Después de criticar a rajatabla las posturas conservadoras de Antonio Álvarez Desanti, el exministro liberacionista Leonardo Garnier anunció la tarde de este martes su adhesión a Carlos Alvarado, candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC), la agrupación que señaló al Partido Liberación Nacional y a varias de sus figuras -incluido él-, como corruptos.
Garnier admite que lo hace con resentimiento, pero confiado en que el PAC y el PLN son los “dos que más se parecen” y en que Carlos Alvarado representa la mejor opción para que el país siga construyéndose. Estas opiniones están en armonía con María Luisa Ávila, quien también anunció su respaldo a la candidatura del rojiamarillo.
Su posición, afirma, refleja sus convicciones personales, sin representar a una tendencia interna del PLN, pese a participar como ministro en gobiernos de José María Figueres, Óscar Arias y Laura Chinchilla.
El promotor de las guías sexuales en la educación pública conversó con UNIVERSIDAD sobre su adhesión a la candidatura de Carlos Alvarado, el futuro de Liberación Nacional y los riesgos de ceder espacios de política pública al fundamentalismo religioso.
Usted está dándole su apoyo a qué, ¿a Carlos Alvarado? ¿Al PAC? ¿Está dando su apoyo o está yendo en contra de Fabricio Alvarado?
– Es muy feo votar en contra, pero sí, uno tiene que ser totalmente transparente. Me preocupan mucho estas propuestas que mezclan la religión y la política y más que la religión. Porque yo no veo en la propuesta de Fabricio Alvarado una propuesta religiosa, a mí me parece que aquí hay una propuesta política, mercantil y religiosa. Es un proyecto político que no solo es costarricense, si uno se va al resto de América Latina, a Estados Unidos, uno ve cómo hay una corriente de cierto tipo de grupos evangélicos pentecostales con una vocación muy grande de poder, pero además con una vocación mercantil muy fuerte.
Cuando uno mezcla poder económico, poder político y poder religioso está sentando las bases para liquidar la democracia. Mucho de la democracia occidental se hace posible separando esos poderes. Que de pronto nos aparezcan propuestas que los vuelven a juntar, pone en peligro la democracia. Por eso me asusta un poco ver gente ingenuamente pensando que podemos hacer una negociación con Fabricio, que nos deje manejar el sector económico, que él se encargue de esas otras cositas, de la cultura y de la educación, de la policía; a mí eso me parece terriblemente ingenuo. Entonces, como primera respuesta, sí, es un voto para que Costa Rica siga siendo una sociedad democrática y en segundo lugar, en las elecciones uno tiene que escoger, hay dos opciones. Yo siempre he sido liberacionista, como le hablaba, socialdemócrata, si le ponemos una etiqueta más académica. Yo siempre he sentido que si uno compara todos los partidos que tenés en Costa Rica, a pesar de los pleitos de siempre, el PAC y Liberación son lo dos que más se parecen. Si uno revisa el programa del PAC y el programa de Liberación, es más, si no supieras cuál es cuál, no sería fácil, excepto por unas partecitas, distinguir. Entonces, si yo tengo que elegir, elijo la propuesta que en este momento representa Carlos Alvarado. Es la que me da más confianza de que el país puede seguir construyéndose.
Los acercamientos entre el sector evangélico, políticamente expresado en la Asamblea, y Liberación no nacieron ahora. Fue Liberación el partido que colocó a Justo Orozco al frente de la Comisión de Derechos Humanos, ¿cómo ve eso en retrospectiva? ¿Cómo lo explica?
-Mal, eso fue algo que me molestó en ese momento. Me molestó mucho la elección de Gonzalo Ramírez en la presidencia del Congreso. De hecho tuve un conflicto, una discusión fuerte con Antonio sobre la elección de Gonzalo Ramírez. Él manifestó, y lo repito porque lo dijo públicamente, no solo me lo dijo a mí en privado, que él consideraba que esos eran los aliados naturales de Liberación Nacional, que yo no estaba entendiendo la realidad. Yo le decía a Antonio que no solo nos metimos en política para entender la realidad, nos metimos para cambiar la realidad. La política es para cambiar la realidad. Yo sé que Liberación está pasando por un momento difícil, me parece que lo peor que podríamos hacer era alejarnos de nuestros principios, de nuestros ideales, para tener alguna clientela que parecía factible.
Usted es doctor en economía, ¿qué diferencia ve entre ambas propuestas económicas en el caso de Fabricio y Carlos?
– Revisando la propuesta de don Fabricio no hay mucha propuesta económica (…) no ha sido para nada el fuerte. Esto es lo que ha permitido que ciertos grupos crean que ante la ausencia de una propuesta económica ellos pueden tomar a Fabricio. Yo tendería a pensar que su propuesta económica también va a ser bastante conservadora. Por un lado, la teoría de la prosperidad justificando cierto tipo de cosas y un enfoque que uno puede ver desde Trump en Estados Unidos hasta Jimmy Morales en Guatemala; su política económica va a tender a ser liberal de derecha. En el caso del PAC, me parece que están retomando algo que a mi gusto fue el error más grande del gobierno de Luis Guillermo. Cuando un partido nuevo llega al Gobierno después de ocho años de gobiernos, digámoslo así, del enemigo, era como el momento ideal para esas “Políticas 101”, échele la culpa a los gobiernos anteriores y haga la reforma fiscal que se sabía que era bastante urgente. Y yo nunca entendí por qué convencieron a Luis Guillermo de que no hacía falta, que con reformas administrativas se resolvía el problema del déficit. Entonces ahí perdieron los primeros dos años del Gobierno; y aprobar una reforma fiscal después de eso se les hizo completamente imposible. Yo tampoco siento que se esforzaran mucho.
