaria o menos y habitantes de las tres provincias costeras; además de un sector que se manifiesta incapaz de satisfacer sus necesidades económicas.

El estudio afirma que estas características confirman al PLN como un partido poseedor de una base de clase media y media baja rural, como la que en 2006 resultó determinante para que Óscar Arias triunfara sobre Ottón Solís.

El mayor respaldo de mujeres y de adultos jóvenes son oportunidades que tiene el PLN de crecer en población con buena disposición a ejercer el voto.

Una situación distinta ocurre con el segmento de baja educación, residente en provincias costeras y de situación económica comprometida, poblaciones menos propensas a votar, lo que podría dificultar el crecimiento que requiere el candidato Álvarez para capitalizar su ventaja o eventualmente triunfar en una primera ronda.


El oficialista Carlos Alvarado arranca débil… ¿O no?

Ocho de cada 100 electores decididos a votar apoyan en este momento al candidato presidencial del Partido Acción Ciudadana (PAC), Carlos Alvarado, a pesar de ser la carta oficialista para el poder… o quizás por ello.

Alvarado -exministro de Desarrollo Humano y de Trabajo en esta administración- comienza la competencia electoral ubicado detrás de Antonio Ávarez Desanti (PLN) y de Rodolfo Piza (PUSC), según la encuesta CIEP-UNIVERSIDAD, con entrevistas realizadas en la penúltima semana de julio.

El oficialista, menos conocido que sus contendores directos, recibe un dato aun menos favorable al considerar la muestra total: si se considera la muestra total, el porcentaje le queda en un 4,5%.

Sí, parece muy bajo para un candidato oficialista, pero de inmediato un defensor suyo podría contestarle que ese mismo porcentaje tenía Luis Guillermo Solís a seis meses de las elecciones de 2014 y miren quién es ahora el presidente.

Y otro podría decir que sí, pero que Alvarado no tiene las características políticas de Solís y que el resultado de esa elección tuvo algo de chiripa.

Si la discusión continuara, un defensor de Alvarado podría suponer que puede recibir algún beneficio de la imagen positiva del presidente Solís, pero eso nadie lo puede asegurar y  estos son tiempos en que las personas son más relevantes que los partidos para la decisión popular, para bien y para mal.

Alvarado se convirtió en candidato del PAC tras derrotar al también exministro Wélmer Ramos en una convención en la que votaron 32.700 personas, casi una de cada 100 electores costarricenses. De nuevo, poco si se considera que es el partido de gobierno, pero mucho en comparación con el historial del PAC.

El perfil de simpatizantes de Alvarado no trae sorpresas: ya se sabe que el seguidor del PAC es sobre todo residente del Valle Central, con educación universitaria y distribuida en dos grupos: entre 18-34 años y entre 35-54 años.

También predominan las personas que dicen que sí les alcanzan sus ingresos económicos. Sin embargo, las diferencias entre edad, zona geográfica, nivel educativo y riqueza no son tan marcadas como en otros partidos. Es decir, recibe un apoyo más homogéneo, según la encuesta.

Alvarado, según la investigación, tendría una ventaja porque atrae electores de segmentos que pueden ser definitorios electoralmente -jóvenes y adultos jóvenes- y a la población urbana, que presenta mayores registros de participación electoral, aunque no necesariamente baste (en 2006 el PAC ganó el centro del país pero perdió en las periferias).

Estas, sin embargo, son solo oportunidades que el partido o su candidato podrían aprovechar o no.


Electores, un poquito más indecisos

Hace cuatro años, el 56% de los ticos esquivaba decir el nombre de alguno de los candidatos cuando se le preguntaba por el favorito, faltando seis meses para las elecciones 2014.

Decían que no sabían, que podrían no votar, que votarían nulo o en blanco.

Ahora, cuatro años después y habiendo vivido eventos políticos de importancia (segunda ronda, renuncia de un candidato, apoyo masivo por el rival, gobierno de cambio relativo), esa población llega a un 60% a falta de medio año para los comicios 2018.

