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Relator ONU para los Pueblos Indígenas: La pandemia exacerbó las desigualdades sociales en todo el mundo

En la conferencia ofrecida en el Aula Magna de la UCR, el especialista de origen maya cachiquel explicó cómo las realidades de discriminación y racismo incidieron en la afectación de la COVID-19 sobre los pueblos indígenas “de todo el mundo”.  

La llegada de la COVID-19 planteó “riesgos significativos” para los pueblos indígenas, que de por sí ya enfrentaban “una mayor taza de afecciones preexistentes, acceso deficiente a la atención de la salud y factores socioambientales que contribuyen a un sistema inmunológico bajo”, todo lo cual se exacerba gracias a problemas como el “acceso a la justicia, el racismo, la discriminación, las medidas contra la cultura y las ceremonias tradicionales que se han impuesto por la pandemia”.

Con esa explicación entró en materia el indígena guatemalteco Francisco Cali Tzay, quien desde mayo del año pasado ocupa el cargo de relator de las Naciones Unidas para los Pueblos Indígenas. Cali Tzay vino a Costa Rica en una visita académica invitado por la Universidad de Costa Rica (UCR) y ofreció el lunes 23 de agosto una conferencia en el Aula Magna, titulada COVID-19: Efectos de la pandemia sobre los derechos individuales y colectivos de los pueblos indígenas.

La conferencia del Relator fue precedida por una breve intervención de Alegra Baiocchi, coordinadora residente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Costa Rica, quien aseveró que “las necesidades (de los indígenas) son mucho más profundas y van mucho más allá de la respuesta por COVID”, pues “todo tiene que ser centrado en promover y respetar todos sus derechos”.

“En todo el mundo, el neocolonialismo y globalización contribuyen al despojo de las tierras de los pueblos indígenas”, Francisco Cali Tzay.

También intervino el rector Gustavo Gutiérrez, quien introdujo a Cali Tzay y mencionó algunos de sus atestados, por ejemplo, que presidió durante cuatro periodos consecutivos el Comité para Eliminación de Discriminación Racial.

Gutiérrez calificó como “apremiante” el problema de la conflictividad territorial, pues “como sociedad tenemos una agenda pendiente; la falta de acciones concretas para otorgar el pleno control de sus tierras”, ante la ocupación de personas no indígenas en sus territorios, que emprenden “acciones violentas incluso con muertes y con impunidad”.

Recordó que el Consejo Universitario ha reafirmado el compromiso de la institución con la defensa de los derechos fundamentales de las poblaciones indígenas, el reconocimiento de sus territorios, cultura y sus identidades, así como de las formas en cómo se organiza política, económica y socialmente. El funcionario, además, hizo un llamado a que el gobierno invite de manera oficial al Relator, “para que pueda elaborar un informe oficial sobre la situación de las poblaciones indígenas”.

Pandemia y represión

Francisco Cali Tzay inició su conferencia al saludar en su lengua materna a la audiencia. Seguidamente, aseveró que la pandemia “ha exacerbado las desigualdades sociales y económicas en todo el mundo”.

En ese sentido, tras recordar que las enfermedades como la viruela, el sarampión o la gripe fueron “propagadas por los colonizadores, a veces deliberadamente, devastando y diezmando” a las comunidades indígenas. El Relator subrayó que durante el embate de la COVID-19, estos pueblos informaron de niveles “alarmantes de transmisión entre sus comunidades, y a veces de mayores tasas de letalidad”.

Explicó que la subsistencia de estos pueblos a menudo depende de ecosistemas frágiles, por lo que la degradación del medio ambiente por la contaminación de fuentes de agua a causa de las industrias extractivistas y plaguicidas, generan efectos concretos en la salud de las comunidades.

Citó al respecto el caso de la Amazonía, en la que hay “pueblos al borde de la extinción cultural y reportan tasas exponenciales de reproducción del virus, introducido por trabajadores de la tala y de la minería ilegal, misioneros religiosos y, en ciertos casos, profesionales sanitarios que no aplicaron pruebas (de detección de la enfermedad) ni cuarentena”.

“Los pueblos que decidieron practicar su libre determinación y autonomía cerraron sus fronteras: en el Mato Grosso (Brasil), un pueblo cerró sus fronteras y no registró ni un solo caso, ni una sola muerte”.

Ello significa que “los pueblos indígenas, cuando tienen oportunidad de practicar el derecho a la libre determinación, pueden hacer frente a crisis como la provocada por la pandemia”.

Por otra parte, Cali Tzay criticó la medida de distanciamiento social, pues “les ha hecho más daño a los pueblos indígenas”, y prefirió hablar de un distanciamiento físico. Detalló al respecto que la COVID-19, “según el pensamiento indígena, es una enfermedad que busca el aislamiento para triunfar sobre la persona”.

Al referirse a la situación de la tenencia de las tierras, el Relator aseveró que “en todo el mundo el neocolonialismo y la globalización contribuyen al despojo de las tierras de los pueblos indígenas y mantiene a las comunidades en estado de marginación y pobreza extrema”.

Dijo que esas condiciones de mayor desigualdad y discriminación sistémica aumentaron los riesgos ante la enfermedad, la cual “exacerbó aún más el racismo y la discriminación contra hombres y mujeres indígenas en todos los continentes”.

Otro de los problemas señalados fue el de acceso a la información y la comunicación, aspecto en el que lamentó la circulación de teorías de conspiración sobre los efectos de las vacunas y recordó que “algunas iglesias dicen que la voluntad de Dios es lo que nos va a salvar, que usar protección o la vacuna es no creer en Dios”.

El Relator criticó el hecho de que en muchos casos los Estados “han impuesto cuarentena y restricción de movilización. Sin embargo, han dejado en libertad a las empresas transnacionales para seguir sus actividades” y, aún más grave, “han aprovechado estas cuarentenas y estados de excepción para lanzarse contra los territorios indígenas y adueñarse a la fuerza de los recursos naturales”.

Puntualizó que la pandemia “se ha utilizado para esconder la represión contra defensores de los derechos humanos, del medio ambiente y de las tierras de los pueblos indígenas”.

Las cuarentenas sirvieron a los Estados para “detectar dónde viven quienes se oponen a proyectos de exploración o explotación de recursos naturales, cuando son localizables se convierten en presa fácil para fuerzas de seguridad que actúan en defensa de intereses transnacionales o de las mismas fuerzas privadas de estas empresas”.

Otro aspecto subrayado por Cali Tzay como una “situación que urge”, es el hecho de que las personas ancianas indígenas “están muriendo, los idiomas están desapareciendo; muere el conocimiento de la comunidad”.

Cali Tzay cerró con la advertencia de que “esta no va a ser la única pandemia que vamos a enfrentar, pues con el cambio climático se generarán muchas más”. Por eso, apuntó que las poblaciones indígenas “no son más del 6% de la población (mundial), pero dentro de su territorio se conserva el 20% de la diversidad biológica del mundo”, por lo que “esta pandemia da la oportunidad de reconocer que el conocimiento acumulado por siglos puede ser esperanza de vida no solo para los indígenas, sino para toda la humanidad”.

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