País ¿De institución odiada a entidad benefactora?

Gobierno anuncia que también recurrirá al FMI el próximo año

Economistas afirman que el FMI ya no es el mismo de los años 80, pero que una buena negociación depende del país.

“Cuando Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y yo nos reunimos con los países que piden asistencia para hacer frente a la pandemia, les decimos que gasten en lo que consideren necesario, pero que no boten los recibos. Les vamos a pedir cuentas de los gastos, pero no estamos sospechando de las decisiones que tomen”, así explicó Geoffrey W.S. Okamoto, nuevo subdirector subgerente del FMI, la visión de este organismo internacional en el contexto de la crisis producida por la pandemia.

“Les decimos que este no es el FMI de sus padres, ni siquiera el de sus abuelos”, agregó durante una entrevista para la firma Bloomberg, realizada el 19 de marzo pasado.

Cuando el acceso de Costa Rica a los mercados privados de capitales se hace cada vez más prohibitivo, debido a que su frágil situación financiera ahora se ha agravado por el mayor gasto público para hacer frente al COVID-19 y a sus consecuencias en la economía, los préstamos del FMI se convierten en opciones más accesibles y favorables.

Isaac Castro, recién nombrado viceministro de Egresos, del Ministerio de Hacienda, confirmó que el próximo año nuestro país volverá a recurrir al Fondo en busca de financiamiento para seguir costeando los diferentes aspectos de la lucha contra la pandemia y para la reactivación económica.

“La semana anterior el ministro de Hacienda, Elian Villegas, indicó ante los diputados que en las próximas semanas nos sentaremos a negociar un Acuerdo de Derecho de Giro (Stand-By) con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en procura de alcanzar la sostenibilidad fiscal costarricense”, dijo Castro (ver la entrevista).

En abril pasado, ese organismo ya le otorgó al país un crédito por $508 millones para atender la emergencia sanitaria y económica provocada por el COVID-19.

Según un comunicado conjunto del Ministerio de Hacienda y el Banco Central de Costa Rica, (BCCR) emitido en ese momento, la tasa de interés del préstamo —de la línea “Instrumento de Financiamiento Rápido” del Fondo— será de 150 puntos base sobre la tasa de interés de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI —de 8 puntos base—, para una tasa total de 1,58% anual. El plazo del crédito es de cinco años, con pagos trimestrales a partir de los 3 años y tres meses del desembolso.

Actualmente, ese crédito se encuentra en la Asamblea Legislativa a la espera de que sea aprobado como ordena la Constitución Política para todos los préstamos externos.

El hecho de pedir la asistencia financiera del FMI se torna en una opción casi indispensable si se toma en cuenta que, según un reciente informe de la Contraloría General de la República, el Estado dejará de recaudar ¢1 billón en impuestos debido a las consecuencias de la pandemia.

El economista Ronulfo Jiménez, exintegrante de la Junta Directiva del BCCR, si bien consideró que “siempre la acción del FMI es y será polémica”, coincidió con lo afirmado por Okamoto, en cuanto a que los costos de relacionarse con este organismo —tanto los políticos como los estrictamente económicos— ya no serán los del pasado.

“En Costa Rica su acción fue fuente de mucho debate en la década de los 80. En forma reciente su participación en el caso argentino también ha sido objeto de mucho debate. Sin embargo, hay que tener presente que el FMI que conocimos hace cuatro décadas —cuando Costa Rica estaba en la crisis de la deuda— ha cambiado en varias áreas”, afirmó.

A continuación, enumeró cuatro áreas de cambios: en los plazos, en cuanto al crecimiento económico, la calidad del gasto y los costos sociales y ambientales.

Jiménez también enfatizó que cualquier país que quiera hacer una buena negociación con el FMI ha de prepararse adecuadamente y a tiempo para ella (ver la entrevista).

Por su parte, José Antonio Cordero, director del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE), de la UCR, enfatizó en la necesidad del Gobierno de obtener financiamiento para poder seguir apoyando a la población que se ha quedado sin ingresos o que le han sido reducidos por causa de la pandemia.

