País Partículas suspendidas en el aire pueden recorrer kilómetros

Humo de incendios forestales podría acarrear microbios

Investigadores estadounidenses advierten sobre la composición de las partículas finas resultantes de la combustión de la vegetación y la materia orgánica del suelo, así como de su impacto en la salud, ya que inhalarlas podría causar enfermedades infecciosas.

Al arder la vegetación, el humo de los incendios forestales acarrea partículas finas que, cuando son inhaladas por las personas, pueden provocar problemas cardiovasculares y respiratorios, incluso a tan solo una hora tras la exposición. También pueden generar complicaciones en individuos que sufren asma o bronquitis.

Ahora se suma un impacto más relacionado con la salud: ese humo puede contener partículas finas de origen microbiano que podrían causar enfermedades infecciosas; así lo alertaron Leda N. Kobziar (Universidad de Idaho) y George R. Thompson (Universidad de California Davis), en un artículo publicado en la revista científica Science.

“Los déficits inmunológicos y las respuestas inflamatorias relacionadas con el humo pueden exacerbar los efectos de la inhalación de partículas microbianas y tóxicos en el aire. La intersección entre estas tendencias epidemiológicas y el contenido microbiano del humo aún no se ha abordado en las ciencias atmosféricas y de la salud pública, a pesar de que las tasas de micosis y el aumento del humo de los incendios forestales se superponen de forma convincente en algunos lugares (por ejemplo: aspergilosis, infecciones invasivas por moho y coccidioidomicosis en el oeste de Estados Unidos)”, se lee en el artículo.

Según Kobziar y Thompson, los incendios forestales emiten bioaerosoles, que son partículas formadas por células fúngicas y bacterianas así como subproductos metabólicos derivados de estas.

El carbono pirogénico, producido durante los incendios, proporciona un hábitat temporal a los microbios del suelo. Según los investigadores, el carbono en el aire podría funcionar de manera similar para los microbios aerosolizados.

“No sabemos hasta dónde y qué microbios se transportan en el humo. Algunos microbios del suelo parecen tolerar e incluso prosperar bajo altas temperaturas”, señaló Thompson, quien es profesor asociado de Medicina Clínica en UC Davis, en un comunicado.

De hecho, en el artículo, Kobziar y Thompson apuntan que las partículas de humo atenúan los rayos UVB en un 80% y los UVA en un 74%. Si no fuera así, esa radiación disminuiría la viabilidad de los aerosoles.

“La investigación sobre el comportamiento del fuego ha demostrado que el flujo de calor es muy variable, por lo que puede ser que muchos microbios ni siquiera estén sometidos a las altas temperaturas durante mucho tiempo. También pueden estar protegidos en pequeños grupos de partículas”, declaró Kobziar en un comunicado.

Lo otro a considerar es el papel que podría desempeñar el vapor de agua —producto de la combustión de la vegetación (biomasa)— en la transmisión de microbios desde la zona del incendio a la columna de humo, lo cual podría limitar la desecación de los microorganismos arrastrados.

Según los investigadores, la concentración microbiana en el humo es mayor cuanto más cerca se está del foco del incendio, por lo que la población más vulnerable son los bomberos forestales.

Sin embargo, nadie está exento. Una vez suspendidas en el aire, estas partículas —cuyo tamaño es menor a los 5 microgramos (μm)— pueden viajar kilómetros, afectando así a comunidades alejadas.

Incendios forestales

Kobziar y Thompson aprovecharon el artículo para proponer un abordaje multidisciplinario del tema, con el fin de entender la naturaleza y la relación entre microbios, incendios forestales y salud.

“La complejidad del fenómeno requiere la experiencia de científicos de diferentes campos como la ecología del fuego, la microbiología ambiental, la epidemiología, las ciencias atmosféricas, la salud pública y las enfermedades infecciosas”, escribieron.

La urgencia por entender esta relación también deviene del calentamiento global que está influyendo tanto en el número, la escala, la intensidad y la frecuencia de los incendios forestales en todo el mundo.

A la vez, este fuego en áreas silvestres contribuye a la liberación de carbono a la atmósfera, lo cual a su vez potencia el incremento de la temperatura media del planeta. Según Copernicus Atmosphere Monitoring Service (CAMS), entre el 1 de enero hasta el 7 de diciembre de 2020, se liberaron unas 1.690 megatoneladas de carbono como resultado de los incendios forestales a nivel mundial. En el 2019 fueron 1.870 megatoneladas.

“Esto es especialmente relevante cuando los cielos ahumados son más bien una norma estacional que un evento raro”, subrayan los investigadores.

En Costa Rica, la temporada de incendios forestales inicia con la estación seca (enero a mayo). Los primeros meses del año reúnen una serie de condiciones propicias para incendios forestales: el ambiente es cálido y la humedad es poca, también los fuertes vientos pueden dispersar —rápidamente— las chispas a largas distancias.

Asimismo, esas condiciones ambientales también hacen que la vegetación esté más seca, lo que la convierte en potencial combustible. Otro factor radica en que estos meses coinciden con las labores de preparación del terreno para la siembra, siendo las quemas uno de los métodos más utilizados por los agricultores.

“En ese período se tendrá las condiciones propicias para un incremento en el número y magnitud de los posibles incendios forestales que se puedan presentar, debido al alto estado de desecación de la vegetación y las condiciones habituales de la época seca como fuertes vientos, alta temperatura y baja humedad relativa”, comentó Luis Diego Román Madriz, coordinador del Programa Nacional de Manejo del Fuego del Sinac.

A esto se suma la influencia del cambio climático. Según Román, la estructura y condiciones de desecación de la vegetación están siendo modificadas debido a este, lo cual hace que este combustible arda con mayor facilidad.

Solo el año pasado se quemaron 34.329 hectáreas, 1.371 de estas hectáreas fueron dentro de áreas silvestres protegidas. Las áreas de conservación Guanacaste, Tempisque, Arenal Tempisque, Pacífico Central y La Amistad-Pacífico, todas ubicadas en la vertiente del Pacífico, concentraron el 94% de los incidentes.

En cuanto a las causas, el año pasado el fuego inició debido a quemas agropecuarias (55,5% de los casos), vandalismo y actividades de caza (37%) así como cambio de uso del suelo (3,7%), entendiéndose este como la corta de vegetación que luego se quema para dar paso a pasturas o agricultura.

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