País

Necesitamos un ingreso mínimo vital hasta que se recuperen las tasas de empleo

Ciska Raventós habló con UNIVERSIDAD y dio su punto de vista sobre los principales desafíos que enfrenta el país y algunas vías alternativas que existen para salir adelante.

Costa Rica, al igual que el resto del mundo, enfrenta una gran cantidad de desafíos para afrontar el impacto que ha tenido la pandemia del COVID-19, no solo se trata de una carrera por la economía, sino por resolver el hambre de miles de familias costarricenses.

Pero, claramente, el punto de salida de esa carrera no comenzó a inicios de la pandemia, sino que es el resultado de décadas de malas decisiones de los gobiernos de turno, de las injustas políticas económicas que benefician a algunos sectores por encima de las mayorías y de un sistema estructural que está caduco.

“Deberíamos pensar en aquellos que no pueden estar empleados, también merecen un ingreso mínimo vital”.

Bien lo explica la socióloga Ciska Raventós, al recordar que la pandemia exacerbó las tendencias económicas y sociales que venían desde antes; basta con recordar que para enero (antes de que comenzara la crisis por el virus) el desempleo alcanzaba el 14%, una de las cifras más altas históricamente y en 2019 se dio una quiebra importante de pequeñas y medianas empresas.

Desde su visión, la pandemia ha sido una llamada de atención para que los diversos actores del país entiendan que la vía de desarrollo que venía dándose no es la deseable, porque es social y ambientalmente insostenible, y deja en muy mala situación a las mujeres.

Considera Raventós que el virus ha dado la oportunidad para reflexionar sobre muchas cosas importantes y que resultan clave para lograr una recuperación del país desde otro enfoque, distinto al que se ha impulsado en los últimos años.

UNIVERSIDAD conversó con la socióloga para conocer su posición sobre las alternativas que podría impulsar Costa Rica para solventar la crisis que enfrenta, sobre todo de cara a una pronta conclusión del proceso de diálogo multisectorial que impulsa el Gobierno de Carlos Alvarado y frente a estadísticas que preocupan, como el ascendente desempleo que se ubica en el 22% y una pobreza que alcanza al 26,2% de la población.

Esta entrevista es parte de una serie que desarrolla UNIVERSIDAD, denominada “Otra salida a la crisis es posible… Voz de Mujer”, en la que se busca conocer la opinión de mujeres especialistas en diversas áreas sobre las alternativas viables para impulsar el desarrollo económico y social de Costa Rica, de manera sostenible e inclusiva.

Partiendo de este enfoque de oportunidad que ha generado la pandemia y de la reflexión que ha podido realizar durante estos últimos meses, ¿cuáles considera que son los potenciales del país que han quedado al descubierto con la emergencia sanitaria?

— Considero que lo primero fue la rápida reacción de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) nos evidenció que tenemos un sistema de salud -a pesar de los debilitamientos que ha sufrido por años- que puede responder, es integral y cuenta con flexibilidad para asignar y reasignar recursos. Eso no todos los países lo tienen.

Bajar el ritmo de actividades nos mostró que necesitábamos menos cosas de las que creíamos antes de la pandemia, apuntando hacia lo que muchos economistas sostienen hace décadas de una economía del decrecimiento para generar condiciones acordes con el medio ambiente.

La tercera tiene que ver con la descarbonización, después de ver cómo se redujeron emisiones, el aire está más limpio, bajamos la factura petrolera, pues entendimos que no necesitábamos movernos tanto, y todavía no lo necesitamos.

También se nos abrió un mundo de recursos tecnológicos para trabajar en distintos horarios y diversos lugares, aunque esto no es para todas las personas. Eso incide que a futuro las personas gasten menos, salgan menos y generen menos presas.

Y un tema esencial fue la importancia de los cuidados, no solo de la salud a través de la CCSS, sino en los hogares. Aquí las mujeres mostraron su rol, sosteniendo la economía doméstica, el sistema educativo de los hijos, cocinando, limpiando y haciéndose cargo de todo, lo que ha resultado un verdadero agobio.

“El acto de acudir al FMI lo que nos abre es la puerta para seguir endeudando al país, y cambiar deuda interna cara por deuda externa barata, pero sigue siendo patear la bola hacia adelante”.

