El ingreso promedio de las mujeres ocupadas en América Latina y el Caribe para el año 2022 fue de $821 mensuales, mientras que el salario promedio de las trabajadoras domésticas en la región era de $450, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su informe Panorama Social de América Latina y el Caribe 2023.
Esta relación varía según cada país, por ejemplo, en Costa Rica el promedio es de $1.427, mientras que las trabajadoras domésticas reciben $544; en Honduras la relación es de $661 y $414; El Salvador es de $749 y $554, respectivamente.
Según explicó José Manuel Salazar-Xirinachs, director ejecutivo de la CEPAL entre los sectores remunerados de la economía del cuidado, el trabajo doméstico es el que peores condiciones laborales presenta.
Además, en la región el sector de hogares como empleadores está compuesto en un 92,8% por mujeres y concentra a más del 10% de las mujeres ocupadas, es decir, una de cada cinco mujeres que ese dedican al trabajo doméstico está en América Latina y el Caribe.
“Ante la fragilidad de los ingresos que perciben en el sector de trabajo doméstico, una de cada cuatro, o sea un 23,5% de las mujeres ocupadas en el istmo latinoamericano vive en situación de pobreza, y luego de la pandemia, el sector se ha precarizado aún más y su recuperación ha sido más lenta que otros sectores del mercado laboral”, indicó Salazar-Xirinachs.

A la vez, el trabajo doméstico tiene altos indicadores de informalidad, lo que evidentemente tiene un impacto sumamente negativo en cuanto al establecimiento de contratos formales y cobertura de la seguridad social, aumentando las desigualdades.
Otro factor que reveló el informe de CEPAL es que el trabajo doméstico remunerado se ha caracterizado por tiene una alta proporción de mujeres afrodescendientes, indígenas y migrante rurales, así como de personas provenientes de otros países por los movimientos migratorios.
La discriminación y desigualdad no se quedan ahí, el informe puso sobre el tapete un problema que ha sido reconocido en el pasado, y que las trabajadoras domésticas enfrentan jornadas que no se ajustan a los estándares acordados en convenios internacionales, por ejemplo, en 2019, solo el 39,9% de estas trabajadoras de la región laboraban entre 35 y 48 horas semanales, en contraste con el 63,9% del resto de las personas asalariadas.
