País Patch Adams, médico y payaso

“No tengo nada bueno que decir del negocio médico en EEUU”

Un médico apela a la risa, el amor y compasión como métodos para luchar contra el capitalismo y mejorar la salud de la gente.

Es esa clase de médico que desconfía de la medicina e incluso la acusa de convertirse en un negocio lucrativo. Es Patch Adams, un doctor que apela a la risa, al amor y a la compasión, para combatir el capitalismo y mejorar la salud de la gente. Es esa clase de persona que tiene una lengua afilada y que escupe el piso -literalmente- cada que vez que menciona al presidente de los Estados Unidos (EEUU) Donald Trump.

Tiene el cabello largo y blanco pero tiñe la mitad de su melena de azul; es alto, flaco y lleva las bolsas de su pantalón de payaso repletas de juguetes.

Esquivo y reservado al hablar de su pasado, aunque esa época marcó su vida y determinó su visión actual del mundo. Fue un adolescente que, luego de crecer en bases militares, perdió a su padre en la guerra y viajó con su madre al Sur profundo de los Estados Unidos, en donde fue testigo de la discriminación racial y la injusticia.

Desde entonces se ha dedicado a “hacer la revolución”.

Usted se formó como médico en el Medical College de Virginia. ¿Por qué no quiso ejercer  la medicina de forma tradicional?

-No tengo nada bueno que decir del negocio médico en Estados Unidos. Es un negocio ambicioso en el que la gente pierde sus casas, pierde su capital o sus inversiones por las cuentas médicas tan altas que tiene que pagar, incluso el 50% de las bancarrotas que se declaran, provienen de gastos médicos.

Usted ha mencionado que intentó quitarse la vida cuando era joven. ¿Esas visitas a esos centros médicos cambiaron su perspectiva sobre el mundo?

-Su aseveración no es correcta. Crecí fuera de los Estados Unidos, en bases militares, mi padre murió cuando yo tenía 16 años, en una guerra. Nos fuimos a la parte Sur de los Estados Unidos en 1961, a las propiedades de mi madre. En ese tiempo, la población negra de los Estados Unidos no tenía Derechos Humanos. Recuerdo que mi vida cambió para siempre. Estaba en un parque público, en una fuente pública para beber agua y el rótulo decía “solo gente blanca”. Me di cuenta de que mi país era una mentira y que nadie en mi país había hecho nada para quitar ese rótulo de ahí. Estaba en una escuela pública, de gente blanca, en donde solamente había gente igual a mí y me golpeaban, sufrí de maltrato durante la estancia en ese colegio. Teniendo 17 o 18 años, me sentía muy infeliz con el mundo y traté de matarme, estuve al menos tres veces en un hospital psiquiátrico por haber tratado de quitarme la vida. No quería vivir en un mundo de injusticia y de violencia.  Entre el segundo y tercer internamiento en el hospital, estuve presente en Washington en el discurso de Martin Luther King “Yo tengo un sueño”. Me di cuenta de que era estúpido, que uno no puede hacer la revolución si se mata. He hecho la revolución desde entonces, por lo cual soy muy feliz. Estoy aquí para terminar con el sistema capitalista, por eso estoy en este planeta. Creo que es la peor enfermedad que viven nuestras sociedades y será la probable causa de nuestra extinción.

En el mundo de hoy, el capitalismo ha impuesto una forma de producción desmesurada que tiene como consecuencia el calentamiento global. ¿Es el capitalismo salvaje?

-No, es el capitalismo normal. No tengo nada bueno que decir sobre el capitalismo. Nos ha robado lo que significa realmente “ser rico”, así que la gente ahora piensa que cuando alguien dice “soy rico” se está hablando de dinero. No piensa que eres rico en amigos, en naturaleza, o literatura o en otros cientos de cosas. Ha hecho que las personas en nuestras sociedades quieran ser más ricas en dinero que en tener amigos. Por supuesto que el ejemplo moderno es el pedazo de caca (escupe el suelo) de Donald Trump.

Entonces, ¿cuál es la clave para salir de ese hoyo en el que nos encontramos?

