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FARO da giro radical a 30 años de evaluación educativa

El exministro de Educación, Leonardo Garnier, considera que nuevos exámenes se apegan a los actuales programas de estudio. Por su parte, el padre del Bachillerato, Francisco Pacheco, asegura que “podrían ser una gran curva para que no se quede nadie”.

El lanzamiento de las nuevas Pruebas Nacionales FARO que dejarán en el olvido a los tradicionales (y temidos) exámenes de Bachillerato provocó reacciones antagónicas entre el ministro de Educación Pública, Édgar Mora, y algunos de sus predecesores en la cartera.

El martes anterior, el Consejo Superior de Educación (CSE) aprobó la aplicación de unas nuevas pruebas académicas que pretenden desligar la educación pública de la memorización de contenidos en secundaria y avanzar hacia la evaluación de habilidades tanto en primaria como en secundaria.

Tras la aprobación de las FARO, el Ministerio de Educación Pública (MEP) comunicó el cambio con gran entusiasmo. Para el ministro de Educación esta nueva modalidad evaluativa permitirá un diagnóstico “oportuno” de las habilidades educativas de los estudiantes, pues se realizará un año antes de que abandonen la escuela o el colegio.

“Lo que el sistema quiere es un diagnóstico preciso en el momento oportuno. Con FARO sabremos qué tenemos que aportarle de más al estudiante para que tenga un tránsito seguro a otro nivel, para mejorar. FARO tiene una metodología de diagnóstico, un uso social que permite que el Estado controle la promoción y un resultado final que va apuntando a tener al estudiante más cercano al perfil de salida que hemos definido”, destacó Mora.

La transformación en la evaluación estudiantil surge treinta años después de que se “reinventaran” las pruebas de Bachillerato, durante la administración del expresidente Óscar Arias (1986-1990) y bajo la batuta en el sector educativo de Francisco Antonio Pacheco. Es decir, pasaron seis ministros de Educación provenientes del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), Liberación Nacional (PLN) y Acción Ciudadana (PAC) para que el Ministerio decidiese dar el radical giro.

“No entiendo por qué esperar treinta años. Quiero asegurarle a la sociedad que el MEP bajo mi administración está haciendo los esfuerzos por hacer lo correcto, con absoluta conciencia de que ningún producto de ello debe ser adjudicado políticamente a mi administración o figura como ministro. Las pruebas nacionales deben seguir en manos del Estado y deben sufrir revisiones periódicas más cortas que treinta años”, señaló el ministro de Educación.

Mora enfatizó también que “la evaluación es el factor que domina el proceso educativo” y que parte de los problemas en la calidad, que los costarricenses achacan a la educación, se debe a que no se realizaron cambios en el momento propicio.

Apoyo

Una de las voces que apoya la transformación en la evaluación estudiantil es la del exministro de Educación Pública, Leonardo Garnier, quien estuvo al frente de la cartera durante las administraciones 2006-2010 y 2010-2014, ambas de Liberación Nacional.

Para Garnier, las pruebas FARO se encuentran más relacionadas a los programas de estudio que actualmente rigen en el MEP y que empezaron a aprobarse a partir de su administración.

“Responden más al tipo de cambios curriculares que iniciamos en 2008 y que enfatizan más el desarrollo de habilidades y competencias en los estudiantes: cómo pueden usar los conocimientos para indagar y resolver problemas. Creo que es un buen cambio. Y me pareció ingeniosa la propuesta de realizarlas al final de quinto año de primaria y décimo de secundaria, porque deja oportunidad de utilizar la información de las pruebas sobre las fortalezas y debilidades de cada estudiante para recuperar y reforzar durante sexto y undécimo”, externó el exministro.

El exministro aseguró también que hay que darle seguimiento a la implementación para que efectivamente se cumpla lo establecido por el Consejo y que FARO no es solo “una prueba” sino que incorporan parte del proceso educativo previo.

Para la catedrática de la Universidad de Costa Rica (UCR), Eleonora Badilla, este cambio era necesario desde hace muchos años pues la realidad actual es totalmente diferente.

