País Discurso ante Asamblea Legislativa, a un año de dejar el poder

Luis Guillermo Solís: 20.000 palabras para ostentar el cambio

En 2 horas y 20 minutos dio el último informe ante diputados actuales; un discurso lleno de información, tan largo como la novela “La metamorfosis”.

 

 

Casi 20.000 palabras requirió el presidente Luis Guillermo para su último informe de labores ante los actuales diputados, a un año de dejar el poder y finalizar un gobierno que, insiste, se sintetiza en la palabra “cambio”.

Solís hizo una extensa enumeración de logros y gestiones que apenas pudo embutir en un documento casi tan largo como la novela “El viejo y el mar”, de Ernest Hemingway, o, quizá más apropiado para hablar de cambio, “La metamorfosis”, de Kranz Kafka. Necesitó dos horas con 20 minutos para leer su discurso a un ritmo acelerado este miércoles 3 de mayo en la Asamblea Legislativa.

El autor, atiborrado de cifras y porcentajes para mostrar el progreso gubernamental en relación con el pasado, pintó un cuadro favorable incluso de cara al futuro, pues aseguró que su sucesor a partir del 2018 no deberá lidiar con muchos de los problemas arrastrados por décadas, como debió hacerlo él.

El presidente enfatizó las obras sociales que se reflejaron en la reducción de la pobreza registrada en 2016, pero también en un estilo que, afirmó, ha logrado erradicar cualquier atisbo de corrupción. Esta fue una de las afirmaciones que más críticas generó de inmediato, por los cuestionamientos en los sobresueldos de jerarcas del gabinete y en la concesión de la carretera que conecta con la nueva terminal portuaria en Moín.

Consciente de que habla por última vez a unos diputados que tienen el poder de frenar o permitir proyectos del Poder Ejecutivo en este año de competencia electoral, el Presidente se permitió gastar hasta la última cifra para mostrar avances. Usó 66 veces la palabra “millones”, 41 veces el vocablo “inversión” y en 70 ocasiones recurrió al signo de porcentaje, lo que indica la utilidad de la cifras para sustentar que “que Costa Rica luce hoy mejor que antes, más reluciente que antes, más esperanzada que antes”.

A pesar de…

En su versión de “la metamorfosis”, una analogía útil para el proceso de cambios orgánicos que el mandatario asegura haber instaurado, Solís alardeó de la estabilidad económica, del crecimiento mayor al promedio latinoamericano y de los esfuerzos por reducir las desigualdades. Esto, A PESAR (lo escribió con mayúscula en el documento) de un entorno internacional de pronósticos reservados, de tareas intactas durante décadas, del entramado legal engorroso y de unos funcionarios públicos que ocupan cargos de mando medio y se resisten a trabajar bien.

Solís, sin embargo, se cuidó de no atacar de manera explícita al Partido Liberación Nacional (PLN) rival suyo directo en las elecciones anteriores y un contendor fuerte para el Partido Acción Ciudadana (PAC) en 2018. Más bien aprovechó para agradecer a los legisladores en general el impulso a varios proyectos de ley que incluye dentro de la cosecha del año 2016-2017. No obstante, insistió en las deficiencias heredadas, en costumbres clientelares y en el recuerdo de un terreno público que volvió a comparar con “un charral”.

Ese terreno “ es hoy un espacio de servicio público que si bien no será menos complejo que el que yo hube de administrar, al menos le permitirá al próximo Presidente hacer su aporte sin preocuparse de temas que ya no le significarán, como fue el caso para nuestra Administración, una carga de décadas”, pronunció Solís.

Expuso con su reconocida habilidad discursiva, con gestos contundentes y variados, como cuando pidió a diputados, embajadores y a autoridades de otros poderes ponerse de pie para enumerar a las diez personas fallecidas por el huracán Otto y homenajearlas con un silencio de cinco segundos. El contenido fue un mar de información con un tono como de antepenúltimo capítulo de una historia, aunque aseguró que duplicará esfuerzos en el año que le resta a su gobierno.

