La posibilidad de que se restrinja en el país el uso de los insecticidas conocidos como neonicotinoides depende de la Sala Constitucional, ya que ese tribunal estudia un recurso de amparo que solicita se obligue al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) a tomar medidas que restrinjan su uso.
Ese tipo de agrotóxicos son polémicos porque muchos estudios científicos los han señalado como nocivos para insectos polinizadores como las abejas, al punto que este año la Unión Europea (UE) decidió prohibir su uso en espacios abiertos.
Fue el diputado José María Villalta quien interpuso el amparo, en vista de que en dos ocasiones solicitó por escrito a Renato Alvarado, jerarca del MAG, la prohibición de estos productos y en ambas oportunidades el funcionario se negó a hacerlo, alegando no haber sido notificado al respecto por la UE y que “no contamos con razones técnicas, ni tampoco tenemos conocimiento formal de las afectaciones en abejas” por el uso de neonicotinoides.
En el país los insecticidas de este tipo utilizados son acetamiprid, imidacloprid y tiametoxan. Se trata de productos cuya estructura molecular deriva de la nicotina, a la cual deben su nombre.
En Costa Rica son utilizados en cultivos de algodón, arroz, banano, café, calabacín, caña de azúcar, cebolla, cítricos, chayote, chile dulce, melón, naranja, papa, papaya, pasto kikuyo, pasto peludo, pepino, piña, plátanos, ornamentales, rosa, salvia, sandía, tomate, verbena y yuca.
“Burla a la ciudadanía”
Fue el pasado 22 de mayo que el diputado Villalta envió el primer oficio a los ministros del MAG, Ambiente y Energía y Salud. Ahí planteó la solicitud de que, a la luz de la decisión europea, se prohibieran aquí el uso de estos insecticidas “en aplicación del principio preventivo del Derecho Ambiental”. La respuesta que obtuvo fue de parte de Alvarado, quien le informó no haber recibido “notificación formal” de la UE y que considerará medidas al respecto cuando la reciba o cuando “contemos con certeza científica”.
En un segundo oficio, Villalta insistió en que la prohibición procede en atención al principio precautorio en favor del medio ambiente y la salud. Alvarado respondió que la Ley de Protección Fitosanitaria establece que el MAG puede prohibir el uso de algún agroquímico “cuando se justifique por razones técnicas” y que “en el caso de los neonicotinoides no contamos con razones técnicas, ni tampoco tenemos conocimiento formal de afectaciones en abejas”.
El diputado expresó a UNIVERSIDAD que no se trata únicamente de que la UE prohibió los insecticidas dañinos para las abejas, “sino que lo hizo en base a una recopilación de más de cien estudios científicos actualizados que constataron la toxicidad y la relación directa entre el uso de estos insecticidas y la reducción de las poblaciones de abejas”.
Cabe recordar que las abejas son importantes polinizadores en cultivos como los frijoles, granos básicos, cítricos, nueces y tomate, además de toda la gama de plantas con flores en el mundo natural.
Tras insistir en que esos estudios dan pie a que se aplique el principio precautorio, el diputado del Frente Amplio calificó la respuesta recibida desde el MAG como “vergonzosa”, pues, independientemente de que la UE notificara al MAG, “con solo ingresar a la página web o entablar una comunicación directa con la Comisión Europea, pueden tener acceso a esos estudios”. Afirmó que “decir que no conocen los estudios porque a UE no se los notifica es una burla a la inteligencia de la ciudadanía”.
Así, Villalta acudió a la Sala Constitucional con un recurso de amparo, en el que adujo la posición del MAG lesiona “los derechos humanos a la vida, la salud, la alimentación y el ambiente sano”, al no adoptar “medidas urgentes para la prevención del daño a la conservación de las especies de abejas”.
El legislador señaló que mediante “la omisión de la responsabilidad de actuar para evitar que se propague un daño ambiental, ante la sospecha de riesgo”, el MAG lesiona derechos fundamentales a la salud, alimentación y a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado.
“No existe evidencia”
En un escrito presentado por el jerarca del MAG a la Sala Constitucional, en respuesta a los alegatos del diputado, se reiteran algunos de los argumentos esgrimidos en una serie de directrices giradas recientemente al Servicio Fitosanitario del Estado (SFE), en las cuales busca restringir el papel de los ministerios de Ambiente y Salud en el registro de agroquímicos del país y sobre las cuales UNIVERSIDAD informó en edición del 6 de noviembre.
