País

El primer satélite tico llevará más de 500 nombres al espacio, ¡agregue el suyo!

Asociación Centroamericana de Aeronáutica y del Espacio y el TEC buscan el apoyo de lo costarricenses para financiar el primer satélite hecho en el país.

En algún momento del segundo semestre del 2017, un pequeño cubo de aluminio construido en Costa Rica llegará a la Estación Espacial Internacional (EEI) listo para aventurarse al espacio. Tras años de preparación, un brazo robótico sostendrá el primer satélite hecho en nuestro país y, en algún salón lleno de computadores y técnicos y relojes, alguien empezará una cuenta regresiva. Tres, dos, uno, chao: una compuerta se abrirá y habrá empezado un nuevo capítulo en la historia espacial costarricense.

Llegará así el punto más alto (tanto de manera figurada como literal) del Proyecto Irazú, una quijotesca misión liderada por la Asociación Centroamericana de Aeronáutica y el Espacio (ACAE) y el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) que busca poner en órbita el primer satélite hecho en Costa Rica.

Para llegar ahí, ACAE apostó por hacer a los costarricenses parte del proyecto. ¿Cómo? Solicitando donaciones para llegar a los últimos $75.000 (poco más de ¢40 millones) necesarios para pagar los gastos del proyecto, que en total ascienden a cerca de $500.000.

La campaña de recaudación de fondos se está desarrollando en la plataforma web Kickstarter y vence el próximo 19 de abril. Si para esa fecha no se han recaudado al menos los $75.000 que puso ACAE como meta, la plataforma regresará automáticamente el dinero a las personas. Al viernes 15 de abril, el monto recaudado llegaba a los $59.000.

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“Todos los costarricenses pueden sentirse parte de esto, hay donaciones desde $10 hasta $1.000. Este no fue un proyecto financiado solo por el Gobierno o una universidad, sino que nos pertenece a todos”, explicó Carlos Alvarado Briceño, presidente de la asociación.

Alvarado explicó que, de haber tenido ese interés, el dinero pudo haber salido de algún patrocinador privado, pero prefirieron apostar por un llamado al público general.

Actualmente hay más de 500 personas que han apoyado la iniciativa y, dependiendo del monto que hayan donado, recibirán recompensas que van desde certificados de agradecimiento, calcomanías y parches hasta camisas conmemorativas e invitaciones para la celebración cuando sea lanzado.

Sin embargo, todos los que colaboren –hasta el momento poco más de 560 personas– tendrán un beneficio común: sus nombres irán al espacio dentro de la computadora del satélite.

El objetivo del proyecto es doble: por un lado, desarrollar las capacidades técnicas y humanas en el país para empezar a mover una industria aeroespacial en el futuro y, al mismo tiempo, hacer mediciones del crecimiento de los árboles en una finca en la zona norte del país, lo que permitirá comprender mejor la captación de dióxido de carbono por parte de bosques tropicales, un elemento crucial en la lucha contra el cambio climático.

“Uno no va a enviar un satélite solo por enviarlo, sino que debe haber una misión científica. Ahí entra el Tecnológico de Costa Rica, que está encargado de la parte científica”, explica Marco Gómez, el director del proyecto.

Sostenido a varios centenares de kilómetros de la superficie terrestre, el satélite captará información de una estación remota en Los Chiles de Alajuela, que medirá los cambios en una plantación de melina (una especie de madera comercial), para luego transmitirla hasta un centro de operaciones ubicado en las instalaciones del TEC, donde el equipo técnico analizará los datos.

Talento local.

Si ACAE y el TEC quieren invitar al público costarricense a ser parte del proyecto financiándolo, es porque la apuesta desde el minuto cero fue por lo hecho en Costa Rica. La conceptualización del proyecto provino de profesionales locales y la gran mayoría de los involucrados son costarricenses, algunos trabajando en el país y otros en el extranjero.

Incluso algunas mismas partes del satélite son hechas en suelo tico: la pyme Atemisa se encargará de diseñar y producir el armazón de aluminio que dará forma al satélite, por ejemplo, y un emprendimiento de un grupo de estudiantes del TEC llamado Imagine XYZ proveeerá la computadora secundaria a bordo, que procesará los datos en órbita.

[quote_colored name=”” icon_quote=”no”] “No estamos hablando de comprar todo hecho, sino que también podemos decir que varios de los componentes se están produciendo aquí”, explica Alvarado. [/quote_colored]

A estos elementos se añadirán componentes traídos del extranjero y el ensamblaje ocurrirá en un “cuarto limpio”, como llamen en el gremio a las habitaciones acondicionadas para operaciones delicadas de este tipo, en la Zona Franca El Coyol.

Lejos de una fantasía chauvinista, la intención es sentar un precedente y dar los primeros pasos formales hacia otro de los proyectos que ACAE y otras organizaciones del país promueven: posicionar al país como proveedor de soluciones para el sector aeroespacial internacional.

Para esto, en marzo de este año un grupo de 25 empresas de sectores como electrónica, metalmecánica y servicios especializados se unieron para conformar el Costa Rica Aerospace Cluster (CRAC), donde están también universidades privadas, colegios profesionales e instituciones públicas.

Esto incluye formar profesionales en temas claves para la industria espacial. Marco Gómez tuvo una formación así en Holanda y dos costarricenses más están allá para especializarse.

[quote_colored name=”” icon_quote=”no”]”Yo estudié afuera, en Estados Unidos y Holanda. Vine acá a trabajar en el proyecto. Ya hay dos profesores del TEC en Holanda y que van a volver en unos años a continuar con este tema”, explica Gómez, quien se graduó de la  Universidad Tecnológica de Delft.[/quote_colored]

Al mismo tiempo y a través de una alianza con el Instituto de Tecnología de Kyushu, en Japón, estudiantes costarricenses de maestría realizarán las pruebas finales para el satélite, luego del ensamblaje en Costa Rica y antes de ir al espacio, donde será puesto en órbita por el módulo japonés en la Estación Espacial (conocido como Kibo).

“Los japoneses nos entrenan cómo hacer las pruebas, pero estas las harían los estudiantes costarricenses”, apunta Gómez.

El proyecto espera que con la experiencia obtenida en estas pruebas se pueda después desarrollar una industria de simulación y análisis espacial en el país.

La fecha límite para donar en este proyecto es el 19 de abril.

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