“Desde que llegué a Alemania, a los 16 años, me gustó mucho cómo me sentí. Es muy fácil moverse, siendo mujer me sentía segura y eso, a la vez, me hacía sentir muy libre, como cosas grandiosas para conocer por mi cuenta, sin necesidad de depender de un carro sin importar si es día o noche”, dijo la joven.
“Era un intercambio estudiantil y pronto se acabó, pero al volver a la casa me sentí limitada, percibía que la calle no era tan segura y me sentí como una niña. Además, ya tenía inquietudes de conocer más y empecé a acumular motivos hasta que estuve claro y dije ‘quiero irme apenas pueda’”.
Esta que habla es una joven que se llama Fabiana Campos, recordando el proceso migratorio que empezó cuando fue de intercambio a Alemania apenas se graduó del colegio en Grecia, Alajuela, y el deseo que encarnó de inmediato para después instalarse allá, crecer allá, estudiar allá, vivir allá.
A su favor tenía el inglés que le enseñaron en el colegio semipúblico, pero sobre todo la curiosidad que tuvo desde niña de ver películas en inglés, escuchar música y aprovechar cada oportunidad para entenderse en el idioma que le permitió luego irse sin mayor problema, aunque ahora se maneja en alemán.
Campos estudia Psicología en Colonia, al oeste de Alemania, y lleva una vida muy distinta a la que tenía cuando vivía en Poás de Alajuela y estudiaba Administración Pública en la Universidad de Costa Rica (UCR). Ella asegura que es autosuficiente con un trabajo que tiene a tiempo parcial en una cafetería. “El balance de calidad de vida es mucho mejor allá”, asegura desde la casa de sus papás, a quienes este mes visitó en sus vacaciones.
Sabe de otras jóvenes que también se instalaron afuera, incluidas dos primas y un primo, allá en países europeos, aunque tampoco siente que esté haciendo nada extraordinario y las estadísticas la respaldan: casi una de cada cuatro personas en Costa Rica expresa tener intenciones de emigrar, la proporción más alta desde que se mide en el Barómetro de las Américas.
El porcentaje exacto es 23% de la población, los que contestaron “sí” a la pregunta “¿Tiene usted intenciones de irse a vivir o a trabajar a otro país en los próximos tres años?”. Es la mayor cifra que deparan esas mediciones realizadas en este siglo, y más del doble de lo que se registraba en 2014 (10%). Este es un dato revelador y llamativo, inquietante, quizás, y motivo de curiosidad para efectos de Costa Rica, un país que siempre ha tenido bajos volúmenes de emigración, con una tasa cercana a 3%, como menciona Carlos Sandoval, investigador de la UCR en estudios de fenómenos migratorios.
“El comportamiento de ese dato a lo largo del tiempo ha ido creciendo. No es dramático, pero sí un aumento importante”, expuso Ronald Alfaro, investigador para Costa Rica del Barómetro de las Américas, un estudio hecho en asocio con la Universidad Vanderbilt, donde se aloja el programa Latin American Public Opinion Project (Lapop) que impulsó el profesor Mitchel Selligson, quien falleció hace tres meses después de una larga carrera de estudios sobre actitudes y creencias ciudadanas en el continente.
La migración ha sido parte de los temas estudiados como un reflejo del estado de las sociedades, aunque en el caso de Costa Rica el mayor acento ha estado sobre todo en la inmigración, pues desde hace décadas se calcula que alcanza un porcentaje alrededor del 10%. En este estudio se observa una relativa tolerancia de los costarricenses ante los inmigrantes y un reconocimiento del valor que tienen para la economía nacional; además de que la mayoría de los encuestados evita ponerlos como factor del aumento del crimen en Costa Rica.
El estudio también profundizó en las actitudes de la población sobre la democracia (69% de la gente apoya el sistema político democrático), en los que sigue destacando Costa Rica, según la encuesta aplicada en septiembre de 2023. En ese estudio solo había una pregunta sobre emigración y fue esa que arrojó el 23% de intención de irse de Costa Rica.
La pregunta, sin embargo, permite observar más de cerca a los grupos de población y observar que Fabiana está aún en el segmento más propenso a emigrar, el que tiene una edad de 18 a 25 años. Entre estos jóvenes es un 42% el que reporta deseos de instalarse fuera del país. El dato de intención de migrar baja a 31% entre quienes tienen de 26 a 34 años, y a 18% entre 35 años y 45. Después, entre mayores de 45 años el porcentaje promedio ronda el 13%.
Por nivel educativo también es llamativo el desglose, pues se muestra que las personas con mayor educación encuentran más razones para marcharse. Una de cada tres personas con secundaria completa o estudios universitarios expresa deseos de migrar, frente a uno de cada seis en el segmento de quienes no completaron la secundaria o quedaron con la enseñanza primaria. Es decir: las ganas de irse se duplican entre los que se graduaron del colegio.
Además, es posible observar el dato de intención de migrar por provincia, pero en este caso no calza con el caso de Fabiana, pues la provincia de Alajuela tiene la segunda menor cifra (18% de los alajuelenses quieren irse del país), solo superada por Cartago (15,5%). La provincia de mayor propensión de emigrantes es San José, con 27%, seguida de Guanacaste, con 24,5%, según el desglose de resultados que aportó el investigador Alfaro para esta publicación.
“Hay muchos factores posibles y depende del contexto. Esa pregunta la trabajé en 2017 en La Carpio (San José) y era un 50% el quería irse”, dijo Sandoval. “En general ese dato de 23% es un porcentaje al que hay que prestar atención, sobre todo en una sociedad no acostumbrada a la emigración, como sí es el caso de otros países. Hay que verlo a la luz de una discusión sobre oportunidades en el país, sobre los motivos por los que ha bajado el desempleo con menos trabajadores y por qué menos jóvenes están buscando trabajo. Esto ocurre sin que baje la pobreza y el aumento de la desigualdad, con su manifestación también sobre la vulnerabilidad social y la criminalidad”, agregó cauteloso.
Diversas encuestas en Costa Rica señalan un deterioro de las condiciones sociales del país y, en especial, un aumento de la percepción de la criminalidad. En 2023, una medición del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR indicaba que el mayor temor de la población es “perder al país”, seguido del avance del narcotráfico o llegar a la vejez sin tener una pensión. En cuarto y quinto lugar aparecen peligros que también están asociados a la inseguridad: sufrir un asalto o sufrir una agresión física o sexual.
Fabiana dice que en Alemania sigue hablando de la calidez de la gente costarricense en términos generales, además de la naturaleza y el clima que le señalan allá como ventajas que tiene Costa Rica sobre Alemania. “Pero yo estoy segura de querer quedarme, por ahora… Puede ser en un futuro lejano, pero no tengo un plan de volver pronto por lo que decía: me siento más libre y hay un mejor balance de vida, el transporte público… Hay menos ansias por demostrar tener dinero, menos clasismo, menos peso de lo religioso”, justifica la joven antes de confesar que tampoco extraña demasiado las comidas costarricenses más allá de las frutas tropicales y, cómo no, las sopas de la mamá.