País Análisis político

Las costarricas de nuestras mentes

“...Es una noche de semana y lo que podría parecer un plan con objetivos y misión definida se planeó hace veinte minutos con un breve...

“…Es una noche de semana y lo que podría parecer un plan con objetivos y misión definida se planeó hace veinte minutos con un breve cruce de llamadas telegráficas y un mensaje de texto tipo “mae_stoy_afuera_jale_x_unas_birras…”

Un país de la mente, Luis Chaves

(http://editorialorsai.com/revista/post/n2_costa_rica)

 

En el recorrido que hicimos el domingo con los colegas del CIEP-ECP de la UCR vimos muchos países políticos. Por eso me atreví a tomar prestada la idea de Luis Chaves de que vivimos en el país de nuestras mentes. Su texto publicado por la Revista Orsai, en el 2011, me parece un referente para entendernos todavía hoy.

Creo que no tenemos solo un país y esta elección lo ha reflejado. Si en épocas pasadas los marcos analíticos de la política se entendían en la clave del 48 -el bipartidismo, los caudillos y padres de la patria, la izquierda y la derecha-, lo que ha hecho la elección de 2018 (y la de 2014) es reventar por los aires esas explicaciones. Por eso, muchos no encuentran respuesta. Me perdonan el academicismo, pero creo que la clave está en comprender la complejidad de nuestro tiempo.  Voy a tratar de elaborar.

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Se nos olvida que fuera de Facebook existe la realidad, que en las costas y las fronteras las preocupaciones son otras, que no es lo mismo el barrio de la Agonía, en Alajuela, que Medio Queso aunque estén en la misma provincia. Tampoco es cierto que todas las personas jóvenes sean más liberales o que todas las mayores sean conservadores. Así, no existe tampoco un único modelo de familia.

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No existe un único país de nuestra mente como ya lo adelantaba Chaves. Vivimos en nuestra burbuja citadina, “facebookeana” y familiar y creemos que el país completo debe ser gluten free. Se nos olvida que fuera de Facebook existe la realidad, que en las costas y las fronteras las preocupaciones son otras, que no es lo mismo el barrio de la Agonía, en Alajuela, que Medio Queso aunque estén en la misma provincia. Tampoco es cierto que todas las personas jóvenes sean más liberales o que todas las mayores sean conservadores. Así, no existe tampoco un único modelo de familia: Carlos y Fabricio aparecieron en varios momentos del día con sus hijos en brazos, estoy seguro que ambos los aman pero los educan distinto. Costa Rica no es una sino muchas.

Pero, además de esa complejidad, se debe entender que las identidades políticas también son volátiles y más que fotos del momento, tenemos que ver la película completa. Son muchas Costa Ricas y están en movimiento.

Quisiera recapitular en breve lo más importante de los últimos meses. Primero, la carrera presidencial, que nos deja varios hechos significativos:

  • El auge de un candidato (Fabricio Alvarado) y un partido (Restauración Nacional) que hace dos meses estaba por debajo del 3%.
  • El repunte del candidato oficialista (Carlos Alvarado) que hace dos meses estaba en sexto lugar con un apoyo del 5%.
  • El desastre político del Partido Liberación Nacional que, por primera vez desde su fundación en 1951, no es la primera o segunda opción electoral y enfrenta a el hasta ahora partido más grande e histórico de Costa Rica a una crisis severa.
  • El fracaso de Antonio Álvarez Desanti y su proyecto político, que también levanta dudas sobre los liderazgos históricos del PLN que no han podido (¿o querido?) darle oportunidad a una generación de recambio.
  • El repunte del PUSC y su candidato Rodolfo Piza, que es significativo pero que también habla de las enormes dificultades que ha pasado ese movimiento para superar una crisis estructural, moral y de liderazgo que vivió ese partido en los últimos años (la existencia del Partido Republicano Social Cristiano es la prueba de ello).
  • La debacle del movimiento del candidato Juan Diego Castro, que cayó tan rápido como subió y se ilustra en uno de los vídeos del candidato en la noche del 4 de febrero.
  • La desaparición del escenario político del candidato Otto Guevara después de 20 años de intentar ser Presidente y la crisis financiera en la que queda el Partido Movimiento Libertario al no poder acceder a la deuda.
  • El fracaso de la candidatura de Edgardo Araya, que obliga al partido Frente Amplio a repensar también sus liderazgos y su apuesta política.

Todos estos hechos relacionados con la carrera presidencial deben entenderse en la lógica de la complejidad y el dinamismo de las identidades políticas costarricenses. Es decir, que de cara a la segunda ronda es muy pronto para celebrar o sentirse derrotado.

Si la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos cambió el panorama político de forma brusca, por qué insistimos tanto en creer que todo permanecerá igual en estos dos meses (semana santa incluida). Lo otro es entender que a los seres humanos nos gusta tener marcos interpretativos de la realidad, que nos ayuden a estar seguros, caminar por el mundo y tomar decisiones; es decir, que en estos dos meses veremos una lucha simbólica entre los Alvarados por convencernos de que su narrativa (su manera de entender el mundo y los retos del país) es la mejor. Y en esa batalla, además de los partidos políticos, los medios de comunicación, líderes de opinión, influencers, jugadores de fútbol, pastores y sacerdotes, familiares y sí, también académicos (etc.), se llenarán las botas del barro simbólico constitutivo, pero también de la suciedad que queda cuando pasa una manada de argumentos, ideas, mentiras y basura. Cada uno deberá sacar los pies de ese suampo y salir a votar (o no) como mejor pueda.

