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Los antibióticos pierden la carrera contra las bacterias

Especialistas hacen llamado a usarlos de manera racional tanto en la salud humana como veterinaria.

“La resistencia bacterial a los antibióticos va en aumento y estamos agotando muy deprisa las opciones terapéuticas. Si dejamos el problema a merced de las fuerzas de mercado exclusivamente, los nuevos antibióticos, que con mayor urgencia necesitamos, no estarán listos a tiempo”.

Así de tajante se expresó la Dra. Marie-Paule Kieny, subdirectora general de la Organización Mundial para la Salud (OMS) para Sistemas de Salud e Innovación, el pasado 27 de febrero, cuando la institución publicó una lista prioritaria de patógenos resistentes a los antibióticos.

Se trata básicamente de la resistencia que desarrollan las bacterias a nivel genético con el paso del tiempo para resistir la aplicación de antibióticos.

En Costa Rica el problema se monitorea desde el Centro Nacional de Referencia en Bacteriología, que pertenece al Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa). Hilda Bolaños, quien coordina ese centro, reconoció lo delicado de la situación y destacó que el país desde el 2012 incluyó la resistencia a antibióticos en la lista de eventos de notificación obligatoria.

Esa lista contiene enfermedades, dolencias y accidentes sobre los que los sistemas de vigilancia en salud ponen énfasis y que deben notificarse a las autoridades de salud.

Sin embargo, Bolaños observó tareas pendientes. “Todavía trabajamos en cómo se hace la notificación, porque es muy complicada. Probablemente se haga desde el punto de vista del laboratorio, que se definan ciertos tipos de mecanismos de resistencia para ser notificados”.

Antonieta Jiménez, responsable del Laboratorio de Antimicrobianos de ese centro, trabaja específicamente en la coordinación de esa vigilancia y al afirmar que la OMS no sobredimensiona el problema, enfatizó la necesidad de que la información pertinente llegue a la población, “pero sin alarmar”.

“Se trata de ofrecer más información a la población porque realmente si no hacemos algo ya, en 20 años no va a haber tratamiento, no solo para ciertas infecciones, como sucede hoy,  sino que no se contará con el tratamiento antibiótico necesario para muchas más”, alertó.

Uno de los principales problemas a la hora de abordar la situación radica en que es muy difícil cuantificarla, precisamente por la naturaleza versátil y la rápida reproducción de las bacterias que desarrollan tal resistencia.

El problema, sin embargo, no es nuevo. Bolaños lo informó desde los años 80, pero ha ido creciendo.

En el último año la OMS ha insistido en manifestar su preocupación y alarma. En agosto estableció nuevas directrices para el tratamiento de tres infecciones de transmisión sexual (ITS). Se trata de la clamidiasis, la gonorrea y la sífilis, enfermedades cuyo tratamiento consiste en la aplicación de antibióticos sin mayor problema, pero este es “cada vez más difícil” porque esos antibióticos “están perdiendo eficacia a raíz de su uso indebido o excesivo”, se lee en un comunicado.

Esta nueva realidad afecta a las 131 millones de personas que cada año contraen clamidiasis, a los 78 millones que contraen gonorrea y los 5,6 millones que contraen sífilis.

Sin embargo, la OMS poco después subió el tono de su preocupación, pues en una nota descriptiva, publicada en octubre, calificó la resistencia a los antibióticos como “una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo”.

“ATENCIÓN URGENTE”

César Rodríguez, microbiólogo del Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales (CIET) de la UCR, aseveró que se trata de un tema que requiere “atención urgente”. Según explicó, el problema no se limita a hospitales, pues el mayor uso de antibióticos en términos cuantitativos y cualitativos se da fuera de ellos, lo cual, según dijo, escapa del control de las autoridades sanitarias.

Explicó que el problema “no tiene marcha atrás”, ya que las bacterias han desarrollado un reservorio de genes de resistencia y, como muchas de ellas se componen de un material genético muy versátil y maleable, esa genética de resistencia puede pasar de un sitio a otro y de una especie a otra muy fácilmente.

