Fernanda notó algo extraño en la interacción con su profesor de Filosofía del Derecho. Según afirma la joven, fue mientras sostenían una conversación por la red social Facebook y este le preguntó si le había gustado la última clase.
“En la clase él había leído un texto que describía como una relación sexual. Ya para ese momento él hablaba de sexo todo el tiempo en la clase y describía sus propias experiencias sexuales. Ese día me escribió por Facebook y me dijo: ‘¿Y qué te pareció mi clase, te gustó el tema? ¿Te gusta que te hable de sexo en clase?”, recuerda.
Era el año 2014, Fernanda tenía 20 años y cursaba el cuarto año de la carrera de Derecho en la Universidad de Costa Rica (UCR). El curso de Filosofía del Derecho era impartido por el profesor catedrático Mainor Enrique Salas Solís (actualmente de 49 años de edad).
Para ese momento, afirma la joven, la admiración que sentía por el docente la hizo mantener algunas conversaciones a pesar de sentirse incómoda.
Al inicio del curso ella se sintió halagada porque en clases él la destacaba como una buena estudiante. Sin embargo, después él le ofreció prestarle unos materiales y tras un intercambio por correo electrónico, le propuso comunicarse por Facebook, de acuerdo con la narración de la joven.
“Después empezaba: ‘Contame vos cuáles son tus experiencias’. Yo no le decía ‘no’ de frente porque era mi profesor, sino que le desviaba el tema. Ya después empezó a hacerme comentarios en clase. Si yo pasaba el frente (parte de la dinámica del curso era que estudiantes pasaran al frente a responder preguntas, en método era conocido como ‘de la provocación’), entonces me decía: ‘¿Cómo usted va a venir tan sexi a mi clase? ¿Después de aquí para dónde va o para dónde vamos?”, contó la joven.
Ella es una de las diez estudiantes, exestudiantes y egresadas que narraron ante UNIVERSIDAD que, en los últimos años, sufrieron acoso sexual, insultos y escucharon un vocabulario obsceno por parte del catedrático, quien labora medio tiempo como docente y medio tiempo como investigador universitario.
La joven, quien ya se graduó, presentó en el 2014 una denuncia ante la Comisión de Hostigamiento de la Universidad de Costa Rica (UCR), por la cual Salas fue sancionado en agosto del 2015 con ocho días de suspensión y luego se reincorporó.
Entre las comunicaciones que sirvieron como prueba en ese proceso, se observa que el docente le solicitaba, por ejemplo, fotografías en ropa interior, a lo que ella no accedía.
También se leen frases como: “En qué fase sexual estás ahora…? Qué te excita mucho? Algo con lo que fantasees seguido (sic)”. O comentarios como “A mí me pone como loco agarrar a una jovencita de unos 20 añitos y tratarla como una completa zorra”.
En las conversaciones se observa que, debido a que ella no correspondía hablando en los mismos términos, él le realizaba reproches. Fernanda asegura que además le indicaba que era mojigata o que tenía la religión en la cabeza.
“Aunque yo me sentía incómoda, de alguna manera también sentía que lo admiraba como profesor. Nunca acepté nada de salir con él, porque él me lo propuso varias veces, pero le decía que habláramos de otra cosa. Nunca le dije: ‘dejemos de hablar’, por lo menos en el primer semestre”, narró.
La situación se mantuvo durante todo ese semestre y en el segundo periodo de ese año, en el que también recibió clases con él, ella asistía con un compañero que era su amigo. De acuerdo con la joven, un día Salas les preguntó si eran novios y su amigo en broma le respondió que sí.
“Desde ahí fue un infierno. Todas las clases nos gritaba, a todas horas, en todo momento, no importaba lo que estuviéramos haciendo”, asegura la joven.
Además, relató que usaba contra ellos palabras como “estúpidos o hijoe’putas”.
“Todo explotó en el momento en que dijo que estaban las notas y que nosotros dos nos quedamos. Entonces yo le dije que cómo nos íbamos a haber quedado si nos iba muy bien en clases y me contestó que no le preguntara nada y que si tenía una queja fuera a Docencia. Mi compañero, que no sabía nada de lo que pasaba, le preguntó y él le contestó: ‘Usted hijoe’puta, tal y tal. Entonces cuando salimos de la clase yo hablé con mi compañero, le conté y le dije que creía que el profe estaba como celoso o algo así. En ese momento él me dijo: ‘vamos a hablar con una profe porque eso no está bien. Esto no es normal”.
