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Infodemia: la pandemia de noticias falsas sobre COVID-19 también cobra vidas

El “virus” de las noticias falsas también está poniendo en riesgo a las personas; su medio de transmisión son las redes sociales, las cuales facilitan la difusión de rumores y desinformación.

La evidente preocupación de Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), no solo se debía a la cantidad de muertes reportadas en China y el registro de nuevos países con presencia de COVID-19, sino también a otro “virus” que se estaba esparciendo rápidamente: las noticias falsas.

“Nos preocupan los niveles de rumores y desinformación que están obstaculizando la respuesta”, declaró la máxima autoridad de la OMS, quien agregó: “no solo estamos luchando contra una epidemia, estamos luchando contra una infodemia. Las noticias falsas se propagan más rápido y más fácilmente que este virus, y son igual de peligrosas”.

Semanas más tarde del discurso de Ghebreyesus, los medios iraníes reportaron la muerte de 44 personas por envenenamiento y cientos de personas que fueron hospitalizadas tras ingerir metanol, luego de hacer caso a un rumor que decía que esa sustancia prevenía y curaba la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.

“Lo que más se necesita durante este período de incertidumbre es la rápida difusión de información fidedigna: identificación transparente de los casos, intercambio de datos, comunicación sin trabas e investigación revisada por homólogos. Puede que no haya manera de prevenir una pandemia como el COVID-19 en este tiempo globalizado, pero la información verificada es la prevención más eficaz contra la enfermedad del pánico”, destacó en su editorial la revista científica The Lancet.

Por esa razón, la OMS ha invertido recursos en verificar y refutar noticias falsas. Para ello, delegó personal en su sede en Ginebra (Suiza) y sus seis oficinas regionales para identificar rumores que pudieran perjudicar la salud pública así como falsas medidas de prevención y curas. Los “cazadores de mitos” libran su lucha en el mismo sitio donde se dispersan los rumores: las redes sociales.

“Sabemos que cada brote irá acompañado de una especie de tsunami de información, pero también dentro de esta información siempre hay desinformación, rumores, etc. Sabemos que incluso en la Edad Media se dio este fenómeno”, dijo Sylvie Briand, directora de Gestión de Riesgos Infecciosos del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS y arquitecta de la estrategia de la OMS para contrarrestar el riesgo infodémico, a The Lancet.

“Pero la diferencia ahora, con las redes sociales, es que este fenómeno se amplifica, va más rápido y más lejos. El desafío está en el tiempo de respuesta, porque hay que ser más rápido si se quiere llenar el vacío informativo. Lo que está en juego durante un brote es asegurarse de que la gente hará lo correcto para controlar la enfermedad o para mitigar su impacto. Por lo tanto, no se trata solo de información para asegurarse de que la gente esté informada; también hay que asegurarse de que la gente esté informada para actuar adecuadamente”, continuó Briand.

La posverdad en el ecosistema tico

Como seres sociales, las personas tienden a agruparse a partir de sus intereses, ya que esto les da sentido de pertenencia. Se crean clústeres donde ratifican sus creencias y descartan información que sea contraria a estas, según describió Juliana González-Rivera en su artículo “La información en la era de la posverdad: retos, mea culpas y antídotos”.

De esta forma, se producen “burbujas de información” en donde las personas están únicamente expuestas a contenidos afines a sus pensamientos.

Las redes sociales trasladaron ese comportamiento a la realidad virtual, pero acompañado por un rápido crecimiento de esas “burbujas de información”. Ese crecimiento se vio favorecido por los cambios realizados a los algoritmos a partir de 2016, los cuales privilegian el contenido proveniente de amigos y familiares en detrimento del suministrado por organizaciones o medios de comunicación.

Según un estudio de Pew Research Center, la mayoría de los estadounidenses emplean las redes sociales para informarse. Ese no es el problema, lo preocupante es que, en promedio, el 55% de las personas se preguntan si la información que consumen es verdadera o falsa, según el Informe de Noticias Digitales 2019 elaborado por el Instituto Reuters. Es decir, el otro 45% ni siquiera se detiene a considerarlo.