Ambas cifras las arrojan sendos estudios de opinión del CIEP-UCR para Semanario UNIVERSIDAD y muestran el alto grado de desconexión del electorado con los partidos políticos, aunque en general se mantiene robusta la disposición a votar.

Es el caso de M, una colaboradora de UNIVERSIDAD y liberacionista de hueso verde fosforescente, con tendencia al figuerismo furibundo, y que ahora expresa alguna simpatía por dar su voto a diputados del Frente Amplio, pero tampoco está muy segura. Ni qué decir de su indecisión para la papeleta presidencial.

M ya repasó los 11 nombres dispuestos, ya revisó su experiencia, honestidad, carácter, ideología y posibilidad de equipo para gobernar. Consume noticias en medios tradicionales, se informa, pero no está ni cerca de abandonar la categoría de “indecisa”, el grupo más grande del electorado.

Ella cumple con dos de los rasgos comunes de la población abstencionista: es mujer y tiene estudios universitarios. Sin embargo, se sale de otras características comunes en este grupo, pues es mayor de 55 años, vive en el Área Metropolitana y se declara satisfecha con los ingresos que tiene.

La indecisión se acentúa entre los jóvenes (menores de 34 años) y los  habitantes de Limón, Puntarenas y Heredia, según la encuesta.

Algunos de estos rasgos del perfil del abstencionista coinciden con el perfil de los menos dispuestos a votar, pero no todos.

Paradójicamente, las mujeres están más indecisas pero suelen acudir a las urnas en mayores proporciones que los varones. También las personas de mayor educación tienen más dudas sobre cuál sería su favorito, pero expresan una mayor voluntad de ir a votar.

Un papel especial podrían tener los electores de entre 18 y 34 años, pues están menos claros en sus preferencias en estos momentos y son más reacios a participar, aunque por su volumen podrían resultar determinantes según cómo actúen. Este grupo etario representa el 40% del padrón.


Solís y su gobierno repiten con buenas calificaciones

La imagen personal del presidente Luis Guillermo Solís y la percepción sobre su gobierno dio media vuelta de rosca más en sentido favorable, a nueve meses de entregar el poder.

La encuesta CIEP-UNIVERSIDAD lo presenta como la figura política mejor valorada, incluso por encima del expresidente Óscar Arias, quien en años recientes se había mantenido solitario en ese trono.

Solís obtiene una nota de 6,86, justo por encima del expresidente liberacionista, de acuerdo con el estudio de opinión basado en 1.018 entrevistas hechas mediante llamadas a teléfonos celulares en la penúltima semana de julio.

Es necesario advertir que esta encuesta se realizó antes de la alarmante cadena de televisión del mandatario en la cual señaló riesgos para la liquidez del Gobierno, dado el faltante en las finanzas públicas.

En tercer lugar, como figura pública mejor valorada aparece el exmandatario Abel Pacheco (2002-2006), mientras en cuarto y quinto lugar están el presidente del Tribunal Electoral, Luis Antonio Sobrado, y la vicepresidenta,  Ana Helena Chacón. Ambos, sin embargo son conocidos por menos de un tercio de la población.

Este informe también señala que mejoraron las calificaciones positivas de la gestión del gobierno dirigido por Solís (37%) y decayeron las negativas, lo cual otorga un saldo favorable que solo se había presentado al principio del cuatrienio.

El estudio recuerda que para este mismo momento de su administración, la presidenta Laura Chinchilla (2010-2014) tenía en 2013 la mitad de las calificaciones positivas que se registran ahora para Solís.

Las buenas noticias llegan incluso en las respuestas dadas a una pregunta menos ligada a la acción directa del gobierno: ¿Cómo es el rumbo del país?.

Aunque cuatro de cada 10 siguen considerando que es “malo” o “muy malo”, creció de manera leve el porcentaje que lo considera “bueno” y el “regular”.

En donde el pesimismo sí es evidente, es en la opinión popular sobre la situación económica actual.

Aunque no presenta cambios, sí refleja un descontento casi permanente con la economía. Solo el 18,6% la estima positiva, mientras el 58,3% le da una nota de “mala” o “muy mala”.