Tras hablar con varias personas en la Facultad, finalmente alguien le explicó que debía acudir a la Comisión contra el Hostigamiento Sexual de la UCR, donde presentó la denuncia y tuvo el acompañamiento psicológico y legal del Centro de Investigación en Estudios de la Mujer (CIEM).
La comisión instructora del caso concluyó en julio del 2015 que Salas recurrió a “diferentes estrategias para evitar que la estudiante suspenda su comunicación con él. Entre ellas se identificaba ‘retarla cognitivamente’ a discutir temas sexuales como parte de una relación académica entre profesor y estudiante; hacerse la víctima por una supuesta actitud displicente de la estudiante; buscar formas verbales para despertar el erotismo en la estudiante y que entonces se abra a comentar experiencias propias en ese ámbito”.
El órgano consideró que se trató de una falta grave y recomendó al decano de la Facultad de Derecho, Alfredo Chirino, aplicar la sanción de ocho días de suspensión (que es la más severa para las faltas consideradas graves), la cual finalmente se dictó en agosto de ese año.
UNIVERSIDAD contactó al catedrático Mainor Salas para conocer su punto de vista sobre el tema, él contestó que, debido a lo delicado del tema, prefería que su abogado, Boris Molina, fuera quien brindara las respuestas.
Inicialmente, el abogado Molina respondió vía telefónica que, según la versión del catedrático, “nunca ha cambiado ningún tipo de favor sexual, ni por notas, ni por favorecer absolutamente nadie. Ni se ha valido de su condición de profesor para humillar absolutamente a nadie”.
Molina agregó que no podía decir con certeza si las frases y conductas ocurrieron, pero indicó que, en caso de haberse dado, se debe considerar el contexto.
“Todas estas declaraciones que le han hecho a usted están dentro del contexto de sus clases. Él es una persona que yo podría calificar como polemicista. Sus clases y conferencias no son tradicionales, es una persona que acostumbra a ser muy directo y muy vehemente en sus afirmaciones, pero no conocemos el contexto de esas frases y en materia de este tipo de cosas es fundamental saber en el contexto en que se dio una frase”.
“Por ejemplo, usted me decía (lee una de las frases relatadas por estudiantes) que las prostitutas de Pelufo eran más inteligentes que ellas, entonces perfectamente una frase como esta en un contexto de una conferencia de una clase de Mainor, podría estar dada a manera de ejemplo, no atacando directamente a una persona”, arguyó el abogado.
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Molina añadió que ello no exime de que alguna persona se sintiera ofendida. “Va a depender mucho de la persona, de la calificación que le dé esas palabras (…) En el caso de Mainor, así como usted encuentra estas personas, se encuentra otro grupo de personas que lo adoran, lo idolatran o le profesan una gran admiración por la dinámica en que da las clases”, expresó.
“Respetamos total y absolutamente lo que estas personas dicen, pero por supuesto no podríamos estar de acuerdo. Si algo como eso ha ofendido a alguien, no fue bajo ninguna circunstancia un deseo de él ofender ni humillar, y estamos claros en que si alguna de esas personas se le arrima a decirle: ‘Mire, tengo estos sentimientos o me sentí ofendida u humillada’, él va a tener la capacidad y la madurez de disculparse si sabe que lo hizo de esa manera”, añadió Molina.
Posteriormente, el abogado solicitó la publicación de un texto de descargo (Ver texto aparte).
Por su parte, el decano la Facultad indicó que solo ha recibido una denuncia formal contra el docente y que, por ese caso, ya fue sancionado.
Chirino indicó que, en este tipo de señalamientos, lo que le corresponde a él como decano es acatar las recomendaciones exactas de la comisión instructora.
El decano sí reconoció que ha escuchado rumores sobre manifestaciones de Salas y que, además, ha tenido que cerrar cursos a ese profesor y asignarle otras tareas, porque los estudiantes le manifiestan que no desean recibir lecciones con él. (Vea entrevista aparte: “Hay toda una leyenda negra (sobre Mainor Salas), pero han sido rumores”).
Las clases del catedrático
Otras estudiantes y egresadas de la Facultad de Derecho relataron a UNIVERSIDAD otros episodios que habrían ocurrido tanto dentro como fuera de las clases del profesor Mainor Salas, entre los años 2014 y 2018. Algunas de ellas solicitaron que, para efectos de la publicación, se reservara su identidad o se utilizara solo el nombre de pila.
Una de las denunciantes es Megan, quien tenía 21 años en el segundo semestre del 2015 cuando, según su relato, Salas tuvo un acercamiento hacia ella.
Megan afirma que una amiga le indicó que el docente necesitaba hablar con ella, aunque él no era su profesor.