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No, no se puede hacer cualquier cosa con tal de ganar, pues nuestra condición humana exige límites en el accionar privado y público. El no reconocimiento del otro como un sujeto, como un ser humano que merece nuestro respeto y nuestra empatía, es la mayor derrota que podemos tener como sociedad, independientemente.

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Pero debemos recordar que, aunque Costa Rica tiene un sistema presidencialista, la Asamblea Legislativa también importa. También quiero recapitular lo más importante en este sentido:

–   a pesar de la crisis que enfrenta, el Partido Liberación Nacional sigue teniendo la fracción legislativa más grande del futuro Congreso y prácticamente igual que la actual; es decir, el PLN sigue teniendo una base de apoyo electoral fuerte, independientemente de la debacle de su candidato (el partido es más grande que el candidato);

– lo anterior abre una duda sobre el liderazgo futuro de ese partido, que parece seguir sufriendo las heridas de la disputa entre la familia Arias y la Figueres, y sobre todo de la coordinación de la fracción legislativa que no está muy claro si dividirá sus lealtades entre esas dos familias o respetará al candidato perdedor;

– el partido Restauración Nacional aumenta su tamaño en el Congreso de 1 a 14 curules, aunque, más allá de la defensa de sus valores religiosos, no están claras las ideas de las personas elegidas y sus posturas en otros temas como cambio climático, déficit fiscal o reforma política, por ejemplo;

–  el Partido Acción Ciudadana disminuye la cantidad de diputaciones respecto del actual Congreso y muestra una vez más que el apoyo a sus candidatos no se traduce necesariamente en curules o en una presencia uniforme y consolidada en el territorio nacional (el candidato es más grande que el partido);

–  el PUSC aumenta (o mantiene) la cantidad de personas electas en la Asamblea y esto refuerza que ese partido sigue vivo.  Si logra sanar las heridas con el Partido Republicano Social Cristiano (dos diputaciones) y formar un bloque, se convertiría en la tercera fuerza en el Congreso por encima del PAC;

– el PIN recoge los frutos de prestarle el vehículo-partido a Castro y logra capitalizar el apoyo a su candidato en 4 diputaciones de personas que, más allá de su actitud confrontativa, se sabe poco en términos de su pensamiento;

– el partido Frente Amplio pierde ocho escaños legislativos y se convierte en uno de los principales damnificados de esta elección, lo que también sugiere que los apoyos de 2014 no fueron estructurales, de movimientos sociales estables o ideológicos (o si lo fueron se perdieron en la acción legislativa);

– la desaparición legislativa del partido Movimiento Libertario, que terminó de esculpir su lápida con cemento chino, es sin duda un hecho histórico;

– la salida legislativa del partido Alianza Demócrata Cristiana y su líder Mario Redondo, el Partido Accesibilidad Sin Exclusión (Óscar López) y Renovación Costarricense, también refieren al debilitamiento de esos feudos políticos a manos de Restauración Nacional;

– la disminución en el número de partidos no necesariamente se traduce en acuerdos automáticos.

Finalmente, quisiera destacar un elemento adicional de esta campaña política, aún con el riesgo de que mis colegas politólogos me tilden de inocente. Me ha sorprendido, como nunca antes, la incapacidad de la clase política de entender que el triunfo electoral no puede ocurrir al costo de su derrota moral. No, no se puede hacer cualquier cosa con tal de ganar, pues nuestra condición humana exige límites en el accionar privado y público. El no reconocimiento del otro como un sujeto, como un ser humano que merece nuestro respeto y nuestra empatía, es la mayor derrota que podemos tener como sociedad, independientemente de la cantidad de votos obtenida.

Se debe reconocer que existen muchas costarricas, así, todas con minúscula, ninguna con mayoría suficiente para gobernar, que los apoyos no son estructurales sino temporales y a veces efímeros. donde el que hoy está arriba mañana puede desaparecer.

La complejidad y el dinamismo en las identidades políticas líquidas de nuestra sociedad nos obligan a reconocer primero que existen y luego a actuar en consecuencia, con respeto, humildad y humanidad. No es posible hablar de acuerdos un minuto después de mentir o atacar al oponente.

La Costa Rica única, con un modelo de familia, una religión, una ciudad, un color, una preferencia sexual, una clase social, que probablemente nunca existió, hoy está definitivamente extinta. Hoy más que nunca se debe entender que para hablarle a todos estos países de la mente que somos, se requiere reconocer al otro y recordar nuestra condición humana.  Lo que une a esos varios países de la mente que somos es, precisamente, nuestra humanidad; y, si la rompemos, el bicentenario de nuestra independencia será una fecha macabra, una celebración sin sentido.


Felipe Alpizar es Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, director del Centro de Investigación y Estudios Políticos de la UCR y profesor de la Maestría en Ciencias Políticas de la UCR.


 

 

 

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