País Se crea segundo sindicato de repartidores de plataformas digitales

Malas condiciones de trabajo obligan a repartidores a organizarse en sindicato

La época de pandemia significó una expansión en los negocios de Uber Eats y más ganancias para la corporación, pero sus “socios repartidores” denuncian que han empeorado las condiciones laborales.

Al no ver otra opción laboral, miles de personas la pulsean todos los días pedaleando o conduciendo sus motos por las calles del país, entregando pedidos de comida con alguna de las plataformas digitales. Y aún en medio de su informalidad como “socios repartidores”, como les llaman estas empresas, no les quedó más remedio que organizarse en un sindicato llamado Unión Nacional de Trabajadores de Plataformas, para buscar mejores condiciones.

Según han denunciado, los pagos que reciben se reducen cada vez más, no se les garantiza ningún pago mínimo por kilómetro, no cuentan con ningún beneficio laboral y la aplicación puede reducirles los viajes que les asignan sin justificación. Todo esto sin ninguna regulación del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (ver recuadro Testimonio: “Hago entre ¢2.000 y ¢2.500 la hora, a veces hasta menos”).

La Organización de Repartidores Unidos calcula que antes de la pandemia había en el país unos 10.000 repartidores; cifra que hoy podría rondar los 30.000. (Foto: Miriet Ábrego).
En promedio ganan entre ¢1.000 y ¢2.000 la hora

Según los repartidores entrevistados, los pagos en el 2018 solían ser bastante buenos porque la empresa estaba entrando al mercado; pero con el tiempo y el aumento en el número de trabajadores, los pagos han caído y ahora pueden ganarse en promedio entre ¢1.000 y ¢2.000 la hora.

Roberto Sánchez, quien reparte en bicicleta y está inscrito en una plataforma, contó a UNIVERSIDAD que al principio Uber Eats les daba el 100% de lo que valía el viaje de 5 kilómetros. “El repartidor decía ‘es una muy buena opción, llego a fin de mes con ¢500 mil, trabajo una cantidad de horas decente”.

Pero en el último contrato la empresa dice que a partir del viaje realizado, el pago dependerá de qué momento de la semana, de la demanda que se está trabajando y de las promociones.

“Hoy en día, 5 kilómetros en bicicleta pueden ser ¢1.000. Lo normal ahora es sacar a ¢1.000 la hora. Pero hay momentos de promociones que la gente puede ganar ¢10.000 la hora”, dijo Sánchez. Sin embargo, de ahí tienen que descontar gasolina, mantenimiento y depreciación de la moto, seguro médico, seguro del vehículo y de riesgos de trabajo.

Para poner un ejemplo, esta semana Sánchez recogió un pedido en una cadena de comida rápida en Curridabat, tardó 20 minutos en llegar allí, esperó 20 minutos para que le dieran el pedido y 30 minutos en ir a dejarlo a Desamparados, en bicicleta, pasadas las 10 p.m. Su ganancia: ¢1.219.

Para el joven, “esto no es una cuestión entre iguales, como lo quieren mostrar, como una economía colaborativa, sino que las empresas se encargan de decir cómo se hace todo, de poner las reglas y de sancionar a las personas que no cumplen las reglas”.

Explicó que ellos son calificados por el cliente sobre el servicio, pero que la empresa también los califica según tiempo de entrega y número de horas que están conectados a la plataforma al día.

“La empresa sabe que tiene una gran cantidad de repartidores; entonces tienen una estrategia para elegir a las personas más viejas, que se podría decir que tienen más colmillo, que entienden cómo funciona la aplicación, y las bloquean. Hay bloqueos que pueden ser momentáneos o que simplemente el trabajador ya no puede volver a registrarse. Y esto ocurre de forma unidireccional y sin posibilidad de reclamo”, afirmó Sánchez.

Uno de los negocios ganadores durante la pandemia

El 6 de diciembre de 2020, Uber Eats cumplió tres años de haber entrado al país y anunció —en un comunicado de prensa— que el número de restaurantes locales y parte de cadenas internacionales que se habían registrado en la aplicación aumentó un 42% entre 2019 y 2020, pasando de 2.100 a 3.000 respectivamente.

Pero además, no solo están entregando comidas, sino que incluyeron 350 tiendas diferenciadas: farmacias, tiendas de conveniencia, floristerías, implementos deportivos y tecnológicos y veterinarias.

Actualmente funciona en San José, Heredia, Alajuela y Cartago y en las ciudades de Liberia, San Carlos y Pérez Zeledón.

