País Entrevista con el economista Pablo Sauma

“La relación 80/20 no garantiza ningún tipo de eficiencia”

La mítica fórmula utilizada históricamente para presupuestar las finanzas universitarias es de origen desconocido, hasta el momento.

En su respuesta a un editorial del diario La Nación, publicada semanas atrás por UNIVERSIDAD, la exrectora de la UCR, Yamileth González explicó que el criterio principal por el cual, históricamente, este centro de enseñanza determina cuánto de su presupuesto se destina al pago de salarios y cuánto a los demás gastos de operación, es la proporción 80/20.

Sin embargo, ¿qué exactamente implica esta y cuál es su origen?

En aquella respuesta se hace alusión a la existencia de un presunto estudio, según el cual esa fórmula sería la indicada para distribuir los presupuestos de las entidades de educación superior.

Pero, según el economista Pablo Sauma, quien —como indicó la exrectora en su respuesta—, participó en el pasado en los análisis técnicos de las finanzas universitarias, él nunca pudo dar con el estudio “original” y nadie le supo decir dónde encontrarlo.

Economista Pablo Sauma: “Algunos aumentos automáticos favorecen solamente a ciertos grupos, por ejemplo, el escalafón administrativo para profesionales versus los profesores licenciados fuera de régimen académico”. (Foto: Katya Alvarado).

Puede que esto sea así porque, igual que el “pecado original”, el “estudio original” realmente nunca existió.

La fórmula de 80/20 como tal, recuerda al llamado principio de Pareto y el aire mítico que parece tener en las finanzas universitarias —ese: “porque siempre se ha hecho así”—, da la pista de que, en realidad, se trata de una versión no especializada del principio de Pareto.

De hecho, replicado laxamente ad infinitum, el 80/20 incluso es considerado, en varias áreas, como una “divina proporción”. Pudimos comprobar, en Internet, que esa fórmula se usa para innumerables estimaciones, incluidas las citas amorosas (heterosexuales) en línea.

En cuanto a estas, la gruesa fórmula dice que, en términos de su “atractivo” “el 80% de los hombres (menos atractivos) compiten por el 22% de las mujeres (más “atractivas”) y el 78% de las mujeres (menos “atractivas”) compiten por el 20% de los hombres”.

Pero, veamos. El principio del economista Wilfredo Pareto, de finales del siglo XIX, establece que, para muchos fenómenos, el 80% del resultado proviene del 20% del esfuerzo.

Sin embargo, como observa Sauma, este planteamiento “se refiere a una asignación de recursos que corresponde con una situación de máxima eficiencia, pero que no necesariamente resulta socialmente deseable. La relación 80/20 es un máximo, mientras, que el óptimo de Pareto es un punto específico”.

Por su parte, el master en economía Marco Antonio Moreno define el óptimo de Pareto como una medida de utilidad que determina “el punto de equilibrio en el que ninguno de los agentes afectados puede mejorar su situación sin reducir el bienestar de cualquier otro agente”.

Sin embargo, en su uso no especializado, la fórmula 80/20 para hacer presupuestos es, según la experta en finanzas de la Universidad de Colorado, Paula Pant, “un método de presupuestación para quienes no gustan de monitorear sus gastos”.

“Con la regla 80/20 para presupuestar, usted pone el 20% de su ingreso en la cuenta de ahorros y gasta el resto. También conocida como el presupuesto del “págate a ti primero” o del anti-presupuesto, es una manera simple de mantener la estabilidad financiera, asegurando que tienes suficientes ahorros para hacer frente a los tiempos de vacas flacas”, añade.

“El recurso a la regla del 80/20 es mejor para quienes no necesitan o no quieren una estructura, para quienes no les gusta monitorear sus gastos o para quienes son nuevos en la elaboración de presupuestos. Es un buen punto de partida, pero debería ser visto como el mínimo que debes ahorrar”, concluye.

Con el fin de dilucidar el origen del uso de esta fórmula en los presupuestos de la UCR, así como de determinar los cambios que es necesario hacer para mejorar las finanzas universitarias, conversamos con Sauma, quien también es experto en política social.

Primero, aclaremos qué es la relación 80/20 entre las remuneraciones y otros gastos y por qué se le ha dado tanta importancia en la discusión del tema salarial en la UCR.

—La relación es muy simple, pues se refiere a los porcentajes del gasto total que corresponden a remuneraciones —salario base, anualidades, escalafones, etc.— respecto de los demás gastos de operación.

Su importancia radica en que existe la —equivocada— creencia de que mientras el monto total de las remuneraciones no represente más del 80% del gasto total de la Universidad, habrá equilibrio financiero.

