Mundo Brasil registra más de 80% de aumento en cantidad de incendios         

Las maniobras políticas tras la catástrofe en el Amazonas

Políticas de Gobierno y discurso de Jair Bolsonaro en favor de agroindustria y la minería potenció tala y quema del pulmón del mundo.

La selva del Amazonas arde a ritmo acelerado. El fuego avanza aprovechando que aún es época seca, pero, sobre todo, la deforestación que se ha disparado desde que el ultraderechista Jair Bolsonaro asumió el poder el pasado 1 de enero.

Su administración ha promovido el crecimiento de la agroindustria ganadera y de la soja; al mismo tiempo ha mostrado un desdén por la protección del medio ambiente, en particular en la Amazonía.


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La protección del Amazonas ha sido por casi dos décadas el centro de la política ambiental brasileña, y su éxito para desacelerar la deforestación es considerado un ejemplo en la lucha contra el cambio climático. Ya no más.

En lo que va del año se han registrado 80.626 incendios en todo Brasil, un 78% más que en el mismo periodo de 2018, según datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE). Más de la mitad queman la región amazónica.

Esta imagen difundida por la NASA muestra la dimensión y avance de los focos de incendio en Sudamérica, a través de Brasil, Bolivia, Perú, Paraguay, Ecuador, Uruguay, el norte de Argentina y el noroeste de Colombia, al 15 de agosto. (Foto: Joshua Stevens / NASA Earth Observatory / AFP).

De esos incendios, 1.113 focos ocurrieron en las 24 horas entre el sábado 24 y domingo 25 de agosto.

La tala y las quemas en el Amazonas y otros bosques brasileños tienen dos grandes motores: la retórica antiambiental del presidente Bolsonaro y la laxa aplicación de la legislación ambiental en su mandato. Esto ha envalentonado a ciertos actores en la sociedad brasileña.

Una convocatoria pública comunicada en agosto en el diario Folha do Progresso, en el estado amazónico de Pará -presuntamente realizada por agricultores- llamó a celebrar un “día de incendio” en el que los incendiarían grandes áreas de bosque para “mostrar disposición a trabajar al presidente Bolsonaro”.

“Necesitamos mostrarle al presidente que queremos trabajar y la única forma es derribarlo (el bosque). Y para formar y limpiar nuestros pastos, es con fuego”, dijo uno de los organizadores de la “quemadura”.

El Ministerio Público Federal (MPF) informó el 22 de agosto que está investigando la convocatoria.

El procurador de ese Estado, Camões Boaventura, destacó la correlación entre deforestación y quema con la pérdida significativa de biodiversidad, el calentamiento global, la desregulación de las lluvias, la inseguridad alimentaria y la propagación de enfermedades de origen ambiental, como los problemas cardiorrespiratorios.

La fecha prevista para ese “día del fuego” fue el 10 de agosto. Datos del INPE mostraron un incremento significativo de las quemas durante ese día y los posteriores.

La localidad paraense de Novo Progresso, en el norte del país, registró 124 nuevos casos de incendio ese día, un aumento del 300% con respecto al anterior. En Altamira, perteneciente al mismo estado, los satélites detectaron 194 focos de incendio ese día y 237 al día siguiente.

El desmantelamiento

Desde antes de asumir la presidencia, en noviembre pasado, Bolsonaro canceló la cumbre climática que su país organizaría para finales del 2019 y obligó a otros países de la región a apurar el paso para encontrar un anfitrión.

En febrero, el general retirado y Secretario de Asuntos Estratégicos, Maynard Santa Rosa, anunció planes para construir un puente sobre el río Amazonas en el estado de Pará para empezar a desarrollar lo que llamó región “improductiva, desértica”, en referencia a la selva Amazónica.

Esos planes forman parte de la estratagema revelada por el sitio Open Democracy, que publicó la existencia de un plan detallado elaborado por el Gobierno para el desarrollo de proyectos de infraestructura y detener programas de conservación y protección de la naturaleza. (Ver recuadro).

