País Escasa educación sexual impide tomar decisiones sobre proyecto de vida

Falta de oportunidades y embarazo adolescente son sinónimos

Desde el 2012 las estadísticas muestran una reducción de casos de embarazo precoz, pero el tema aún requiere urgente atención.

En Costa Rica 10.924 adolescentes quedaron embarazadas en el 2016. Representan el 16% del total de gestaciones durante ese período; entre ellas, 349 eran menores de 15 años.

Ana Yancy García tiene 19 años y una niña de tres años que atender y educar. Nunca le explicaron cómo cuidar su salud sexual y prevenir un embarazo, no sabía claramente cómo se utilizaban los métodos anticonceptivos.

A los 15 años la sacaron de sétimo del colegio porque iba mal en algunas materias, y a su corta edad quedó embarazada. Ahora asiste al colegio nocturno y está en el noveno año de la educación secundaria, pero no es tan sencillo, pues durante el día debe atender a su hija y por las noches su mamá le ayuda para que vaya a estudiar.

“Fue muy duro, casi siempre lloraba porque no me sentía preparada para ser mamá, no sabía a lo que iba, tenía apoyo de parte de mi familia y de mi novio, pero casi no tenía amigos. Ser madre adolescente es difícil; aunque no me arrepiento de tener a mi hija, si me hubieran hablado más sobre la sexualidad hubiera esperado para tenerla. Uno siente que está aparte del resto y no lo toman en cuenta para muchas cosas por tener un bebé”, contó Ana Yancy.

Al igual que ella, Fabiana Jiménez a los 15 años se enteró de que estaba esperando un bebé. Al poco tiempo de enterarse dejó el colegio, porque sentía que las personas la veían con malos ojos y que la discriminaban por su condición.

“La gente se aleja de uno y, en realidad, al saber que estaba embaraza las cosas se me complicaron mucho; además, ya no estaba con el papá de la bebé y tuve que ver a mi mamá muy deprimida por la situación, mis amigos se alejaron de mí”, recordó Fabiana Jiménez.

Ella asegura que no tenía mucho conocimiento sobre relaciones sexuales y cómo cuidarse. Estaba en sétimo en ese momento y nunca le hablaron sobre métodos anticonceptivos; además sentía miedo de que su mamá se enterara de que era activa sexualmente, por ello no se animaba a preguntar.

De acuerdo con la II Encuesta Nacional de Salud Sexual y Reproductiva del 2015, los adolescentes empiezan las relaciones sexuales de forma temprana; ya para los 18 años más de la mitad de las mujeres y más de dos tercios de los hombres ya han tenido, al menos, un encuentro sexual.

Los datos demuestras que a los 15 años el 14% de las mujeres y el 25% de los hombres ya tuvieron relaciones sexuales; pero aún peor, entre quienes inician las relaciones sexuales antes de esa edad, hay una gran cantidad que lo hace en medio de relaciones impropias, es decir, con una persona cinco o más años mayor que ellos y una de cada cinco mujeres lo hace con alguien diez o más años mayor.

Proyecto de vida

En los casos de Ana Yancy y Fabiana, los padres de sus hijos eran de edades similares; pero en ambos, al igual que en muchos otros, hay una serie de elementos que incidieron en la poca planificación que tuvieron de su vida sexual.

Es que es normal ver que las chicas que quedan embarazadas durante su adolescencia tienen una escasa y poco clara educación sexual, esto significa que no cuentan con la información suficiente para tomar decisiones sobre su vida.

Así lo confirmó Ester Serrano, coordinadora de Construcción de Identidades y Proyectos de Vida del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), quien indicó que, si bien han disminuido los embarazos, en Costa Rica y en el mundo entero, por el vuelco poblacional, todavía es un problema que requiere de mucha atención interinstitucional.

En el año 2012, la cantidad de embarazos en adolescentes era de 14.194, lo cual significaba un 19% de las mujeres embarazadas. Para 2016 esa cifra se redujo al 16%.

