Un eventual rechazo al crédito por $31,3 millones ofrecido por el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) para remodelar integralmente el Teatro Nacional le costaría al menos $1,3 millones al Estado (¢770 millones, al tipo de cambio actual).
El monto —apenas inferior al desembolsado por el Ministerio de Cultura para financiar el último Festival Internacional de las Artes— corresponde a recursos que ya se utilizaron en diseños y estudios similares, los cuales quedarían obsoletos si no se concreta el proyecto.
En total, las gestiones de preinversión ya suman los $2,2 millones; sin embargo, las autoridades no contabilizan como posibles “gastos hundidos” algunas de las contrapartidas del crédito, pues argumentan que se tratan de obras que ya cumplen con sus objetivos o que podrían terminar de concretarse como parte de nuevos proyectos, con nuevos financiamientos, de ser necesario.
No obstante, un grueso de los gastos ya realizados (el 60%) sí serían calificados como gastos perdidos por la institución en caso de un rechazo legislativo del crédito, tal como lo hizo constar la propia entidad en una lista solicitada por este semanario.
Entre los gastos perdidos quedarían al menos tres inversiones de alto impacto que cubrirían hasta el 85% de los recursos drenados, incluyendo los diseños electromecánicos y mecánicos de las nuevas instalaciones teatrales, trabajos que se realizaron exclusivamente para este proyecto —desde el año 2017— y que costaron $404.000 y $390.000, pagados al Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y a la empresa de diseño Schuler Shook, respectivamente, según se desprende de la información suministrada.
Además, el teatro reportó también una posible pérdida de $312.000 —donados por el Instituto Nacional de Seguros (INS)— que se utilizaron para los planos de un sistema pasivo contra incendios, un dispositivo de seguridad para aislar los distintos aposentos y proteger al teatro de una posible expansión descontrolada del fuego en casos concretos.
Sobre una eventual pérdida de los recursos, la nueva directora de la entidad, Karina Salguero, señaló que sería lamentable desperdiciar esos recursos; sin embargo, también señaló que lo contemplaban como parte de los “componentes de riesgo” de cualquier operación de financiamiento de su tipo. “Siempre tenés que hacer una inversión para justificar por qué es tan importante el proyecto y eso entra dentro de los riesgos”, puntualizó.
Menos cuantiosos, pero igualmente importantes, se suman desembolsos como los ya realizados para la administración del proyecto a la firma Gestión y Consultoría Integrada, vía adjudicación (por $54.000); así como en el rediseño eléctrico del edificio principal (por $46.000), los pagos al ingeniero civil del proyecto (por $35.000), y el diseño del sistema pasivo antes mencionado (por $28.000).
Además, se contabilizan varios otros desembolsos, todos menores a los $10.000 y pagados con recursos propios de la entidad, para los diseños de la tramoya y del nuevo escenario, los estudios de soportería del nuevo escenario, el cálculo estructural de la capacidad de carga de la tramoya y los planos constructivos del sistema contra incendios, entre otras necesidades.
Según las autoridades del Teatro Nacional, todas estas inversiones se realizaron para justificar y para allanar el camino del crédito aprobado por el BCIE; sin embargo, ahora quedarían sepultadas, en caso de que los diputados decidan rechazar la inversión. Esto ocurriría, en parte, porque se trata de un plan integral que se pensó y se planeó como tal, por lo que realizar las tareas por separado implicaría pensar muchos nuevos factores que tomar en cuenta a la hora de actualizar cada subproyecto.
Actualmente, el crédito del BCIE se encuentra pausado en la Asamblea Legislativa, donde se tramita mediante el expediente 20.810. Allí, como pasa con todos los créditos internacionales de su tipo, la iniciativa requiere el voto favorable de al menos 38 diputados, una cifra que es indispensable para su aprobación final y que es el mínimo para que no termine sepultada.
No obstante, en el caso del crédito para el teatro, varias voces diputadiles han cuestionado el monto y el destino de las inversiones, un punto que ha puesto en jaque la operación desde hace ya varias semanas.