¿Qué le hace creer que el próximo sí? ¿Que en caso de ganar Carlos sí cambiaría?
– O hacemos una reforma fiscal o entramos en una crisis profunda que nos va a hacer la reforma, y cuando la reforma te la hace la crisis es la más grosera de todas. Ya pasamos por una en los 80. Yo no creo que el PAC quisiera ser el que provoque la crisis. Incluso uno aquí podría decir que hay algo de justicia divina, patearon la bola cuatro años, por lo algo de justicia en que les toque recibirla. Yo sí creo que es urgente.
¿Siente usted que ahora sí existe esta madurez? Por lo que sea, el presidente Solís se convenció inicialmente de que la reforma fiscal era urgente, el hecho es que no la impulsó con la energía…
– Él se dio cuenta de que era urgente muy tarde y que creyeron que podían llegar al final del Gobierno sin haberlo intentado. Algunas frases que uno leyó, algunas autoridades del Gobierno, pensaban “ya salimos, y esto le toca al que venga”.
¿Cómo acomoda el corazoncito verde después de que el PAC ha sido tan duro con el PLN? Hasta hace muy poco tiempo, parte del discurso PAC se fundamentaba en el antiliberacionismo y los calificativos eran duros.
– No es fácil. He hablado mucho con María Luisa (Ávila) y para ella no era fácil. He conversado con mucha gente de Liberación. Hay un resentimiento muy profundo, yo te diría que muy justificado. Cada vez que he pensado en esta posibilidad de apoyar al PAC, no puedo dejar de acordarme de Luis Guillermo Solís en el Melico Salazar, en cadena nacional de televisión, diciéndome corrupto. Pero no solo diciéndome corrupto, sino enviándonos a los tribunales, los tribunales desestimando la acusación, la ministra exigiéndole a la auditoría del MEP volver a mandar el caso y ver a personas, que trabajaron conmigo, contratando abogados, yendo a juicios, pasando por juicios hasta poder demostrar que no había absolutamente nada incorrecto. Entonces da mucha cólera, claro que da mucha cólera. Ahora tenemos la ventaja, después del primer gobierno del PAC, de que el monopolio de la corrupción ya no lo tiene ningún partido. Yo espero que aprendan.
Cuando usted da el apoyo la candidatura del PAC, ¿qué significa eso?
– Significa lo más evidente, voy a votar por Carlos Alvarado. El voto racional debería ser por el PAC, pero emocionalmente es muy difícil. Yo lo que esperaría es que el hecho de que personas como María Luisa, como yo, como Fernando Ferraro, algunos otros liberacionistas que hemos estado en el Gobierno, que somos parte del partido, digamos que vamos a votar por Carlos Alvarado, le abriera la puerta a otra gente para hacerlo.
¿Integraría un Gobierno de unidad?
-No está dentro de mis prioridades. En política uno nunca dice que no porque no sabe lo que se va a presentar.
¿Se vienen más apoyos desde Liberación?
– Creo que sí, habrá más gente que saldrá dando su apoyo a la candidatura de Carlos Alvarado.
Francisco Antonio Pacheco (expresidente del PLN) dijo que la dirigencia de Liberación que había llevado a esta situación debía renunciar, ¿usted piensa lo mismo?
– Sí, claro. Desde que yo vi las declaraciones de Antonio me parece que tiene toda la razón. Eso no es solo así en Costa Rica, lo normal después de una derrota, en particular después de una derrota tan grande, es que la gente que está en la dirigencia renuncie. Esas declaraciones que da Fernando de que “la cúpula no tuvo culpa de la derrota”, entonces ¿quién la tuvo? ¿La gente? No. Yo creo que debieran renunciar.
¿Por qué ahora? ¿Por qué dar a conocer esta posición ahora y no sobre el borde de la elección?
– Porque hay muy poco tiempo. Son 50 días y yo siento que la gente necesita un proceso. Para la gente que viene de Liberación esta no es una decisión fácil, nos han golpeado, insultado, perseguido, hemos sido dibujados como los causantes de todos los males en este país. Uno pensaría que también de algunos de los bienes, entonces he conversado con mucha gente de Liberación que dice “yo no puedo votar por el PAC”. Entonces no va a ser de la noche a la mañana que la gente pase de “yo no puedo votar por el PAC” a “bueno, tal vez en esta coyuntura no me quedaba remedio”. Era importante que algunos de nosotros dijéramos que, en esta coyuntura, lo correcto es votar por Carlos Alvarado para que por lo menos otros empiecen a hablar y a decir cosas parecidas, y esperemos que alcance.
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Colaboraron los periodistas:
Luis F. Cascante y Daniel Salas