Hay un aspecto en que varias personas analistas coinciden: ya le llegó la hora al Presidente, Carlos Alvarado, de sentarse a negociar con todos los sectores sociales y trascender la simple escucha de propuestas. Para ellos, el tiempo está en el límite porque la crisis económica y social generada por el COVID-19 se agudiza conforme pasan los meses.
Para estas personas especialistas consultadas por UNIVERSIDAD, Alvarado está en deuda con el papel de líder de un proceso de negociación, al tiempo que estiman que el gabinete comete los mismos pecados de él.
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Una carta dirigida el 27 de julio, no al mandatario, sino a los diputados, encabezada por el Presidente de la Conferencia Episcopal, José Rafael Quirós, demanda “un diálogo nacional franco y directo” sobre la capacidad de respuesta gubernamental ante la Caja Costarricense de Seguro Social, las ayudas sociales, el desempleo, el bono Proteger, un ajuste de impuestos “progresivo y solidario” y una reforma fiscal estructural.
La misiva está también firmada por académicos y exrectores como Yamileth González, exministros de la administración Solís Rivera, como Luis Felipe Arauz, Helio Fallas y Edgar Gutiérrez Espeleta y la también exjerarca de salud del expresidente Arias, María Luis Ávila, así como por los exdiputados, Jorge Arguedas, Rolando González, Henry Mora, y figuras laureadas de la cultura como Julieta Dobles, Dionisio Cabal, Rodrigo Arias Formoso y María Eugenia Bozzoli.
Diálogo, no negociación
Cuándo se les pregunta sobre la capacidad de negociación que muestra Alvarado, los politólogos coinciden en que la estrategia presidencial ha sido la de escuchar, pero sin incorporar peticiones o sugerencias a los planes que se llevan a cabo.
“El presidente y su equipo han estado sosteniendo reuniones, pero los actores dicen que no tiene ningún impacto real, entonces esto va creando un clima de animadversión. La administración no ha brillado por ser un digno representante de un diálogo que sea inclusivo, lo que genera una sensación de poca credibilidad entre los sectores”, afirmó el analista Sergio Araya.
La falta de credibilidad se acentúa cuando el mandatario de la República convoca a encuentros que, llegada la hora de tomar decisiones, parecen cumplir únicamente un papel protocolario, ya que no se aplican las peticiones sociales a dichas medidas.
“La capacidad de negociación depende no solo de la escucha sino también de la incorporación de esos elementos. Hay una agenda clara donde se muestra que hay un diálogo permanente y donde se muestra que el Gobierno ha estado en reuniones, pero no necesariamente incorpora las observaciones que los grupos le hacen”, agregó el analista Gustavo Araya.
Poco interés negociador
Sumado a la casi nula incorporación de sugerencias, el presidente Alvarado ha mostrado, en palabras de los expertos, una baja apertura e interés hacia la negociación con los sectores.
Para el analista Pablo Barahona, esto se debe a un alejamiento del mandatario con los grupos a los que fue cercano durante su campaña política, a los cuales ha dejado de lado en momentos de crisis y de toma de decisiones.
“Le ha faltado el interés de escuchar la sensibilidad de un sector que fue el que lo llevó al poder. El presidente parece que tiene una enorme inseguridad, que la trasluce en no escuchar, sino en enconcharse, porque un presidente seguro de su agenda y de sus conocimientos no tiene ningún problema en contrastar sus ideas”, aseguró.
Sergio Araya dice que la sensación que produce el Ejecutivo es que las reuniones carecen de una voluntad genuina para realizar intercambios concretos entre las partes.
“Da la sensación de que es una forma de amortiguar presiones o molestias, una acción reactiva como para tratar de minimizar el conflicto, pero que luego, porque no llega a nada concreto, se genera más bien una escalada de esa molestia, debilitando la confianza y la credibilidad que debe transmitir una administración, especialmente en momentos de crisis”, afirma el experto.
Empresarios sí, sectores sociales y trabajadores, no
Pese a que la molestia durante los últimos días se ha generalizado, los analistas consideran que el presidente Alvarado, dentro de su poca disposición negociadora, mantiene un contacto más cercano con sectores empresariales, mientras que deja de lado a trabajadores de la agricultura, pesca y sindicatos.
“Pareciera que sí hay acercamiento con algunos sectores empresariales, por ejemplo con Horizonte Positivo, UCCAEP. Por otro lado, parece que hay alejamiento con otros sectores, como el sindical, ambientales, derechos civiles, pero el Gobierno no muestra una agenda clara de lo que estos sectores han estado proponiendo y hace pensar que hay un acercamiento a un sector y alejamiento del resto”, dijo el analista Gustavo Araya.
Para el abogado Pablo Barahona esta situación ha llevado a que en el país se produzca un desequilibrio y que el enojo se traduzca en movimientos desde las calles.
“Esto ha generado que crezca no solo la sensibilidad sino la desconfianza de los otros sectores, porque el presidente no tiene la humildad, ni la escucha suficiente para incorporar otras voces y a partir de ahí llevar la negociación. Ha sido un gobierno sordo solo para una parte, del oído izquierdo, pero del oído derecho parece que escucha muy bien y es el que le da órdenes”, afirmó.
Ejecutivo carente de impacto
A las carencias del presidente hay que sumar que los miembros del gabinete presentan las mismas falencias a la hora de acercarse a distintos sectores y buscar acuerdos.
La politóloga Vanesa Calvo señala al ministro de enlace con el sector privado y a la ministra de Planificación como los principales responsables de estas fallas.
“André Garnier es una figura inexistente, mientras que la ministra Garrido es una académica que se ha quedado ahí, dirigiendo desde una dimensión meramente teórica la reactivación económica, que ya estaba siendo totalmente cuestionado a julio de 2019 y nuevamente la pandemia viene a agravarlo. Aquí tenemos una incapacidad total”, aseguró.
Por su parte, la co-coordinadora del Observatorio de Política Nacional, Eugenia Aguirre, considera que el ministro Marcelo Prieto tiene una cuota alta de responsabilidad, ya que ha ejercido un papel muy discreto durante estos meses.
“El Ministerio de la Presidencia es la figura que en nuestro ordenamiento jurídico entraña esta responsabilidad de entablar negociaciones fluidas. Hoy no conocemos si se están recibiendo a los sectores, pensando también que el proceso de negociación más complejo con los sectores ha sido el de las negociaciones en torno a las reducciones de presupuesto, por ejemplo”, afirmó.
Posibles soluciones
Ante la crisis y las constantes falencias demostradas, Aguirre considera que Alvarado tendrá que cambiar su actitud ante los encuentros y revisar sobre quiénes descansa la responsabilidad de comunicar lo que se hace.
“La escucha activa es el primer principio de la negociación. Hay que abrir el espectro de figuras y organizaciones con las que se discuten las medidas a tomar. Además, creo que corresponde a la Presidencia definir con muchísima certeza cuáles son sus vocerías y personas a cargo de las negociaciones”, sugirió.
Por su parte, Calvo aseguró que el Ejecutivo necesita cambios fuertes para retomar el rumbo.
“La solución a todo esto es que se quiten los que estorban. Hay que dejar la intransigencia y quitar la gente que me estorba, porque hasta ahora no han hecho nada. Pero ahora parece que el interés mayor está en la confusión, porque de ahí se saca provecho”, sentenció.