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El perfil de la población indecisa: en busca del clic

Son el 40% de los decididos a votar, pero no enganchan con nadie. Ocurre más en mujeres, jóvenes y gente con educación secundaria.

Son el 40% de los decididos a votar, pero no enganchan con nadie. Ocurre más en mujeres, jóvenes y gente con educación secundaria. ¿Dónde están? Quizás los pueden hallar en redes sociales digitales.

Ellos son los causantes de la mayor incertidumbre que se halla registrado en una campaña electoral a tres meses de los comicios. Son el grupo más grande entre los ciudadanos dispuestos a votar, y son, por supuesto, el objeto del deseo de los 25 partidos políticos que se pelean la presidencia de la República y las 57 sillas de la Asamblea Legislativa.

Se les llama indecisos justamente por eso, porque están seguros de querer participar en las elecciones pero hasta el momento ningún candidato o partido les ha hecho clic con sus ideas, deseos o sentimientos políticos. Si todos fueran seguidores de una bandera, esta sería la única capaz de ganar los comicios en primera ronda.

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Pero los indecisos no son para nada uniformes. Son una multitud diversa que solo comparten la resistencia a plegarse desde ya a una bandera y el aporte que hacen a la imprevisibilidad de los resultados electorales. Con el panorama actual, ellos tienen el poder de consolidar a los aventajados, de hacer que gane el que ahora va de último, de zanjar la elección en una primera ronda o de forzar una segunda, y decidir entre quiénes.

Hasta ahora, solo dos tercios del electorado expresan una preferencia política, según la proyección basada en la última encuesta del Centro de Estudios e Investigación Política (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) para el Semanario UNIVERSIDAD. El 42% del total no está seguro de ir a votar y un 25% sí lo está de participar, pero no de quién debe ser el beneficiario de ese voto.

Ese 25% de indecisos corresponden a la muestra total, pero representan el 40% dentro de los que votarían, que son los que cuentan a la hora de calcular los resultados. Coincide este último porcentaje con el mínimo necesario para ganar en primera ronda, pero nadie puede pronosticar su comportamiento, pues además es posible que muchos se decidan en las últimas horas, como ocurrió en los comicios de 2014, según una encuesta del CIEP.

Por eso, ahora son un acertijo para los partidos. Los necesitan y no saben bien cómo atraerlos. Entre agosto y octubre prácticamente ese grupo no se movió. No es tarea fácil, aunque el último estudio de opinión del CIEP permite obtener algún perfil promedio sobre sus características e incluso sobre un dato muy valioso: dónde encontrarlos.

La primera característica de los indecisos es la que quizás obligue a llamarles distinto: indecisas. Esto porque la mayoría son mujeres, el sexo que más suele participar en las elecciones. Esto hace especialmente apetecible este segmento para los partidos políticos.

El énfasis de edad en la población indecisa lo tienen, como era de esperar, los menores de 34 años, seguidos por los adultos menores de 55. La explicación más lógica señala que los nacidos después de 1984 ven lejana la realidad de bipolaridad partidista que marcó a la generación de sus abuelos a partir de la Guerra Civil de 1948. Un partido político representa algo mucho menos importante.

En cuanto a nivel educativo, predominan los que obtuvieron estudios formales de secundaria. Esto significa que quizás no abunden en conocimiento sofisticados, pero es probable que estén insertados en un mercado laboral (aunque en condiciones no ventajosas) y que tengan los recursos que les haya dejado el colegio. Por ejemplo, es población que recibió clases de Estudios Sociales y Cívica y que, por tanto, tiene nociones sobre el funcionamiento de la sociedad, comentó Ronald Alfaro, politólogo a cargo de la encuesta e investigador del Programa Estado de la Nación.

Al momento de ver las provincias más indecisas, resalta por mucho Guanacaste, seguida de lejos por Alajuela y Puntarenas. Podría decirse que la indecisión es mayor en zonas alejadas de San José, pero Limón aparece en el otro extremo como la provincia con menos incertidumbre entre los decididos a votar. Aquí hay material de estudio para sociólogos y politólogos.

Más claro es el peso de quienes declaran que el dinero no les alcanza, un elemento que puede jugar un papel importante. “Tener pocos recursos es una limitante para dedicar esfuerzos y recursos a informarse y formarse una conciencia ciudadana”, comentó Alfaro. Esta respuesta revela además un ángulo de insatisfacción con su realidad.

Sin embargo, viene enseguida un dato determinante en estos tiempos de digitalización y redes sociales.  La mayoría de los indecisos entran a estas plataformas todos los días o al menos todas las semanas, lo cual puede indicar que es una población expuesta a la información independientemente de los contenidos que prefieran.

Debajo de la línea media quedan quienes contestaron que casi no consultan redes sociales, los espacios donde se comparten noticias, comentarios y contenidos relacionados con la campaña electoral. Es de suponer que muchos de los indecisos tienen información abundante y ni así pueden elegir a su favorito. O quizás justamente sea por ello.

Esta respuesta de los encuestados se suma a las características de edad (menores de 55 años) y de educación (estudios secundarios), las cuales refuerzan la idea de que la población indecisa está al alcance de los clics de la campaña en plataformas digitales. Es decir, que el segmento determinante está en Internet, aunque no signifique que sea este el único canal para que los partidos accedan a él.

Un cuadro muy distinto se ve en los abstencionistas, los que ni siquiera pretenden arrimarse a las urnas, que son un 7% de la muestra total. Esta posición predomina entre varones, mayores de 55, los que solo tienen educación primaria,  quienes nunca o casi nunca entran a plataformas digitales de socialización.

Para Esteban Mora, ingeniero en sistemas y estratega digital, el peso de las redes digitales ya se vio en 2014, entonces con un actor como Luis Guillermo Solís en la última etapa de la campaña. Para esta ocasión, con plataformas más desarrolladas y abundantes, la coyuntura es otra y el sentimiento del electorado también puede ser otro, pero igual serán determinantes en algún sentido.

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