País Entrevista con el nuevo miembro de la Corte Suprema de Justicia

Los juegos y los fuegos del magistrado Celso Gamboa

El nuevo magistrado estrena oficina para ejercer su quinto cargo público como jerarca en los últimos cinco años.

El nuevo magistrado estrena oficina para ejercer su quinto cargo público como jerarca en los últimos cinco años. No se reconoce como jurista, sino como un abogado pragmático, un ‘cientista criminal’ y un proyector de “visión de Estado” para la Sala Penal a la que arriba. A la polémica con el Frente Amplio suscitada tras su elección como magistrado dice no encontrarle explicación.

En la calle todavía le dicen “ministro”, pero dentro de esa camisa hay un fiscal de carrera que ahora habla como magistrado recién nombrado. No es un jurista, ni mucho menos. Su formación es más bien la de abogado pragmático que aprendió las artes de moverse políticamente. Hasta lograr, por ejemplo, llegar -a los 39 años- al olimpo del Poder Judicial con un apoyo multipartidista que dejó efectos abrasivos en un sector de la Asamblea Legislativa.

Hablará de su relación con el Frente Amplio, cómo no, pero Celso Gamboa Sánchez –quien este jueves 11 de febrero juró como nuevo magistrado de la Sala Penal– empieza esta entrevista mostrando los adornos que cuelga en las paredes de su nueva oficina en el piso 7 de la Corte Suprema de Justicia, como el reconocimiento que le otorgó el cuerpo de inteligencia de Colombia y un ejemplar de La colección del Führer.

Afuera vigilan dos guardaespaldas, asignados por el Ministerio de Seguridad Pública, de su máxima confianza, que lo acompañan desde sus tiempos de fiscal. “Mantiene un nivel de amenaza”, justifica el director de la Inteligencia y Seguridad (DIS), Mariano Figueres.

Dentro, la oficina del nuevo magistrado tampoco le es del todo desconocida: es la misma que su padre afectivo Daniel González Álvarez como magistrado de ese mismo tribunal, un jurista casado con su madre, la actual ministra de justicia, María Cecilia Sánchez.

Este lunes apenas acomodaba su despacho; sobresalía una pistola reconstruida y enmarcada, que se usó para asesinar al testigo de un homicidio que él investigó en sus tiempos como fiscal en Limón.

Hay también reconocimientos de cámaras empresariales y recuerdos de su breve e intensa carrera como jerarca público, desde aquella mañana del 2011 cuando investigaba un homicidio en Talamanca y recibió una llamada de la presidenta Laura Chinchilla para nombrarlo viceministro de Seguridad.

Después fue su jefe de la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS), viceministro de la Presidencia y ministro de Seguridad con Luis Guillermo Solís hasta febrero del 2015, cuando renunció para ejercer como fiscal general adjunto.

También quiso ser, en 2012, director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), pero perdió el concurso contra otro exfiscal, Francisco Segura, que se convirtió en un adversario público.

Ya, sin embargo, tenía en mente ser magistrado, relata.

“Desde que yo sacaba la basura quise ser magistrado. Fui conserje aquí; fui conductor de reos. Los chavalos en el parqueo me saludan de ‘mae’; yo jugaba de bola con el equipo de cárceles y hasta fui goleador”, cuenta echado para atrás en el sofá, sin dejar de soplar el valor del cigarrillo electrónico al que atribuye haber logrado dejar de fumar desde hace un año y tres meses, gracias a la recomendación de su excompañero de gobierno y actual jefe de la DIS, Mariano Figueres.

Se parecen en la vehemencia y pasión con que abordan los temas que les interesan.

Su tema son las artes criminales. Se ha dado conocer en el lado represivo, aunque los logros que resalta en el Ministerio entre 2011 y 2015 los atribuye a la inversión en lo preventivo.

Algún crítico dijo el jueves que “se perdió un buen policía y se ganó un magistrado en veremos”. Su respuesta: “Nunca he sido policía, he sido un cientista criminal”.

JUEGO DE TRONOS

Celso Gamboa parece a sus anchas en su nueva oficina. Ya se estrenó como votante en fallos de la Sala III este viernes junto a compañeros que fueron sus profesores y se habría estrenado en Corte Plena en la tarde del lunes, pero la sesión fue cancelada y él no preguntó por qué.