Los aumentos en deforestación y en incendios provocados se dan cuando Bolsonaro ha flexibilizado los controles ambientales —como las multas, advertencias y la confiscación de equipo ilegal— al tiempo que reordenó las entidades encargadas de proteger el medio ambiente.

Desde su plan de gobierno difundido cuando aún era candidato, Bolsonaro planteó fusionar los ministerios de Agricultura y Ambiente, algo de lo que después desistió; pero, al asumir el poder el 1 de enero, colocó como jerarca de Agricultura a Tereza Cristina, conocida por hacer lobby en favor del gran empresariado agroindustrial.

Como ministro de Ambiente designó a Ricardo Salles, quien fungió como secretario de Medio Ambiente del estado de São Paulo y de donde salió condenado por haber alterado mapas de un plan de gestión ambiental para favorecer a empresas mineras. Salles además niega la incidencia humana en el innegable cambio climático que atraviesa el planeta.

Bolsonaro transfirió la Agencia Nacional de Aguas al Ministerio de Desarrollo Regional, movió el Servicio Forestal Brasileño al Ministerio de Agricultura y abolió la Secretaría de Cambio Climático.

Además, el presidente nombró como administradores en posiciones clave a personas con poca o ninguna experiencia y debilitó el proceso de licencias ambientales bajo el pretexto de obtener una mayor eficacia.

Una parte de estos cambios fueron criticados desde inicios de mayo por ocho exministros y exministras de Ambiente de ese país, mediante una carta pública en donde advertían del “riesgo real de aumento incontrolado de la deforestación en la Amazonía”.

Los cambios de Bolsonaro están teniendo efecto. Un análisis publicado en julio por el New York Times reveló una caída en las multas y castigos por parte de la principal agencia medioambiental del país. El primer semestre del 2019 tuvo una caída de 20% en la cantidad de medidas de control, en comparación con el año anterior.

Esto le da más margen de acción a quienes cometan acciones contra el medio ambiente en Brasil.

Aumento de las llamas

Luego de que el INPE revelara que la deforestación estaba en crecimiento, la reacción de Bolsonaro consistió en destituir al director de ese Instituto, Ricardo Galvao, al que acusó de mentir o dañar la imagen de Brasil por publicar los datos.

“Nuestra sensación es que eso no coincide con la verdad. Hasta parece que [el presidente del INPE] está al servicio de alguna ONG”, dijo Bolsonaro, según lo reportó la agencia AFP. De hecho, el presidente ha insistido en intentar culpar a ONG por los incendios.

Por su parte, un grupo de más de 180 organizaciones emitieron en conjunto este 22 de agosto una nota de repudio a las declaraciones del presidente.

“El aumento de la quema no es un hecho aislado. En su corta tenencia, la deforestación, la invasión de parques y tierras indígenas, la explotación ilegal y depredadora de los recursos naturales y el asesinato de líderes de comunidades tradicionales, indígenas y ambientalistas también han crecido”, dijeron respecto a la administración Bolsonaro.

El pasado viernes, mientras las llamas continuaban su acelerado paso a través del bosque y al transmitir un mensaje televisado en que anunciaba el envío de tropas para atender la crisis, Bolsonaro sacó tiempo para ir a un club en Brasilia, para acudir a un espectáculo de un comediante cristiano de derecha, Jonathan Nemer.


El plan secreto

Documentos filtrados por Open Democracy revelan que el gobierno de Jair Bolsonaro tiene planes para bajarle el perfil a proyectos internacionales de conservación y construir nueva infraestructura en el Amazonas.

El portal, que obtuvo una presentación de PowerPoint y una directriz presidencial confidencial, reveló que una de las prioridades del actual gobierno brasileño es detener la implementación de proyectos internacionales de protección forestal.

El documento menciona específicamente el proyecto llamado “Triple – A”, por las siglas de las regiones que cubriría este corredor: los Andes, la Amazonía y llega hasta el Atlántico. Este plan de protección fue planteado por comunidades indígenas en la Cumbre de Biodiversidad en Egipto, el pasado noviembre.


 

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