Además, opinó que “en todo esto existen riesgos, sin embargo, muy posiblemente sería peor, tanto para el FMI como para los países, caer en una depresión peor a la de los años 30 del siglo XX”.

El economista dio esta respuesta en la víspera de que el Banco Mundial pronosticara que la economía mundial vivirá “la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial”.
“De momento será necesario buscar acceso a recursos no reembolsables o disponibles en condiciones muy favorables en los organismos financieros internacionales y regionales”, agregó Cordero, quien tampoco descartó que se recurra a la venta de activos estatales (ver la entrevista).

UNIVERSIDAD también consultó a dos mujeres economistas sobre estos temas, pero no fue posible obtener sus respuestas.


Isaac Castro, viceministro de Egresos: “Desde el Ministerio de Hacienda lo que corresponde es hacer efectivo el cumplimiento de esta regla fiscal”. (Foto: cortesía del Ministerio de Hacienda).

Viceministro de Egresos, Isaac Castro. “Incluso en este año observaremos indicios de recuperación”

Según el análisis de la agencia calificadora Moody´s, es probable que Costa Rica deba recurrir al FMI también el próximo año, debido a la agravación del déficit por causa de la pandemia. ¿Está Moody`s en lo cierto?

—La semana anterior el ministro de Hacienda, Elian Villegas, indicó ante los diputados que en las próximas semanas nos sentaremos a negociar un Acuerdo de Derecho de Giro (Stand-By) con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en procura de alcanzar la sostenibilidad fiscal costarricense.

 Esta agencia, a pesar de que cambió la perspectiva de la deuda costarricense a “negativa”, mantuvo la calificación de B2 argumentando que la economía nacional es dinámica, con exportaciones diversificadas, estable y con grandes fortalezas institucionales y democráticas. ¿Comparte usted este optimismo sobre el futuro?

—A pesar de la contracción esperada en la actividad económica para el presente año, una orientación hacia adelante (forward guidance) nos hace compartir el optimismo de que incluso en este año observaremos indicios de recuperación en sectores de la economía, aspecto que guardará una fuerte relación con la recuperación a nivel internacional.

Nuestro marco institucional y democrático es el que nos ha permitido dar atención a la pandemia provocada por el COVID-19 y nos permitirá alcanzar los acuerdos necesarios para enrumbar una nueva senda de crecimiento económico.

Históricamente, el FMI tiene “mala fama” por los duros condicionamientos que solían tener sus préstamos. ¿Esto sigue siendo así actualmente?

—Un acuerdo Stand-By es un acuerdo firmado y alcanzado por dos partes que se sientan a negociar para concordar sobre aspectos comunes, por lo que corresponderá a ambas partes alcanzar el mejor acuerdo posible, tanto para el país como para el FMI.

¿Cómo manejará el hecho de que hay sectores institucionales que no quieren cumplir con la regla fiscal?

—La regla fiscal es una disposición contenida en la Ley 9635 y desde el Ministerio de Hacienda, lo que corresponde es hacer efectivo el cumplimiento de esta regla fiscal.


Economista Ronulfo Jiménez: “Un manejo humanista y humanitario de la pandemia no tiene que ser necesariamente opuesto a un buen manejo financiero”. (Foto: Katya Alvarado).

Economista Ronulfo Jiménez. “Es muy importante no llegar la negociación con el agua al cuello”

El Gobierno ha anunciado que recurrirá al FMI también el próximo año, debido a la agravación del déficit por causa de la pandemia. ¿Qué opina de esto?

—Costa Rica ha sido exitosa en el establecimiento de políticas públicas que han hecho la diferencia en su desarrollo económico y social desde hace muchas décadas. Sin embargo, el país no ha le ha dado sostenibilidad financiera al gasto público que implican estas políticas.

