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Historia comparada de Centroamérica reivindica papel de Estado y urgencia de nuevo pacto social

Similitudes y diferencias de los seis países del área en últimos 70 años desempolvan importancia de integración en estudio de CEPAL

Las similitudes y las diferencias de los seis países de Centroamérica en las últimas décadas evidencian que, a pesar de sus diferencias, se atravesaron períodos similares, en el que el papel del Estado, en el caso de Costa Rica, fue un factor determinante. Sin embargo, el aumento de los niveles de exclusión representa un nuevo desafío colectivo, en el que se requiere de un nuevo pacto social.

Este balance se puede extraer de la presentación del estudio “Patrones de Desarrollo Económico en los seis países de Centroamérica 1950-2018”, desarrollado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), realizado con el apoyo de la Embajada de Noruega y presentado este miércoles 18 de mayo en el Colegio de Licenciados en Ciencias Económicas.

El caso de Costa Rica, escrito por José Manuel Salazar, fue uno de los que evidenció mejores resultados, lo que el autor atribuyó, en gran medida, a un fuerte crecimiento de la institucionalidad y el concepto de un Estado de Bienestar desde la década de los años 50. “No hay país de Centroamérica, incluso de América Latina, que haya dado un avance parecido en 30 años, es impresionante”, comentó durante la exposición de su capítulo.

En el estudio se realizó un estudio comparativo del desarrollo de los seis países de Centroamérica desde 1950. Se analizó el desarrollo económico de cada país y los elementos de convergencia, pero en este ejercicio, CEPAL modificó su metodología tradicional. “Se buscaron tanto los elementos comunes, como los diferenciadores de cada uno de los países”, explicó Ricardo Bielschowsky, uno de los coordinadores del documento.

En el ejercicio, se identificó una evolución de los modelos económicos que atravesó por etapas similares: de 1950 a 1979 por esfuerzos para superar el modelo agroexportador e implantar un modelo de sustitución de importaciones, combinado con esfuerzos de integración del área, una crisis de 1980 a 1982 que generó una profunda recesión, y los esfuerzos desde 1983 a la fecha por impulsar un modelo de apertura económica, caracterizados con crecimientos moderados.

Sin embargo, se identificaron importantes diferencias, como el impacto menos profundo de la crisis de los 80, en Costa Rica y Honduras; la crisis intermedia en países como Panamá y Guatemala (7 y 6 años), y los países más golpeados, como Nicaragua y El Salvador (16 y 11 años, respectivamente). Junto con los temas de los conflictos bélicos, se destacó la forma en que se enfrentaron los problemas de la transformación productiva.

Los estudios sirvieron como punto de partida para la reflexión sobre las reformas que se deben emprender. En todos los análisis se reportó un problema de creciente exclusión de importantes sectores de la sociedad, una situación que, a su vez, fue uno de los detonantes de los conflictos armados en varios de estos países.

El desempeño de Costa Rica

En el capítulo dedicado a Costa Rica, Salazar destacó que el país puso en práctica un modelo heterodoxo, en el que aun cuando tuvo que realizar un fuerte ajuste, luego de la crisis de los 80, avanzó en medidas de apertura comercial, pero mantuvo apuestas productivas con dirección estatal y aumento de regulaciones, como en la promoción del turismo, la atracción de inversiones y la apuesta por una defensa de la biodiversidad.

Asimismo, aunque el crecimiento institucional fue bastante significativo en la etapa de 1950 a 1979 (se crearon 102 instituciones públicas, prácticamente se duplicaron), ese ritmo se mantuvo posteriormente, de 1980 a 1999 se crearon 125 instituciones, y del 2000 al 2019 fueron 65.

El efecto positivo de este músculo institucional fue el impulso de políticas públicas, pero tuvo sus repercusiones negativas con el peso que generaron en la estructura fiscal, en la deuda pública y en la masa salarial del sector público.

Un desempeño superior al del promedio del área, pero que enfrenta en la actualidad importantes desafíos como una dualidad en la producción nacional (sectores calificados con mucha demanda, sectores no calificados con problemas para colocarse, y una concentración de la oferta laboral en el área metropolitana), con importantes rezagos en la infraestructura y la educación (60% de la  fuerza laboral no ha terminado su educación secundaria). Eso condiciona una creciente desigualdad, que se postula como uno de los desafíos que Costa Rica comparte con la región.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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