País Fuegos simultáneos llevan a los bomberos al límite

Incendios forestales consumen al país

Algunas unidades forestales de Bomberos recorren hasta 2.000 kilómetros diarios en Guanacaste. Una tercera parte de las hectáreas afectadas en abril fueron en áreas protegidas.

Abril prendió fuego. En los primeros veinte días del mes, los incendios forestales se multiplicaron por la costa pacífica, las largas sabanas de bosque seco y los cerros de Guanacaste, San José, Puntarenas y Alajuela.

En total, las llamas devoraron el equivalente a 59 veces el parque metropolitano La Sabana o poco más de cinco veces la extensión total del cantón de Tibás (4.273 hectáreas, según datos del Cuerpo de Bomberos).

De esta área, poco más de un tercio corresponde a zonas protegidas, según el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).

Las condiciones secas del mes, sumadas al comportamiento de los vientos y las altas temperaturas ofrecieron el escenario ideal para el esparcimiento de las llamas, que sin embargo tienen su génesis en un animal familiar: el ser humano.

Campaña Un Verano sin Incendios Forestales
Campaña Un Verano sin Incendios Forestales

“Hemos observado como factor común en estos incendios forestales que prácticamente todos se provocan intencionalmente. Diría que una mitad por vandalismo y la otra mitad para limpiar terrenos”, apunta Héctor Chaves, director de Bomberos.

La avalancha de casos llevó al Cuerpo de Bomberos al límite y lo obligó a desplegar equipos de manera simultánea en múltiples puntos del país.

Hagamos la matemática del fuego: a esta altura en el 2015, el recuento de hectáreas quemadas llegaba a una suma parecida al acumulado de este año, pero mucho más esparcidas en los primeros cuatro meses. Abril del 2016 fue implacable.

En zonas donde los vehículos deben recorrer grandes extensiones para moverse de un evento a otro, como en Guanacaste, las unidades forestales de Bomberos han llegado a recorrer hasta 2.000 kilómetros en una sola jornada.

Esto tiene un impacto en la atención que puede hacer el Cuerpo de Bomberos, incluso en zonas urbanas con una mayor dotación de recursos.

Cada salida para atender una emergencia le cuesta a la institución en promedio unos ¢500.000 y en lo que lleva el año han cubierto 65 incendios en todo el país. Esto suma unos ¢32,5 millones.

El pasado 11 de abril, cuando ocurrió un incendio en la ferretería El Pipiolo, en Plaza González Víquez, los encargados de despachar camiones tuvieron que armar un rompecabezas: los vehículos de las estaciones más cercanas estaban ocupados.

“Las unidades que llegaron a ayudar fueron una de Santo Domingo y otra de Tres Ríos, porque las cercanas a San José estaban apagando charrales”, explica Chaves.

El director sostiene que existen dos grandes “fallas”: la educación ciudadana, que todavía minimiza el daño que puede causar el fuego, y la falta de multas adecuadas para quienes inician incendios forestales o quemas.

Para solventar este primer problema, el Ministerio de Ambiente y Energía, el Sinac, Bomberos y otras instituciones están trabajando campañas directamente con la ciudadanía para recalcar la importancia de aplicar prácticas preventivas.

“No es que el fuego sea malo, en las mismas áreas protegidas se trabaja con fuego en casos con fines investigativos y educativos. Lo importante es generar un manejo del fuego completamente responsable”, explica Luis Diego Román, encargado del Programa Nacional del Manejo del Fuego del Sinac.

La campaña Un Verano sin Incendios Forestales forma parte de este esfuerzo: expertos visitan escuelas de zonas clave con obras de teatro y material interactivo; en las comunidades se organizan grupos y se fortalece el trabajo con los bomberos voluntarios.

El año pasado, este esfuerzo permitió entregar a 250 de estos voluntarios un equipo que incluye botas, machete, casco y ropa protectora.

“Aquí la sociedad juega un papel importante desde el año 1991, cuando se promueve el apoyo de la sociedad civil en incendios forestales, por lo que hoy se cuenta con 1.040 personas que ayudan a nivel nacional”, señala Román.

Por esta misma sobrecarga, el trabajo ciudadano resulta crucial para atender algunos de los incendios forestales, como el ocurrido desde el pasado 14 de abril en una ladera del cerro Gallo, en Miramar de Puntarenas.

La colina de bosque seco soltó humo durante esa noche y un grupo de locales avanzó por potreros en la madrugada del viernes y logró contener su avance antes de la próxima tarde. Luego, las llamas regresaron.

A inicios de la semana siguiente, las imágenes que compartían los lugareños por redes sociales mostraban al cerro ennegrecido pero con las llamas controladas.

“A la finca de mi tío le entró fuego dos veces: la primera vez se pudo detener, pero la segunda no hubo manera. Luchamos tres días y no se pudo”, explicó Luis Ulate, uno de los finqueros en las cercanías del cerro.

Aparte de quemar los bosques en la zona, el fuego consumió los pastizales de las fincas aledañas, una tendencia nacional.

Según el Cuerpo de Bomberos, los charrales urbanos incendiados suman 10.000 casos en lo que va del año.

“En las ciudades y centros urbanos hay emergencias que son más difíciles de prevenir y estos meses nos vemos mermados”, apuntó Chaves.

Una solución integral para tratar los incendios forestales y de charrales es un proyecto que empezó hace algunos años dirigido hacia una Ley del Manejo del Fuego, que trabajan el Minae, Bomberos y otras instituciones.

“El proyecto es urgente para el país, pero hay algunos puntos que se tienen que resolver, principalmente las sanciones y penas y los recursos económicos”, explicó Román.

Un punto clave será cómo financiar una atención más integral al manejo del fuego.

 

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