De acuerdo con su relato, ambas fueron a la oficina de Salas y entonces él le comentó que la había llamado porque notó que ella lo estuvo viendo en la soda de la Facultad.
“Le dije que lamentaba mucho el malentendido, pero que en ningún momento lo había visto y ni siquiera recordaba que estuviera en ese lugar. Me dijo que yo le recuerdo a la protagonista de la película La Secretaria -que es una película que trata de una mujer que es sometida y humillada sexualmente por su jefe-. Le dije que imaginaba que si nos parecíamos, como él indicaba, era en el físico, porque él y yo nunca antes nos habíamos dicho ni ‘buenos días’. Me dijo que no, que era en la forma de ser, que veía cosas en mí que le recordaban a esa mujer”, narró.
De acuerdo con Megan, ella le indicó al profesor que debía ir a clases y él le pidió que viera la película para luego comentarla porque le iba a gustar. “Salí de ese lugar molesta, asustada, con una sensación de asco e impotencia enorme”.
La joven contó que, dos años después, en el 2017, cuando ella estaba con una persona conocida en la cafetería, el docente se acercó a hablar con ellas. “No paró de hablar sobre sexo. Dijo que tenía que liberarme sexualmente, que él ya lo había hecho. Dijo que estaba bien que cuando estuviera ‘cogiendo con quien estuviera cogiendo’, pensara en él, que es algo normal”.
Además, según Megan, días después el profesor la contactó por Facebook para invitarla a salir, lo cual ella evadió.
Otra estudiante relató que recibió clases con él en dos ocasiones. La primera vez fue en el segundo semestre del 2015, cuando ella tenía 19 años y Salas ya había sido sancionado por hechos de hostigamiento sexual.
“El profesor solía hacer comentarios despectivos sobre las mujeres en general. En una ocasión dijo que las putas de Pelufo eran más inteligentes que las estudiantes de derecho de la facultad”, expresó.
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“Decía cosas como: ‘Ya sé por qué sus papás le pusieron María José, porque no sabían si era hombre o mujer’, o ‘Una muchacha como usted debería estar con un hombre como yo’. A mí me dijo en una ocasión que era el “tío cosa”, porque tengo muchísimo cabello y que no era sexi como cierta compañera, por lo que debía dedicarme a estudiar porque ningún hombre me iba a mantener, y que cuándo íbamos a ir a un table dance ella y yo, ya que éramos todo lo contrario. Esta situación me hizo sentir incómoda y a la vez mal con mi cuerpo, me llegué a sentir como triste y a veces fui al baño de la Facultad a llorar”, contó.
La joven indicó que tres años más tarde, en el 2018, tuvo que llevar nuevamente lecciones con Salas y aseguró que él comentó a la clase que “usualmente trataba mal a los estudiantes, por lo que los que tenían la ‘piel sensible’ se abstuvieran de entrar en la modalidad de seminario (uno de los métodos empleados en la clase)”.
“Una vez hizo referencia a mi cabello diciéndome: ‘Usted, la mechuda’, y luego dijo: ‘No no, discúlpeme, si me dijeron que no tenía que tratar así a los estudiantes, ¿quiere que me castigue aquí mismo?”, agregó en su relato.
Esta joven también hizo referencia a otros momentos en los que el docente le habría hecho comentarios despreciativos hacia su intelecto.
Otros hechos denunciados también se habrían dado en el 2015. Entre estos casos está el de una joven que entonces tenía 18 años, quien narró que estuvo matriculada en un curso del profesor Salas en el segundo semestre del 2015.
“El acoso que sufrí personalmente fue desde comentarios sexistas hasta miradas libidinosas. Los comentarios iban desde ‘usted hubiera sido una buena prostituta en la época del Derecho Romano’, hasta ‘debería hacerse un tatuaje en la vagina para verse más sexi”.
“Además me indicó en múltiples ocasiones, y en frente de todos mis compañeros de clase, que quería quitarme mi virginidad”, contó la joven.
Ella afirmó que incluso consultó si tenían opciones legales para actuar, pero un abogado le respondió que por tratarse de un catedrático era difícil que fuese despedido.
La joven asegura que abandonó la universidad debido a la “ansiedad y depresión” que le causó lo ocurrido.
Otra denunciante, quien en el 2015 tenía 21 años, narró que en el primer semestre de ese año recibía clases con Salas y dentro de los comentarios de él en clases estaban: “que se masturbaba todos los días, que la hermana estaba guapa y tendría relaciones sexuales con ella si no fuera por que es desaprobado socialmente, dijo que odiaba a los alumnos y que no quería que se acercaran a él pretendiendo ser amigos, que no lo buscáramos, que no le escribiéramos, que él sentía desprecio por todos nosotros”.