Espera que le den clave de correo electrónico y poder acabar de adornar su oficina. Espera leer los casos que llevan en la Sala sin descuidar los libros que tiene colocados en la mesita de centro, sobre todo uno que amplía las explicaciones sobre la “teoría de los juegos” del matemático húngaro John von Neumann, de quien se declara seguidor y casi discípulo.

De ahí, de la “teoría de los juegos”, asegura nutrirse para sus estrategias, incluida la que le permitió alcanzar llegar al olimpo del Poder Judicial.

“Es que yo tuve una gran ventaja porque había una comunión en el objetivo de buscar un relevo generacional y los otros candidatos eran muy buenos pero estaban incluso cerca de la jubilación. No tuve que hacer lobby ni presionar a nadie. Sé que uno no debe agobiar; es algo planificado y de manejo de perspectivas en el tinglado correcto”.

“Es de conocer el timing correcto”, contesta sin ninguna señal de modestia.

Cuesta creer que no hubiera un lobby o un cabildeo de la candidatura, aunque se sabía también que había diputados a cargo de promoverla.

No se ven hasta ahora los diplomas y esto puede tener valor para un sector que le ha criticado desde dentro del Poder Judicial. Egresado de la Universidad Libre y titulado por la Universidad Federada dice no extrañar haber pasado por la Universidad de Costa Rica (UCR) ni por alguna otra facultad de renombre internacional.

Sí sacó después una maestría en Criminología en la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y ahí sí hizo tesis.

“Tengo la robustez necesaria para administrar una justicia penal de calidad. La misma robustez de la Facultad de Derecho en UCR la hallé en las U privadas.

Son casi los mismos profesores”, se defiende después de contar que quiso ingresar a la sede Rodrigo Facio pero no alcanzó el corte de carrera. Entonces entró a la sede de Occidente de la UCR pero se cansó de viajar y su modo de vida en las residencias no resultó agradable para su mamá.

Cuenta que los horarios de la UCR no eran (ni son) asequibles para alguien que, como él, tenía que trabajar para ayudar a sus abuelos, con quienes vivía en lo barrios del sur de San José, mientras su mamá trabajaba lejos.

Dice haber crecido en San Rafael Abajo de Desamparados y Sagrada Familia; “donde pelan la papa en el aire”, asiente antes de recordar que tiene compañeros de escuela presos, drogadictos o asesinados.

Lo de ser limonense ocurrió después, por causa de su trabajo como fiscal que lo ancló en Limón. Allá conoció a su actual esposa y también al actual jefe de fracción de Frente Amplio, Gerardo Vargas. Eso fue quizás importante para estar ahora en la silla de magistrado, tras el voto favorable que obtuvo de 42 de los 53 diputados presentes el miércoles 10 de febrero.

GRACIAS, FRENTE AMPLIO

Es imposible no hablar del apoyo de Frente Amplio. Dentro del partido se desató una fuerte polémica por el respaldo que le otorgaron tres de sus nueve legisladores, a pesar de la responsabilidad que le achacan a Gamboa en la represión de una manifestación en defensa de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), el 8 de noviembre de 2012. Aún hay grafitis que lo culpan de la acción policial de ese 8N.

Para empezar, Gamboa niega responsabilidad alguna. Era el viceministro de Mario Zamora, titular de Seguridad, pero asegura haber estado en vacaciones porque trabajaba en su frustrada candidatura para dirigir el OIJ.

También se recuerda a Celso Gamboa como el ministro que, en octubre del 2014, ordenó tomar los muelles de Limón donde el sindicato aplicaba una huelga contra la concesión a la empresa APM Terminals.

Gamboa no es una cara que simpatice en grupos de izquierda y, por tanto, en la generalidad de Frente Amplio, pero sí recibió algún apoyo de esta bancada.

“Creo mucho en la línea de fracción pero también en conocer a las personas por separado. Tengo muchos amigos y familiares que militan en muchos partidos. Ya le conté de mi padre y su militancia en la izquierda. Yo nunca he tenido militancia, pero sí mi ideología y me la reservo, para no activar aguas tormentosas”, contesta Gamboa.

La votación es secreta, insistió Gerardo Vargas el jueves cuando UNIVERSIDAD le preguntó si había votado por Gamboa; pero una carta filtrada al público después dejó ver que él y Frank Camacho (Cartago) sí votaron por él.

Así lo justificaba el jefe de la bancada del FA: “Hace más de 20 años siendo yo sacerdote de Siquirres, conocí a Celso Gamboa porque trabajaba en los tribunales de este cantón. Trabajó también en los tribunales de Limón; en todo ese tiempo tuve la oportunidad de conocer su trabajo. Conozco también a su familia en Limón (…) Voté por el porque lo conozco y sé quién es él”.