Claro que las mujeres sufren por la contracción económica en el mercado, pero también con sus labores no remuneradas, porque han tenido que estar al 150% en todos estos meses. Esta situación mostró que, si bien el consumo de cosas innecesarias debe bajar, debe aumentar el consumo en temas de cuidado y que estos no sean a costas de las mujeres.

Ahora que menciona el tema de la sobrecarga de labores para las mujeres. ¿Cómo aprovechar esta pandemia para dar un salto cualitativo en materia de equidad en el cuido y carga de trabajo?

— A través de la corresponsabilidad con los hombres en las casas, hay gente que ya comienza a asumir los cuidados y labores domésticas de forma equitativa, pero aún no son la mayoría. En la mayor parte de los casos, desafortunadamente, la pandemia recargó las funciones sobre las mujeres.

Por ello debemos pensar en una nueva economía más sostenible, en términos ambientales y más humanos. Por ejemplo, si pudiéramos sacar los cuidados del hogar hacia los apoyos estatales y del mercado, de manera que se permita que los menores estén bien cuidados en guarderías o preescolares y los adultos mayores o personas con discapacidad en centros de atención sería posible una mayor incorporación de las mujeres al empleo; y a la vez generaría más trabajo para docentes y cuidadores, reactivando parte de la economía.

Hay varios países que ya están pensando seriamente este tipo de políticas públicas, de hecho, en abril, se emitió un manifiesto de académicos holandeses para salir de la pandemia que recoge estos elementos. En Ámsterdam están tratando de avanzar en este sentido; el Presidente Macron en Francia impulsa iniciativas para la descarbonización; en países escandinavos ya están trabajando en presupuestos para incluir la Renta Básica Universal (un ingreso mínimo para toda la población) y en España se aprobó una reforma parecida en período de pandemia.

Pero en Costa Rica pareciera que no hay pasos en ese sentido. ¿Cómo debería estarse tratando el tema del desempleo, las reducciones de jornadas y los ingresos de la población, sobre todo para las mujeres?

— Desde hace años tenemos un problema con el empleo y de cómo empatar el trabajo de las personas con los ingresos que necesitan para vivir. Tampoco es justo que el trabajo no remunerado lo ejerzamos sobre todo las mujeres.

Es claro que las personas requieren de un equilibrio entre las jornadas, horas de trabajo y la remuneración. Ahí necesitamos hacer reformas radicales, porque ya es urgente que las personas trabajadoras en general reciban un ingreso a cambio de su trabajo que les permita vivir con dignidad, con protección social y que se logre la reactivación económica.

Tenemos un desempleo del 22% y una parte de los empleos no volverán a reactivarse porque muchas empresas se destruyeron. Algunos sectores como el turismo tomarán tiempo para regresar y si vemos la situación de las mujeres es más preocupante porque tienen un 10% más de desempleo abierto que los hombres.

Hay quiebra de pymes, un desempleo masivo y una relación muy perversa porque el mercado laboral expulsa a las mujeres y la economía doméstica les exige cada vez más. El riesgo que tenemos es retroceder décadas en la inserción laboral femenina, si no se toman acciones y políticas que les permita trabajar fuera de casa, en ese punto entra la economía de los cuidados como un soporte esencial.

Mientras tanto, en la Asamblea Legislativa se analiza un proyecto que plantea ampliar las jornadas laborales a 12 horas, en jornadas de 4-3 días. ¿Es el momento de una reforma de ese tipo?

— Es una iniciativa atroz. Va en contra de un siglo de derechos laborales; como fue la lucha de la jornada de 8 horas. Es un proyecto terrible para todos, pero sobre todo para las mujeres, porque significará un factor de expulsión. Costa Rica en otras épocas ha tenido ideas progresistas y de avanzada, hoy trabajan en iniciativas de lo más retrógradas posible.

También es desafortunada la posición empresarial durante este tiempo, que no solo apoya el proyecto de la jornada de 12 horas, sino que pareciera que aprovechan para hacer avanzada contra el Estado social de derecho, debilitar al Estado, privatizar instituciones y recortar gasto público, mientras que en otras partes del mundo se plantea que no hay que despedir gente sino sostener el empleo, incluso lo dicen el Banco Mundial.

¿Deben enfocarse los esfuerzos en resolver el hambre del pueblo y dejar para luego el tema fiscal?

— Sí, pero necesitamos plata. Pero el mercado laboral, con o sin pandemia ya venía cambiando y no tenía la misma capacidad de absorber a la gente. El asunto es cómo generar nuevos empleos y cómo lograrán las personas vivir bien de su trabajo.

