Pese a que el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) tiene una robusta infraestructura, recursos financieros suficientes y gran cantidad de docentes, las autoridades de los dos últimos gobiernos prefieren dar becas a estudiantes para cursos o carreras en otros centros, públicos o privados, bajo el argumento de que la institución carece de capacidad para atender toda la demanda o que no ofrece alternativas acorde con las necesidades del mercado.
De acuerdo con Francisco Morales, exministro de Trabajo, uno de los males que ha tenido el INA y que le ha generado consecuencias negativas, el INA no tuvo la capacidad de adaptarse con imaginación a los cambios del mundo del trabajo, pese a que cuenta con muchos recursos.
Estas palabras cobran sentido cuando se da una mirada a los acelerados ajustes que experimenta el mundo laboral día con día. Sin embargo, tiene mucha más lógica pensar en que una institución de la envergadura del INA sea reformada para responder a esta nueva realidad y no dejarla acumulando herrumbre.
Según contó a UNIVERSIDAD Ricardo Jara, miembro del Sindicato de Trabajadores del INA (Sitraina), detrás de las becas está el argumento de que hay una pésima gestión administrativa de la institución, no hay interés en capacitar a sus docentes, incluso hay un uso restringido del Internet en las instalaciones, y ellos mismos deben buscar cómo actualizar sus conocimientos.
“Para el año 2019, la Administración tenía un presupuesto de ¢700 millones para capacitación de docentes, pero apenas ejecutaron ¢220 millones, es decir, no hay interés en mejorar su recurso humano”, detalló Jara.
Por ejemplo, explicó el dirigente sindical, para un curso de mecánica de vehículos pesados se abre matrícula para 40 espacios, pero llegan unas 200 personas; esto deja por fuera a muchos, lo cual provoca que la gente solicite becas y se vaya a otro lugar a formarse, con los recursos del INA.
A partir del segundo semestre de este año, el INA podrá otorgar becas a sus estudiantes en otras instituciones, según la reforma a la ley que entró a regir en enero de este año.
En este sentido, Andrés Valenciano, actual ministro de Comercio Exterior y expresidente del INA, defendió este proceso, pues considera que, si el INA tiene solamente la capacidad para formar 100 personas en el manejo de inglés, se pueden formar 200 haciendo contratos externos o brindando becas, para responder a la demanda existente.
“La ampliación de becas para que la gente estudie en institutos públicos o privados se hizo pensando en que hay mucha más gente con interés y voluntad de llevar cursos del INA de los que la entidad puede atender. Por eso, incluimos en la reforma la posibilidad de becar a personas en condición de vulnerabilidad, cuando el instituto no tenga la capacidad de formarlos”, agregó Valenciano.
Por su parte, Andrés Romero, actual presidente ejecutivo del INA, fue enfático en que existe una transición importante entre la vieja oferta de cursos y la que se está desarrollando, para responder a la demanda laboral, con enfoque en competencias.
Recalcó que hay nuevos programas en áreas como el inglés, que responden al marco común europeo y que fueron diseñados en conjunto con el sector productivo, y que ha significado la capacitación del 100% de sus docentes.
“Ahora estamos clarísimos de que no es posible cubrir todas las necesidades que tienen las personas a través de los docentes del INA, en el caso de los cursos de inglés tendríamos que convertirnos en un centro de idiomas, lo cual no somos, de ahí la necesidad de las becas, aquí entra un criterio de complementariedad, siempre y cuando se demuestren y cumplan con requerimientos y condiciones”, indicó Romero.
El jerarca dio tres razones esenciales para defender la dotación de becas para que los estudiantes se formen en otros centros: que la institución tenga su cupo al máximo; que no se preste el curso o carrera solicitada; y que el INA no pueda cumplir con un plazo razonable para proveer el servicio.