Después ofreció disculpas a los seguidores de Frente Amplio. Otras voces, como la de Patricia Mora y Ligia Fallas dijeron haber votado por otros aspirantes.

Gamboa se dice sorprendido de tanta polémica. Asegura haber sido un buen candidato porque era joven (39 años) pese a ser también “un producto probado” por sus cargos de jerarca público.

Su votación fue amplia. Era el candidato del Partido Liberación Nacional (PLN) y tenía un apoyo esperable de la mayoría del Partido Acción Ciudadana (PAC, con la excepción de Ottón Solís y Epsy Campbell), a la que se sumó el PUSC, sin nada qué reprocharle.

Varios se tomaban fotos el jueves con el nuevo magistrado como lo harían con un famoso. El dilema era para Frente Amplio pero Gamboa insiste en que no entiende bien por qué, pues tiene buenas relaciones con ellos.

Sí reconoce algo: “La elección de un magistrado es un acto eminentemente político”. Lo dice en tono conclusivo y vuelve a aspirar el cigarrillo electrónico. Un pequeño aro de vapor emula el hubo de tabaco frente a su cara durante una pausa de unos cinco segundos, algo inusual en este hombre de verbo veloz y frases hechas.

“VENGO CON VISIÓN DE ESTADO”

Asegura haberse esforzado por ayudar a fortalecer el Ministerio Público en este año como número dos, pero dice que ahora podrá hacer mucho más por él, por ejemplo, en términos presupuestarios y de disposición de plazas.

También pretende ayudar a unificar criterios dentro de la Sala III o al menos aportar uno más. Asegura que el Poder Judicial necesita abrirse más a la ciudadanía y acercarse a ella; hay que acortar los plazos de los juicios, hay que modificar ciertos privilegios de los funcionarios judiciales, como el del subsidio del 100% en las incapacidades.

“No vine a ser borrego”, responde cuando se le consulta sobre el efecto que tendrá en los 11.000 funcionarios.

“Vengo oxigenado, vengo con una visión más de Estado, de cómo está el país en un sentido más general y eso creo que puede ser útil para el Poder Judicial”, añade.

Quiere ver cuánto le dura ese oxígeno. Dice que no descarta llegar hasta el punto de la jubilación, lo que implica 25 años de magistratura, pues dice haber perdido el régimen de pensiones del Poder Judicial por haberse ido al Poder Ejecutivo entre 2011 y 2015.

Tampoco descarta en el futuro buscar otro camino, como tampoco es raro en su expediente reciente. “No estoy pegado con cemento a esta silla”, advierte antes de soltar una de esas frases que dejan abierta la puerta a mayores conjeturas: “Podría ser también que en el futuro tome otras decisiones si vienen en beneficio de la colectividad”.

Gamboa, podría decirse así, no es tímido a la hora de los sueños profesionales, ni teme a los retos grandes.

Ahora, sin embargo, dice estar concentrado en su nuevo puesto. Dice que le emociona y apasiona. Señala también que no sabe cuál será su salario, pero sabe que es más que los casi 3,5 millones que recibía como subjefe del Ministerio Público. Asegura que podría pagar por estar acá, donde quiso por mucho tiempo.

Ahora quiere “mimetizarse” como uno de los 22 magistrados de la Corte Suprema, o eso dice. Cree que esta será la última entrevista que concede por su elección como magistrado y espera que en 15 días nadie de acuerde de él.

“La vanidad es el peor enemigo y yo quisiera proyectarme no por vanidad, sino por mostrarme como un magistrado competente”.

(Mantendrá su cuenta de Twitter activa y seguirá hablando por ahí. Aunque sabe que deberá tener cuidados, cree que es útil y hasta ha resuelto casos criminales por esa vía. Agradece a quien que le recomendó interactuar en Twitter: Juan Diego Castro, uno de sus maestros.)

 

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“Tengo la robustez necesaria para administrar una justicia penal de calidad. La misma robustez de la Facultad de Derecho en UCR la hallé en las U privadas. Son casi los mismos profesores”.

“No tuve que hacer lobby ni presionar a nadie. Sé que uno no debe agobiar; es algo planificado y de manejo de perspectivas en el tinglado correcto. Es de conocer el timing correcto”.
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