País Manuel González:

“Estoy todos los días al filo de la navaja”

El ministro Manuel González repasa el “affair Brasil” y lo enmarca en la gestión que intenta desarrollar, pero tampoco se ahorra quejas sobre su entorno

El canciller Manuel González no había dado ninguna entrevista después de aquel 20 de setiembre en que siguió al presidente Luis Guillermo Solís en el acto de protesta contra el gobierno de Brasil.

Había comparecido en una tensa tarde ante diputados, había hecho sus ya conocidas publicaciones en Facebook y se había tragado unas cuantas palabras en el incendio político que se desató por esa controvertida protesta contra el presidente Michel Temer. Sí, pero no se había sentado a repasar en público los hechos de ese día y los enredos que, admite, se hicieron con las explicaciones posteriores.

La crisis ya pasó, señala. Esa crisis en concreto ya pasó, aunque entiende que su puesto político vive en constante crisis y que lo suyo es como el entrenador de un equipo de fútbol. Cada día puede empezar siendo uno más y acabar siendo el último, más para alguien que nunca antes había llevado puestos los colores del equipo.

Por eso observa el ambiente interno en la Cancillería, la relación con el Presidente, con otros diputados y con la oposición. Entiende también que las críticas contra sus actos o sus palabras pueden llevar una dirección principal: atacar al gobierno. Por eso puso el pecho a las balas. “Me correspondió”, cuenta.

Parece que en verdad siente superada la crisis. Que nadie dude: continuará en el puesto y si se va será por otras razones. En mitad de entrevista lo interrumpió su asesora de prensa, Melissa Durán, para darle una noticia que zanja el “affair Brasil”: la Sala Constitucional acababa de avalar el decreto en favor de la confidencialidad de los informes enviados por el embajador de Brasil.

“Ah, ¡qué buena noticia! Qué buena noticia, más antes de irme”, reaccionó en el momento. ¿Irse? Sí, el día siguiente viajaba a Alemania y luego a Arabia Saudita. Muchos viajes, otro de los temas cuestionables.

– ¿Cree que le comprendimos bien la explicación que dio usted en lo que le atañe?
– Creo que no y no siempre tengo una oportunidad como esta. Los medios filtran y reportan según lo que entienden y no es un mensaje directo y en eso siempre se puede quedar contenido de camino o mal entendido. El enfoque que una parte amplia de la población sobre una coincidencia con el ALBA (sus miembros también protestaron ese día contra Temer) fue el que más distorsión causó y es el que más equivocado está. No depende de mí cómo la gente lo entienda.

– Usted dijo que habla por lo que le consta y este decisión no recayó 100% en usted. ¿Entiende que el cuadro que quedó da para pensar que sí hubo una coordinación con otros países, quizás por encima de su nivel?
– No, por encima de mi nivel no. Estoy convencido de que no. Mi relación con el Presidente es bastante fluida y transparente como para que yo lo hubiera sabido. Tienen el derecho a no creerme, pero yo insisto en que esa coordinación no existió; no era necesario. Si esa coordinación se habría dado, sí habría sido un error.

– ¿Con el video podemos coincidir al menos Ecuador que estaban muy atento al movimiento del Presidente Solís?
– Claro que se presta para eso y el tuit del canciller (Guillaume Long) deja esa idea, pero no fue así. Ellos estaban filmándose a sí mismos, por su cuenta.

– ¿Por qué dejar ahí al embajador Mendoza? Lo usual es que se quede el funcionario de menor rango.
– Porque no había un deseo de hacer una pachotada (sic). Había un deseo de enviar un mensaje de insatisfacción sobre algunas cosas que están ocurriendo en Brasil. Si hubiéramos querido hacer una grosería dejamos vacías las curules.

– Pero fue una protesta al máximo nivel en un escenario crítico, por más que se quisiera atenuar con la presencia del embajador ahí.
– Bueno, en eso hay distintos niveles. Está la más radical, que es el rompimiento de relaciones, hasta toda una serie de matices. No es que faltamos a los procedimientos, no, porque no existe un manual de protesta internacional.

– Claro, pero hay acciones de otros países tan graves o más que estos acontecimientos que se señalan en Brasil. ¿No se ha valorado protestar también o esto fue la excepción?
– En muchos casos uno puede tener dudas… mire, nunca nos hemos quedado a escuchar ningún discursos de países del ALBA o fuera de él.

– Entiendo, pero este caso fue una decisión deliberada. Decidieron estar para irse.
– La decisión inicial fue “no me interesa escuchar el discurso del presidente de Brasil”. Esa es la posición inicial. La decisión subsidiaria era tener una protesta implícita cuyas consecuencias estoy como Jefe de Estado (habla en referencia al Presidente) dispuesto a asumir. Ese fue el orden. Si el único objetivo hubiera sido protestar, lo hubiéramos hecho mucho antes por otros medios. El punto inicial en que él (Solís) lo analiza es “a mí no me interesa oírlo”.

