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Flora Fernández sobre caso Aldesa: “Este libro es contra el silencio y para ver a los culpables en la cárcel”

En doce capítulos El destructor de vidas y sueños recoge las historias de vida de decenas de víctimas de la debacle de Aldesa Corporación de Inversiones.

El 8 de marzo de 2019 la corporación Aldesa avisó a sus cientos de inversionistas —entre los que se encontraba Raquel Amón— que tenía “problemas de liquidez” y solicitaría una intervención judicial para “poner en orden” sus finanzas.

Este anuncio implicaría dejar de pagar intereses y retener los montos invertidos, situación que se mantiene hasta hoy, más de tres años después.

En ese momento Raquel tenía 84 años y Alzheimer avanzado, por eso fueron sus hijos quienes lidiaron con la noticia de que los ahorros de la vida de su madre se esfumaban. “Yo jamás conté con esa plata para mí porque no era mía, pero la necesitaba para cuidar a mamá. Desde el primer día supe que estaba perdida”, cuenta Flora Fernández, la hija mayor.

Para ella, lo que había sucedido era “una estafa”, por lo que poco después comenzó a organizar protestas contra los dueños de Aldesa (Javier y Óscar Chaves) y a presentar denuncias penales.

“Javier Chaves es el protagonista de la destrucción”, Flora Fernández.

A través de sus luchas, dentro y fuera de los tribunales, conoció decenas de personas que perdieron su dinero y vieron sus sueños desmoronarse con la caída de la empresa.

Pero a pesar de tanto sufrimiento, dice, ha imperado el silencio en los grandes medios de comunicación, en instituciones y hasta en las familias afectadas. Para combatir ese silencio decidió escribir las historias de las vidas que “el despojo” de Aldesa impactó. “No se trata de cuántos millones, eso se sabe, este libro es sobre las personas, las familias, la gente común y corriente a la que Aldesa le robó todo”, dice.

Así nació El destructor de vidas y sueños, que en doce capítulos cuenta las historias de muchos que lo perdieron todo. El mismo puede adquirirse en la Relojería Julio Fernández, en el centro de San José.

En este contexto, Fernández conversó con UNIVERSIDAD, a continuación, un extracto de esa conversación.

¿De dónde nace la inquietud de hacer un libro?

—De hablar con la gente. Es que primero hice una página en Facebook, puse mi número de teléfono y me empezó a llamar gente que me contaban sus historias. Eran muchas muy parecidas y se repetía el patrón, todas eran adultas mayores, principalmente mujeres.

Era gente que perdió los ahorros de su vida, que estaba ahorrando para una casa, un carro o para estar en paz en la vejez. En ese momento yo no entendía cómo había pasado, ahora que ya entiendo me doy cuenta de que fue un fraude y que es importante que se conozcan esas historias de personas comunes que fueron engañadas.

Además, hay demasiado silencio, de las autoridades, los medios y hasta las familias, por eso este libro, para combatir el silencio y porque quiero ver a los culpables en la cárcel.

¿Influyó querer contar la historia de su mamá, que se aborda ampliamente en el libro?

—No, realmente no, pero ahora creo que la tragedia nos sirvió para inmortalizarla.

Ella decía que uno podía ser inmortal si hacía una obra muy grande o algo muy especial. Uno muere, pero queda vivo, decía. El hecho de que fuera estafada y que en sus últimos años quedara en la miseria, sin siquiera darse cuenta, por dicha, la hizo inmortal.

Usted dijo antes que ahora entiende cómo se tejió ese “fraude”, ¿cómo fue?

—Consulté a un experto bursátil y me explicó que fue algo tan simple como cambiar un membrete. Todo el mundo depositaba en Aldesa Puesto de Bolsa, con títulos de valores. Luego el corredor llegaba y les visitaba con unos papeles con letra diminuta, que ni con lupa se puede leer y si se pudiera no se entiende, porque uno no sabe de inversiones.

En ese papel les identificaban como inversionistas sofisticados y se decía que la plata se invertía vía Aldesa Corporación de Inversiones, en vez de Puesto de Bolsa —que a uno le suena igual— en diversos proyectos: Graviton, Verbena, Balbina, etc.

Uno veía que sus inversiones habían sido diversificadas supuestamente en empresas externas, pero no, eran aventuras privadas de Aldesa. Te habían sacado de un puesto de bolsa regulado y te habían metido en aventuras locas de ellos sin avisarte.

¿Cree que había un patrón en el perfil de las personas, los clientes que buscaban?

—Claro, eran mayormente personas adultas mayores y lo sabía tanto Chaves (Javier) como los corredores, porque cuando visitaban las casas se enteraban de todo, por ejemplo, del estado de salud mental de mamá. Entonces te encontrás el mismo patrón y una misma historia que se repite.

Este caso ha sido tratado por muchos como “un pleito de ricos”, pero en el libro todos los personajes parecen personas promedio, ¿por qué esa discordancia?

—Es que no son, ni eran, ricos. Son familias trabajadoras, profesionales, pequeñas y a lo sumo medianas empresas que invirtieron su capital de trabajo. La suma de todo lo invertido por empresitas eran $490.000, eso no es ni el valor de una gran empresa.

Había asociaciones solidaristas, gente que estaba ahorrando para hacerse de un carro o de una casa, y ahí tenía sus ahorros, gente normal.

¿Quién es, en resumen, el destructor de vidas y sueños?

—Javier Chaves es el protagonista de la destrucción.

Además, todo empeora porque es cínico. Hay mucho dolor humano de un montón de gente y él, mientras tanto, tiene el cinismo de decir “nosotros somos gente honorable y le vamos a devolver hasta el último céntimo”, cuando sabemos que no va a ser así.

¿Hubo cómplices?

—Claro, primero Hacienda porque no pagaban impuestos y Tributación no inició un proceso. Si hubieran presionado por el pago, probablemente habría reventado el escándalo mucho antes y toda la gente que invirtió en los últimos años se hubiera salvado.

Además, las entidades de supervisión, todas (se refiere al  Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero, Superintendencia General de Entidades Financieras y Superintendencia General de Valores), ahí había complicidad.

También el Poder Judicial, porque, ¿qué están haciendo?, ya son tres años desde el colapso y nada que se mueve el caso. Finalmente, Conapam (Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor) y la Caja (Costarricense del Seguro Social) porque, aunque le debían una millonada, no alertó de nada.

¿Qué perspectivas tiene con el nuevo presidente electo, que fue ministro de Hacienda?

—Yo no voy a defender nunca a un político, sería ir en contra de mis principios. Pero la responsabilidad la tuvo Rocío Aguilar, que había trabajado en Aldesa. Chaves llegó con otras prioridades, aunque cuando presenté la denuncia por fraude fiscal él fue denunciado.

Esperaría que se acabe la alcahuetería que ha habido por parte de Carlos Alvarado, que no solo dejó que Rodolfo Piza pusiera a Edna Camacho (pareja de Javier Chaves) al frente del sector económico, sino que luego la mandó al BID, en Washington.

Esperaría que eso se termine, aunque es preocupante que don Rodrigo Chaves mencionó entre las mujeres que “impactaron su vida” a Edna Camacho, pero igual esperaría que ella no continúe en el BID y que se vaya degradando ese poderío y que nombre a alguien en Hacienda que esté dispuesto, junto con el Poder Judicial, a hacer algo.

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