La ley que extiende las jornadas a 12 horas diarias, por cuatro días de trabajo a cambio de tres de descanso, hoy se estrella con una realidad de datos y realidades que sobre todo afectan a las mujeres que encabezan hogares con hijos.
Esa lluvia de datos empieza desde antes con el impacto negativo que la pandemia tuvo en el empleo de la población femenina, la incorporación de las mujeres en el mercado laboral era difícil en Costa Rica y su mayor obstáculo era el recargo de tareas domésticas y las tareas de cuido de personas dependientes, como personas adultas mayores y niños y niñas, según datos de la Encuesta Nacional de Hogares del 2018.
En ese contexto, para Andrea Zapata, quien es madre soltera de tres niñas, “es una bendición”’ contar con la Red de Cuido ya que trabaja jornadas rotativas como oficial de seguridad en el sector privado: seis días de noche, seis días en la tarde y seis días en la mañana.
La hija de menor edad asiste al Centro Integral Infantil los Ángeles de San Vito de Coto Brus en Puntarenas. Esta guardería forma parte de la Red Nacional de Cuido y Desarrollo Infantil, un programa de subsidio estatal para las familias que requieren de una guardería, pero que no pueden costearla.
“Yo me quito el estrés cuando la dejo en la guardería porque a veces hasta la llevan a la casa, es una bendición, porque le ayudan siempre con las tareas y le dan merienda y almuerzo. Cuando llega a la casa ni quiere comer porque viene llena”, comentó Zapata.
Como en el caso de Zapata, en el país 4 hogares de cada 10 que son monoparentales (que cuenta con solo uno de los padres) y 3 de ellos tienen una jefatura femenina, según el estudio Tribus modernas, de Unimer y Kolbi, que usa en datos propios y los de la Encuesta de Hogares de Propósitos múltiples del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) del 2020. Esta misma encuesta registró que en 2020 en Costa Rica había un total de 1.604.705 hogares, lo que significa que cerca de 480 mil hogares son monoparentales y jefeados por mujeres.
La otra cifra con la que tropieza este proyecto es que el presupuesto que el Estado destina a la Red de Cuido está estancado desde su creación en el 2014 y los centros de cuido no pueden estirar la cobija para la atención nocturna el IMAS que solo alcanza a atender a menos de 500 niños, según afirmaron las autoridades a UNIVERSIDAD por las imposiciones de la regla fiscal.
En el 2020, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estimó que la Red de Cuido del país solo alcanzó para el 60% de la población objetivo, al tiempo que los expertos advierten que la demanda aumentaría con la aprobación del proyecto de jornadas de 12 horas o jornadas comprimidas, como las denomina la Organización Internacional del Trabajo por concentrar las 48 horas laborales en cuatro días, en lugar de cinco.
Antes de tener acceso a los servicios de la Red de Cuido, y con una jornada de ocho horas diarias, para Zapata ya era complicado gestionar el cuido de su hija: “Acá donde vivimos, ya mi mamá y papá murieron y no tengo familia cerca, entonces, yo le pagaba a personas de la comunidad para que la cuidaran, pero a veces no me alcanzaba o era complicado porque la descuidaban, no la alimentaban o la ponían en riesgo”.
Jaime Ordoñez, director de la Cátedra de Teoría del Estado de la Universidad de Costa Rica (UCR), tras investigar sobre el tema concluyó que los hogares monoparentales serían los más afectados por el expediente de la ley 21.182.
Esta iniciativa se encuentra para su aprobación en el plenario legislativo y se mantiene suspendida su discusión debido a una convocatoria hecha por el propio Poder Ejecutivo para escuchar las voces de sectores sociales como sindicatos y empresarios. Se espera que se presenten mociones también por parte de las fracciones legislativas.
“Las mujeres jefas de hogar quedarían directamente afectadas porque una jornada con estas características prácticamente le impediría ver a sus hijos, además de perder parte de su ingreso si realizan horas extras y por el gasto adicional de quien atienda las tareas de cuido en su lugar”.
Un obstáculo más
Montserrat Sagot, socióloga y directora del Centro de Investigación en Estudios de la Mujer (CIEM) de la UCR, asegura que sumando las horas de transporte “haría que las jornadas de las mujeres se extiendan a 14 o 16 horas al día y las mujeres cuidadoras tendrían que renunciar o a su trabajo o a las tareas de cuido porque este tipo de tareas no se pueden detener”.
Para la socióloga, cuando el proyecto habla de que la jornada laboral es opcional para las personas trabajadoras, el tema se torna más complicado para las mujeres, que asumen otras responsabilidades con las que no cargan por lo general los hombres como el cuido de las personas adultas mayores, por ejemplo.
“La pandemia expulsó a una gran cantidad de mujeres del trabajo remunerado, porque se concentran en los sectores más vulnerables, con menores salarios, con tendencia al subempleo y a las jornadas de tiempo parcial. En esas condiciones, además, es imposible que las jornadas sean ‘opcionales’, si un empleador establece que esta es la jornada y una mujer dice que no puede hacerlo porque tiene una persona adulta mayor a cargo, el empleador le va a dar las gracias y va a contratar posiblemente a un hombre sin este recargo que sí pueda asumir la jornada”, aseguró la socióloga Monserrat Sagot.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe estima que la pandemia retrocedió en más de una década los niveles de participación laboral en las mujeres, muchas de las cuales no creen poder volver a trabajar por responsabilidades de cuidado que tienen a cargo.
“Un proyecto de jornada extendida o comprimida es incompatible con las responsabilidades socialmente asignadas a las mujeres. Siempre van a tener algo que perder: o desatienden el cuido o las tareas domésticas o no pueden competir en el trabajo”, concluyó Sagot.