País

El PLN abre la batalla sin curarse heridas del 2014

Espadas en alto: la confirmación de Antonio Álvarez Desanti termina de dibujar el escenario del duelo interno en el principal partido opositor

El Partido Liberación Nacional (PLN) es ese veterano de guerra que vuelve al campo de batalla aún herido por la última derrota, la peor de su vida, porque siente que en el próximo enfrentamiento se juega la vida y la vigencia de las glorias pasadas.

El escenario parece completo ahora que el presidente de la Asamblea Legislativa, Antonio Álvarez Desanti, se valió del terreno que dejó arado y sin cultivo el expresidente Óscar Arias y confirmó su precandidatura para enfrentar al hijo del caudillo, José María Figueres Olsen.

Otros cuatro precandidatos merodean también, pero en el panorama huele a una lucha dual. Dual y agresiva.

A eso va el PLN, que debajo de su uniforme verde lleva vendajes y heridas sangrantes, voces ajadas y ganas de parecer más joven, más fuerte y más renovado. Lleva dilemas internos y la presión de llegar a abril en buenas condiciones. En su primer domingo tendrá una prueba dolorosa, la convención para elegir candidato presidencial y después vendrán las balas rivales.

La comparación puede parecer exagerada, pero los dirigentes del partido más tradicional del país, el más veterano, saben que viene fuego desde dentro y desde fuera. Algunos incluso se preocupan por la sobrevivencia de la agrupación verdiblanca, aunque pocos lo digan en voz alta.

“Hay resabios del canibalismo que se desató en 2014 (después del varapalo electoral) y que podrían ser letales para el 2018”, dice con crudeza el diputado Rolando González, agente interesado también porque es uno de los cuatro precandidatos que intentan evitar la polarización Álvarez-Figueres. Tarea difícil, a juzgar por los alineamientos de dirigentes reconocidos en torno a estas dos figuras.

Entre los pocos consensos internos después de la traumatizante campaña de 2014, en la que el partido se rindió antes de tiempo, había dos: el PLN necesitaba renovarse y reconciliarse. Ya después vendría el trabajo hacia afuera en tiempos de rechazo a la política, pero primero debían propiciar dentro una regeneración y el fin de las críticas fratricidas.

Dos años y medio después no se registran acuerdos de paz internos sino todo lo contrario, después de que el excandidato Johnny Araya fuera incluso desterrado del partido. Tampoco hay certezas de renovación, porque aunque las tendencias insisten en asegurar que hay briosas bases juveniles en sus tiendas, en el frente sobresalen los rostros harto conocidos.

Es la cara de José María Figueres como abanderado de la corriente que aún suspira por su papá caudillo a pesar de las encuestas desfavorables para el exmandatario. Y es la cara de Álvarez Desanti, como un rostro en apariencia aglutinador de las corrientes (o parte de ellas) lideradas por el expresidente Arias, el excandidato Araya o la exmandataria Laura Chinchilla.

Con menos apuestas a su favor, compiten también el legislador alajuelense Rolando González (otro viejo conocido), los exdiputados Clinton Cruikshank y Sigifredo Aiza, y el abogado Enrique Rojas Franco.

Acá tampoco hay certezas sobre la renovación que auguraban en 2014 en esta agrupación que, a pesar de ser el mayor aparato político del país, alcanza apenas un 12% del electorado, según las encuesta reciente del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP), de la UCR.

A ese 12% del electorado se enfilan Figueres y Álvarez. Viene una batalla fuerte en la que echarán mano de estrategias y mensajes que no necesariamente jugarán a su favor después en una eventual campaña nacional, en un escenario aún a medio montar en otros partidos.

La irrupción de Desanti

“Noté agresividad y preocupación desde el momento en que confirmé mi precandidatura”, señala Álvarez Desanti ante la contienda figuerista. Eso lo hizo mediante un video que hizo divulgar en redes sociales y medios tradicionales, con un mensaje que empieza recordando los inicios de su vida política, en el gobierno de Arias de 1986.

Tal vez nadie necesite que le subrayen la intención de mostrarse cercano al arismo, ese que hasta hace unos años rivalizaba, ese que tiene una estructura territorial vigente e indispensable para cualquier proyecto electoral. Pero por si alguien necesita más señas, esta frase del precandidato: “tenemos total coincidencia ideológica”.

Figueres evita los encontronazos directos. Lo suyo es consigo mismo. Sabiéndose mal reputado en un sector de la población, ha decidido poner las dos mejillas. Lo hizo en un video en el que lamentó haber recibido ofensas de todo tipo que le increpan por el caso Alcatel (2004), con palabras que le garantizan un grueso eco popular: “me han dicho hasta hijo de puta”, expresaba con rostro afligido.