En palabras de la exrectora, doña Yamileth González, en su “Respuesta a Editorial de La Nación”, publicada recientemente en el Semanario UNIVERSIDAD “un principio estructurador del equilibrio financiero institucional que es la llamada relación 80/20; es decir, el parámetro fundamental que impone una contención del crecimiento en salarios y la operación de la institución” (el subrayado es de Sauma).

Y también afirma que:Si bien es cierto los datos muestran un peso creciente de la anualidad sobre el salario base, se logra una estructura salarial que mantiene en proporción creciente el reajuste por régimen de mérito frente al salario base y también, que se sigue estando muy por debajo de la relación 80/20, un porcentaje que es considerado como el garante de un sano equilibrio financiero para las instituciones de educación superior” (el subrayado no es del original).

¿Cuál es el origen de esa relación?

—En lo personal, me enteré de la existencia de esa relación cuando formé parte del equipo que realizó el estudio actuarial en el año 2014.

Muchas de las personas con las que conversé en ese momento hicieron referencia a la relación y su importancia —prácticamente en los mismos términos de doña Yamileth—, lo que me llevó a solicitar información a los entrevistados sobre el origen de la misma.

La mayoría hizo referencia a un estudio realizado años atrás, pero sin mayor claridad sobre el año específico del estudio, ni sobre sus autores, sobre cuál o cuáles fueron las universidades consideradas y, especialmente, cuál fue la metodología utilizada.

Incluso parece que existen dos estudios, uno que consideró algunas de las universidades “más prestigiosas del mundo” y otro que fue realizado durante la rectoría de don Gabriel Macaya, ante una difícil situación presupuestaria, aparentemente específico para la UCR.

A estas alturas, sigo sin mayor información, por lo que voy a agradecer si algún lector de esta entrevista tiene mayor información sobre ese estudio y me la proporciona y mejor aún si tiene el estudio o sabe dónde conseguirlo.

Mientras no lo consiga, seguiré pensando que el o los estudios y su principal resultado —la fórmula 80/20— existen solamente en el imaginario colectivo de la UCR.

¿Considera usted que esa relación es adecuada?

—La relación entre remuneraciones y otros gastos es un indicador relevante para el análisis financiero de cualquier empresa o institución. Incluso, se debe esperar que tenga una mayor importancia en las instituciones que prestan servicios intensivos en mano de obra altamente calificada, como educación y salud.

Sin embargo, se trata solamente de un indicador más dentro del conjunto de indicadores necesarios para un adecuado análisis de la situación financiera actual y futura de la institución.

Ese indicador, por sí solo, de ninguna manera puede o debe considerarse, como un “garante de un sano equilibrio financiero para las instituciones de educación superior”, menos aún cuando se presenta casi como una ley, válida para cualquier momento en el tiempo y ante cualquier realidad financiera.

El indicador debe ser debidamente contextualizado, especialmente en el caso de la UCR, en que las remuneraciones crecen a un ritmo y los otros gastos así como los ingresos a ritmos diferentes.

Determinar cuál o cuáles valores específicos debe asumir esa relación para evitar desequilibrios financieros en un período de tiempo requiere estudios profundos, incluyendo proyecciones presupuestarias y financieras a diferentes plazos, así como estudios actuariales.

Entonces, ¿sería posible variar esa relación, moderar salarios, aumentar plazas en propiedad y dejar de estar contando con una gran cantidad de plazas en interinazgo, aumentar las becas, entre otros? Es decir, ¿es posible encontrar alguna solución distinta a lo histórico?

—Según doña Yamileth y otros, la relación 80/20 lo que garantiza es “equilibrio financiero”, no la eficiencia de ningún tipo.

No favorece la eficiencia productiva, porque aumenta el gasto en remuneraciones, pero no necesariamente se produce más, lo cual es un problema típico de aumentos basados exclusivamente en anualidades y otros que dependen de la antigüedad y no de la productividad.

Tampoco favorece la eficiencia distributiva, porque algunos aumentos automáticos favorecen solamente a ciertos grupos, por ejemplo, el escalafón administrativo para profesionales versus los profesores licenciados fuera de régimen académico.

Si bien en los últimos años “la relación” ha sido un poco superior al 70% y aún queda margen respecto al 80%, de ninguna manera se podía seguir con el ritmo de crecimiento de las remuneraciones que se traía, como lo ha demostrado la realidad.

Debe tomarse en cuenta que el aumento en la anualidad al 5,5% (2010) se dio antes de que el presupuesto para la educación se aumentara al 8% del PIB (2011).

