UNIVERSIDAD entrevistó al psicólogo Mar Fournier, de la organización Hombres Trans Costa Rica y representante del Colegio Profesional de Psicólogos en este tema, acerca de los problemas que enfrenta la población trans cuando acude a los servicios de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), con el fin de hacer su transición hormonal.
¿Cuáles son sus principales objeciones al protocolo que está elaborando la CCSS para atender a las personas trans?
-El principal problema es que se ha construido sin la participación de las personas trans, y esto genera un sesgo terrible. La relación entre las personas trans y la CCSS siempre ha sido tensa. Ni siquiera es el tema de la hormonización. El no reconocimiento de las identidades trans, la insistencia en llamarnos por un nombre que no nos identifica, ha alejado a buena parte de la población, con consecuencias preocupantes para la salud y la vida de las personas trans.
Aun así, las organizaciones hemos insistido en que queremos formar parte de la elaboración del protocolo, pero no se nos ha incluido más que para una exposición en la que nos presentan un protocolo ya casi acabado.
Entonces, hoy un grupo de profesionales está elaborando un protocolo, y puede que tengan la experticia técnica, pero desconocen la realidad de la población a la que pretenden ayudar. Por esto, finalmente el protocolo reproduce una serie de estereotipos e ideas erróneas acerca de la realidad y las necesidades de nuestra población.
¿Puede dar ejemplos de esto?
-Impone como requisito el diagnóstico de “disforia de género”, del DSM, o “transexualismo” del CIE-10 (ver: Personas trans exigen opinar sobre protocolo de atención de la CCSS), categorías que las personas trans rechazamos rotundamente.
Ya el Colegio Profesional de Psicólogos de Costa Rica se ha pronunciado con claridad: las identidades trans no son una enfermedad mental, no requieren una cura. Los tratamientos hormonales y quirúrgicos para afirmar el género de las personas trans no son una cura para un trastorno, sino un acompañamiento preventivo para evitar las peligrosas consecuencias que provoca el estrés de minorías (alta incidencia de depresión, ansiedad e ideación suicida en la población debido al rechazo, la falta de aceptación y la necesidad de vivir en el ocultamiento).
¿En qué conocimiento se basa la CCSS para elaborar este protocolo?
-Desconozco cuáles son los modelos en que se basa el protocolo, pero todo parece indicar que, en lugar de los más progresistas, de países como Uruguay, Argentina, se está siguiendo el modelo conservador y patologizante que pocos países todavía mantienen.
Hay un movimiento internacional por la despatologización de las identidades trans, basado en el enfoque de derechos humanos, pero también respaldado por evidencia científica. Producto de estas luchas, Canadá, por ejemplo, eliminó hace un tiempo el requisito de diagnóstico de “disforia de género”.
¿Cuál debería ser el enfoque a seguir por la CCSS?
-Hay formas no patologizantes de acompañar estos tratamientos. Una valoración psicológica (que tomará apenas unas sesiones) puede determinar que una persona no padece ningún trastorno mental, no está sufriendo un delirio y, por el contrario, al ser una persona trans, requiere acceso a tratamientos que le permitan resguardar su integridad emocional y su salud mental. Esto se hace en varios países del mundo, y se ha hecho en Costa Rica también, tanto en el sector privado como en los casos que han logrado ingresar en la CCSS.
Este protocolo significa un enorme retroceso, y entra en contradicción con la visión de salud integral que promueven la Política Nacional de Salud, el Plan Nacional de Salud 2015-2019, las directrices técnicas para la promoción y garantía del derecho a la salud de gais, lesbianas, bisexuales, trans e intersex del Ministerio de Salud y la Norma nacional para la atención en salud libre de estigma y discriminación a personas LGBTI y otros hombres que tienen sexo con hombres, que establecen la importancia de un enfoque no patologizante.
¿Cuáles obstáculos enfrentan las personas trans que recurren a los servicios de la CCSS para efectos de su transición?
-Desde hace varios años, algunas personas trans (en especial hombres), han ingresado a tratamiento hormonal en la CCSS. Sin embargo, el principal obstáculo es el ingreso. La mayoría de las solicitudes para referencia a endocrinología son rechazadas en las clínicas. Quienes sí han logrado la referencia para endocrinología, usualmente consiguen la aprobación del tratamiento. En algunos casos se ha pedido que una persona profesional en salud mental certifique que se trata de una persona trans (esto no es lo mismo que un diagnóstico de trastorno mental).
Sin embargo, registramos casos de compañeros que incluso tras años de estar recibiendo el tratamiento con indicación del especialista y con visible avance en su proceso de masculinización (barba, voz gruesa, por ejemplo), al llegar a la farmacia, la persona que despacha les ha negado la tesosterona o inclusive se las ha cambiado arbitrariamente por progesterona, bajo el argumento de que “no es ético darle hormonas masculinas a una mujer”. Esto ha llevado a algunos compañeros a tener que abandonar el tratamiento en la CCSS.
En los últimos meses estamos enfrentando un obstáculo que antes no existía: el requisito de diagnóstico psiquiátrico. De nuevo, un gran retroceso hacia un modelo patologizante que entra en contradicción con los derechos humanos.
Tanto desde las organizaciones trans como desde el Colegio Profesional de Psicólogos de Costa Rica, hemos insistido en la necesidad de que se nos incluya en la construcción del protocolo pues tenemos alternativas, basadas en modelos exitosos que se aplican en otros países.
La información existe, la voluntad de nuestra parte también, lo que ha faltado es apertura por parte de quienes elaboran este protocolo para sentarse a dialogar -y no solo a explicar- con el mejor grupo de expertos en la materia: las personas trans.
Nos subestiman, nos toman por ignorantes, desconocen que muchas personas trans somos profesionales en ciencias de la salud y ciencias sociales, y que quienes no han tenido el privilegio del acceso a la educación superior, han hecho un enorme esfuerzo por informarse y capacitarse en la materia, por lo que son verdaderas expertas.
El diagnóstico no tiene por qué ser un requisito. La salud no existe solo en oposición a la enfermedad. En Costa Rica esto está reconocido en el papel desde hace años, pero parece que cambiar las estructuras mentales es más difícil que cambiar las normativas.
¿Han enfrentado problemas de desabastecimiento de hormonas por parte de la CCSS?
-No hemos registrado desabastecimiento en la CCSS, aunque muchas veces el argumento que se ha utilizado para rechazar el tratamiento hormonal es que la CCSS no cuenta con los medicamentos para la transición. Esto es falso, puesto que sí hay personas recibiendo tratamiento desde hace años. Lo que falta no son medicamentos, sino voluntad para incluir su uso para apoyar procesos de transición en el protocolo.
Lo que sí estamos enfrentando desde hace tres meses ya, es una grave crisis de desabastecimiento de testosterona en las farmacias comerciales del país, que tiene a decenas de hombres trans sin tratamiento, sufriendo en su cuerpo los efectos de la supresión hormonal.
Esto está provocando niveles de angustia muy preocupantes y la situación no parece mejorar. Ni las casas farmacéuticas ni el Ministerio de Salud saben indicarnos cuándo se resolverá la situación.