Hace más de tres décadas fundó, junto a Sergio Rojas, el Frente Nacional de Pueblos Indígenas (Frenapi) y desde hace tres años lidera la recuperación de tierra en la finca Crun Shurín, en el territorio indígena Bröran de Térraba.
Pablo Sibar es de talante sencillo pero directo y decidido, ha sido víctima de agresiones, hostigamiento y constantes amenazas de muerte. Todo ello se suma al asesinato de Rojas, hace dos años, y al de su hermano Bröran Jehry Rivera en febrero del año pasado. Ambos crímenes aún impunes.
Sin embargo, nada de eso lo hace titubear cuando asevera que “seguimos en la lucha, desde el principio hemos dicho que la tierra nos pertenece, la ley es muy clara, los jueces deberían apegarse al derecho establecido que tienen los pueblos indígenas”.
El pasado 18 de marzo, antes de una conferencia de prensa en la Asamblea Legislativa en ocasión de segundo aniversario del asesinato de Sergio Rojas, UNIVERSIDAD tuvo oportunidad de entrevistarle en la oficina del Programa Kioscos Ambientales de la UCR, gracias a la coordinación de Osvaldo Durán, del Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR) y de la Comisión del Consejo Nacional de Rectores (Conare) para Peritaje Sociocultural.
“La comunidad —expresó Sibar— sigue trabajando y luchando desde el Consejo de Mayores Bröran, para seguir impulsando los derechos del pueblo indígena Bröran. Es una lucha cotidiana, tenemos varios trabajos, como organizarnos mucho mejor, para que jóvenes y mujeres participen, con miras a fomentar realmente un mejor vivir para nuestro pueblo”.
“Nos convertimos en los mártires de la Ley Indígena”
¿Cómo cambió la comunidad después del asesinato de Jehry Rivera?
—Nuestro pueblo, muy olvidado y abandonado, inició luchas y de repente hay un asesinato, esto baja la guardia y estamos en ese reacomodo, caemos en una situación difícil. Se da el asesinato de un hermano Bröran, se viene lo del COVID-19 y todo esto ha sido un problema serio para nosotros como pueblo.
Sin embargo, no nos cansamos de decir que el peor COVID-19 que tenemos los pueblos indígenas son los terratenientes que están usurpando nuestras tierras y que el Gobierno no quiere hacer absolutamente nada por resolver el tema.
No es fácil levantarse de un asesinato en la forma en que ocurrió. Sabemos de antemano que en el momento en que iniciemos recuperaciones, la violencia volverá a florecer en el pueblo Bröran.
Lo que sí tenemos claro es que las recuperaciones continuarán, no sabemos qué día ni a qué hora, pero trabajamos para que no finalicen. Está demostrado que la lucha solo la podemos florecer por la vía de las recuperaciones de hecho, aunque nos llamen ladrones, sinvergüenzas, vagos, todo lo que dicen en medios de comunicación o en Facebook. Sin embargo, está claro, no soy un ladrón de tierras, soy un recuperador de mi cultura y soy un recuperador de la identidad como pueblo Bröran.
De la misma manera, ¿cómo cambió ese sector de los terratenientes tras el asesinato?
—Se han empoderado. Al no haber castigo, al Estado no hacer cumplir las leyes, sienten que no importa si matan a indígenas. El Estado costarricense no debe dejar en impunidad estos asesinatos, porque es el único culpable.
El Estado se escuda diciendo que son hechos aislados, quiero dejar bien claro que no lo son. Se trata de los procesos por la recuperación del territorio que se han hecho y desde ahí, con estos asesinatos, si no se hace justicia, los más perjudicados son los pueblos indígenas.
Recientemente le envió un audio al presidente Alvarado en que le describió la situación de aumento de amenazas, esa inacción del Estado y la responsabilidad que carga. ¿No siente que ese mensaje suyo fue a dar a las paredes?
—Sí. No me preocupa, tengo 40 años de luchar. Iniciamos con Sergio Rojas la lucha, hoy no lo tenemos. Lo asesinaron porque era un hombre que luchaba y exigía derechos. A mí me siguen amenazando y espero que no me asesinen, pero todo lo que hemos hecho en estos 40 años ha pegado con pared.
El tema indígena no es de preocupación para ningún gobierno. La Ley Indígena dice que las tierras indígenas son exclusivas para nosotros, que son inalienables, imprescriptibles y no transferibles, que los no indígenas no pueden hacer absolutamente nada ahí. Lo que hemos hecho después de la sacada a rastras de la Asamblea Legislativa en 2010 es volver a los territorios para que se cumpla. Nos convertimos en los mártires de esa ley, porque seguro nos seguirán matando, pero somos nosotros los que tenemos que seguir luchando, en vista de que el Estado costarricense no cumple esas leyes que ellos mismos hicieron.
¿Qué balance hace del proceso de recuperación de tierras?
—Sergio era el coordinador del Frenapi, movía dirigencia y trabajos en otros territorios y eso no le sirve al Gobierno, ni a los campesinos, ni a los terratenientes y por eso lo asesinan.
Desde el Frente analizamos que la lucha por la recuperación de tierras no va a parar. Podrán asesinarnos, pero la lucha va a continuar. Está claro que las tierras nos pertenecen.
Cada vez que se hace una recuperación, nos sentimos sumamente orgullosos de que se ve la manta de: “Sergio Rojas vive, la lucha sigue”.
Bienvenidas todas las luchas, todos los territorios tienen problemas de tierra, excepto Talamanca, pero ahí hay invasores y terratenientes y en algún momento habrá un proceso de desalojo también.
Llevamos a cabo la lucha por crear los concejos, organizaciones propias de los territorios, porque las asociaciones de desarrollo (ADI) en 40 años no han podido resolver la situación, fueron una jugada del gobierno de meter asociaciones controladas por Dinadeco y no aplican el derecho indígena como lo tendrían que aplicar. Es uno de los problemas graves que enfrentamos.
Para retomar en Térraba el proceso de recuperación de tierras, tras el asesinato de Jehry Rivera y el consecuente envalentonamiento de los terratenientes, ¿qué tan importante es el apoyo de la comunidad? ¿Qué otra arma pueden tener para defenderse frente a gente violenta?
—El arma es la convivencia que pueda hacer una recuperación, la lucha que pueda emprender ese grupo de recuperadores. El arma va a ser cómo ese grupo está altamente convencido de que la tierra no es comercial, que no es un bien que puedo destruir, que esos recuperadores sepan que la tierra es nuestra Madre, que hay que cuidarla, protegerla y que necesitamos llegar a formar lo que los pueblos indígenas llamamos el ciclo de vida, entre tierra, seres humanos y ambiente.
En el momento en que las recuperaciones ejerzan ese principio, podrán estar las turbas, podrán estar los procesos difíciles que enfrentemos, pero esa tierra nos pertenece y tenemos que tener claro a que si se llegara inclusive a que alguno de nosotros sea asesinado, esa tierra es la sobrevivencia de las futuras generaciones.