Este último aumento dio holgura respecto al 80%, pero, como lo demostramos en el estudio actuarial del 2014 —solicitado por don Henning Jensen—, las remuneraciones estaban creciendo a un ritmo muy elevado —tanto por aumentos reales en el salario base como por la aplicación de la anualidad sobre el salario base más pluses—, lo cual hacía insostenible la situación a futuro, especialmente cuando el Fondo Especial de la Educación Superior (FEES) dejara de crecer por el aumento del 6% al 8% y se ajustara anualmente con el crecimiento observado.

Los recortes en ciertas partidas como tinta, papel, etc. e incluso en becas, resultarían necesarios. Luego serían necesarios otros recortes más fuertes.

El rubro de remuneraciones se determina por varios factores y claro que al estar cerca del límite —real, no del 80%— afecta la creación de plazas en propiedad e inversiones —diferentes a las del préstamo—, pero incluso las partidas arriba indicadas.

Dice usted que la situación se haría insostenible a futuro, especialmente cuando el FEES dejara de crecer por el aumento del 6% al 8% y se ajustara anualmente con el crecimiento observado. ¿Puede usted explicar un poco más esto?

—Espero que haya quedado claro que es equivocado seguir creyendo que las remuneraciones pueden crecer a cualquier ritmo mientras no lleguen a representar el 80% del gasto total operativo.

Ahora bien, desde el segundo lustro del nuevo siglo, el gasto en remuneraciones de la UCR inició un proceso de fuerte crecimiento, primero (alrededor de 2008) por la nueva estructura ocupacional y salarial administrativa y el ajuste salarial a los docentes, y luego por el incremento en la anualidad a 5,5% a partir de su aplicación en 2010 (acuerdo en 2009).

En 2008-2010 el gasto en remuneraciones creció en 23,5%, 22% y 15%, respectivamente, en términos nominales (la inflación en cada uno de esos años fue 13,9%, 4% y 5,8%, lo que se traduce en un elevado crecimiento en términos reales).

Como resultado de las acciones mencionadas, en 2011 y los años siguientes el gasto en remuneraciones seguiría creciendo a un ritmo elevado, sin un incremento claro en los ingresos, lo que resultaría en insostenibilidad financiera.

No obstante, la solución, al menos temporal, por el lado de los ingresos, se dio por la reforma constitucional del 2011, que aumentó el gasto en educación de 6% a 8% del PIB y lo negociado en el “Convenio de Financiamiento de la Educación Superior Universitaria Estatal 2011-2015”.

Como resultado, se dieron fuertes incrementos en el FEES, especialmente en 2013-2015 (más de 13% anual en términos nominales), que evitaron que estallara el problema de la insostenibilidad financiera.

Pero las luces de emergencia estaban encendidas. A partir del 2014, se iniciaron en la Universidad las discusiones sobre las medidas a tomar para enfrentar el problema de la sostenibilidad financiera, especialmente a partir del momento en que se alcanzara el 8% del PIB en educación (en el entendido de que sería muy difícil asignar recursos por encima de ese porcentaje) y se lograra la aspiración del 1,5% del PIB para la educación superior universitaria estatal.

Más allá de si se han alcanzado esos límites, el problema de la crisis social y económica que está viviendo el país en los últimos años obliga a la UCR —y a las universidades estatales en general— a elaborar y analizar todos los escenarios futuros posibles —de corto, mediano y largo plazo—, de forma que se tomen aquellas decisiones que garanticen la sostenibilidad financiera por muchos años.

Si bien es cierto algunas decisiones ya han sido tomadas —como la derogación de la anualidad de 5,5% en 2017, vigente a partir del 1 de enero de 2018—, hay que hacer los estudios y tomar las decisiones que correspondan.

Es decir, ¿el aumento en el gasto en educación del 6% a 8% del PIB y lo negociado en el “Convenio de Financiamiento de la Educación Superior Universitaria Estatal 2011-2015” permitieron continuar con una situación de salarios excesivamente elevados, pero además insostenibles?

—Es correcto. Si, gracias a lo mencionado, el FEES no hubiera aumentado al ritmo que lo hizo entre 2013-2015, no hubiera sido posible sostener en esos mismos años las tasas de crecimiento de las remuneraciones resultantes de los ajustes salariales a partir del 2008 —incrementos en el salario base—, el aumento de la anualidad a 5,5% —acumulativa en términos porcentuales, aplicable sobre el salario base más pluses y sin límite superior—, así como otros incentivos salariales administrativos y docentes.

¿Lo invitaron a participar en la actual Comisión recién nombrada por la Rectoría?

—No me invitaron, pero con gusto colaboro en lo que el Rector considere conveniente. En todo caso, me parece que la Comisión nombrada está adecuadamente conformada.

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