– ¿Por qué entonces él estaba ahí a esa hora?
– Hubo un acto previo que nos interesaba. Después comenzaban los discursos y siempre ha comenzado Brasil y el número dos es siempre Estados Unidos y ese sí que nos interesaba escuchar. Así es como ocurrió y así lo diré dentro de cinco años o 20. En mi conciencia no llevo ningún cargo de haber coordinado nada con ningún país del ALBA.

– Si hubiera visto cómo se iba a complicar el caso en CR aquí y qué reacción iba a tener Brasil ¿también lo habría hecho?
– Mire, yo el fin de semana pasado estuve con el canciller de Brasil. Llegó a hablarme y pedirme apoyo para una candidatura. Si las relaciones estuvieran tensas eso no habría ocurrido.

– ¿Lo dejaron solo en el Gobierno con las explicaciones de este caso sin que usted la hubiera tomado al 100%?
– Yo creo que al tratarse de un tema de Relaciones Exteriores se le asignó al Ministerio que corresponde y por eso me correspondió asumir las explicaciones y la vocería, que además fue un poco complicado, porque ocurrió un hecho que causaba polémica mientras estábamos fuera del país con una agenda fuerte y con la necesidad de reaccionar a lo que pasaba acá. Claro que eso genera desfases y falta de comunicación fluida. Don Mauricio (Herrera, ministro de Comunicación) tampoco podía palparlo porque no estaba ahí y yo no podía dedicarme completo al tema y el presidente también tenía su agenda. Todo eso permitió que la cosa se saliera de contexto y de control.

– Sabe que esto provocó malestar en personal Cancillería ¿Vale la pena seguir acá?
– En relación con el tema específico de Brasil nadie me ha venido a hacer ningún comentario, aunque trato de tener cercanía con la gente. Nadie me ha hecho ningún reporte, aunque tampoco me han llegado a felicitar.

– Desde que usted asumió la Cancillería, dijo que perdía dinero estando aquí. Además le corresponde asumir el costo de decisiones que dice no fueron suyas. ¿Vale la pena seguir en esto?
– Yo lo veo como un proceso. Este puesto uno se lo gana todos los días. Estoy todos los días en el filo de la navaja y uno es un objetivo importante a atacar porque consideran es un ataque al gobierno y al presidente y las bases de credibilidad del gobierno. Eso yo lo entiendo.

– Entonces sí vale el costo…
– Vale la pena seguir porque estoy en un proceso que no ha terminado; es poner orden, hacer las cosas con mayor excelencia, a más justicia y transparencia y decisiones más objetivas, una Cancillería más organizada y rigurosas, con responsabilidades. Que la política externa coincida con la política interior y viceversa, que la Cancillería sirve de puente entre lo exterior y lo interior.

– Esto que usted explica tendría mucho más sentido si perteneciera a un pensamiento político que se propuso para las elecciones en 2014 y que ahora gobierna. Este es un gobierno PAC, pero usted no es un ministro PAC.
– Bueno, yo soy un canciller de Costa Rica y aquí en Cancillería hay una ventaja: hay una política de Estado. Tiene que arraigarse más, pero en la práctica se ha construido una política de Estado a lo largo de muchas administraciones. Hay énfasis y estilos, pero los grandes pilares son los mismos aunque el gobierno sea de centro derecho o centroizquierda. Veo muy difícil que un gobierno por razones ideológicas cambie, o se le permita cambiar, los ejes en derechos humanos, paz, desarme, defensa territorial o medio ambiente. El Presidente sabe bien de dónde vengo y dónde voy después de esto.

– ¿A dónde va después de esto?
– Diay, a mi vida profesional privada (servicios de bufete), de donde vine

– ¿Ve en sus planes llegar al 2018?
– Aspiro a que sí, pero nunca se sabe. Sé que hay una fecha de caducidad, el 8 de mayo de 2018. Expiro, como una cosa de esas que se autodestruyen.

– ¿Se ha planteado irse?
– Uno debe evaluarse constantemente en los factores de gobierno, de relación con otros ministros, personales, familiares y económicos. Uno debe estar constantemente ponderando eso y a estar expuesto a que cualquier diga lo que se le ocurre sin siquiera saber cómo es uno o cómo se toman las decisiones.

– ¿Qué haría si el presidente toma una decisión en política exterior que usted no comparte?
– Bueno, ha habido momentos en que no hemos coincidido y otros en que él me ha hecho cambiar de posición o yo a él. Si hubiera decisiones contrarias a mis pensamientos o principios, claro que tendría que separarme. No estoy por una obstinación o por aferrarme a un puesto. Si esa fuera la única razón, ya pasó el suficiente tiempo como para incluir en mi currículo que fui canciller.

– Alfombras rojas, honores, cortesías y otras cosas que tocan la vanidad natural humana. ¿Es bonito ser canciller?
– No es tanto la vanidad como el resto y la dignidad de los países. La alfombra roja no es para Manuel González, es parta el canciller de Costa Rica aunque llegue en chancletas. Claro que es bonito representar a Costa Rica y así lo veo. No es bonito en las condiciones presupuestarias en Costa Rica. Y no es cuestión de lujos, sino de condiciones mínimas que se deben cumplir parta tener una representación decente.