Estos números podrían haber cambiado en la primera semana de agosto, dada la profusión de noticias sobre los apuros financieros del Gobierno, basadas en el anuncio del presidente Solís.

Las opiniones más benévolas para Solís o el Gobierno provienen de mujeres, jóvenes o mayores de 55 años. Los adultos jóvenes parecen ser más críticos, al igual que las personas con menor nivel educativo y quienes reportan que sus ingresos económicos son insuficientes.

Este perfil coincide bastante con el de los seguidores de Carlos Alvarado, con la diferencia de que el candidato no recibe un especial respaldo femenino y sí recoge la simpatía considerable de menores de 55 años.


Juan Diego Castro, más ruido que nueces (de momento)

La candidatura presidencial del famoso abogado Juan Diego Castro Fernández no logra llevar a la estadística la alta presencia y menciones que, a veces en voz alta y otras entre dientes, se le acreditan en el paisaje electoral de este 2017.

Según la nueva encuesta CIEP-UNIVERSIDAD, cuatro de cada 100 ciudadanos apoyarían al exministro liberacionista conocido por su discurso mordaz e hipercrítico con el sistema judicial y político en medios tradicionales y en redes sociales.

Si se considerara solo la población segura de ir a votar, ese porcentaje quedaría en 5,8%, en cuarto lugar, con menos de la mitad del respaldo que de momento capta Álvarez Desanti (PLN). También lo superan Piza (PUSC) y Alvarado (PAC).

El porcentaje de Castro puede verse como alto si se considera que casi todo su empuje corre por cuenta suya y no del pequeño Partido Integración Nacional (PIN) que le servirá de vehículo para participar en los comicios presidenciales.

También se puede considerar un apoyo escueto si se compara con la alta cobertura mediática que reciben los actos y comentarios del exministro de José María Figueres, así como la efervescencia que provoca en las redes sociales con sus mensajes cargados de tremendismo, de propuestas de “mano dura” y desafío a la clase política. Populista, le llaman los especialistas.

Al margen de la discusión sobre si es un demagogo o solo el portavoz de la indignación con la clase política, Castro recibe un apoyo superior al de otros políticos más experimentados en aguas electorales, como Otto Guevara (Movimiento Libertario), Rodolfo Hernández (Republicano Social Cristiano) y Edgardo Araya, actual diputado y carta presidencial de Frente Amplio (FA).

Castro ha aparecido en algunas entrevistas en medios de comunicación, pero ha estado ausente en varios debates que ya se han realizado entre candidatos presidenciales. Está por verse si su asistencia a estos foros o la intensificación de la cobertura mediática en los seis meses siguientes le fortalecen su estilo de hombre duro o más bien se lo fragmentan.

De momento, recibe un respaldo especial de varones y adultos jóvenes, de gente con nivel educativo medio y de personas que declaran suficientes sus ingresos económicos.

Llama la atención la distribución geográfica, por el carácter vallecentralista del respaldo de Castro, pero sobre todo en la provincia de Cartago. Ahí los resultados casi duplican al promedio que obtiene a nivel nacional (5,8% de los decididos a votar); lo apoya el 10% de los cartagineses. En cambio, en Puntarenas solo alcanza el 1% y en Limón, el 2%.


PLN Y PUSC: Pescar en el mismo estanque

Javier Córdoba Morales

[email protected]

En el mar de los indecisos que inunda hoy el escenario de las próximas elecciones presidenciales del 2018, los dos partidos políticos más tradicionales del país, Liberación Nacional y Unidad Social Cristiana, volverán a competir por vestir con sus colores a un mismo tipo de votante.

Según los datos de la última encuesta del Centro de Investigaciones en Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica (CIEP-UCR) para UNIVERSIDAD, los que aún están dispuestos a ponerse el “verdiblanco” o el “rojiazul” para votar tienen características muy similares.