El mensaje presidencial se dio este miércoles 3 de mayo después de que los diputados prolongaran la elección del Directorio legislativo de este 1°. de mayo. Estaba previsto para el día 2, pero Solís se pudo presentar un día después de las negociaciones políticas turbulentas, ya instaurado el diputado evangélico Gonzalo Ramírez como presidente de la Asamblea Legislativa con el apoyo de los legisladores de oposición y el repudio de quienes lo califican como “fundamentalista religioso” y opuesto a los derechos humanos modernos.

Solís en su discurso pasó lejos del tema de derechos humanos, un área que tiene insatisfecha a grupos activistas. Lo mencionó muy breve en relación con la población penitenciaria (quizás demasiado breve si se considera la amplitud del debate público por la filosofía impulsada por su ministra de Justicia, Cecilia Sánchez). También lo pronunció cuando recordó el impulso a la habilitación de la Fertilización in Vitro (FIV) en Costa Rica, un tema de especial controversia ante posturas conservadoras como la de Gonzalo Ramírez.

El presidente tampoco se atrevió a citar opción alguna de incorporación a la Alianza del Pacífico, dejó por fuera las negociaciones que impulsó el gobierno anterior para un concordato con el Vaticano y ni siquiera pronunció a la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS), para la cual hay un proyecto de reforma.

Además, obvió planes de reformar la estructura del Estado (transformación de instituciones, ajustes al sistema presidencial, etc), a pesar de que ha reconocido la necesidad de que el país entre a ese terreno delicado. Igualmente, dejó de lado la alusión a proyectos alusivos al recorte de beneficios laborales en el sector público, un asunto abrasivo frente a la coyuntura de crisis fiscal y la presión de organizaciones gremiales.

Un mensaje al pueblo (o al electorado)

Sobre los temas que más preocupan a los costarricenses, según diversas encuestas, exaltó el trabajo en generación de empleo y activación de la economía, además de los esfuerzos por combatir la evasión fiscal, aunque insistió en la necesidad de aprobar el aumento de impuestos mediante reformas al tributo de ventas y de renta. Sostuvo que cada día que pase aumenta el endeudamiento del país y eleva el riesgo de una escalada de tasas de interés y otros inconvenientes de la economía, aunque en esta ocasión evitó el cariz apocalíptico que ha usado en otras ocasiones para mostrar los apuros fiscales.

Otra fuente de angustia a la población es la seguridad ciudadana. En este campo describió acciones con enfoques tradicionales, citando cantidades de droga incautada a redes criminales y el dinero invertido en la Policía, como lo han hecho autoridades anteriores, aunque subrayó la necesidad de integrar esfuerzos con el Poder Judicial y también de priorizar la prevención. “La mejor forma de prevenir la delincuencia será siempre la creación de oportunidades dentro del contexto de la seguridad humana”, dijo cuando le faltaba casi un tercio del discurso por leer.

En la recuperación de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el presidente alardeó de esfuerzos para fortalecerla y de nuevo volvió a enumerar inversiones de millones de colones, aunque estudiosos de la gestión de esta sensible entidad, siguen preguntando por reformas estructurales que la acondicionen para enfrentar el desafío del envejecimiento de la población, de la reducción de cotizantes y de graves problemas de gestión. En el régimen de pensiones, otro de los temas se especial preocupación popular, mencionó la instauración de una mesa de diálogo y volvió a repetir que los directivos de la CCSS no debieron aumentar un 33% la retención salarial, como hicieron a principios de 2017 sin que hasta ahora se hayan retractado.

También las encuestas señalan una atención popular sobre la corrupción. Este es el tema que, acorde como el discurso casi genético del PAC, el presidente Solís asegura haber asumido con mayor eficacia. Lo hace sin haber vuelto a mencionar aquella frase de “casa de cristal” para referirse a la Presidencia de la República, que más bien sirvió para críticas en su primer año.