El desarrollo de esa reserva genética de resistencia surge a partir de la llamada “presión selectiva”, que se refiere a la exposición de las bacterias a los antibióticos a través del buen uso, del mal uso y del abuso de los antibióticos.

Rodríguez enfatizó que esa “atención urgente” se debe dar a todo nivel, desde quien lo prescribe -sea en medicina humana, veterinaria o en protección de cultivos-, hasta la educación para quienes consumen antibióticos.

Expresó que lo que se debe promover es el uso racional, “no abogo por que no se usen, porque soy consciente de que un productor, paciente o médico si no usa el antibiótico necesita una medida correctiva alternativa, que no existe… no existe la opción de no usarlos”.

Además subrayó que la educación es necesaria para que la población comprenda el daño ecológico y ambiental que significa liberar antibióticos al medio ambiente, así como las consecuencias de agotar el recurso, tanto en clínicas como en fincas.

El científico además informó que ya se ha documentado en Costa Rica la presencia de antibióticos en los alimentos de animales, una de las formas por las cuales los antibióticos entran a la cadena alimenticia.

Según dijo, se hizo un estudio con cientos de muestras de alimento animal recolectadas por funcionarios del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), y “lo primero que notamos es que casi nunca correspondía la información teórica con la realidad, siempre tenían más antibiótico de lo que debería concentraciones excesivas”.

La “concentración excesiva” quiere decir que el antibiótico no está presente de manera más o menos homogénea en el alimento, porque en su fabricación se utilizan grandes tambores para hacer las mezclas, pero no se limpian bien y los residuos de la aplicación anterior se van en el nuevo lote de alimento, según explicó. A ello se sumó la presencia de bacterias resistentes y genes de resistencia a los antibióticos.

Especificó que los animales más expuestos a los antibióticos son el pollo, camarón, tilapia y cerdo.

Rodríguez, además, subrayó que el comportamiento de las bacterias no es aislado según su ubicación geográfica o temporal: “es una red en donde no necesariamente lo que ocurre aquí y hoy está limitado, sino que puede tener consecuencias en otro país por la movilidad del mundo globalizado y porque las bacterias tienen un metabolismo y una genética optimizada para ser versátil y cambiante”.

A ello se suma que se trata de organismos con tiempos de generación muy cortos. En un año se pueden dar unas 30 generaciones de una bacteria.



La clave es higiene y prevención

“Tenemos que llegarle a la población antes de que requiera los antibióticos, insistir en lavado de manos en preparación higiénica de alimentos, la lactancia materna, todo lo que son medidas de prevención primaria”, enfatizó la doctora Bolaños.

Citó que a través de la vacunación se previene por ejemplo la meningitis causada por la bacteria Streptococcus pneumoniae, cuyo tratamiento requiere muchos antibióticos porque es una enfermedad muy grave.

Añadió que además de todas esas medidas básicas de prevención, se debe trabajar en enseñar a niños y niñas desde pequeños esas medidas de salud pública básica. Sin embargo, la labor educativa a ese nivel es apenas un inicio, pues dijo que se debe insistir en el tema en la formación del personal de salud y “no solo en el campo de la salud humana, sino en la salud veterinaria, en la formación de farmacéuticos, de médicos, odontólogos y demás. Se debe hablar seriamente del tema”.

La especialista Antonieta Jiménez coincidió con ese criterio, pues reconoció que algunas de las bacterias incluidas en la lista prioritaria de la OMS se encuentran en el país y aseveró que “de lo que se trata es de disminuir la cantidad de infecciones con estos organismos”.

Al mismo tiempo, subrayó la importancia de que la población apoye a los profesionales en salud respecto del uso de los antibióticos solo cuando realmente son necesarios y no se presione al médico. “Si no es necesario, nada se hace tomando antibióticos más que ayudar a la resistencia. Además se debe tomar todo el tratamiento, pues dejarlo antes de tiempo da chance al organismo de que se vuelva resistente”.



 

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