“Además de tener poca información, las madres adolescentes por lo general tienen un proyecto de vida limitado y con pocas oportunidades; incluso muchas de ellas no tienen la alternativa de estudiar en esa época de su vida, por lo que no planifican el futuro”, detalló Serrano.

Otro elemento que incide muchísimo en los casos de embarazo adolescente es que los servicios de salud aún no cuentan con la sensibilidad necesaria para atender a esta población. Eso implica que los jóvenes no logran comunicar adecuadamente sus dudas, pues les da vergüenza, no tienen confianza o el tiempo suficiente para evacuar sus preguntas durante las consultas.

Para el Dr. Rafael Montero, ginecólogo del Hospital México y especialista en atención de adolescentes embarazadas, hay jóvenes que planean sus embarazos, porque su proyecto de vida incluye tener hijos. En esos casos la prevención es muy difícil de hacer.

Pero para aquellas que no lo planearon, han detectado que hay una deficiencia en la prevención. No se les está llegando ni desde la institucionalidad, ni desde los centros educativos, e incluso ni desde los mismos hogares.

“Cada vez hay más especialistas en el Seguro Social preparados y dispuestos para atender a los adolescentes, pues su atención requiere de un enfoque integral, desde lo social, psicológico y médico. Generalmente las pacientes que quedan embarazadas es porque no usaron un método de planificación o no lo supieron utilizar, ahí se demuestra que hay un fallo en la educación”, indicó Montero.

Desde esta visión, señaló el especialista, en los centros de salud de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) se ha intensificado el esfuerzo por lograr una mayor cercanía con los jóvenes. Esto con el fin de determinar si son activos sexualmente y, de ser así, asesorarlos en prevención de embarazo y enfermedades. Además de procurar que salgan de la consulta con un método de planificación.

Existen clínicas de atención para adolescentes que tienen un norte de prevención, y en las zonas donde se han logrado implementar ha sido posible reducir la incidencia del embarazo adolescente. El problema, según el Dr. Montero, es que no en todos lados los servicios son amigables con los adolescentes, ya que se requiere mayor énfasis en el nivel de Ebais y clínicas de salud, que son las que inicialmente reciben a este segmento poblacional.

“Por lo general llegan con el papá o la mamá y, entonces, toca cuidar el espacio para que tengan la confianza y apertura de contar lo que están viviendo. También hay que poner atención al tema de relaciones impropias, que es muy frecuente en el país, y desde la Caja ya se hacen los reportes al PANI”, añadió el experto.

Aumento de dificultades

Los embarazos en adolescentes y la maternidad temprana repercuten en todas las áreas de la vida de las jóvenes. Como consecuencia, el sistema educativo las expulsa al quedar embarazadas, porque se sienten diferente al resto de sus compañeros, aunque eso ocurre cada vez menos.

Esto implica que postergan o disminuyen sus posibilidades de terminar la educación formal, y eso incide en el aumento de la pobreza familiar, dado que tienen que asumir el cuido de los hijos o pagarle a alguien que las apoye en ese proceso.

“Estamos hablando de que al reducir sus posibilidades de estudio también se disminuyen las oportunidades de incorporarse al mercado laboral, pues no se encuentran lo suficientemente calificadas, con todas las consecuencias económicas que esto implica”, señaló Ester Serrano.

Otro aspecto que repercute en la vida de las adolescentes embarazadas es el riesgo en la salud. Según el Dr. Rafael Montero, está muy relacionado con una mayor tasa de partos pretérmino, así como con problemas de desnutrición de fondo u obesidad.

“Al ser adolescentes hay mayores probabilidades de que sufran trastornos de conducta como anorexia o bulimia y que se presenten más casos de depresión. Asimismo, hay mayores tasas de malformaciones a nivel fetal, en comparación con pacientes adultas”, concluyó Montero.

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