Este miércoles el Juzgado Civil, Trabajo y Familia de Buenos Aires emitió una orden de desalojo contra una comunidad de mujeres recuperadoras en el territorio cabécar de China Kichá, la cual debe cumplirse “dentro del plazo de tres días a partir de la firmeza de esta sentencia”.
La resolución fue emitida por el juez Jean Carlos Céspedes Mora, quien buscó dar con ello la razón al no indígena Danilo Badilla Román.
De acuerdo con la información divulgada por el grupo de Recuperadoras Cabécares de Saka Duwë Senaglö -como se denominó la recuperación, o “Tierra de Venados”- y la Coordinadora de Lucha Sur Sur, en la propia información registral que presentó Badilla Román como prueba en el proceso, se consigna que el terreno tiene la anotación de “inmueble situado en territorio indígena”.
Más notorio aún es el hecho de que se indica que las escrituras de propiedad de Badilla fueron otorgadas en setiembre de 2019.
Por otra parte, también es notoria la reincidencia del juez Céspedes Mora, ya que desde 2019 se solicitó que se le investigara e inhibiera de conocer casos agrarios que involucren a pueblos originarios, Céspedes tiene relación de parentesco con el no indígena Luis Chinchilla, quien ocupa tierras en los territorios de Térraba y Boruca.
En febrero este juez causó enojo entre pueblos indígenas y organizaciones de derechos humanos, cuando ordenó y ratificó el desalojo de las personas recuperadoras de Yuwi Senaglö, también en China Kichá. De igual manera ordenó en 2019 el desalojo del territorio recuperado Crun Shurín, en Térraba. Todas esas órdenes fueron invalidadas en procesos de apelación.
“Las recuperadoras de Saka Duwë Senaglö estaremos interponiendo las acciones judiciales respectivas en defensa de nuestros derechos y ejerciendo nuestro derecho colectivo a la tierra-territorio”, apunta la información divulgada.
Liberación de la tierra
Mediante un comunicado, las recuperadoras de Saka Duwë Senaglö recordaron que el artículo 3 de la Ley Indígena señala que las personas no indígenas “no podrán alquilar, arrendar, comprar o de cualquier otra manera adquirir terrenos o fincas comprendidas dentro de estas reservas” y que “todo traspaso o negociación de tierras o mejoras de éstas en las reservas indígenas, entre indígenas y no indígenas, es absolutamente nulo”.
Esta recuperación inició en febrero de 2020 en un terreno de 150 hectáreas aproximadamente, en el que desde entonces han habitado y trabajado.
Karen Villanueva, una de las recuperadoras de Saka Duwë Senaglö, explicó que “nos vimos en la necesidad de recuperarla para poder producir lo básico para subsistir” e informó que han logrado producir yuca, banano, chayote, sandía, ñampí, arroz, frijoles, maíz y pollos. “Ha sido un cambio muy, muy importante, al tener la tierra para poder nosotras producir”, destacó.
Sin embargo, la mujer indígena agregó que recuperar la tierra ha significado “recuperar la libertad, recuperar y liberar ese espíritu de la cultura, de poder vivir de acorde a nuestra cultura, poder cosechar, poder tener ese contacto con la tierra, poder transitar por nuestras tierras, también poder cultivarla y tener ese amor por la tierra, porque nos pertenece”.
Por ello valoró todo el proceso de recuperación como “un gran cambio para bien” y “una gran felicidad”. Relató que “hemos tenido también que luchar bastante con el pasto, para poder sembrar y cultivar, ya que anteriormente estaba con otra visión, con otra forma de uso que no es saludable para la tierra, tampoco para el ambiente”.
Por ello, aseveró que “siento que la tierra está descansando, esta como liberándose un poco y está muy agradecida con nosotras” y con todas las personas recuperadoras.