También inventó actividades llamadas “contestatones”, a las cuales invita a ciudadanos a plantearle a bocajarro las preguntas y críticas, una operación arriesgada en estos tiempos de intolerancia hacia los políticos. En uno de estos, este lunes, surgió una muchacha que aseguraba ser madre de un nieto suyo y  que pide le ayude con el niño. De nuevo, la historia no tardó en posarse sobre la agenda mediática.

Álvarez, con un deseo presidencial igual de añejo que Figueres pero con menos anticuerpos (o eso parece), intenta mientras tanto formar una plataforma mixta y se ufana de representar una opción que sí puede ganar en una contienda nacional, pues sostiene que su rival no. Era tal cual lo que decía Arias cuando deshojaba la margarita electoral a mitad de año.

Álvarez presentó su equipo que será dirigido por dos exministros de confianza de Laura Chinchilla, Francisco Chacón y Carlos Ricardo Benavides (aunque su esposa, Nuria Marín, está llamada a ocupar un papel relevante en la campaña incluso como un mensaje de postulación en pareja, familiar).

Además corrió a presentar como parte de su movimiento a Roberto Thompson, alcalde de Alajuela que hasta hace unas semanas aparecía como otro probable precandidato y en pocos días arrió las velas.

A pesar del apoyo explícito de grupos juveniles, de dos diputados y de figuras populares como la exministra María Luisa Ávila, Thompson no la tenía fácil y prefirió quedarse en cuarteles. Tenía un trabajo pendiente para darse a conocer y para calar en una dirigencia territorial que no es una, sino cientos.

Ocurre que la convención para elegir candidato coincide en fecha con la elección de asambleas distritales, en las cuales los líderes de pueblo y barrios se juegan su poder. Son cientos de batallitas internas entre dirigentes de muchos años que pujan por mantenerse vigentes o escalar frente a otros tan liberacionistas como ellos. Es el lado complejo de un partido con tantas raíces.

Dinero y confianza

 Tampoco faltan los cálculos financieros. No es PLN un partido de procesos austeros. Figueres dispone ya de un empréstito bancario cuyo monto no fue posible confirmar para efectos de esta publicación. Álvarez calcula que su campaña interna le costará cerca de $1,2 millones, más que lo que le costó la presidencial en 2006 con el infructuoso partido Unión Para el Cambio (UPC).

“Estoy hablando con empresarios amigos y también pondremos recursos de cuenta propia”, explicó el precandidato, que no tiene entre sus problemas la falta de dinero. Otros asuntos le ocupan más su atención, como garantizarse el apoyo del expresidente Arias y su hermano Rodrigo, o mantener la gestión favorable que hasta ahora puede presentar de la presidencia de la Asamblea Legislativa.

Su puesto puede ser una buena plataforma, pero también una trinchera demasiado expuesta para los ataques de rivales, incluso desde la Asamblea Legislativa, donde se cuentan ya 11 precandidatos presidenciales, según el conteo a mano alzada de Álvarez.

Él ya tiene lista su defensa: “habrá que ver quién asume el costo político y electoral de obstruir el trabajo legislativo. Voy a ser el primero en señalarlo”.

Ya enfrenta cuestionamientos. González, por ejemplo, recuerda que para las negociaciones previas al 1º de mayo Álvarez había prometido no postularse para el 2018, como ya lo había dicho también desde la campaña de 2014. Ahora que esas palabras quedaron superadas por la oportunidad vuelven a surgir dudas sobre su capacidad para resultar creíble y respetar pactos.

Ya lo señaló incluso la Unión Costarricense de Cámaras y Empresas Privadas (Uccaep), que le pidió respetar el acuerdo inicial de esta legislatura con otros partidos opositores en contra de la política fiscal del gobierno de Luis Guillermo Solís, un tema sensible para cualquiera que aspire a gobernar en 2018.

“No se está respetando el acuerdo realizado cuando se eligió el actual Directorio legislativo, presidido por su persona, en donde se convino en darle prioridad al trámite legislativo de los proyectos de ley relacionados con el gasto público antes de tramitar aquellos relacionados con impuestos e ingreso público”, le escribió Franco Pacheco, presidente de la organización empresarial el 2 de noviembre.

El presidente legislativo responde que “sería demagogo” no apoyar los proyectos fiscales oficialistas y que espera ver avanzada la agenda para mayo próximo, cuando deba bajar del escritorio presidencial y asumir la candidatura del PLN. O la derrota contra Figueres.

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