Sin Calderón, los socialcristianos acuden a una convención que podría representar su alta médica después de una década en terapia intensiva. Los precandidatos: Rodolfo Piza y Rafael Ortiz. El mensaje: aparentar unidad. El objetivo: diferenciarse del PLN. Estrategia política: quién quita un quite.
Cuenta el actual diputado Gerardo Vargas que, después de ganar la presidencia del PUSC al candidato impulsado por el caudillo Rafael Ángel Calderón, llegó a una reunión a la sede del partido y se enteró de que el local no tenía agua ni para los sanitarios.
El agua había que pedirla al edificio de al lado, porque el servicio estaba suspendido por falta de pagos. Solo cuatro años después de estar en la Presidencia de la República, esa era la realidad del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) en 2010, con una crisis económica que reflejaba también su capital político y su fuerza moral.
Era un partido quebrado. Siete años después de aquella calamidad, la agrupación participante del bipartidismo recién extinto en Costa Rica logró restablecer el servicio de agua y mucho más.
Pudo aumentar la bancada legislativa a ocho diputados en 2014 y en las elecciones municipales obtuvo un honroso segundo lugar, razones de inspiración para afrontar este proceso electoral con una esperanza de triunfo.
Están envalentonados, como una persona fracturada que ya no siente dolor, que ya apoya la pierna y se aventura a correr una maratón.
Estas elecciones pueden representar el alta médico para el partido que se creyó muerto después de los escándalos de corrupción de los expresidentes Rafael Ángel Calderón y Miguel Ángel Rodríguez.
Ahora el PUSC acude a su convención pidiendo votos sin poder exhibir a sus figuras más emblemáticas del pasado reciente, pues, además, el exmandatario Abel Pacheco apenas sale de su casa. Se defienden diciendo que no necesitan mostrar líderes de esa talla para atraer a un electorado joven, infiel y receloso de lo tradicional.
Ni siquiera son visibles señorones como el exministro Rolando Laclé, quien se sumó este año a un grupo de asesor del precandidato Antonio Álvarez en el PLN.
Los precandidatos Rodolfo Piza y Rafael Ortiz se disputan la candidatura presidencial este 4 de junio sin exponer a la agrupación a mayores cambios si gana uno u otro.
Aunque estaría por verse la capacidad de gestión política, ambos son conservadores, inclinados a la derecha y con preocupaciones similares en lo social y lo económico, el socialcristianismo de toda la vida.
No se sabe si el tono cordial entre ellos obedece al deseo de distanciarse del estilo agresivo de convención que tuvo el Partido Liberación Nacional (PLN) en abril o si en realidad es que tienen poco de qué discutir.
Las opciones son dos: Piza, hombre de estirpe política y de libros que intenta compensar con refranes su rigidez corporal, y Ortiz, un abogado de buen vivir que conoció la vida pública como presidente de la Liga Deportiva Alajuelense hasta llegar a ser diputado actual.
Después de los fallidos intentos de inscripción de un joven llamado Gerald Murray y Miguel Carabaguíaz (el señor de los trenes), Piza y Ortiz son las cartas que el PUSC ofrece a sus seguidores (4% del electorado, según encuesta de marzo del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP)) y a quienes quieran sumarse de ocasión.
Esa cuota es equivalente a los 123.000 votos que en 2014 recibió Piza como candidato presidencial.
SIMILITUDES
Ahora no hay disyuntiva interna de modelo de Estado ni de sistema. No hay ganas de enfrascarse en disputas.
Finalmente ambos precandidatos son parte de los dirigentes que hicieron equipo para hacer resucitar la bandera rojiazul e incluso evitar que siguiera siendo monopolio de Rafael Ángel Calderón Fournier. Calderón fue el fundador del Partido Republicano Socialcristiano en junio de 2014 e insiste en impulsar como candidato al médico Rodolfo Hernández, aquel que para las elecciones de 2014 llevó a extremos la palabra “indecisión” como aspirante presidencial socialcristiano.
Piza acabó entonces siendo el candidato sustituto durante tres meses y ahora el PUSC hace proselitismo sin mencionar a Calderón, pero sin atacarlo. Saben que son muchos seguidores los que no se fueron con el expresidente, sigue viva parte de la admiración que lo convirtió por muchos años en un cacique de la política.
Piza y Ortiz se andan por las ramas para referirse al pasado reciente del Partido, pero no ahorra palabras para ensalzar la obra social atribuida a Calderón Guardia en aquellos tiempos en que, la verdad, el PUSC ni siquiera existía como tal. Nadie puede saber a quién pertenece el derecho de usufructo del legado social calderonista de mitad de siglo XX.
