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Fuerte caída en matrimonios en 2020: primer asomo de efecto demográfico por la pandemia

Baja de 42% frente al 2019 en uniones por la Iglesia y civiles, más la situación económica, podría provocar reducción de nacimientos en 2021, aunque cifra se mantuvo en 2020.

Una caída súbita e inédita del 42% de los matrimonios en el año 2020 frente al 2019 hace que se asomen los primeros efectos de la pandemia de COVID-19 en la evolución de la población costarricense.

Con solo 12.795 uniones, el 57% de lo registrado en 2019, el año de la pandemia de COVID-19 registra la mayor caída en décadas de la figura del matrimonio, uno de los factores que inciden en los nacimientos y, por tanto, en el comportamiento de la población en años futuros.

Aunque el total de nacimientos inscritos en 2020 no registra una disminución en relación con 2019, posibles cambios se podrían notar a partir de los primeros meses de este 2021, si se considera que fue en marzo cuando llegó el coronavirus a Costa Rica y que en mayo recrudecieron los efectos económicos; además de tomar en cuenta el período de gestación natural de nueve meses.

La cantidad de matrimonios disminuyó con fuerza tanto en los celebrados mediante la Iglesia Católica como en los civiles, pero fueron los de tipo religioso los que mostraron una mayor caída relativa: pasaron de 6.677 a 3.299, la cantidad más baja en al menos 35 años, de acuerdo con los datos suministrados por el Registro Civil.

Los matrimonios civiles pasaron de 14.319 a un total de 9.048, aunque siguen superando en cantidad a las uniones por Iglesia, como ocurre todos los años desde 1996.

La cifra total de matrimonios inscritos se completa con las uniones celebradas fuera del país y registradas en el 2020 en Costa Rica, que también descendieron desde 1.316 hasta 448, según los datos aportados por la Sección de Inscripciones y Actos Jurídicos del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).

Aunque la tendencia en las últimas décadas muestra una reducción fuerte en la cantidad de nacimientos dentro del matrimonio (menos del 30% del total de partos), este aún tiene peso en la tasa de fecundidad, explicó el reconocido demógrafo Luis Rosero, señalando la coincidencia entre los meses de más celebración de bodas (finales de año) con los de más nacimientos de primogénitos (octubre y noviembre).

En la casilla de divorcios también se puede ver una reducción, pues en el 2019 se alcanzó un récord con 14.009 y en 2020 volvió a 11.785, cerca del promedio de los últimos 12 años, desde el 2008.

El dato de divorcios en Costa Rica durante 2020 no reproduce, al menos de momento, el incremento de disoluciones de matrimonio que sí se ha reportado en otros países producto de las tensiones del confinamiento contra el coronavirus. Sin embargo, no se puede descartar aún, si se toma en cuenta el tiempo que tardan las separaciones en consolidarse como divorcio y formalizarse como tal.

Reproducirse en tiempos de pandemia

El hijo de Karina Fallas y su esposo, una pareja joven con empleo en instituciones estatales, no quedará registrado dentro de los nacimientos del 2020, pero sí en los del 2021. La pareja, casada desde julio de 2017, sí consideró el momento de pandemia, pero estimó que su situación permitiría criar sin problemas al bebé, por lo que mantuvieron el plan de procrear en 2020.

“Podría decir que más bien fue un beneficio para cumplir algo que teníamos planeado, tener bebé en el 2020. Claro que pensamos sobre la pandemia y los efectos que podría tener, pero en nuestro caso no fue más allá de las preocupaciones por la seguridad de ir a las citas en el Seguro Social, o cosas como posponer la compra de cosas del bebé por ver cómo se iban a comportar los precios”, contó Karina.

El bebé, sin embargo, será parte de una generación 2021 que probablemente sí refleje efectos de la pandemia, según las previsiones del demógrafo Rosero. “Claro que llevamos mucho tiempo de no tener una pandemia, pero hay estudios que muestran los efectos que hubo en la década de 1920 en los países que llevaban las estadísticas. También se han visto algunos efectos durante la crisis financiera de 2008 y 2009”.

Para el caso de Costa Rica, sumida en crisis económica y con un duro incremento en el desempleo, es de esperar que muchas parejas hayan postergado su decisión de procrear. “Recordemos que el mayor impacto sobre el empleo se dio por ahí de mayo”, comentó Rosero, quien recordó que desde hace varios años Costa Rica presenta una tasa de reemplazo de menos de dos hijos por pareja, cercana a 1,6. Esto significa que el total de la población empezará a decrecer dentro de un par de décadas.

“No tiene por qué ser un problema si lo que hay es una posposición de nacimientos. Eso podría recuperarse en dos o tres años, según lo que pase también con la economía. El problema es si alcanzamos una tasa súper baja de reemplazo, por debajo de 1,5; eso generaría que se acelere el envejecimiento, lo que genera complicaciones para el sistema de pensiones que ya tiene sus debilidades y provoca otros desafíos en el sistema de salud”, explicó Rosero.

Otro ángulo es el de la mortalidad, más expuesto durante la pandemia, con más de 2.000 fallecimientos atribuidos a una causa que no existía antes. Las cifras aportadas por el TSE ante una consulta de este Semanario indican que hubo 23.056 defunciones inscritas en el 2020, solamente 32 más que en el 2019 cuando no existía la pandemia.

¿Cómo es posible que los fallecimientos apenas crecieran en el año en que llegó el mortal COVID-19? ¿Por qué en el año de la pandemia hay menos muertes que en 2016, 2017 o 2018? A Rosero estos números le causan extrañeza, aunque Luis Guillermo Chinchilla, Oficial Mayor Civil del TSE, aseguró que a estas cifras podrían faltarle solo algunos casos, pero no en cantidades significativas.

En meses próximos puede haber estadísticas más consolidadas del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) que recojan las cifras definitivas y, por tanto, los efectos de la pandemia en todos sus ángulos, incluyendo las víctimas mortales del coronavirus y una posible reducción de fallecimientos por mayores medidas de higiene o por la reducción de tránsito vehicular, que redujo los accidentes en carreteras.

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