Que Costa Rica ha vivido de espaldas al mar, es lugar común decirlo; y mientras alrededor del mundo los polos de desarrollo han surgido alrededor de ciudades costeras, en Costa Rica, las poblaciones costeras son las más pobres y abandonadas.
Sobre esta lamentable realidad, la responsabilidad compartida de hacer un uso sostenible de los recursos marinos, y el trabajo que están haciendo las instituciones competentes se enfocó una mesa redonda celebrada el pasado 8 de junio en la Asamblea Legislativa, con motivo del Día Mundial del Océano.
El geólogo Guillermo Alvarado, coordinador del Área del Amenazas y Auscultación Sísmica y Volcánica de la Universidad de Costa Rica (UCR), expuso la necesidad de investigar y conocer mejor para dar aprovechamiento racional a la riqueza biológica y geológica que encierra la parte marina de Costa Rica.
Un área que es 12 veces mayor que el territorio continental, lo que hace que este país sea el más grande de América Central con una extensión de alrededor de 600.000 km2 (ver recuadro).
Kifah Sasa, responsable en Costa Rica de la cartera de desarrollo sostenible del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), informó de los planes que el organismo promueve en el país para el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible aprobados por la Organización de Naciones Unidas (ONU), que incluyen la preservación y uso sostenible de los recursos marinos.
Particularmente se refirió al objetivo 14, que habla de la preservación y uso sostenible del mar y los recursos marinos, y al objetivo 12, que se refiere al consumo y la producción sostenibles, por la importancia que estos tienen para garantizar la preservación de la vida submarina.
Y es que normalmente –dijo – pensamos en la deforestación y la agricultura como causantes del cambio de los hábitats, y si hablamos de los impactos negativos que puede haber en la pesca, pensamos directamente en los pescadores.
Sin embargo, el punto de partida está en la góndola del supermercado a la cual todos acudimos por los productos, cada uno de los cuales tiene un impacto ambiental, por lo que al consumirlos estamos siendo responsables de los impactos que puede haber, señaló el experto.
De ahí la importancia de las plataformas nacionales de comercialización de productos que promueve el PNUD en diferentes países, donde se unen productores e instituciones competentes en una sola dirección y se atrae a compradores locales e internacionales en un escenario de sostenibilidad en un país.
En Costa Rica ya se comenzó a trabajar la organización de la primera plataforma del mundo en el sector de la piña, y se va a lanzar junto con el Ministerio de Agricultura y Ganadera, el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) y el Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (Incopesca) una plataforma nacional de pelágicos (peces de aguas superficiales), igual que se está planteando para otros países exportadores como Ecuador, Indonesia y Filipinas, comentó Sasa.
Gustavo Meneses, presidente ejecutivo de Incopesca, apuntó que las propuestas globales de desarrollo sostenibles hay que aterrizarlas en un esfuerzo nacional y en el que debemos comprometernos todos, dentro de un balance equilibrado entre conservación marina y desarrollo pesquero, mencionó.
“La pesca sostenible es posible, pero es un reto de todas y todos los costarricenses y tenemos que darle respuesta de manera comprometida y buscando el bienestar de nuestras poblaciones de pescadores y especialmente los que han sido más invisibilizados”, dijo el jerarca de Incopesca.
A Meneses un sector de pescadores artesanales lo señalan como enemigo por promover un proyecto de ley que pretende restablecer la pesca de arrastre del camarón, técnica prohibida hace casi tres años por el Tribunal Constitucional por ser una práctica incompatible con la pesca sostenible. La práctica acaba con la vida marítima y la pesca artesanal, sostienen.
LIMITACIONES
Meneses reconoció que en el país ha habido una falta de visión integral de la poblemática del mar, y una difícil integración institucional de las rectorías, tanto de Incopesca como del Minae, que se arrastra desde hace años. Afirmó que ahora se ha tratado de corregir acercando a las instituciones para abordar las soluciones a favor de los molusqueros, la pesca de altura y pesca de costa como la del camarón.
Una institución tan limitada como Incopesca, que con cerca de 130 funcionarios debe administrar un área territorial costarricense 12 veces mayor que la continental, tiene mucha limitación para obtener resultados inmediatos; de ahí que “nos hemos dado a la tarea de buscar impacto en las necesidades inmediatas que tiene nuestra gente del mar”, aseguró.
El jerarca de Incopesca enumeró una serie de medidas que se han tomado o están en curso de implementarse desde la administración, entre ellas el decreto sobre las directrices voluntarias de la pesca sostenible en pequeña escala, una coordinación institucional para el cumplimiento del decreto de veda, un decreto pronto a salir para la conformación de una comisión interinstitucional que plantee un plan de intervención en el Golfo de Nicoya durante cinco años, para abordar toda la problemática que se encuentra en él.
Asimismo, se constituyó la comisión técnico científico para asesorar a la directiva de Incopesca en la toma de decisiones, el trabajo que se está haciendo en el ordenamiento de las pesquerías de atún y afines, mediante el decreto de zonificación, entre otras medidas que reseñó.
En este Gobierno ha habido voluntad política para actuar, pero cuando la administración históricamente ha caminado a pasito lento, “no se puede pretender que salgamos corriendo en dos años”, argumentó Meneses en respuesta tácita a las críticas sobre el desorden en el campo pesquero.
Por su parte, Fernando Mora, viceministro de Aguas y Mares del Minae, expuso sobre los ejes de acción fundamentales de la política nacional del mar, política nacional hídrica y política nacional de humedales que ha trazado el Gobierno, con planes de acción y mecanismos que se están creando para implementar las directrices.
Riqueza ignorada
Para el geólogo Guillermo Alvarado, es necesario que el país tome conciencia de la extraordinaria riqueza biológica y la importancia geológica del área marina de Costa Rica, la cual hay que “comenzar a estudiarla para ver cómo hacemos un mejor aprovechamiento de ella”.
Esa parte debería ser estudiada en escuelas y colegios, pero ni siquiera se incluye en la geografía oficial, señaló.
Ahí se encuentra la Cordillera Volcánica Submarina del Coco, una cadena de montañas y volcanes inactivos que se levanta sobre el fondo oceánico en el Pacífico y constituye la mayor cordillera de América Central. Se extiende desde Islas Galápagos hasta la costa de Costa Rica, en una longitud de más de 1.200 km, 815 de los cuales se hallan dentro de los dominios costarricenses.
Sobre esa fila montañosa emerge la Isla del Coco, la única isla oceánica que tiene Costa Rica, dado que el resto de las islas están montadas sobre la plataforma continental.
Aunque no está totalmente estudiada, se calcula que la cordillera tiene una extensión de al menos 565.000 km2, una altura de 2.500 metros sobre el fondo oceánico y un ancho entre 100 y 300 km, explicó Alvarado.
La importancia biológica de esta área tiene que ver con las corrientes marinas que chocan con la cordillera submarina, y tienden a subir cargadas de nutrientes que aprovechan las especies.
“Aquí hay toda una riqueza que tenemos que explotar, proteger, estudiar, desde el punto de vista sostenible y amigable con el ambiente, pero hay que aprovechar los recursos”, comentó Alvarado.
Entre los recursos que encierra hay ricos yacimientos de hidratos de metano, que es metano congelado y es una reserva de energía de hidrocarburos para explotar en el futuro cuando haya tecnología para hacerlo.
Hay metales raros como manganeso, y metales valiosos como cadmio, níquel y titanio, que se usan en la industria del acero y aeroespacial.