Nacido en 1983 como producto de una coalición que lideraba el Partido Republicano Calderonista, el PUSC entra a sus 34 años apostándole a población de más o menos esa edad, explicaba el diputado Johnny Leiva, jefe de campaña de Piza. Sin poder exhibir a los expresidentes (solo Abel Pacheco hizo una aparición rápida para apoyar a Ortiz) y sin una propuesta temática que pueda atraer a los más jóvenes, el adulto joven parece la población meta para esta convención y, por supuesto, para el 4 de junio. “Aquí lo evidente es que es- tán mostrando que ya hicieron la purga necesaria y que incluso extirparon al expresidente Calderón.
Están queriendo asumir el desafío de competir sin el líder histórico, lo que podría ayudarles a mostrarse renovado, al margen de los planteamientos de fondo”, comentó la politóloga de la Universidad de Costa Rica (UCR) Gina Sibaja. Ella subraya esa actitud de unidad, en contraposición con las hostilidades que se hicieron públicas en el PLN durante la precampaña, y a pesar de una batalla abierta y altisonante entre los diputados rojiazules.
Ortiz, de 63 años, y Piza, de 58, se presentan como figuras de recambio político. El diputado solo ha tenido este cargo público después de ser encargado de asuntos legales de Coca Cola en Costa Rica y presidente de Alajuelense, además de directivo del Country Club, donde jugaba golf hasta que la política le ocupó con giras el tiempo que antes era de ese deporte.
Las dinámicas legislativas lo llevaron incluso a la Presidencia del Congreso, lo que ahora apro- vecha para hablar de su gestión y estilo de hacer política.
Varios legisladores consultados le re- conocieron vocación de diálogo, pero coincidieron en que no es precisamente el más enterado de los problemas nacionales.
Piza sí tiene kilómetraje en la política. Hijo de Rodolfo Piza Escalante, un connotado jurista fundador de la Sala Constitucional, convivió con la discusión pública desde antes de su secundaria en el colegio Seminario.
Su cima política fue la presidencia de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) durante el gobierno de Rodríguez.
Su mérito allí, además de algunas obras que enumera en los debates, es haber salido sin cuestiona- mientos por casos de corrupción.
No es poca cosa y por eso lo recuerda cada vez que puede este hombre a quien las apuestas dan como favorito para ganar la convención.
PARECER UNIDOS
Los debates han permitido ver- les su actitud conciliadora. Si acaso asoma alguna divergencia sobre la viabilidad de un metro josefino (como propone Piza) o la necesidad o no de aumentar pronto la carga fiscal. “Tiempo de unidad” es un lema que utilizan en redes sociales, acorde con lo que se vio en los debates, aunque en la bancada legislativa no cesen las hostilidades con tinte preelectoral.
El debate más esclarecedor fue quizás el que transmitió Canal 13 este 9 de mayo. Por el formato libre de moderador y preguntas preparadas, ambos se dedicaron a exponer lo propio y a coincidir en mucho.
Las transiciones más comunes entre uno y otro fueron “así es” o “efectivamente”. Las pocas veces que se interrumpieron fue para abundar en el comentario o avanzar hacia otro tema de interés.
Sentados a la mesa solos y de frente, con un curioso parecido físico (altos y calvos), ambos de traje azul, parecían hablarse en un espejo que reflejaba los pensamientos en la cabeza del otro.
Sibaja recuerda que, sin embargo, esas coincidencias y cordialidades son parte de la puesta en escena, del mensaje que quieren proyectar, más allá de lo que se viva internamente.
En el debate del 13 se les vio rígidos, sin saber a veces si hablar entre sí o dirigirse a los televidentes, viendo a cámaras por ratos y más serios de lo que podrían ser dos personas normales con tantas coincidencias. Acaso hubo espacio para un chiste sobre la calvicie (“nos parecemos en el peinado de carrera en centro”, dijo sin reírse ni hacer reír) y algún refrán de esos que parecen haber sido elaborados en el instante. Ahí quisieron presentar como sus prioridades el abordaje de la seguridad (más proclives a políticas duras), el empleo (criticaron el exceso de tra- bas estatales) y obras que recobren la autoconfianza nacional.
También tocaron el combate contra la pobreza y pretendieron poner al PUSC como el experto en atender a las clases bajas, sobre todo Ortiz.
Una semana después, en un debate organizado por Grupo Extra con un formato menos libre, dejaron ver algunas incoherencias.