La Organización de Repartidores Unidos —creada hace un año y en la que participan ciclistas y motociclistas de Glovo, Uber Eats, y Rappi— calcula que antes de la pandemia había en el país unos 10.000 repartidores; cifra que hoy podría rondar los 30.000. Esta cifra es una señal de la gran demanda que tiene la aplicación y de cómo las plataformas digitales de entrega de comida han sido uno de los sectores ganadores durante la pandemia.

Zona gris laboral

Por un lado aumentan las ventas de la corporación; pero, por otro lado, las condiciones laborales de los trabajadores desmejoran, sin que haya ningún tipo de intervención de parte del Ministerio de Trabajo, según afirma la Organización de Repartidores Unidos.

El Informe Estado de la Nación 2019 incluyó un artículo sobre este tema, en el que se explica que las plataformas digitales de transporte de bienes (como UberEats, Glovo, Deliveroo) pueden calificarse como “zona gris laboral”, que son aquellas donde no se distingue fácilmente si existe o no una relación de trabajo; si hay un contrato laboral o de servicios; o si los sujetos son asalariados o independientes.

Según el informe, “la estipulación del pago es determinada por la empresa de manera unilateral, así como la fijación del monto de la compensación de la prestación del servicio, el monto recibido por el conductor por la prestación del servicio y el porcentaje correspondiente a la misma empresa”, continúa.

“En modalidades como la de las y los trabajadores de plataformas de mensajería (UberEats, Deliveroo, Glovo, entre otras) la caracterización de laboralidad a partir de la subordinación del empleado y el poder disciplinario del empleador se ha visto más marcada”, concluye el informe.

UNIVERSIDAD consultó al abogado laboralista Mauricio Castro, quien participó en la elaboración de dicho capítulo. Castro explicó que “la ley, el Código de Trabajo costarricense, la jurisprudencia, los tribunales, definen cuáles relaciones son laborales”.

“En el caso de repartidores en Costa Rica todavía no tenemos a ciencia cierta esa determinación, ni por la ley ni por los tribunales; sigue siendo una zona gris”, aclaró Castro.

De libertades y consecuencias para los “socios repartidores”

Los tres criterios que tradicionalmente prueban una condición laboral son que se da una prestación personal del servicio, que hay una remuneración salarial y que hay una subordinación jurídica.

“Lo que se ha dicho es que el criterio central, definitorio es la subordinación jurídica”, comentó Castro.

“La discusión en Costa Rica con los repartidores es que los que piensan que no son trabajadores asalariados dicen que tienen tal grado de libertad que no tienen subordinación jurídica porque deciden cuál pedido tomar, cuál no tomar, cuándo conectarse a la plataforma. Pero normalmente los que defienden esa posición no te dicen que el ejercicio de esas libertades aparentes trae consecuencias: que te empiezan a asignar menos pedidos, te ponen al final de la fila, te ponen en las peores franjas horarias y, si fuera el caso, eventualmente te sacan de la aplicación, lo cual significa, para efectos laborales, un despido y ahí ya se parece más a la subordinación jurídica”, refirió Castro.

Este medio consultó a la empresa Uber Eats sobre los reclamos laborales, si existe o no una relación laboral y el número de repartidores actuales.

“En el caso de los socios repartidores, ellos utilizan la app de Uber Eats como contratistas independientes, pueden conectarse a la plataforma cuándo, cómo y dónde lo deseen, sin turnos, zonas, ni requisitos de exclusividad establecidos, prestando su servicio a los comensales y a los socios restaurantes de la app de Uber Eats”, indicó la compañía mediante un correo electrónico.

“En referencia al precio, los socios repartidores reciben una tarifa por la distancia recorrida desde el restaurante hasta la ubicación del usuario. Esta es la tasa de envío pagada directamente por usuario al socio repartidor. Además, el socio repartidor puede generar ganancias adicionales, si cumple con las condiciones de las promociones que se encuentren vigentes en la app de socios, como los multiplicadores”, afirmó la empresa. No precisó el número de repartidores en el país.

UNIVERSIDAD también envió varias preguntas al viceministro de Trabajo Ricardo Marín; sin embargo, no se obtuvo respuesta antes del cierre de esta edición.

Según Uber Eats los “socios repartidores” son contratistas independientes y no tienen requisitos de exclusividad. (Foto: Katya Alvarado).
Este es el segundo sindicato

Las repercusiones en las condiciones salariales, en las jornadas laborales y en la protección social que ha tenido esta “plataformización” del trabajo en el país lleva algunos años, al igual que las demandas de los trabajadores y la no-regulación de la misma por parte de las autoridades.

El 25 de noviembre de 2019 varios repartidores de Glovo quemaron bolsos alrededor de la Rotonda de la Hispanidad en San Pedro. Así empezaron el primer movimiento. Y el 19 de mayo del año pasado se realizó otra manifestación de trabajadores de “delivery”, que exigían un aumento en los pagos por viajes, entre otras cosas.