Deberíamos pensar en aquellos que no pueden estar empleados, también merecen un ingreso mínimo vital y si no se quiere plantear como una iniciativa permanente, al menos establecerse como una opción hasta recuperar las tasas de empleo.

El tema de fondo es que tenemos un Estado que no se puede financiar y hemos estado recurriendo a deuda, y en estos momentos es insostenible.

Con ese análisis, ¿considera usted que deba el país continuar con sus intenciones de llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional?

— El acto de acudir al FMI lo que nos abre es la puerta para seguir endeudando al país, y cambiar deuda interna cara por deuda externa barata, pero sigue siendo patear la bola hacia adelante.

Los empresarios y diputados de Liberación Nacional, Restauración Nacional y la Unidad Socialcristiana apuestan a que hagamos un Estado menos caro, menos capaz y con más desempleo.

Desde mi óptica, esa no es una buena opción. Lo que se requiere es aumentar los ingresos, considerablemente, para aumentar el gasto, pero ese gasto debe verse como inversión y no como un gasto improductivo.

Es posible que necesitemos un nivel de endeudamiento, pero sabemos que las medidas asociadas a esos préstamos destrozaron las economías latinoamericanas en los años 80, debemos tener cuidado, usarlo como medida de transición, pero definitivamente necesitamos aumentar los ingresos fiscales, meterle más recursos al Estado para invertir.

¿Cómo podemos obtener esos recursos frescos?

— Hay un menú amplísimo. Está el impuesto al capital, podría ser una contribución extraordinaria al capital de zonas francas, que son uno de los sectores más dinámicos de la economía y generan empleo, pero que no aportan al país en términos de impuestos.

Entonces, las zonas francas aportarían con impuestos transitorios para ayudar a salir del escollo. También está el impuesto a las transacciones financieras grandes, que permitiría recaudar mucho dinero de forma fácil y rápida, sin mucha afectación para los sectores involucrados.

Puede ser que el Banco Central preste de forma transitoria y que luego se le devuelva lo recaudado con otros impuestos. Las empresas grandes también podrían dar una contribución solidaria.

¿Cómo financiar la atención de las familias más vulnerables?

— Al puro principio de la pandemia, el presidente Alvarado anunció el bono Proteger y que sería un fondo de ₡1.000 millones.

Esos recursos para bono Proteger saldrían del sector público, sin necesidad de un impuesto de emergencia, pero solo fue posible juntar menos de una cuarta parte de los fondos anunciados. Entonces ahora se puede pedir una contribución obligatoria, que toda persona que tenga capacidad de ahorro o con ingresos suficientes para que brinde un aporte.

¿Cuál sería el camino para aportar al crecimiento del empleo en el país?

– Yo no tengo respuestas definitivas, pero sí pistas. Está la economía social solidaria, sería viable aumentar la producción de alimentos de manera agroecológica en consonancia con el ambiente y con réditos en salud; haciendo separación de residuos, compostaje y reciclaje, acciones que generarían empleo, sobre todo para aquellas personas que se ubican en los primeros quintiles, es decir la gente de menores ingresos y que tienen una menor escolaridad.

Hay varios proyectos de pesca responsable que se pueden impulsar, establecer una certificación a pescadores artesanales, camaroneras sostenibles, que genere trabajo para las personas de las costas.

Definitivamente, habrá que ver cómo se financia una red de cuido, con un sistema universal de guarderías, que, desde el momento que termina el período de maternidad, se pueda acceder a estos servicios.

Otra cosa es la universalización del Internet en todo el país y con prioridad en el sistema educativo, porque es inaceptable que durante este año 350.000 niños, niñas y adolescentes no tuvieron acceso a la educación virtual, porque no tenían acceso a Internet o a dispositivos para recibir sus lecciones.

Es el momento de invertir en salud, educación y cuido porque eso nos dará la sociedad que necesitamos de más adelante; porque hay personas que están con hambre, que no resuelven sus necesidades básicas y eso en poco tiempo se convertirá en una amenaza a la paz y la seguridad.


En América Latina

59% de profesionales que trabajan en hostelería son mujeres.

La Hostelería es uno de los sectores más afectados por la pandemia.


El 70% del empleo de las mujeres está ubicado en la economía informal.


En el mundo: 70% de fuerza de trabajo de salud son mujeres.


 

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