-Hacer un mundo en el que el amor sea la cosa más importante y la moneda de nuestra vida. Pienso que el verbo amar es la cosa más importante de nuestras vidas. Qué raro es que ninguna escuela pública en el mundo no dedique ni una hora a enseñar sobre inteligencia para amar. Simplemente no existe en el currículum escolar. El mundo moderno solo necesita un cerebro del tamaño de un mosquito, nuestros cerebros están listos para actuar por amor.

 ¿Se ha deshumanizado la medicina?

-Sí, es un negocio vulgar y apestoso. No es medicina. Somos complicados, incluso una persona aburrida es complicada. Y aun así una consulta promedio con un médico tarda de cinco a siete minutos. Somos gente muy complicada. Soy un doctor de familia y para mí el tratar de entender a un paciente la primera vez que me visita requiere, de al menos cuatro horas, lo cual es muy malo para el negocio; así que lo hago gratis.

Se deben eliminar las barreras entre el médico y el paciente…

-Despidan al doctor.

En nuestra sociedad se ha perdido la idea de curar a los enfermos, porque es más importante lucrar. Se recetan medicamentos e incluso se mantienen a algunos pacientes como enfermos crónicos…

-Quiero apuntar que desde el primer momento la medicina no tenía como intención ayudar al paciente a ser saludable, no estaba contemplada, sino simplemente curar una situación transitoria. Nunca me dieron una clase en medicina sobre salud. Las empresas con mayores márgenes de ganancia son las farmacéuticas. Todas mienten en sus investigaciones y esto está más que documentado.

¿Usted ha dicho que se necesita feminizar la sociedad? ¿Por qué?

-Cada problema en la historia ha sido causado por los hombres. Todos los problemas. Ningún país fue nunca un lugar seguro para las mujeres. He dado clases y conferencias en más de 82 países y una de las aseveraciones que he hecho es que cerca del 85% de los hombres agrede o tiene un vínculo de violencia contra las mujeres, y ni hombres ni mujeres me han discutido esta cifra. Si el objetivo de la medicina es cuidar, las mujeres saben cómo hacer esto. La mayoría de los hombres no sabemos nada sobre cuidar a nadie.

¿Qué papel tiene la educación pública en esta labor que usted propone para mejorar el mundo?

-En los Estados Unidos no existe la educación. El propósito de la educación en Estados Unidos es producir seres humanos que no van a discutir y que simplemente se acoplan a lo que la sociedad les dijo. Así que el 18% de los estudiantes en Estados Unidos en realidad son analfabetas. Pensar es algo muy peligroso para el capitalismo. Me parece muy importante decir que el amor no se menciona en los 13 años del currículum de educación pública y las calificaciones son criminales. Si tuviera cargo en la administración enseñaría la inteligencia del amor durante cada hora de esos trece años.

Un poco en el contexto en el que estamos, ¿cómo podría la Universidad de Costa Rica mejorar el mundo?

-Como un activista de derechos humanos, me parece mágico que Costa Rica no posea ejército. Yo vengo del país con el ejército más grande, un genocida masivo. Si yo tuviera una varita mágica eliminaría el ejército de Estados Unidos hoy, así que es algo muy romántico para mí venir a un lugar donde no exista el ejército. La Universidad de Costa Rica puede ser la primera universidad que enseñe inteligencias de amor. Nuestro hospital se hizo socio de la escuela para diseñar una sociedad, imaginando que la sociedad podría ser diferente si trabajáramos y habláramos por ella. Entre la escuela y nosotros pensamos que hay muy poco humanismo en el mundo. La escuela para construir humanismo, no es que vamos a poner la cara frente al teléfono inteligente todo el día sino que vas a estar feliz de conocer a la gente que te vas a encontrar en la calle. No conozco ninguna escuela de medicina en el mundo que enseñe humanismo.  Les pregunto, ¿ustedes están conscientes de que la tasa de antidepresivos está subiendo en el país? Me encanta la gente. No voy a irme a dormir hasta que todo el mundo tenga para comer y cuando una mujer pueda salir a caminar a la calle a las 3 a.m. y no se preocupe por los ruidos. Eso es humanismo. Qué raro que seamos seres humanos y tengamos que estudiar cómo ser humanos (ríe).

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