Para Karla Prendas, jefa de fracción de la actual bancada de Liberación Nacional (PLN), los problemas que han llevado al partido a sus dos peores derrotas históricas están diagnosticados: hay divisiones internas y externas, revanchismos y un excesivo pensamiento en el cálculo político.
Para la diputada, sin embargo, es una “crisis” que debería mirarse con optimismo, cuya solución está en los relevos generacionales y la aceptación de los errores cometidos; aunque no esconde que existe resistencia al cambio y que hace falta que se asuman nuevos liderazgos. Todo es un dilema que sigue sin descifrarse, pero que analiza como una “oportunidad”.
Prendas fue la única de los 18 diputados verdiblancos actuales que dio su adhesión a Carlos Alvarado (PAC), un movimiento que dice haber tomado más por su postura ideológica que por razonamientos políticos. Reconoce que era una apuesta, aunque la tomaría de nuevo.
Según la puntarenense, el PLN necesita un cambio y, ante la última gran derrota, espera que el camino haya quedado marcado.
Usted fue la única diputada liberacionista que le dio su adhesión a Carlos Alvarado en la campaña. ¿Cómo se explica eso?
— Ya no había nada disputándose en la Asamblea Legislativa que requiriera de la fracción unificada y estábamos cerca de la elección. Me preocupó que siguiéramos en ese debate tan absurdo sobre derechos humanos de la mujer, de institucionalidad de género y de derechos humanos en general. Me pareció terrible que ahí se diera la discusión. Personalmente, me cuestioné mucho a mí misma, pensé que podía inclinarme hacia Restauración para seguir en una zona de confort o que podía quedarme callada para no tener problemas. Pero finalmente pensé que era contradictorio quedarme callada si analizaba mi vida. Lo dije, sola (de la fracción), pero lo dije.
¿”Por no tener problemas”?
— Aquí no ha sido oculto cuál ha sido la posición del partido. El partido dejó a la libre y me parece genial. Había un grupo que decía que un liberacionista no debía votar por el PAC porque tenemos un conflicto histórico. Entonces, el problema era salirme de lo que se supone que debería hacerse en esa línea de partido, pero yo no podía manejarme por la vida pensando en que ese pleito personal o político tenía que dirigir la decisión. Fue salirme de una zona de confort y moverme hacia otra dirección.
Sin embargo, no fue la única liberacionista en dar adhesiones a bandos separados. Hay divisiones y este fue el segundo fracaso electoral consecutivo. ¿Está en crisis el partido?
— Podría llamarse crisis, pero a mí me parece que las crisis son buenas. Puede ser que haya una división importante en cuanto a líneas de pensamiento, no me gusta hablar de división entre personas. Esto es una oportunidad para que Liberación empiece de nuevo y para replantear qué es lo que queremos. Hay puntos de encuentro y grandes diferencias, como quedaron marcadas. Evidentemente tiene que haber relevo generacional y no estoy hablando de edades. Hay que ser humildes, autocríticos y replantear por qué el país nos está diciendo que no debemos gobernar.
La autocrítica es algo que se viene planteando desde 2014 en el PLN. ¿Hay resistencia a esa crítica, al cambio?
— Sí, yo creo que hay que aceptar que somos un partido que todavía tiene una base importante, que tiene cierta fuerza sostenible aún, pero ya es insuficiente. Tenemos dos elecciones en las que no nos ha ido bien y todo cambio genera resistencia, pero hay que cambiar muchas cosas. Hay que cambiar formas de elección interna, discursos… muchas cosas… tiene que ser algo que genere una identidad y una personalidad hacia afuera, y que convenza, que nos la creamos.
Parte de ese cambio está en que muchas de las personas que pensamos que no se está haciendo lo correcto tenemos que aprender a decirlo. Tenemos que aprender a dar nuestra posición y a manifestar lo que consideramos, aunque no sea lo esperado. Esa es la única forma en que se generan los cambios. Si usted se queda en silencio o se queja por debajo y no lo dice de frente, quedamos igual y somos todos cómplices.
¿Ve factible ese cambio?, ¿Están los liderazgos para hacer eso?
— Yo no sé qué tan factible sea, pero creo que hay oportunidades y que podría haber una gran posibilidad. En Liberación hay gente muy buena, personas muy brillantes, con mucho liderazgo, mucha capacidad y muy honrados, de diferentes partes del país. También hay un sentimiento de esperanza y de convencimiento, alguna gente lo dice como yo y otros lo dicen más bajito, pero es un gran número de gente que quiere rescatar una lógica de partido al servicio de un país moderno. No creo que alguien no quiera hacerlo, creo que está la intención.