“La realidad ha cambiado mucho: la ciencia y la tecnología han multiplicado los contenidos y los conocimientos; el mundo laboral valora habilidades que hace poco no eran tan importantes; la sostenibilidad y la convivencia pacífica son valores urgentes. La evaluación no puede quedarse rezagada midiendo solamente los contenidos que se guardan en la memoria. Es necesario valorar también procesos, habilidades y valores”, mencionó Badilla.

La especialista además resaltó que el fin de la evaluación debería ser la mejora.

Rechazo

Los cambios que traen las FARO también provocaron rechazo en algunos protagonistas del sector educativo, como los sindicatos y el exministro de Educación y padre intelectual de los exámenes de Bachillerato, Francisco Antonio Pacheco.

Para Pacheco, esta remodelación le quita “eficacia” al sistema de evaluación.

“Este tipo de pruebas (Bachillerato) entre sus ventajas tienen el hecho de permitirle a la sociedad saber que se acredita cierto grado de conocimientos y madurez, un cierto valor de la persona que obtiene su diploma. Eso se pierde”, acotó.

Además destacó que esta transformación podría provocar que los profesores ayuden a los estudiantes con el fin de que pasen al siguiente nivel.

“Estos sistemas, sino se manejan con gran cuidado, tienden a deteriorarse y una de las formas de deterioro es la complacencia de algunos profesores para obtener un rendimiento muy satisfactorio. Cuando se sabe qué alumno tiene cierto porcentaje, en muchos casos, los maestros se encargarán de subir las notas para que el promedio dé”, puntualizó el exministro.

Pacheco aseguró que el país tiene enormes problemas en materia educativa y que esta acción del Gobierno no va a sacar adelante la educación nacional. Además, destacó que podrían ser una “gran curva para que no se quede nadie”.

En años pasados, los ministros de Educación Pública en funciones aplicaban una “curva” (sistema que se aplica para mejorar la promoción en las pruebas de Bachillerato). Por ejemplo, el año pasado Mora otorgó una curva de seis puntos para colegios académicos diurnos y de ocho puntos para colegios nocturnos.

Con esta ayuda, la promoción de Bachillerato llegó a un 82%, de lo contrario hubiese sido 47%.

Los sindicatos también mostraron su descontento ante la nueva reforma. De hecho, fueron el único representante que votó en contra (seis contra uno) durante la votación que se realizó en el Consejo Superior de Educación (CSE).

La representante de las organizaciones magisteriales ante el CSE, Gilda Montero, votó en contra pues aduce que “no se socializó la propuesta FARO a distintos actores”.

Además, destacó que la implementación de la nueva prueba se asocia a mayores gastos, que ese costo económico no ha sido presupuestado y que no existe un índice de medición que indique el éxito del proyecto.

Minutos después de que se hiciese la presentación oficial de la reforma, los sindicatos de educación señalaron que no descartan solicitar al CSE la impugnación de las nuevas pruebas nacionales, pues según su criterio “el procedimiento fue apresurado y sin consenso”.

¿En qué consiste la reforma?

Estos exámenes serán obligatorios y brindarán un diagnóstico de distintas habilidades de los estudiantes en asignaturas como Español, Matemáticas, Estudios Sociales y Ciencias. Además se realizarán en quinto grado de escuela y décimo año de colegio.

A partir de los resultados, los docentes elaborarán planes de mejora para sexto grado, o quinto año (sexto en colegios técnicos) y realizarán estudios de contexto asociados a los buenos o malos resultados en las pruebas.

Los resultados en estas pruebas se ponderarán con el promedio anual de asignaturas de sexto grado de escuela o último año de colegio (quinto o sexto). De esta manera, FARO tendrá un valor de 40%, mientras que el promedio de todas las asignaturas en el último año de escuela o de secundaria será de 60%.

Con la nueva evaluación, el Ministerio pretende darle más peso al promedio anual del último año académico que a las pruebas nacionales.

Al igual que las pruebas de Bachillerato, las nuevas evaluaciones serán realizadas a final de año en cada centro educativo y se mantendrá el método de selección única.

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