Uno de los argumentos reiterados, es la tesis de que el principio precautorio se respeta a través de la potestad que tienen esos dos ministerios de actuar una vez que un agroquímico aplicado en el campo tenga efectos nocivos más allá de lo previsto.
En su escrito, Alvarado en repetidas ocasiones insiste en que “el instrumento jurídico para declarar la venta y uso restringido un plaguicida es mediante decreto ejecutivo” y que toda iniciativa reglamentaria en ese sentido “estará a cargo” del MAG.
“En el caso específico de los neonicotinoides -continúa el escrito-, no contamos con razones técnicas, ni tampoco tenemos conocimiento formal de afectaciones en abejas por el uso” de estos productos.
El ministro se refiere también a la prohibición europea y destaca que se trata nada más de la aplicación de los neonicotinoides en espacios abiertos y que “la prohibición es política jurídica, no por razones de afectaciones a la salud o al ambiente, sino por la “presunción” de que el “mal uso” de estas sustancias afectan las poblaciones de abejas”. Calificó esa decisión de la UE como “extremadamente conservadora y desproporcionada”.
Otro argumento esgrimido por el ministro Alvarado es que estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) indican que, desde el año 1995, las poblaciones de abejas han aumentado un 26% a nivel global. “En los últimos 50 años -también son datos de FAO (FAOSTAT)2- la población mundial de abejas ha aumentado un 45%”.
Se buscó esa información en el sitio estadístico de la FAO (Faostat). En realidad, los datos de la FAO cuantifican colmenas en producción y apuntan que las cifras para cada año son un “agregado, puede incluir datos oficiales, semioficiales, estimados o calculados”.
Otro dato llamativo es que recién el pasado 19 de mayo, un día antes de la celebración del primer Día Mundial de las Abejas, el director general de la FAO, José Graziano da Silva, aseveró que “no podemos seguir centrándonos en aumentar la producción y la productividad en base al uso generalizado de plaguicidas y productos químicos que amenazan los cultivos y a los polinizadores”.
El escrito de Alvarado también incluye un gráfico en inglés que muestra los citados datos con líneas ascendentes. Tras una rápida búsqueda se comprobó que el gráfico es copiado de una página oficial de la multinacional Bayer, uno de los principales productores de agroquímicos del mundo, que recientemente adquirió a Monsanto.
El ministro también apuntó que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los Estados Unidos publicó el año pasado el resultado de sus evaluaciones de riesgo de insecticidas neonicotinoides, y concluye que “cuando se utilizan de manera adecuada no presentan riesgo inaceptable a las abejas”.
“Pese a la supuesta certeza científica que aduce y alega el recurrente -sostiene Alvarado-, lo cierto del caso es que no existe evidencia científica que demuestre que los insecticidas neonicotinoides Clotianidina, Tiametoxan e Imidaclorpid son la causa de la afectación a las colmenas de abejas”.
Prohibición europea
En abril pasado la UE decidió la mencionada prohibición, luego de que el 28 de febrero que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) divulgó sus estudios y confirmaron los riesgos para las abejas que representan los neonicotinoides, particularmente los utilizados en Costa Rica.
En mayo UNIVERSIDAD abordó el tema y en esa oportunidad el científico Johan van Veer, investigador del Centro de Investigaciones Apícolas Tropicales (Cinat) de la Universidad Nacional (UNA), describió cómo a lo largo de casi tres décadas ha constatado la disminución en las poblaciones de abejas en el país.
Si bien enfatizó que no se debe culpar únicamente a los neonicotinoides, pues inciden las acciones de los seres humanos como quemas de árboles, destrucción del hábitat o el cambio climático, llamó la atención de que en Europa las alertas sobre los efectos de este tipo de venenos datan de los años 90 y que “si uno sigue el rastro, ve lo desastroso y la correlación entre el uso de este tipo de productos y la muerte masiva entre las colmenas”.
En el mundo se calcula que existen unas 20 mil especies diferentes de abejas, las cuales constituyen el grupo polinizador más grande para plantas con flores.