Ante este panorama, grupos con intereses específicos —que pueden ser financieros e ideológicos o tan solo otros que quieren promover el caos— han sabido aprovechar no solo las “burbujas de información”, sino también esta predilección en el consumo de noticias a través de redes sociales para distribuir falsedades —que apelan a las emociones— para así influir en el colectivo. A esto, según González-Rivera, se le conoce como la era de la posverdad.

Investigadores de la Universidad Tecnológica Nanyang de Singapur, en un artículo académico publicado en el Journal of Digital Journalism (2018), advirtieron que las noticias falsas se apropian del lenguaje periodístico para pasar como verdaderas.

“Las noticias falsas se esconden bajo un barniz de legitimidad, ya que adquieren cierta forma de credibilidad al tratar de parecer noticias reales. Además, yendo más allá de la simple apariencia de una noticia, a través del uso de bots de noticias, las noticias falsas imitan la omnipresencia de las noticias construyendo una red de sitios falsos”, se lee en el artículo académico.

Doble Check es una iniciativa de la Universidad de Costa Rica (UCR) dirigida por Darío Chinchilla y abocada a la verificación de noticias falsas. Desde el inicio del proyecto, en 2018, los verificadores o chequeadores han identificado sitios web y perfiles en redes sociales dedicados a la difusión de “afirmaciones falsas, engañosas o medias verdades”.

Asimismo, y según el editor de Doble Check, el fenómeno de noticias falsas suele “reciclar” temas. “Son viejos prejuicios que se montan en la nueva ola. Muchos giran alrededor del nacionalismo y la xenofobia”, destacó Chinchilla.

Eso es lo que ha pasado con COVID-19. En Costa Rica, tanto Doble Check como #Nocomacuento —plataforma de verificación del diario La Naciónhan desmentido noticias y mensajes relacionados a flujos migratorios y sentido nacionalista.

El pasado 12 de marzo, Doble Check refutó lo dicho por un video donde se alertaba sobre el ingreso de personas enfermas provenientes de China, Haití y África en la frontera con Panamá. Por su parte, el 6 de abril, #Nocomacuento desmintió que la Fuerza Pública estuviera reclutando voluntarios para reforzar las acciones policiales en la frontera con Nicaragua como se sugirió a través de mensajes compartidos por WhatsApp y Facebook.

El otro gran tema de las noticias falsas es el negacionismo, el cual ocurre cuando la persona elige negar la realidad para así evadir una verdad incómoda. En un artículo publicado en el British Medical Journal, en 2010, los científicos Martin McKee y Pascal Diethelm analizaban cómo el negacionismo socavaba la salud pública.

Señalaban algunas características de este comportamiento como la identificación de conspiraciones, la utilización de falsos expertos, la citación selectiva, la creación de expectativas de investigación imposibles, la tergiversación y falacias lógicas así como la creación de la duda.

Absolutamente todas las características del negacionismo descritas por McKee y Diethelmhan han estado presentes durante la pandemia por COVID-19.

Chequeadores de noticias

Aparte de Doble Check y #Nocomacuento, en el país se cuenta también con La Voz Chequea, plataforma de verificación del periódico La Voz de Guanacaste, y Gobierno Aclara, una iniciativa gubernamental del Ministerio de Comunicación para combatir noticias falsas y desinformación.

La labor que realizan no es fácil y corre contra el tiempo. Según Leticia Bode y Emily K. Vraga, en un estudio publicado en la revista científica Health Communication (2018), desmentir noticias falsas requiere que la corrección se haga de manera inmediata, antes de que la información sea tomada como verdadera.

Por eso, ante la abrumadora cantidad de noticias falsas alrededor del COVID-19, diversas plataformas de verificación han unido fuerzas. Ese es el caso de LatamChequea que reúne a 22 medios de comunicación de 15 países de América Latina, los cuales se dedican a verificar información y explicar conceptos relacionados a la pandemia, así como las medidas que las distintas naciones están implementando.

El proyecto cuenta con el apoyo de Google News Initiative. Por parte de Costa Rica participan #Nocomacuento y La Voz Chequea, pero también están Periodismo de Barrio y El Toque de Cuba, La Silla Vacía y ColombiaCheck de Colombia, Animal Político y Verificado de México, Ojo Público y Convoca de Perú, así como Efecto Cocuyo de Venezuela, entre otros.