La pandemia agravó en mayor medida el problema de la sostenibilidad de las finanzas públicas y redujo la capacidad de maniobra de las autoridades, que tendrán que decidir si se hace un ajuste fiscal con o sin un convenio con el FMI. Parece que el Gobierno se inclina por iniciar negociaciones con el FMI.

Las agencias calificadoras de riesgos comienzan a reconocer que, a pesar de su problema financiero, el país posee ventajas económicas e institucionales que dan optimismo sobre el futuro. ¿Qué opina usted?

—La situación del país no es blanco o negro, hay matices: fortalezas en su aparato exportador y en su institucionalidad democrática, en la profundidad y extensión de sus políticas sociales, pero hay una debilidad en lograr un financiamiento estable de las políticas públicas. También hay una débil generación de ahorro interno.

¿Ha cambiado para mejor el FMI?

—Siempre la acción del FMI es y será polémica. En Costa Rica su acción fue fuente de mucho debate en la década de los 80. En forma reciente, su participación en el caso argentino también ha sido objeto de mucho debate.

Sin embargo, hay que tener presente que el FMI que conocimos hace cuatro décadas —cuando Costa Rica estaba en la crisis de la deuda— ha cambiado en varias áreas:

  1. El plazo para hacer los ajustes ahora es mayor, antes pretendía hacer los ajustes en programas de un año. Ahora los programas son mayores, de dos o tres años.
  2. Ahora toma más en cuenta la necesidad del crecimiento económico para ayudar a salir de la crisis, antes solo miraba por la estabilidad y los equilibrios macroeconómicos.
  3. Antes miraba por la reducción del gasto, ahora lo sigue haciendo, pero también se plantea la calidad del gasto y la protección de la inversión.
  4. Ahora los programas incluyen una visión más amplia sobre ambiente (impuestos verdes) y mayor preocupación por los costos sociales del ajuste. Antes los temas de pobreza no se consideraban del todo, ahora hay cierta visión de tener en cuenta la protección de los pobres en los períodos de ajuste.

¿Cuál es la clave para que el país pueda beneficiarse de los préstamos más blandos del FMI sin hacer cosas que no quiere hacer?

—Un convenio con el FMI es el resultado de una negociación. Para un país pequeño es un gran reto lograr una buena negociación con el FMI. El resultado de la negociación dependerá de la capacidad del país de armar una agenda coherente que salvaguarde sus objetivos sociales y que permita moderar los desequilibrios macroeconómicos. Es decir, la iniciativa debería partir del país. Además, es muy importante la calidad de los negociadores y no llegar a la negociación con el “agua al cuello”.

¿Existe el peligro de que un exceso de endeudamiento de los países, con un FMI más humanista y humanitario, luego se revierta en su contra?

—Un manejo humanista y humanitario de la pandemia no tiene que ser necesariamente opuesto a un buen manejo financiero. Depende del uso de la deuda, si esta promueve la inversión en personas, se estaría creando la capacidad futura para pagarla, de forma tal que cuenta el monto de la deuda, pero también la capacidad para generar rentabilidad social, incluida en esta la salud de la población.

¿Qué debe hacer el país para sortear las necesidades de financiamiento en el corto y mediano plazo?

—Se tendrá que reducir el déficit, un déficit en niveles del 8% o 9% del PIB implica necesidades de financiamiento muy altas y difíciles de obtener. Habrá que recurrir a mercados financieros externos para reducir el costo de la deuda y seguir con los mecanismos de canjes de deuda para mover los vencimientos a mayores plazos.


José Antonio Cordero, director del IICE-UCR: “Desde la aparición de la pandemia, el FMI ha recibido y tramitado una cantidad de solicitudes de apoyo sin precedentes en sus más de 75 años de existencia”. (Foto: Katya Alvarado).

José Antonio Cordero, IICE-UCR. “No sabemos cuánto tiempo podrá sostenerse el esfuerzo requerido para el Bono Proteger”

Se ha anunciado oficialmente que Costa Rica recurrirá al FMI también el próximo año, debido a la agravación del déficit por causa de la pandemia. ¿Qué opina de esto?

