Lo que no se ve: las indefiniciones y rivalidades agitan a la mayor agrupación más grande del país.
Una nube de suspenso rodea al Partido Liberación Nacional (PLN) en el camino hacia las elecciones del 2018 y, por tanto, en las rutas posibles para cientos de dirigentes de cúpula o de territorio de esta agrupación que intenta sobrevivir al canibalismo interno y al desapego partidario en Costa Rica.
Como si no hubiera suficientes chispas, celos, rivalidades y nublados en el partido más grande del país y de la Asamblea Legislativa, más preguntas se suman al ambiente verdiblanco tras el inédito acto público de súplica que realizaron decenas de simpatizantes de Óscar Arias el sábado al mediodía, con la esperanza de que él se postule para gobernar Costa Rica por tercera vez.
Tras la jornada del sábado en Rohrmoser no solo queda en veremos la pretensión del exmandatario; también quedaron dudas sobre las posibilidades reales del político que se atrevió a decir sin siquiera carraspear que ganaría la convención del PLN “caminando” y al mismo tiempo llamó a evitar la realización de esa convención.
Porque para qué gastar esfuerzos en una elección de resultado sabido, justificó; porque él es el único que puede llevar a un triunfo al PLN en las elecciones del 2018 y por racionalidad los demás deberían hacerse a un lado, quiso decir como recordando la manera en que se postuló en 1986 y en 2006, sin elecciones internas.
Para ello, se basa en el aparente respaldo popular que le presentan diversas encuestas de opinión, como si estos instrumentos no hubieran resultado inútiles para predecir los últimos acontecimientos electorales en el país.
Quedaron dudas sobre un dirigente político que se ufana del apoyo popular nacional pero acabó dando su discurso en la acera de su casa frente a menos de 400 simpatizantes que llegaron, o los trajeron, a un acto preparado durante semanas.
No llegó ningún diputado actual ni alcaldes más que la de Oreamuno, Catalina Coghi, además de figuras conocidas del círculo de lealtad a Arias, algunos líderes cooperativistas, otros juveniles ajenos a la estructura formal (ninguno de los 11 cargos de la Juventud Liberacionista) y otras personas que tampoco tenían tan claro qué hacían ahí, como constató UNIVERSIDAD en entrevistas aleatorias.
Faltan varias semanas para que Arias defina si se lanzará o no en una aventura electoral que, a como están las aguas, lo enfrentaría a un pulso de hierros sobre todo contra el también expresidente José María Figueres y eventualmente a dos rondas electorales.
Y lo más difícil: a cuatro años de gobierno en circunstancias políticas no aptas para la conocida impaciencia de Arias y su poca capacidad para disimular sus desagrados.
Este sábado, como si nadie recordara su decepción con el gobierno que gestó de Laura Chinchilla, lo calificó como “cobarde” por no impulsar la apertura privada del negocio de la electricidad. Todo quedó filmado por profesionales acostumbrados a producir campañas políticas. Había embutidos asados, comparsa, tumbacocos y confeti.
Arias también menospreció las posibilidades reales de otros aspirantes presidenciales verdiblancos, lo que no necesariamente agrada a un adversario de la talla de un expresidentes: Figueres. Este dijo en radio Monumental que el acto del sábado fue obra de un grupo de vividores políticos en torno a la figura de Arias. Ya las palabras van perdiendo el toque diplomático.
Ni siquiera hay certezas dentro de las corrientes internas de la agrupación. El arismo, fuerza que perdió control del partido ante el figuerismo el año pasado, aloja también a un grupo de dirigentes apuestos a una nueva candidatura de Arias. Señalan sus 76 años de edad, la antipatía que despierta en ciertos sectores sociales, un terreno político no apto para cardíacos y una reputación qué cuidar, desde su punto de vista.
Por eso, algunos ven como un despropósito el festival de adulaciones realizado el sábado al mediodía la casa de Arias, como material para la chota política o para crispar más los ánimos internos en el PLN. Otros, los organizadores, lo vieron como un acto patriótico y genuino, lo que despierta las críticas de copartidarios, pero pero estas no se dice fácil en público.
En este partido el veneno circula endulzado y con dosis calibradas. “Es partido está muy agitado. Ojalá sea para bien”, evaluó Frangie Nicolás, presidenta de la Juventud del PLN.