En el grupo de denunciantes también están tres personas que aseguraron haber pasado por situaciones desagradables con el profesor Salas durante el 2014.
Una de ellas es Fabiana Cisneros Fallas, actualmente de 33 años. En el 2014, ella llevó el curso de Derecho Penal II con el profesor Salas.
Cisneros recordó el primer día de aquella clase de la siguiente forma: “Él empezó a caminar por los pasillos viéndonos a cada uno. Nos dijo: ‘Yo sé que soy un tipo poco habitual y que indiscutiblemente llamo la atención y les causo curiosidad, desde este primer momento les digo, si quieren tener sexo conmigo, perfecto, yo les escribo mi teléfono en la pizarra, pero sepan que solo por eso no van a pasar el curso’”.
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“Cuando llegó a mi lado, me puso la mano en el hombro y de inmediato le dije: ‘a mí no me toque’ y le quité su mano de mi hombro. Ese fue el inicio de un largo semestre de acosos por parte del profesor, que iniciaron con su frase ‘si no puedo ni tocarle un hombro, entonces sepa usted que a partir de este momento simplemente la voy a ignorar, usted no está en esta clase, no existe’. Y yo guardé silencio”, recordó.
Cisneros afirmó que Salas la llamaba con sobrenombres como “la virgen”, “la intocable”, “la enviada de Dios”. “Así se burló de mí por simplemente pedir lo que es mi derecho, que nadie toque mi cuerpo si yo no quiero. Únicamente se dirigía a mí para hacer comentarios que recordaban esa primer clase, decía frente a todos mis compañeros: ‘Silencio que viene la virgen’, o ‘un momento compañeros, porque se va a sentar la enviada de Dios, la intocable”, contó.
Otra estudiante, quien para entonces tenía 22 años, que fue parte de esa clase aseguró que Salas le expresó: “Las personas gordas no pueden ser felices, ¿usted es feliz? Yo no creo”.
“Me dijo también que no había forma de que él se acostara con alguien como yo, que probablemente yo había fantaseado con tener sexo con él, pero que jamás lo haría por mi peso. Todo esto lo dijo frente a mis casi diez compañeros y compañeras de clase. En ese momento no reaccioné, no pude decir nada. Nadie dijo nada por mí. Él se las ingenió para meterse tanto en la cabeza de todas, que nos dejó completamente incapaces de defendernos de su violencia”, expresó.
El testimonio de otra estudiante que en aquel entonces tenía 18 años indica que en el primer semestre de ese año recibió clases con Salas y él la apodó “la rubia pornográfica”. “A partir de ese día todos me llamaban por ese apodo y a mí cada vez me daba más vergüenza. Recuerdo como en una clase dijo delante de todos que él ‘dejaría que la rubia lo acariciara’, o la vez que dijo que se podría comer mis nalgas con chicharrones”, relató.
“Otro comentario que recuerdo vívidamente fue cuando nos contó que cuando era joven se encerró 24 horas a ver pornografía, y que cuando salió del cuarto ‘la tenía morada”, añadió.
También en ese año, de acuerdo con el relato de otra estudiante, Salas, sin conocerla, se le acercó en la soda de la Facultad para consultarle cómo se llamaba y pedirle su número telefónico.
Al siguiente año -indicó esta alumna- Salas fue a sustituir a un profesor a una clase.
“Él empezó a hacer preguntas y nadie le contestaba. Yo me sabía la respuesta, entonces contesté y él siguió preguntándome solo a mí. Hasta que llegó un punto donde yo no pude contestarle y me dijo: ‘Yo sé que usted sabe’. Y yo le dije: ‘¿Cómo podría usted saber que yo sé?’ Y me dijo: ‘Usted sí sabe. ¿Sabe cuál es su problema? Su problema es que a usted los hombres le dan de latigazos, entonces por eso usted tiene la boca cerrada. Usted lo que tiene que hacer es abrir la boca más grande, abra la boca más grande y verá cómo las respuestas llegan a usted’. Todos mis compañeros se quedaron perplejos y obviamente yo no dije nada, nadie dijo nada porque no sabía qué decir”, narró.
La egresada Claudia Rodríguez Sequeira también recordó que en el 2014 estuvo matriculada en el curso de Derecho Penal I con este catedrático. “A mi novio siempre le decía que tenía que dejarme ir a un ‘putero’. A una compañera le decía que si se iba con él a Montezuma cuatro días iba a volver en silla de ruedas o que no iba a poder caminar”, recordó.
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