Las políticas migratorias costarricenses se han enfocado en atender a personas migrantes que salen de sus países de origen para instaurarse en territorio nacional, sin embargo, ha dejado de lado la inversión y el establecimiento de planes efectivos y permanentes para brindar seguridad humana integral a la migración en tránsito.
Este dato fue revelado en una reciente investigación desarrollada por la cátedra de Ambiente, Política y Sociedad de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) que analiza esta temática en las poblaciones migrantes que viven el país o están en tránsito.
Valeria Solano de Flacso México, docente e investigadora comentó sobre los resultados de dicha investigación en el foro “Migración y protección social: una mirada prospectiva” organizado por la UNED en el marco de la II Semana de la Seguridad Social.
“La seguridad humana tiene que ver con la protección esencial de las vidas humanas de forma libre y plena, con protección a las amenazas directas que pueden experimentar estas personas, como tráfico de personas, integridad física, libertad para andar por el territorio de forma segura, de la delincuencia organizada y satisfacción de las necesidades básicas como alimentación, albergue o vestido”, detalló la experta.
Y es que, pese a esfuerzos que el país ha realizado como la apertura del Centro de Atención Temporal para Migrantes (CATEM) en la frontera sur o el acuerdo de flujo controlado con Panamá, la normativa en Costa Rica sigue pensada y diseñada para ser un país receptor de migrantes, de aquellos que llegan para quedarse.
No obstante, existe un enorme vacío cuando se trata de las poblaciones que entran al país y buscan continuar con su trayecto, las cuales requieren de un tratamiento diferente, y la protección social y humana que necesitan para hacer el tránsito de forma digna, libre y segura se deja de lado.
De hecho, agregó Solano, la atención de esta población ha recaído especialmente en manos de la sociedad civil, de organizaciones no gubernamentales e incluso de miembros de las comunidades fronterizas que se organizan para darles comida o ropa, algo que se ha dificultado cada vez más con los recortes de recursos que hizo el gobierno de Estados Unidos, lo que les ha obligado a despedir personal y ayudas.
“El problema es que la atención se plantea para eventos transitorios y no a una condición permanente, porque Costa Rica forma parte de un corredor migratorio más amplio, pero no ha existido capacidad de dar respuesta a la problemática, porque hasta el momento ha estado centrada en controles de flujo, que entren y salgan los más rápido posible y que la gente en el territorio nacional no se de cuenta”, explicó.
Claramente los flujos migratorios han cambiado mucho, así como las razones por las que arriban las poblaciones migrantes, existe una gran pluralidad de nacionalidades y Costa Rica se usa cada vez más como país de paso, y con la participación de Costa Rica en el plan de deportación de migrantes desde Estados Unidos, el CATEM que daba albergue a los que venían en tránsito, en las últimas semanas no está recibiendo a estas poblaciones de paso.