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Pandemia retrasó la erradicación de la malaria en el país

Con el foco del país en atender la pandemia, este objetivo se trasladó al 2025. Según datos del Ministerio de Salud, para el año 2018 se diagnosticaron en el país 108 casos de malaria, 145 para 2019, 136 en el 2020 y 220 en el 2021.

El impacto de la pandemia generada por el COVID-19 en los dos últimos años retrasó la erradicación de la malaria en el país en el año 2020, trasladando así este objetivo para el 2025.

Según datos del Ministerio de Salud, para el año 2018 se diagnosticaron en el país 108 casos de malaria, 145 para 2019, 136 en el 2020 y 220 en el 2021.

Esto significa que los dos últimos años de la pandemia se ha dado un aumento del 40.71% respecto al período previo.

De acuerdo con el coordinador de vectores del Ministerio de Salud, Rodrigo Marín, a pesar de que la pandemia retrasó este objetivo, lograrlo en tres años es factible en un país como Costa Rica.

“Ha habido un leve aumento en los últimos dos o tres años, pero nada comparado con 2006 cuando tuvimos casi 3.000. Ahorita no pasamos de los 300 casos. Estamos trabajando en pro de la eliminación”, señaló Marín.

“(…)Eliminar la malaria de solo Costa Rica es complejo, es un tema regional que incluye incluso a Centroamérica y República Dominicana. Nosotros, junto a Belice, somos de los que más posibilidades tenemos. Lastimosamente, por el COVID-19, la meta pasó a 2025. Es un reto grande, pero es factible“, agregó.

No se ha dejado de atender

De acuerdo con Marín, pese a que el SARS-CoV-2 ha significado invertir esfuerzos en su atención, enfermedades tropicales como la malaria no han dejado de atenderse ni “descuidado”.

“El COVID-19 en algún momento limitó visitas domiciliares, pero eso no incidió en que se dejara atender”, mencionó Marín respecto de los primeros meses de la pandemia en el país.

El coordinador indicó que la Zona Norte es la región más afectada en el país y que los casos han estado relacionados con temas laborales; es decir, se han identificado en lugares dedicados a cultivos agrícolas.

Además, agregó que países vecinos como Nicaragua y Panamá presentan más casos de malaria que Costa Rica, al sumar más de 20.000 y 2.000, respectivamente.

Otras enfermedades

En Costa Rica, otras enfermedades tropicales también continúan presentes, una de ellas es el dengue, la cual es transmitida por el mosquito Aedes aegypti y ha tenido —por el contrario— una reducción significativa en los últimos años.

Según datos del Ministerio de Salud, para el año 2018 el país registró 2.735 casos de dengue, 9.400 para el 2019, 10.056 para 2020, y 5.175 para 2021. Esto significa que en el último año hubo una reducción del 50% en los diagnósticos por esta enfermedad.

“La gente estuvo más dentro de la vivienda, entonces tenía más tiempo de destruir criaderos. Los trabajos no los disminuimos nunca a pesar del COVID-19, se siguieron haciendo acciones”, destacó Marín.

En el 2021, el Programa de Control de Vectores visitó 757.940 viviendas, además, se fumigaron 700 mil casas y se destruyeron casi 4 millones de depósitos de agua.

Históricamente, según datos del Ministerio de Salud, las regiones más afectadas han sido Caribe, Chorotega y Pacífico Central. En el último año, el cantón que registró más brotes de dengue fue Turrialba.

Por su parte, los casos de chikungunya y el Zika, también transmitidos por el mosquito Aedes aegypti, han disminuido exponencialmente en los últimos años. En 2018, se contabilizaron en suelo nacional 429 casos de Zika, 210 en 2019, 108 en 2020 y 56 en 2021; en el caso del chikungunya, en 2018 se registraron 1.146 casos, 145 en 2019, 51 en 2020, y 34 en 2021. “Se han podido controlar, no hubo tanto daño como en otros países”, externó Marín.

En cuanto a la leishmaniasis, que es una enfermedad parasitaria diseminada por la picadura de un mosquito infectado, se ha mantenido en números muy similares en los últimos dos años. Para 2018 se detectaron 1.054 casos, 554 para 2019, 528 para 2020 y 563 para 2021.

Lo mismo sucede con la lepra, que es una enfermedad infecciosa crónica causada por el bacilo Mycobacterium leprae y que afecta principalmente a la piel, los nervios periféricos, la mucosa del tracto respiratorio superior y los ojos. En 2018 se contabilizó 1 caso, 8 en 2019, 6 en 2020 y 5 en 2021.

A finales de enero, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señaló que la pandemia de COVID-19 provocó disrupciones en la atención de las enfermedades tropicales que pueden demorar su control o eliminación, por lo que instó a atender estas patologías.

De acuerdo con la OPS, la emergencia sanitaria, que ya suma más de dos años en el mundo, puso en suspenso la administración masiva de medicamentos, las encuestas y la búsqueda activa de casos, alterando los plazos previstos antes de la pandemia para frenar la propagación de estas enfermedades infecciosas desatendidas.

Plan Nacional para atención de enfermedades tropicales

Este año, el Ministerio de Salud en conjunto con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) presentaron el primer Plan Nacional de Acción para la Vigilancia Entomológica y Control Vectorial Costa Rica 2022-2024, es decir, la primera versión de una hoja de ruta para fortalecer las actividades de prevención, vigilancia y control de enfermedades transmitidas por insectos como el dengue, Zika, chikunguña, malaria, leishmaniasis y Chagas.

“El clima tropical de Costa Rica propicia la supervivencia, reproducción y capacidad de transmisión de enfermedades por parte de los insectos vectores presentes a lo largo del territorio nacional; en este sentido, este Plan busca dotar a la sociedad costarricense de una herramienta de gestión dirigida a guiar y fortalecer las actividades de prevención, vigilancia entomológica y control vectorial actualmente existentes, así como incentivar la introducción de nuevas tecnologías y estrategias dirigidas a una planificación cada vez más costo-efectiva y sostenible de las intervenciones”, indicó Marín.

De acuerdo con Salud, la implementación del plan de acción permitirá fortalecer la colaboración con nuevos actores, ya que las acciones de prevención y control de vectores no son una responsabilidad exclusiva del sector salud, sino que deben implicar a otros sectores de gobierno, el sector académico, el sector privado, la comunidad y la familia.

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