Por ejemplo, la de Rodolfo Piza (católico practicante), que rechazó apoyo a un Estado laico y al día siguiente quiso desdecirse des- de su cuenta de Twitter, pero acabó haciendo “un Cantinflas” en el tema. Ambos parecen decididos a no arriesgar demasiado.
Les sale natural y además saben que un resbalón puede resultar desfavorable en un contexto político que, por incierto, da opciones de triunfo en 2018 a varios partidos y más aún a una agrupación que ha dado señales certeras de recuperación.
HACER LA TAREA
Los más de 150.000 electores que podrían participar este 4 de junio (según los cálculos de sus dirigentes) podrían multiplicarse para las elecciones nacionales o para una probable segunda ronda.
Nadie olvida que Luis Guillermo Solís obtuvo solo 8.000 votos en la convención de su Partido Acción Ciudadana (PAC) y acabó recibiendo 1,3 millones en la segunda ronda de abril 2014. “Las cosas no están para descartar a nadie, y menos al candidato que lleve un partido como el PUSC renovado”, dijo el diputado Luis Vásquez, del ala ‘pizista’.
De los ocho diputados actuales, cuatro son seguidores de Pizza (Leiva, Vásquez, Rosibel Ramos y William Alvarado) y dos apoyan a su compañero Rafael Ortiz, Jorge Rodríguez y Humberto Vargas.
El restante, Gerardo Vargas, ha evi- tado hasta ahora tomar bando de manera pública, pero tampoco escapa a las hostilidades.
El domingo 30 de abril fue protagonista de una discusión en casa de Piza al calor de las negociaciones para el 1° de mayo. Las palabras fueron más duras de lo que cualquiera podría imaginar mientras ve a los precandidatos debatir sin debatir.
Es que este 4 de junio el PUSC no se juega solo la candidatura presidencial.
Celebra también elección de asambleas territoriales, que son más importan- tes que en otros partidos, porque en el PUSC la definición de candidatos a diputados es una tarea de las asambleas de cada provincia. Ya no funcionan los dedazos de los tiempos de Calderón, dicen varios sin querer tampoco criticar al expresidente.
El ‘factor Calderón’ brilla en esta convención por su ausencia, pero también por ser un valor de cohesión en parte de las generaciones mayores a los 50 años, y como símbolo de las obras de su padre.
Quedan dirigentes leales a él en el PUSC y tampoco hay ánimos de criticar en público al fundador. En los territorios tampoco se pregunta por él, cuenta el periodista Ufrán García, ahora candidato a la asamblea distrital en el cantón guanacasteco de Tilarán. “Yo ando de casa en casa y la verdad es que nadie me ha preguntado por él. No se le resiente, pero es como si se hubiera borrado y ahora se asume bien que no está.
Talvez esa sea una razón de por qué se ve al Partido como un grupo renovado y no se le cuestio- nen cosas de corrupción como a otros partidos”.
Ahí sigue el PUSC trabajando con menos estridencia que el PLN en dinero (ambos reportan un presupuesto inferior a los ¢100 millones, incluidos los ¢35 de la inscripción) y en cobertura mediática, pero con más confianza que en el proceso anterior o trasanterior.
El tiempo y las purgas parecen haber ayudado a recuperar al enfermo y a hacer que camine. Lo hace de manera cuidadosa, talvez demasiado.
Un resbalón puede ser letal y los socialcristianos quieren seguir de pie porque en la política actual quién quita un quite.
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El partido está optimista y con crecimiento de los últimos cuatro años. Sobre todo ha crecido el optimismo, aunque queda pendiente la cuesta. La ausencia de algunas figuras o expresidentes puede resultar a favor porque la renovación es esencial, complementada con un retorno a los principios socialcristianos. Nuestra campaña no se funda en los puñetazos, sino en ideas y sí, hay principios que compartimos don Rafa y yo. No creo que el estilo del PLN sea el modelo de escogencia de una candidatura. Destacamos lo que los une, aunque también va a jugar el talante personal y la visión de quien sea el candidato”.
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Este un partido que viene creciendo, saliendo de una noche larga y oscura, pero se aferra a los valores que sembró en un momento dado y en los vientos renovados, con gente nueva. Lo resumiría en que nuestras acciones políticas están a la alza y muchos nos ven como una alternativa de gobierno en estos tiempos de rechazo al caudillismo. No sé si es mejor o no estar sin don Rafael Ángel, pero es así la realidad. El poder se ha desplazado del centro hacia las bases. Mucho de nuestra propuesta ha sido esa. Este es un modelo distinto al del pasado y el país ya no está para caudillismos, aunque sí para apelar a esos valores.”
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