Como confirmó la defensora pública laboral Paula Calderón Devandas, la Unión Nacional de Trabajadores de Plataformas es el segundo sindicato de trabajadores en plataformas que se forma en el país, ya que el primero fue de repartidores de Glovo formado a finales  de 2019.

Calderón investigó el caso en su tesis “El trabajo en la plataforma tecnológica Glovo en Costa Rica. Análisis del reconocimiento de los derechos laborales de las personas repartidoras a la luz del concepto de trabajo decente” ante la Universidad Estatal a Distancia (Uned).

“Lo que yo cuestiono es que aquí viene una empresa extranjera, viene con el discurso de que es un trabajo independiente y todos nos lo creemos y no cuestionamos nada, incluso el Ministerio de Trabajo”, comentó Calderón a este medio.

En sus tesis, Calderón expone que si bien “la organización colectiva de las personas repartidoras de las plataformas empieza a dar sus primeros pasos”, “existen diversas dificultades para su desarrollo, tales como el número elevado de repartidores sin la existencia de grupos unidos, la rivalidad entre personas repartidoras, el miedo a represalias (bloqueo) por parte de la empresa y la percepción negativa de la figura del sindicalista”.

Sin embargo, destaca que “las personas repartidoras han empezado a dar muestras de formar parte de un colectivo con el interés común de obtener mejores condiciones laborales” y menciona la conformación del segundo sindicato.

Mauricio Castro puntualizó que “el ejercicio de la libertad sindical no requiere reconocimiento de nadie; las personas trabajadoras asalariadas, pero también los trabajadores independientes, tienen derecho a la libertad sindical y se constituyen sin pedirle permiso a nadie”.

“Una vez que los trabajadores se organizan es que el derecho laboral colectivo es un derecho de instrumentos. Te organizás para algo, ese ‘para algo’ es tutelar y proteger los intereses colectivos”, subrayó Castro.

La situación laboral de los repartidores de plataformas sigue debatiéndose en tribunales en todo el mundo. El 25 de setiembre de 2020, por ejemplo, en el Tribunal Supremo de España se dictó una sentencia que concluye que un repartidor de la empresa Glovo tenía una relación laboral —no mercantil—, y que, debían aplicarse la normas laborales íntegras.


Testimonio: “Hago entre ¢2.000 y ¢2.500 la hora, a veces hasta menos”

A continuación presentamos el testimonio de un repartidor en moto de Uber Eats, de 43 años. Antes hacía trabajos de mensajería y chofer por horas, pero el trabajo se redujo sustancialmente con la pandemia y recurrió a esta opción en marzo del año pasado. Cuenta que actualmente hace entre ¢2.000 y  ¢2.500 la hora; “a veces hasta menos”. Mantenemos su nombre en el anonimato por solicitud del trabajador.

“Dentro de la aplicación te dan los nuevos términos y condiciones, y hay que darle aceptar para poder conectarse. La aplicación calcula el kilometraje que vas a recorrer y el tiempo estimado y se basa en eso. Lo que pasa es que el pago sí ahorita está bastante bajo, en la aplicación que usted quiera.

En Uber Eats he estado conectado hasta ocho horas y no me ha salido un viaje. Hay mucho, mucho repartidor. Recordemos que por desgracia está toda la problemática anterior del desempleo, sumando la pandemia. Ahora ¿qué es lo que hacen las personas? Te quedás sin trabajo, tenés un carro o una moto que califica, diay, lo primero que buscás es hacer Uber Eats, con tal de seguir produciendo. La cantidad de repartidores se incrementó exageradamente.

Las personas que le dan servicio de soporte a Costa Rica están en Colombia y México; de ahí se viene el tema de la diferencia de culturas, que no conocen calles, que uno les advierte de zonas muy peligrosas y para ellos es muy fácil decir ‘vaya, vaya o si no se le cobra el pedido’ porque no conocen nuestras calles.

Una vez me salió un pedido, 11 de la noche, a entregar en Los Cuadros, en un lugar que le dicen El Matadero, y como yo conozco la zona porque soy de Coronado, dije ‘un momento, aquí no entro porque voy a salir sin moto, sin casco, sin celular, sin billetera y si tengo suerte salgo con la vida’. Me comuniqué con la aplicación y les dije; pero me decían que tenía que ir, que era mi responsabilidad, que si no iba me iban a cobrar el pedido, que ellos veían que me había quedado a 600 metros del lugar de entrega. Me comuniqué con el usuario y le pedí que si por favor podía salir, y el muchacho salió pero me dijo de todo”.


 

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