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Frontera sur recibió este mes de enero a 2.220 migrantes, mientras que hace un año fueron 31.613

Catem ha visto reducida la cantidad de personas que piden albergue, incluso en las últimas semanas solo salen de allí uno o dos buses diarios.

Durante el 2024, el país recibió a través de su frontera sur con Panamá un total de 303.031 personas migrantes; de hecho, solamente en el mes de enero del año pasado fueron 31.613 que buscaban llegar, en su mayoría, a los Estados Unidos. La cifra se vino de picada y, en enero de 2025, llegó a únicamente 2.220, según cifras suministradas por la Dirección General de Migración y Extranjería a UNIVERSIDAD.

Además, desde octubre del 2023, cuando se comenzó a recibir buses con personas migrantes provenientes directamente desde Panamá en el Centro de Atención Temporal de Migrantes en la frontera Sur (Catem), luego de un acuerdo migratorio entre ambos países, la afluencia fue intensa, incluso muchos se quejaban de que las ayudas no alcanzaban para cubrir a todos.

Era usual que se recibieran entre 2.000 y 3.000 personas por mes en promedio, pero en diciembre del 2024 la cifra cayó significativamente. Para diciembre únicamente se acogieron 475 migrantes y, en enero de este año, un total de 233.

De igual manera, los buses que provenían desde Panamá sumaron los 5.209 en el año 2024, los meses en que más arribaron fueron febrero con 629, marzo con 618, junio con 537 y enero con 528. Pero en diciembre la cantidad de transportes bajó a 211 y, en enero de este año, solamente hubo 44 buses.

Lucy Nájera, lideresa comunal, explicó que ahora la situación es diferente, pues prácticamente no hay gente que esté viajando por la ruta migratoria hacia Estados Unidos, por el contrario, se están devolviendo y muchos de esos están atascados en la frontera sur del país.

“A la gente no la dejan entrar a Estados Unidos, y los que no tienen papeles los están sacando esposados y los dejan del lado mexicano, llenos de temor. Se están devolviendo con la amenaza de ser ingresados a la cárcel de Guantánamo o ser tratados como delincuentes”, añadió Nájera.

Gabriela Chacón es migrante venezolana y solicitante de refugio en Costa Rica, ella llegó en mayo pasado con su hermana, su hermano y cuatro sobrinos a Paso Canoas y, actualmente, trabaja con organizaciones que apoyan a las personas migrantes.

“El esposo de mi hermana ya tenía un año de estar en Costa Rica, ellos tienen cuatro niños y tomaron la decisión de juntarse. Mi hermana le pidió a mi hermano que la acompañara, a mí me dio temor y decidí acompañarlos. Llegamos a través de la selva del Darién, la cual tardamos tres días en cruzarla y en el Catem pedimos refugio, actualmente nos mantenemos en la comunidad de Paso Canoas y, en mi caso, trabajo de cerca con las organizaciones locales”, relató.

Gabriela es testigo de cientos de historias de personas que hicieron la ruta hacia Estados Unidos, y recientemente de los que se están devolviendo. Cuando arribó presenció como el Centro de Atención Temporal de Migrantes estaba repleto de personas que habían sido violadas en la ruta, niños con problemas de salud y gente que no tenía recursos para continuar. Gente que necesitaba apoyo, comida y un espacio seguro.

“Definitivamente se ha dado un cambio sustancial. Durante el período electoral en Venezuela la llegada de migrantes se había reducido significativamente, personas que tenían la ilusión de un cambio en el país esperaron; por lo tanto, no había tanto tránsito de migrantes en Costa Rica. Al no darse ese cambio, comenzaron nuevamente a salir, pero ahora estamos viendo lo contrario, el retorno de personas desde México”, explicó Gabriela.

Juan Pablo Guerrero también es migrante y regresó desde México. Hace dos semanas está en Costa Rica, ha tratado de buscar una ruta para continuar a través de la deportación voluntaria, pero en Migración de Panamá le dijeron que no era posible, porque ese programa está suspendido.

“Si quiero volver en un vuelo tengo que pagar $200 (unos ₡100.000), pero yo no tengo ese dinero, me va a tocar regresar a Honduras porque dicen que ahí sí tienen plan de deportación hacia Colombia”.

Aunque no hay una información oficial sobre las condiciones del Catem, líderes de organizaciones, quienes prefieren guardar la confidencialidad, aseguraron que hay grandes posibilidades de que el Centro de atención sea cerrado.




 

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