La pandemia causada por la COVID-19 ha tenido grandes repercusiones en la educación universitaria; sin embargo, la matrícula de estudiantes en universidades públicas durante este período aumentó, esa es una de las principales conclusiones del Octavo Informe del Estado de la Educación 2021.
De acuerdo con las investigadoras del Estado de la Educación, Valeria Lentini y Marcela Román, la matrícula en las universidades públicas se sostuvo durante el 2020, y en el primer semestre del 2021, incluso tuvo un crecimiento, alcanzando más de 125.000 personas matriculadas, todo esto en medio de un contexto nada alentador.
En números absolutos, la matrícula en las universidades públicas pasó de 111.595 estudiantes en 2019 a 111.803 en 2020, alcanzando un 125.141 para el primer semestre del 2021.
Las razones que causaron el aumento de la matrícula aún no están claras; sin embargo, existen diversas hipótesis como la falta de empleo que pudo incentivar a quienes no estaban laborando a estudiar y prepararse mejor para el mercado laboral.
De igual forma, las facilidades que ofrece la educación virtual también pudo incitar a estudiar a las personas que no lo hacían debido a los horarios de las universidades públicas.
“El mundo virtual le ha permitido acceso a la universidad a gente que antes no lo tenía porque vive en zonas alejadas, o porque los horarios diurnos de las universidades no les servían”, externó la investigadora del Estado de la Educación, Marcela Román.
Según el informe, el incremento fue impulsado principalmente por dos universidades: la UNED, que aumentó de 23.227 a 31.539 estudiantes entre el primer ciclo de 2020 a 2021 (es decir, un 36% más), y la UCR, que pasó de 43.274 a 46.506, respectivamente.
“Fue muy beneficioso poder mejorar las capacidades de usar entornos virtuales para la educación y es algo que se podría potenciar hacia el futuro. Hay un llamado a revisar el modelo pedagógico para sacarle más provecho a las tecnologías”, señaló Román.
El informe no evaluó matrícula de universidades privadas pues no se cuenta con la información necesaria para hacerlo; sin embargo, destacó que la proporción de estudiantes en estos centros de estudio de educación superior ha ido a la baja en el país: alcanzó un pico de 55% en 2015, y bajó a 45% en 2020, según la Encuesta Nacional de Hogares (2020).
Señaló también que la cantidad de personas jóvenes que asistieron a la educación superior no bajó tras la interrupción de clases presenciales a inicios de 2020, como sí ocurrió en otros países latinoamericanos como Colombia, Brasil y México (Banco Mundial, 2020)
“Esto es una buena noticia, habla de un país que tuvo la capacidad de, en nivel universitario, contrario a lo que pasó en los niveles preuniversitarios, no dar de baja al ciclo académico y no hacer interrupción prolongada. Logramos mantener a la gente aquí y de alguna manera, por medidas que tomamos o por racionalidad económica de la gente que quiere estudiar en la universidad, más bien mejoró la asistencia por lo menos al inicio”, agregó la investigadora.
Respuesta efectiva frente a pandemia
En el mismo informe, las investigadoras rescatan que la educación en universidades públicas articuló respuestas efectivas ante la pandemia. A diferencia de los niveles preuniversitarios, las universidades prácticamente no interrumpieron los ciclos lectivos; al contrario, lograron adaptarse, dado que las plataformas digitales de las instituciones de educación superior se encontraban en forma para reaccionar con inmediatez
Algunos de los factores que incidieron en esta respuesta son: la cantidad de estudiantes en educación superior, la cual es menor que en primaria o secundaria; el nivel de formación mayor en los estudiantes que ingresan a la universidad; el recurso humano altamente calificado; la inversión en tecnologías para educación virtual; y el margen para redirigir recursos.
“Las medidas tomadas por las universidades en Costa Rica para continuar el servicio educativo fueron similares a las adoptadas por instituciones de otros países: recurrieron a sistemas remotos apoyados en entornos virtuales. Dado lo imprevisto de la situación, docentes, personal administrativo y personal de investigación se vieron obligados a reaccionar de inmediato para continuar su labor”, se lee en el informe.
Las instituciones universitarias desplegaron también su potencial para ayudar a la población, principalmente en las áreas de salud (apoyo psicológico), activación económica (apoyo y asesoría) y educación para estudiantes.
El informe destacó que la trayectoria y calidad del recurso humano y la capacidad instalada de las universidades estatales en investigación y desarrollo permitieron el impulso de proyectos estratégicos para colaborar con el sistema de salud pública, por ejemplo, en la producción de hisopos, gabachas, caretas protectoras, prototipos de respiradores artificiales, suero a partir de plasma de los caballos hiperinmunizados, entre otros.
Viraje en el uso de las TIC
Otra conclusión del informe, publicado el pasado 1 de septiembre, es que la pandemia provocó un viraje en el uso de la mediación con componente virtual y de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) por parte de estudiantes, docentes y administrativos universitarios.
Aunque los efectos en el aprendizaje son aún desconocidos, una encuesta aplicada a cerca de 5.000 docentes y estudiantes de cuatro universidades (tres públicas y una privada) muestran cambios en la autopercepción de las capacidades para el uso de TIC en los procesos educativos y en algunos métodos de enseñanza.
Entre un 51% y un 59% de las personas estudiantes considera que ya dominaban las tecnologías necesarias para la educación virtual. Aun así, más de una tercera parte reportó haber mejorado sus habilidades durante la migración de los cursos hacia la modalidad virtual.
Por su parte, el personal docente de todas las universidades involucradas en este estudio reportó un importante crecimiento en sus habilidades tecnológicas, mucho mayor que en las personas estudiantes, debido a que, probablemente, su base de partida era menor.
La mayoría de las personas docentes se mostró también abierta a la incorporación de componentes virtuales en sus clases pospandemia, especialmente en la modalidad híbrida.
Además, el 85% de docentes y el 79% de estudiantes coincidieron en que sería apropiado tener opciones en las cuales algunas clases presenciales se complementaran o se sustituyeran por clases y material en línea.
Efectos diferenciados en salud mental
Esta misma encuesta, destacó Román, dio como resultado efectos diferenciados en la salud mental de estos dos actores durante la pandemia. “En general, los estudiantes se mostraron más ansiosos, más preocupados sobre su futuro, si van a tener éxito o no, si iban a lograr mantenerse o no. Los docentes estábamos un poco más optimistas”.
Según el informe, un 34,9% de los estudiantes encuestados se sentían desesperanzados por el sentimiento de incapacidad de hacer bien su trabajo, lo mismo que un 12,1% de los docentes.
Por otra parte, un 58,6% de los docentes se sentían optimistas sobre nuevas formas de trabajo y aprendizaje, mientras que un 34,8% de los estudiantes dijo sentirse igual.
Además, un 51,5% de los estudiantes estaban ansiosos por la incertidumbre sobre cómo terminaría el curso, igual que un 25,5% de los docentes.
Finalmente, un 50% de los estudiantes encuestados se encontraba preocupado por su rendimiento en los cursos, frente a un 37,5% de los docentes.