– ¿Debe un canciller viajar en primera clase?
– En primera clase no, pero en ejecutiva sí. Eso va a ser muy impopular, pero en viajes largos debería viajar en clase ejecutiva. A menudo me toca llegar a un país en la mañana, ir al hotel a bañarme y atender reuniones en la tarde. A veces voy como un zombie. Es muy pesado. Va uno todo estrujado, mentira que puedo trabajar. Me ha tocado ir con chiquitos llorando, gente enferma, en el asiento en medio y llegar a trabajar. No quiero que me agradezcan, pero no crean que uno va a cuerpo de rey con todas las comodidades ganando millas, como dicen muchos. Eso no es cierto. Todos los cancilleres que me precedieron viajaban en ejecutiva y la Contraloría lo permitía. No es un lujo ni algo que vaya a cambiar el déficit fiscal. Sin arrogancia le digo que no vine a viajar. Yo ya he tenido la dicha de viajar muchísimo en mi vida personal y profesional. La gente me dice que en mi trabajo conozco mucho, pero siempre dicho que solo he conocido cuatro cosas: aviones, aeropuertos, cuartos de hoteles y cuartos de reuniones. Hay ministros incluso en esta mismo administración que para una reunión de un día en Europa se van una semana.

– Si es incómodo para usted ir en clase turista, imagínese para el presidente, que además es más grande. Y él no va en clase ejecutiva. Puede que vaya en clase turista el presidente mientras usted va en ejecutiva, como ha ocurrido.
– Sí, en efecto. Yo en efecto… en viajes cortos como a Estados Unidos no compraría ejecutiva. Sería innecesario, pero a veces hay tiquetes más baratos en ejecutiva que en económica según qué día se compre y en qué condiciones. Me parece que hay abusos en el sistema de compra de tiquetes, con las agencias. Le están sacando la plata al Estado.

– La pregunta es lógica: si se desgasta tanto, ¿por qué no se va?
– Mire, esto no es un jardín de rosas. Hay mucho desgaste, sí, pero hay consideraciones que uno debe hacer en su momento, hay cosas más importantes.

– ¿Qué ha pasado con Venezuela? ¿Por qué no hay embajador?
– Se solicitó el beneplácito como de hace un mes y medio.
– Pero desde hace un año y medio fue destituido el embajador Federico Picado.
– Bueno, en ese momento revocamos el nombramiento por un tema de imprudencia (declaraciones en la prensa). Después quisimos ser más cuidadosos. Entonces pensé llevar mejor a ese destino tener un embajador de carrera y lo buscamos, pero no muchos estaban dispuestos, por la situación interna del país y la falta de cosas básicas. Teníamos identificado uno pero tiene un hijo con necesidad de medicinas. La misión ha estado a cargo de una excelente funcionaria de carrera que tiene toda la confianza, doña Patricia Villalobos. A la persona que propusimos le resultaron interesantes los retos en Caracas. Es un académico a quien escogimos por sus atestados académicos. Espero que no tengamos las dificultades que tuvimos con el embajador anterior, entendiendo que esta no es una cuestión d derecha o izquierda.

– ¿Cómo ve venir la relación con Nicaragua con la reelección de Ortega?
– No creo que tenga gran interés en mejorar las relaciones en Costa Rica. Ojalá el nuevo embajador (Eduardo Trejos) pueda establecer canales de comunicación adecuados allá. Yo no tengo un interlocutor.

– ¿Nunca ha hablado con Samuel Santos?
– Nos conocemos por cartas pero él nunca atiende ninguna reunión ni va a nada.

– Pero usted ha coincidido con él.
– Una única vez lo vi en un lobby en un hotel en Europa. Pero en una reunión de trabajo no, nunca. Y con otros… no, usted sabe cómo es esto, muy formal. No corresponde por el rango. Y tampoco le llego al rango de la señora Murillo. Eso complica mucho las cosas.

– ¿Debería convenir una mayor una relación con ese gobierno?
– La relación distante no va a cambiar en el corto plazo pero no vamos a romper relaciones ni nada así, con tantos temas migratorios, consulares, con una relación comercial de casi $800 millones y problemas de seguridad. Es impensable romper relaciones. Sería un gravísimo error. Por enviar un mensaje de protesta estaríamos afectando otras áreas. Hay que balancear principios y los intereses.

– ¿Conviene más Hillary o Donald. ¿No le preocupa un posible triunfo de Trump?
– Una cosa es lo que se dice y otra es o que realmente se puede hacer. Muchas de las cosas que ha dicho serán muy difíciles en la práctica. Él no tiene experiencia en gobierno y quizás cree que puede hacer cosas pero EEUU es una potencia. La realidad mundial y de su país, el sistema de pesos y contrapesos se encargará de no ir a ningún extremo.

– ¿Por qué Costa Rica firmó relaciones con Arabia Saudita? Están crucificando personas.
– Era el único país que faltaba del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo. Es un país donde están pasando cosas que en el mediano plazo van a ser positivas y que van a cambiar. No podemos ser tan ingenuos de pensar que un país como Costa Rica es el que va a cambiar esa situación en Arabia Saudita

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