En el caso de los seguidores de Liberación Nacional (PLN), el estudio perfila que quienes dicen estar decididos a votar por ellos son personas mayores de 35 años, con un nivel educativo de primaria o menos, residentes de las tres provincias periféricas (Guanacaste, Puntarenas y Limón) y que dijeron tener más dificultades económicas.

Para el PLN, este grupo de personas representa una base electoral bastante importante (con la que tiene un mejor punto de partida que el resto de las agrupaciones), pero insuficiente para volver por sí mismo a Casa Presidencial el otro año.

La dificultad para los liberacionistas radica en que necesitan atraer a un buen número de votantes del grupo de indecisos, los cuales -en mayoría- no encajan con el perfil liberacionista (por ejemplo, son en su mayoría personas del Valle Central) o simplemente no apoyarían al partido que más veces ha gobernado el país.

Según los datos del CIEP, si bien algunas características del votante que hoy se identifica como liberacionista (más mujeres que hombres y personas de más de 35 años) son factores que se asocian históricamente a una participación más alta en las urnas, las provincias en que residen y su nivel de escolaridad son elementos que más bien juegan en contra de las posibilidades de este partido.

En el caso de los partidarios de la Unidad Social Cristiana (PUSC), los electores se perfilan principalmente como personas mayores de 35 años, pero con la particularidad de que, entre quienes expresan esa preferencia, pesan más los que superan los 55 años de edad.

En cuanto a provincias, es en Cartago donde se encuentra la mayor cantidad de partidarios socialcristianos; aunque compiten con el PLN por Guanacaste, que es una de sus provincias “fuertes” tradicionalmente, también mantienen un buen grupo de seguidores en San José.

En términos generales, y a seis meses de la elección, el PUSC y el PLN estarían pescando en el mismo estanque del votante “clase media o clase baja-rural”, mientras que ambos partidos tienen muchos problemas para atraer a los jóvenes y a quienes viven en el Valle Central.


Desempleo es el principal problema señalado por electores

Javier Córdoba Morales

[email protected]

La falta de empleo se volvió a colocar -entre los electores consultados por la última encuesta de Centro de Investigaciones en Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica (CIEP-UCR) para UNIVERSIDAD- como el principal problema del país.

Para julio 2017, un 18,7% de los encuestados mencionó la falta de trabajo como el principal problema del país, mientras que la inseguridad y la delincuencia fueron señalados por el 17,4%, luego de que en la encuesta anterior (marzo 2017) la falta de seguridad ocupara el primer lugar entre las preocupaciones de los costarricenses.

El costo de la vida y la situación económica del país también volvieron a escalar al tercer puesto entre las preocupaciones de la ciudadanía y fueron mencionados como los principales problemas por el 12,9%.

Más atrás quedan mencionados problemas como la corrupción (9,2%), la mala gestión del gobierno (7,6%) y los relacionados con los servicios de salud, que fueron apuntados por el 5,1%.

Según los datos de la Encuesta Continua de Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la tasa de desempleo durante el segundo trimestre del año registró un 8,5%, con una baja de casi un punto porcentual con respecto al mismo periodo del 2016.

Sin embargo, el año pasado ese indicador cerró en 9,5%, y cedió muy poco en lo que va de la administración Solís Rivera.

Específicamente sobre la situación económica actual, el 19,2% dijo que es “muy mala” y el 39,16% la calificó de “mala”. La calificación de “regular” la dio un 23,16%, mientras que un 17,32% dijo que es buena y solo el 1,25% la calificó de “muy buena”.

El estudio del CIEP detalla que, si bien las calificaciones negativas al desempeño de la economía siguen siendo mayoría, en las últimas tres encuestas ha crecido la cantidad de personas que la califican de “regular”, al tiempo que los criterios negativos han cedido un poco.

En lo que respecta a la calificación de instituciones, la Universidad de Costa Rica es la mejor posicionada con una nota de 8.76 puntos, seguida por las otras universidades estatales con un 8.18.

En contraste, los partidos políticos (4.97), la Asamblea Legislativa (5.13) y la Refinadora Costarricense de Petróleo (5.40) son las peor calificadas.


 

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