Lea también:
- Dudas en el Congreso ponen en jaque crédito para restaurar el Teatro Nacional
- Artistas piden a los diputados aprobar crédito del BCIE para el Teatro Nacional
Todo apunta al naufragio
Las montos que propone girar el crédito son altos: $31,3 millones: $27,7 millones para infraestructura y equipamiento, incluida la construcción del Centro Cultural José Joaquín Vargas Calvo ($8,2 millones); así como $4,6 millones para otras obras, contando la fiscalización , la supervisión y la contingencia de posibles imprevistos.
Sobre todas estas operaciones, las opiniones son variadas entre congresistas. Hasta hace unas semanas, la iniciativa contaba con el beneplácito de la mayoría de las fracciones del Partido Liberación Nacional (PLN), del Partido Acción Ciudadana (PAC) y del bloque independiente Nueva República. Sin embargo, algunas otras voces diputadiles ya habían manifestado algunas declaraciones fuertes en contra de la realización de los trabajos, al menos de forma conjunta.
Entre ellos, había destacado Pablo Heriberto Abarca, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), quien incluso señaló en su momento que el crédito le parecía “un despilfarro en tiempos de crisis” y que existían “otras maneras de arreglar la situación” .
También se habían manifestado en contra del crédito los diputados del Partido Restauración Nacional (PRN), quienes han asegurado que las condiciones del crédito son desfavorables y que existen otras obras más prioritarias en el país, como la atención de la infraestructura educativa, una preocupación muy reiterada por la legisladora Mileidy Alvarado.
Sobre la relación con los diputados, eso sí, la directora del Teatro, Karina Salguero, señaló que ha sido cordial y que existe un “buen ambiente”. De hecho, destacó que la institución incluso ha recibido a varios jefes de fracción en las últimas semanas, en términos que calificó “muy positivos”.
No obstante, las dudas persisten en el Congreso, donde se requerirá del voto positivo de al menos 38 congresistas para aprobar la iniciativa, un respaldo que actualmente nadie tiene asegurado, a pesar de que el dictamen de la iniciativa había sido apoyado por congresistas de varias fracciones. No obstante, las bancadas guardan sus dudas a lo interno.
Las dudas, eso sí, no estarían pausando mucho más la votación del proyecto. Así lo manifestó el presidente del Congreso, Carlos Ricardo Benavides, del PLN, quien forma parte del grupo que apoya la iniciativa. Según el verdiblanco, él “no podría decir en este momento o adivinar si hay una voluntad mayoritaria (para aprobarlo), pero muchos diputados ya creen que ha llegado el momento de tomar decisiones al respecto”.
El fin de la historia, agregó, podría llegar en este mismo junio.
Un símbolo amenazado
Las autoridades del Teatro Nacional; sin embargo, no se cansan de repetir que la remodelación es necesaria y que lo más conveniente sería que se realice de forma integral. Desde su experiencia, aseguran que han existido -al menos- siete conatos de incendio (dos especialmente documentados) y que, además, realizar las operaciones por tractos podría terminar haciendo todo más costoso y aumentar el deterioro de las instalaciones, como es lógico cuando las intervenciones se realizan más lentamente.
Esto también lo dijo semanas atrás el viceministro de Cultura, Max Valverde, en una breve conversación con UNIVERSIDAD, en la que además aseguró que realizar estos trabajos de forma separada implicaría “costos mayores en el futuro” y someter la infraestructura a “riesgos innecesarios por estar interviniendo en distintos momentos”.
Los conatos de incendio, además, son un alarma que mantiene las luces encendidas en los jerarcas, quienes sostienen que las obras eléctricas y de prevención son imprescindibles para asegurar las instalaciones, para evitar una posible tragedia humana y para despoblar un poco el edificio (evitando así las sobrecargas), con las nuevas oficinas.
De cualquier manera, y pase lo que pase con el crédito, la directora Salguero advirtió además que habrá que buscar una solución “por seguridad humana” y para “salvaguardar el patrimonio”.
“Tenemos que trabajar sí o sí en este programa. Es que la situación es tan frágil y tan sensible que hay sobrecalentamientos, hay espacios que tienen más riesgo que otros, hay muchísima madera y hay muchísima operación a diferencia de otros espacios patrimoniales. Este teatro se caracteriza por su uso, hay funciones constantes y el riesgo es elevado”, concluyó.