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Matrícula estudiantil del 2021 en centros públicos y privados soportó trastorno del 2020

Registro actualizado del MEP cuenta con 1.158.644 niños y adolescentes, 6.000 más que el año pasado. Del total, un 8,7% asiste a instituciones privadas, cerca de la tendencia de los últimos 20 años.

La matrícula de niños y adolescentes en el sistema educativo costarricense superó al shock provocado por la pandemia durante el 2020, al fuerte impacto en la economía de miles de familias y al distanciamiento obligado entre estudiantes y profesores.

La población estudiantil aumentó en casi 6.000 personas entre el 2020 y el 2021, según la plataforma actualizada que registra a todos los alumnos con su número de cédula, lo que sugiere que no se materializó el temor de que una porción grande de alumnos hubiera quedado desconectada durante el alejamiento del 2020.

Un total de 1.158.644 personas era la comunidad estudiantil del país hasta el 10 de marzo, según datos proporcionados por Reinaldo Ruiz, jefe de la Dirección de de Planificación del Ministerio de Educación Pública (MEP).

De ese total, 100.675 están matriculados en 582 centros privados, aunque la mayoría de estas instituciones corresponde al nivel preescolar. Es decir, el 8,7% de la matrícula nacional de educación general básica está alojada en el sistema privado.

Esto quiere decir que las escuelas y colegios privados tampoco sufrieron un deterioro de su matrícula, pues es 8,3% el promedio en los últimos 20 cursos lectivos, de acuerdo con los datos entregados por el MEP a solicitud de este semanario. Otra manera de decirlo:es que hay un alumno en un centro privado por cada 10,5 en centros estatales.

La comparación de los datos desde el año 2000, sin embargo, debe considerar que en 2020 y 2021 el MEP utiliza una base de datos mucho más precisa, que permite individualizar cada estudiante por su número de identificación y no se basa solo en los reportes globales de las direcciones de cada institución, explicó Ruiz.

“La pandemia no afectó tanto la exclusión en centros educativos. Los métodos de educación a distancia funcionaron para estos efectos”, concluyó Ruiz, en referencia a estrategias que impulsaron a miles de educadores para tratar de mantener el contacto con sus alumnos mediante Internet, mediante teléfonos celulares o material enviado a casa dentro de bolsas con comida.

Aunque el tamaño del perjuicio en el desarrollo de los estudiantes está por medirse aún, los datos de matrícula trajeron alivio a las autoridades educativas del país. Ahora el reto es, además de adaptar el aprendizaje a las circunstancias de la pandemia o nuevas exigencias, recuperar el mucho tiempo perdido, pero no es relocalizar muchos estudiantes perdidos, aceptó el miércoles la ministra de Educación, Guiselle Cruz.

Los datos del MEP no permiten, de momento, comprobar la sospecha de que hubo una alta migración entre centros públicos, entre privados o de un sector al otro, como señala Ruiz, con base en el impacto económico sobre los hogares.

“Lo que tenemos es que en 2021 hubo crecimiento de los dos en volumen, aunque es de esperar movimientos según las circunstancias o necesidades de cada familia”, agregó el funcionario.

Es el caso de una niña de 10 años que en marzo del 2020 comenzó clases en una escuela del centro de Turrialba, pero su madre perdió el empleo en turismo y tuvieron que irse a vivir a la casa de la abuela en San Rafael de Heredia, donde se registró en una escuela pública, aunque en 2021 recibió una beca en una institución privada cercana. “Que ella siga estudiando es mi logro del año”, dijo su mamá, que prefiere no dar el nombre para evitar exponer a la niña.

Consultada, Beatriz Ramírez, vicepresidenta de la Asociación de Centros Educativos Privados (ACEP, que agrupa a casi todos los centros de primaria y secundaria), confirmó el registro que tienen de una mayor “migración” en varias direcciones.

Informó de movimientos entre instituciones privadas hacia opciones de menor costo, pero también hacia escuelas que garantizaran la continuación de las clases de manera satisfactoria.

“También pudimos notar una llegada de estudiantes que estaban en el sistema público y que buscaron opciones privadas, sobre todo de un perfil de clase media con sus padres funcionarios públicos”, dijo.

Añadió que sí notaron una merma en la matrícula en los meses de abril y junio de 2020, pero conforme avanzó el tiempo se mantuvieron los volúmenes iniciales de ese año.

Aunque Ramírez aceptó que hay diferencia entre la educación privada y pública, subrayó que la desigualdad puede ser mayor entre instituciones estatales, pues hay centros con recursos modernos y suficientes, de alta calidad de la enseñanza, pero hay otros con grandes carencias.

La preferencia por las clases presenciales en este 2021 también se reflejó por igual en instituciones estatales o privadas, a pesar de la opción de distancia que ofreció el MEP y cada centro particular.

Más de 98% de estudiantes matriculados en el sistema público acudió a las aulas, según la ministra Cruz, mientras que en instituciones privadas el porcentaje de alumnos en modalidad solo virtual pasó de 30% a 13% en solo un mes, de acuerdo con una encuesta de ACEP.


Celulares y hacinamiento en la “modalidad híbrida”

La modalidad combinada de clases presenciales y remotas para el retorno del curso lectivo 2021 trajo problemas nuevos: el hacinamiento físico con los estudiantes en casas, la demanda múltiple por aparatos para conectarse por Internet y, por tanto, la dependencia alta que tienen los hogares sobre los teléfonos celulares.

Un análisis del equipo de investigación del informe Estado de la Educación señaló los problemas que genera la presencia simultánea de miembros de la familia al momento de estudiar o trabajar, sobre todo en los hogares de menos recursos.

Tres o más personas en un dormitorio se considera hacinamiento y algo similar ocurre con el uso de aparatos para conectarse, pues un solo celular para tres personas se considera “hacinamiento tecnológico”, según el artículo firmado por la coordinadora del Informe, Isabel Román.

La ventaja es que hay un promedio de tres celulares por familia. La desventaja es que ese no es el aparato más apto para los estudios por su tamaño y porque en muchos casos tiene conexión inestable o su funcionamiento depende de un plan prepago que requiere recarga constante.

“Si se excluye el celular de esta medición, el hacinamiento tecnológico se incrementa al 51% de los hogares del país (cuadrados en color naranja). Sería del 67% en los hogares con tres estudiantes y de un 77% en aquellos de cuatro o más estudiantes”, indica la publicación en el sitio del Programa Estado de la Nación (PEN).

Román señaló “urgente” que el Estado provea las condiciones necesarias a hogares con mayor hacinamiento tecnológico o, en su defecto, que en meses próximos se reconsidere la modalidad híbrida y se garanticen clases presenciales para este segmento.

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