“Yo le hablo, pero en off (fuera de publicación)”, es una frase más común de lo que se cree. Es comprensible cuando hay proyectos políticos en juego y cuando, la verdad, tampoco hay precisión sobre lo que ocurre. De la decisión que tome Arias dependen muchas otras decisiones y esa a su vez depende de factores internos, sí, pero también de otros partidos, según contestó a los periodistas.
Arias querría que sus adversarios internos se hagan a un lado y que dirigentes de otros partidos se pongan de acuerdo con él para propiciar “gobernabilidad”, esa palabra de la que pasó quejándose el exmandatario en su último gobierno (2006-2010) y que recordó este sábado en su discurso de media hora en una tarima de 10 pulgadas que le pusieron frente al portón de su casa.
Ahí dijo que en 1986 fue un candidato con tantas aptitudes que hasta guapo resultaba, en un malabar de aparente broma sobre sí mismo. También dijo que era broma la frase mencionada a un dirigente el sábado, de que esperaba ver más gente frente a su casa.
Dijo, también, que ninguno de sus dos gobiernos habría resultado exitoso sin su “primer ministro”, su hermano Rodrigo, que silencioso lo miraba en ese momento.
Rodrigo Arias es parte de la ecuación. Siempre ha sido el operador de su hermano mayor, el hacedor de pactos, el cable a tierra. Siempre lo ha sido, pero un sector del arismo duda de que quiera hacer una nueva pausa en sus negocios para entrar en las turbias aguas electorales.
El exministro de la Presidencia aseguró que respetará cualquier decisión de su hermano, pero insistió en que antes debe haber claridad sobre el proyecto político que se puede impulsar, como lo fue en 1986 el plan de paz o en 2006 los proyectos ligados al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
La última aventura política de Rodrigo Arias acabó en aborto en diciembre del 2012, al darse cuenta de la inviabilidad de su propia precandidatura presidencial, de las consecuentes dificultades financieras, y de la posición en contra de su hermano mayor.
El candidato verdiblanco acabó siendo Johnny Araya a pesar de la oposición del arismo y ya sabe qué pasó después: una estrepitosa derrota en 2014 y una profunda crisis interna, un llamado a las raíces y, al mismo tiempo, un discurso pro renovación de liderazgos que tampoco ha llegado a cumplirse.
Porque los pesos pesados son los expresidentes Arias (feliz con las encuestas) y Figueres (desfavorecido en las encuestas), pero la aspiración presidencial tienta también a otros nombres que no acaban de ser tomados en serio, como al abogado conservador Enrique Rojas Franco o los exdiputados Clinton Cruikshank y Sigifredo Aiza.
También han mencionado interés el legislador Rolando González y se sumaría el alcalde de Alajuela, Roberto Thompson, según los apoyos públicos hechos por los diputados Michael Arce y Ronny Monge.
Tampoco todos se atreven a descartar a Antonio Álvarez Desanti, el excandidato presidencial que ahora preside la Asamblea Legislativa con un estilo que parece resultar exitoso, a juzgar por acuerdos políticos internos y opiniones de diputados de otros partidos.
Él había dicho que se retiraría de la política en 2018, pero igual es observado internamente como un posible contendor. A él se le consultó sobre esto la semana pasada y dijo que por ahora todo su empeño está puesto en las tareas legislativas y en acompañar a su esposa, Nuria Marín, a quien acaban de detectarle un cáncer de seno.
Consultado sobre el estado del PLN, su secretario general, Fernando Zamora, dijo que la cantidad de iniciativas electorales es muestra del dinamismo del partido consciente de que recoge el apoyo del 30% del electorado, según su lectura de las encuestas.
Sobre la falta de renovación en los liderazgos, prefirió no contestar. “Eso le corresponde valorarlo al electorado. No puedo emitir juicios de valor que resulten favorables a unos o desfavorables a otros”.
El PLN también vive tropiezos en su organización interna, con dificultades de atender las convocatorias a las asambleas generales, como ocurrió el fin de semana antepasado.
Un grupo de asambleístas llamó a no asistir para evitar el pronto nombramiento del presidente del partido, cargo que dejó vacío Figueres para ser precandidato presidencial, y para lograr ciertas condiciones favorables a la corriente “arayista”, que aún está vigente a pesar de que Johnny Araya fue expulsado y logró volver a ser alcalde de San José con otro partido.