Algunos de estos medios latinoamericanos se sumaron a la iniciativa global conocida como #CoronavirusFacts, impulsada por International Fact-Checking Network (IFCN) del Instituto Poynter. Esta alianza reúne a más de 100 plataformas de verificación en 70 países y en 40 idiomas.

Cuenta con un sitio web cuya dirección es: www.poynter.org/ifcn-covid-19-misinformation. Allí se pueden hacer búsquedas por palabra clave, pero también por país, chequeador y tipo de información (algunas categorías son pseudociencias, teorías de la conspiración, desinformación, etc).

Las grandes compañías de tecnología también unieron esfuerzos y, mediante un comunicado conjunto, informaron que lucharán contra la desinformación, y las plataformas de Facebook, Google, LinkedIn, Microsoft, Reddit, Twitter y YouTube privilegiarán la información proveniente de organizaciones médicas y dedicadas a la salud como OMS.

Facebook, por ejemplo, basa sus decisiones de eliminación de contenido a partir de verificaciones realizadas por terceros y por autoridades de salud que señalan algo contenido como problemático. Si algún contenido no pasa las pruebas, entonces se elimina. También se bloquea o restringe los hashtags que difunden información errónea en Instagram.

Asimismo, dentro de su plataforma, Facebook facilitó un centro informativo sobre COVID-19. Gracias a las funciones de geolocalización, la red social identifica el país desde donde la persona se conecta y recomienda páginas de organizaciones locales. Por ejemplo, para Costa Rica, se sugieren las páginas del Ministerio de Salud, OPS/OMS Costa Rica y Unicef Costa Rica.

Gestionar la incertidumbre

Para Chinchilla, lo que deja en evidencia esta infodemia es que existe una “necesidad imperiosa de certezas e información”, más en este momento donde la incertidumbre es la nueva normalidad.

“Hay una necesidad real de la gente por entender la pandemia y entenderla con números. Hemos visto a mucha gente tirando números por todo lado y muchas veces estos no son datos honestos”, destacó el editor de Doble Check.

“Con esto quiere decir que, a raíz de la pandemia, han salido intentos de interpretación cuya intención puede ser buena —no es gente que quiere provocar caos sino que es gente que está genuinamente preocupada y está tratando de llenar ese vacío con sus propios cálculos— pero termina siendo un problema”, continuó Chinchilla y por “problema” se refiere a que se abre un portillo para la divulgación de noticias falsas.

En este sentido, la gestión de la incertidumbre es esencial para contener el pánico. “Esta es una opinión muy mía: el Ejecutivo ha estado manejando una actitud transparente, pero ha estado reservando ciertos datos sobre cuáles pueden ser los posibles escenarios que se esperan en las próximas semanas. Esta reserva puede ser bien intencionada, porque funciona como una salvaguarda para que las personas no bajen la guardia o se estresen más de la cuenta, pero creo que la gente debería tener acceso a los datos, quizá no a lo que va a pasar, sino a las posibilidades que está manejando el Gobierno”, manifestó Chinchilla.

Asimismo, el editor de Doble Check dijo: “todos estamos en la misma página al decir que esta pandemia es inédita y nadie sabe lo que va a pasar, ni el Gobierno, ni los especialistas y mucho menos nosotros. Pero, en la medida que podamos gestionar un poco mejor la incertidumbre y dar un poco de luz a las piezas de información que tienen las autoridades para orientar sus acciones, pues vamos a tener más confianza en las instituciones y vamos a poder actuar no solo con fe —que es un poco lo que se nos pide— sino con razonamiento, porque efectivamente se nos está explicando”.

De hecho, la incertidumbre es parte del proceso científico. Lo que quizá existe es poca alfabetización sobre cómo la ciencia maneja esa incertidumbre y cómo se comunica al gran público, no hay que perder de vista las facilidades de acceso con que actualmente cuentan las personas para informarse.

“Muchas veces se informan los avances científicos como verdades, sin dar paso a la incertidumbre. Por ejemplo, pocas veces se mencionan las limitaciones de un nuevo fármaco o las limitaciones de alguna medida sugerida por determinado estudio, cuando lo cierto es que el método científico es humilde, en el sentido de que está hecho para descubrir errores”, dijo Chinchilla.

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