El problema es que en un partido tan grande, con tanta historia, con tanto antecedente, es más difícil. Algunos tienen resistencia a que las cosas han cambiado y otros están más conscientes de que tenemos que asumir el cambio; pero hay de todo, sin distingo de edad o tiempo en el partido.
Hay distintas figuras en el partido, pero a veces cuesta dilucidar quién está al mando. ¿Dónde recae el liderazgo para asumir esos procesos?
— Depende. Hay grupos y hay gente que se respeta como líder, hay personas que respetamos muchísimo en nuestra cultura partidaria. Están el Comité Ejecutivo, el directorio, Antonio Álvarez, don Óscar Arias, don José María Figueres, doña Laura Chinchilla. En fin, tenemos una serie de personas que siempre son motivo de consulta y conversación, algunas muy conscientes —yo esperaría ya que todas— de que hay que ayudar a hacer ese cambio de paradigma y de atención a los nuevos liderazgos, con base en la consulta.
Tanto liderazgo parece segregar…
— Nosotros hace rato segregamos por distintas cosas y eso tampoco es un secreto. Hace rato tenemos divisiones fuertes, hace rato tenemos diferencias significativas de todo tipo. Eso no es un secreto y creo que es parte de las debilidades que hoy nos encontramos. Tener líderes es algo bueno, pero también creo que tenemos que hacer un partido en que a quien le corresponda asumir lo haga sin temor.
Cada quien hizo lo mejor en sus momentos mozos, pero yo creo que las nuevas generaciones también tienen que asumir lo que les corresponde. Yo soy liberacionista, socialdemócrata, y respeto a los líderes y excandidatos, son mis amigos y yo los respeto, pero tenemos que ir moviéndonos en una evolución.
“Nosotros hace rato segregamos por distintas cosas y eso tampoco es un secreto. Hace rato tenemos divisiones fuertes, hace rato tenemos diferencias significativas de todo tipo. Eso no es un secreto y creo que es parte de las debilidades que hoy nos encontramos”
¿Hacen falta nuevos liderazgos en el PLN?
— Liderazgos hay, pero hay que asumirlos. Hay que atreverse a asumir. Hay que creérselo que se puede asumir. A veces nos quedamos en eso de que mejor no asumimos para evitar responsabilidades y yo creo que hay gente con mucho liderazgo que podría hacer mucho. Sin hablar de excluir a gente que ha hecho mucho y es súper valiosa. Es un poco utópico, pero es la receta.
Volviendo a las adhesiones y lo que queda de estas elecciones, si uno se sentaba a escuchar algunos discursos de liberacionistas con Fabricio Alvarado, se percibía resentimiento o revanchismo. ¿Será posible superarlo?
— Yo creo que el resentimiento en política no puede llevarlo a uno a tomar decisiones. No hay cosa más dura en el quehacer político que los pleitos y las revanchas, a lo interno y a lo externo; eso es lo feo de la política, es casi imposible no entrar en eso. A lo interno del partido tenemos que dejar esa cultura de revanchismos entre nosotros mismos, porque si por eso fuera, ya muchos no estaríamos ahí, y también salirnos de pleitos de pequeñeces (externos) aunque podamos o no tener razón. Debemos ver los objetivos y lo que nos hizo convertirnos en el partido estadista y de visión que en algún momento fuimos.
Una receta de revanchismo y de resentimientos nunca es buena consejera. Yo pienso que si alguien entró en esa discusión, sin señalar ningún nombre, hay que replantearlo. Uno debe tener los objetivos claros, ahora la ciudadanía está bien informada, ve más allá de esas cosas y los pleitos más bien están restando. La gente los está cobrando muy fuerte y eso me parece muy bien; exige una nueva forma de hacer política para todos, sin obstrucción, sin politiquería de la baja. Es un asunto más de juntarnos y hacer cosas.
“Yo creo que el resentimiento en política no puede llevarlo a uno a tomar decisiones. No hay cosa más dura en el quehacer político que los pleitos y las revanchas, a lo interno y a lo externo”
“Juntarnos y hacer cosas”… Desde el Balcón Verde anunciaron la decisión de no aceptar puestos deliberadamente en el gobierno de Carlos Alvarado, ¿qué opina de esa decisión?