“Cuando han surgido dudas acerca de la probidad con que se tomaron determinadas decisiones, se ha actuado con prontitud y eficacia, con estricto apego a la ley y en respeto del debido proceso”, dijo. Mencionó como ejemplo las intervenciones ejecutadas a entidades como Judesur y Infocoop por posibles irregularidades y desvíos de millones de colones.

Para sostener su logro en lucha contra corrupción, citó el informe de Transparencia Internacional de 2016, en el cual Costa Rica se colocó con el mejor índice de percepción desde que se hace este estudio. A la mañana siguiente la Contraloría General de la República (CGR) haría público una encuesta menos favorable.

La alusión a la probidad no logró convencer a algunos opositores que, en redes sociales, recordaron los casos de algunos viceministros con pagos indebidos o del gasto innecesario en obras de infraestructura, como los $14 millones de más que costará la vía de dos kilómetros que emboca con la Terminal de Contenedores de Moín, una megaobra cuya inauguración está en duda para antes del cambio de gobierno, en mayo de 2018.

Con mazo dando y a Dios rogando

En infraestructura pública, Solís se mostró contundente en los avances, a pesar de frecuentes cuestionamientos y de atrasos en la reparación y ampliación del puente que simboliza los problemas nacionales en construcción de carreteras: el conocido como “la platina” y bautizado en esta administración como “Alfredo González Flores”, como lo citó en dos oportunidades en el discurso. “Lo entregaremos en este mes de mayo”, prometió en esta ocasión, sabiendo que puede resultar un punto a favor de su gestión, dado que gobiernos anteriores no lograron dar solución a este puente en la autopista que conecta Alajuela con San José.

Solís también lanzó líneas hacia el futuro inmediato. Sostuvo que en el año que le resta verá iniciarse las obras de la ampliación de a carretera San José-San Ramón. Este proyecto cargado de polémica en los últimos seis años ahora es objeto de un fideicomiso del Banco de Costa Rica, pese a discordias hechas públicas con el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) que Solís había prometido cerrar y que sigue funcionando con cuestionamientos similares al pasado.

“Resulta evidente que nuestra intención de transformar radicalmente el sector de construcción de obra pública actualmente constituido por el MOPT y el CONAVI, requiere de una modificación legal que no ha sido posible concertar”, reconoció Solís en uno de los escasos pasajes a posibles faltas de su gobierno. Como es usual en estos informes presidenciales, el mandatario se centró más en señalar los obstáculos sobre el terreno.

“Este Gobierno ha sido capaz de responder a los múltiples retos de la agenda nacional  A PESAR de esas dificultades; A PESAR de esas cargas ominosas y A PESAR de los obstáculos que nos han impuesto los poderes fácticos, a la dificultad propia de las instituciones o a los errores que involuntariamente hayamos cometido”, dijo casi cuando se despedía, después de casi 140 minutos, el equivalente en tiempo a dos misas católicas.

No es casual la comparación con las misas. A pesar de la controversia por la elección de un predicador evangélico como presidente legislativo este 1°. de mayo, o quizás por ello, Solís decidió comentar y acabar su discurso con alusiones religiosas. Apenas saludó, agradeció a Dios. “Sus bendiciones sobre Costa Rica han sido pródigas incluso en las muy dolorosas horas en que fuimos azotados por el fiero huracán o las iras de los volcanes.  Sus inefables pero evidentes muestras de amor por nuestro pueblo nos hacen recordar las palabras del salmista: ‘(…) aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré mal alguno porque Tú estarás conmigo’”.

Parecía suficiente la referencia divina, pero al cierre volvió a invocar a Dios al expresar optimismo por consolidar el cambio, o la metamorfosis, hacia un país sin pobreza, corrupción ni vulnerabilidad productiva. “Con la ayuda del Altísimo”, acotó antes de marcharse en paz. Ahora comienza oficialmente el último cuarto de su gobierno.

 

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