—Al aparecer la pandemia a inicios de este año 2020, Costa Rica enfrenta serias dificultades fiscales y problemas también para lograr una reactivación sostenida. La pandemia pone al país en al menos dos situaciones complicadas. Es indispensable realizar gastos extraordinarios para atender a las personas afectadas por la contracción económica y también realizar gastos asociados al seguimiento y control de los contagios. Estas erogaciones, que son necesarias, ponen gran presión sobre las finanzas del Gobierno.

La reducción en la actividad económica reduce irremediablemente la recaudación fiscal.

Tenemos entonces más gastos y menos ingresos, lo que agrava el déficit fiscal. Entonces, sí es posible que se requiera apoyo del FMI el próximo año también, al igual que estaría sucediendo con otros países.

¿La estabilidad de la economía y las fortalezas institucionales infunden optimismo sobre el futuro?

—La Ministra de Comercio Exterior ha planteado en varias ocasiones que algunos productos de exportación se han visto muy afectados con la pandemia, mientras que otros han logrado mantener sus actividades. Afortunadamente el país ha logrado una importante diversificación de exportaciones que, de momento, ha evitado un desplome del sector externo. Sin embargo, no debe perderse de vista que hay productores que han sufrido considerables reducciones de sus actividades y han debido prescindir de sus trabajadores. Estas personas están sufriendo situaciones de gran dificultad.

A nivel nacional existe un marco institucional que permite llevar el pulso de la situación, así como la creación de mecanismos de contención (tales como el Bono Proteger), los cuales indudablemente son de gran ayuda y han permitido en forma efectiva atender a una enorme cantidad de personas. No sabemos, sin embargo, cuánto tiempo podrá sostenerse el esfuerzo requerido para el bono, ni cuánto tiempo podrán soportar las empresas más afectadas.

¿Se ha hecho menos exigente el FMI en cuanto a los condicionamientos que solían tener sus préstamos? 

—Según han indicado funcionarios del FMI y su misma directora, Kristalina Georgieva, el organismo ha puesto a disposición de los países en problemas un trillón de dólares y ha apoyado iniciativas para lograr una moratoria en el pago de deuda bilateral —que idealmente podría extenderse para incluir deuda comercial— para los países menos desarrollados.

En un comunicado conjunto con el director de la Organización Mundial de la Salud, Georgieva insistió fuertemente en la importancia de atender en forma simultánea las necesidades sanitarias y las económicas. Desde la aparición de la pandemia, el FMI ha recibido y tramitado una cantidad de solicitudes de apoyo sin precedentes en sus más de 75 años de existencia.

Lo anterior lo veo como una señal de que, al menos de momento, el FMI no estaría condicionando el apoyo al cumplimiento de estándares que afecten la capacidad para enfrentar la pandemia.

¿Un exceso de endeudamiento con el FMI por parte de los países podría revertirse en su contra?

—En todo esto existen riesgos, sin embargo, muy posiblemente sería peor, tanto para el FMI como para los países, caer en una depresión peor a la de los años 30 del siglo XX.

¿Qué debe hacer el país para sortear las necesidades de financiamiento en el corto y mediano plazo?

—De momento será necesario buscar acceso a recursos no reembolsables o disponibles en condiciones muy favorables en los organismos financieros internacionales y regionales.

La gradual apertura de la economía y el suavizamiento de las medidas de confinamiento lograrán un repunte de las actividades económicas y, por lo tanto, de la recaudación fiscal, pero es indispensable que dicha reapertura no se dé a expensas de un aumento en el contagio por COVID-19. Esto último podría resultar funesto, no solo por el costo humano, sino también por el costo material que implicaría.

Finalmente, existe la posibilidad de vender activos del Estado. Las ventas que hasta el momento se han propuesto generarían ingresos que serían bien recibidos, pero representarían un alivio reducido en la gran carga de gasto y deuda que tiene el Gobierno en este momento.


 

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