— Yo creo que lo primero es que a todos nos agarró tarde. Se viene una carta y hay que resolver el mismo día, esas son las cosas sobre las que hay que reflexionar. No habíamos planeado algo como partido por si eso sucedía, había que resolver en el momento.
Me parece que fue complejo determinar listas de nombres y que se tomó la decisión correcta porque no había otra opción. También me pareció correcto buscar una agenda y que todo quedara abierto; en Liberación hay gente demasiado buena y si alguien requiere de ella, es una decisión que deben tomar.
Naturalmente, yo esperaba que dijeran que vamos a estar a la disposición, pero eso tiene que ser sincero, no pueden ser poses, tiene que verse en la práctica o nadie nos va a creer.
¿Aceptaría usted un puesto en el gobierno de Carlos Alvarado?
— Él tendrá que conformar equipo. Evidentemente, si a una la llama un Presidente electo a ser parte de un gobierno, primero es un honor, segundo es una valoración por hacerse y, tercero, habría que sentarse a ver para qué, por qué y en qué. Si pasa, excelente, pero no ha sido el punto central de lo que apoyé el domingo.
Pensando en el futuro más próximo del PLN aquí en la Asamblea. ¿Ve a la nueva fracción actuando en bloque o la división ideológica se puede reflejar en sus posiciones?
— Cumplieron una primera etapa en bloque. No sé si pensando igual o diferente, pero al menos estableciendo un criterio en el que creo que solo un diputado dijo que estaba de un lado, pero se mantuvieron unificados. En el PLN la construcción de mantenerse uno constante es una consigna muy fuerte. Yo esperaría que se mantengan en bloque, aunque yo, que he estado este año como jefa de fracción, le puedo decir que aparecer en bloque no siempre es un tema sencillo.
Salir en bloque es importante, entendiendo que eso juega a favor o en contra dependiendo de las posiciones.
– Sí. Hay temas controversiales y espero que podamos ir unificando temas y salir en bloque de acuerdo con el beneficio del país. Ahí también queda en parte la articulación que esta fracción tendrá que hacer con lo interno del partido, que es un partido que debe estar validando decisiones que generen cambios de pensamiento y que generen posiciones de partido alineadas con la socialdemocracia. Es factible, hay que construirlo.
Finalmente, ¿qué le deja esta campaña a Liberación Nacional?
— Nos deja una gran oportunidad de replantear, revisar y aceptar cosas para mejorar, para cambiar y evolucionar. Es una buena lección y las lecciones en la vida son importantes. Nos deja también que hay un gran interés en trabajar por el país y que hay un grupo que está dispuesto a hacerlo; pero que tenemos que enfrentar un gran debate sobre nuestra agenda. Debería haber un tiempo prudente en el análisis, pero incluso más en acción.
¿A usted?
— A mí me dejó la lección de ponerme a prueba porque no fue fácil lo que ocurrió; pero me dejó el análisis de que siempre hay que decir lo que uno cree y estoy segura que dentro de mis principios y mis luchas hice lo correcto. El silencio es complicado en medio de las crisis, y que es una prueba la política. Que hay que adaptarse a la evolución superando lo emocional. Fue un momento complicado, medirme entre lo correcto y los cálculos políticos.
¿El cálculo político le está pasando factura al PLN?
— El cálculo político —y es una gran reflexión sobre lo que nos ha restado como partido— es parte de las lecciones. Debemos pensar menos en el cálculo político y más en una agenda, en las ideas, en las luchas. Sin importar si eso nos va a traer una consecuencia política o no. Hay que pensar más en lo que es correcto y menos en el cálculo político.
“Debemos de pensar menos en el cálculo político y más en una agenda, en las ideas, en las luchas. Sin importar si eso nos va a traer una consecuencia política o no. Hay que pensar más en lo que es correcto y menos en el cálculo político”.
¿Si hubiera sabido que el PAC iba a ganar por 20 puntos igual habría dado su adhesión?
— No lo hice en esa dirección, sino en las ideas. Tal vez sabiendo la ventaja habría sido más sencillo o de pronto no se hubiera valorado tanto porque es más fácil “arrimarse” al lado que va ganando; pero creo que el valor fue hacerlo sabiendo que tenía que defender una lucha, mi decisión estaba tomada.