La epidemia de insuficiencia renal crónica (IRC) que desde hace años azota Guanacaste no cesa de sembrar muerte y dolor, cebándose mayormente con los trabajadores agrícolas, jóvenes muchos de ellos, con un impacto social que se deja ver claramente en comunidades como Bebedero, en el sector de Cañas.
Los casos no dejan de aumentar y crece la preocupación de autoridades que toman medidas de atención y prevención del mal, y de pobladores que a pesar de los años que llevan lidiando con el problema siguen preguntándose: ¿Cuál es la causa?
La hospitalización por enfermedad renal aumentó más de un 50% el último año en Guanacaste, que presenta una mortalidad de 36%, y donde el riesgo de contraer la enfermedad del riñón es entre 3,5 y 5,5 veces mayor que en el resto de las provincias.
El índice de hospitalización por IRC es de 112,9 por cada 100.000 habitantes en Guanacaste, mientras que en Cartago, la provincia que le sigue, es de 43,8 por cada 100.000 habitantes, según estudios epidemiológicos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Por ejemplo, en el grupo de 50 a 59 años, la tasa de hospitalización es en la provincia de Cartago de 400 pacientes por cada 100.000, mientras que en los hospitales de Guanacaste la cifra es de 1.100 por la misma constante para ese grupo poblacional, es decir tres veces mayor. Las zonas de donde procede la mayor cantidad de víctimas son Cañas, Bagaces, Santa Cruz y Carrillo.
La situación obligó a la CCSS a ampliar los servicios. Creó un segundo turno en la unidad de diálisis (terapia de limpieza de sangre) en el Hospital de Liberia y en el Centro de Atención Integral de Salud (CAIS) de Cañas, y está por abrir en junio la correspondiente unidad en el hospital de Nicoya.
Para el 2017 espera abrir en el hospital de Liberia una unidad de hemodiálisis que es una terapia más costosa, y que actualmente se emplea de manera selectiva en Hospital México, San José.
La Caja también puso en marcha la estrategia “Riñón sano” en la provincia de Guanacaste, con actividades para sensibilizar a la población sobre la importancia de la hidratación, evitar la sobreexposición solar y la automedicación.
Otras acciones se dirigen a agilizar la aprobación de pensiones a estos pacientes, el trámite de aseguramiento y fortalecimiento de la vigilancia epidemiológica de la enfermedad.
Miembros del personal médico y de enfermería, aunque alegres por el avance logrado, reconocen que la cobertura se queda corta para la necesidad que tienen los pacientes.
En Bebedero -una comunidad donde las charcas pobladas de zancudos y la pobreza se dejan ver por todos lados – impresiona ver cómo prácticamente casa de por medio se encuentra una persona con IRC, o con trasplante de riñón, o con un familiar afectado por el mal, así como cantidad de hombres, muchos jóvenes, con pensión de la Caja por la enfermedad.
La historia se repite: trabajaron en las vecinas plantaciones de caña del Ingenio Taboga, la única fuente de empleo en el lugar, hasta que se enfermaron y fueron despedidos y ahora lidian con la enfermedad sin esperanza de volver a conseguir empleo para sostenerse ellos y su familia.
En el mejor de los casos sobreviven con la pensión que les da la Caja, de unos ¢140.000 a ¢170.000 como máximo, y es claro que con ese ingreso pasan necesidades.
Esta no es la única causa de angustia de esta gente. Víctimas y familiares expresan ansia por saber con certeza a qué se debe la epidemia de IRC que se ceba con ellos.
Yo le pido a Dios todos los días que se aclare lo que está pasando y se ponga un remedio a esto, porque como vamos, vamos muy mal”, dice Marlen Navarro. Su hijo de 31 años, Maikol, murió de insuficiencia renal en enero pasado, dejando huérfanas una hija de cinco años y otra de diez.
Esta vecina de Bebedero no parece dar crédito a las conclusiones del más reciente estudio epidemiológico de la CCSS, que asocia como causas del padecimiento el excesivo calor, mala hidratación, extenuante esfuerzo físico y consumo continuado de analgésicos que dañan el riñón, el órgano que limpia la sangre de impurezas y exceso de líquido.
Otras sospechadas causas que se han mencionado como la presencia de arsénico en el agua, la aplicación de agroquímicos y la contaminación ambiental por las quemas de abrojos en los cañales, no se confirmaron en el estudio. Los investigadores, sin embargo, no descartan nada y dicen que hay que seguir con los estudios.
La propia presidenta ejecutiva de la CCSS, María del Rocío Sáenz, habló recientemente de la necesidad de profundizar los estudios, e incluso de pedir apoyo internacional.
Indicó que el asunto de la IRC requiere de un abordaje integral y destacó la importancia de revisar todos los programas de promoción, prevención y atención que se están desarrollando en la provincia para ver de qué manera se incrementa la respuesta institucional.
SITUACIÓN DIFÍCIL
Manuel Cerdas, jefe de nefrología (especialidad médica de los riñones) del Hospital México, dijo que la epidemia del IRC es un problema de salud pública muy serio, por el gran número de pacientes que están llegando, sobre todo de cantones de Guanacaste, donde es el principal problema que tienen, por encima de casos cadiovasculares y los tumores.
Hay gente trabajadora que está enferma y no lo sabe porque no se ha hecho examen, y cuando la enfermedad está avanzada es cuando llegan a consulta.
“Tenemos muchos pacientes que necesitan diálisis y trasplante, la situación está difícil, hay gran demanda de servicios en la parte médica”, comentó el especialista.
Dijo que como funcionarios de la Caja hacen todo lo que pueden por atender a los pacientes, pero el problema no lo pueden resolver solo los médicos. “Nosotros atendemos a los pacientes pero en el resto no tenemos injerencia”, apuntó al mencionar que la situación involucra aspectos laborales, familiares y educativos en los que la parte médica no tiene injerencia.
Se han hecho reuniones, estudios epidemiológicos, se han emitido normas y se han coordinado acciones entre la Caja, el Ministerio de Salud, Acueductos y Alcantarillados y la Liga de Caña, entre otras entidades, de manera que se ha hecho mucho por dar respuesta a la situación, y lo que falta es establecer una detección más temprana y una prevención de la enfermedad, consideró.
En su opinión tiene que haber una política gubernamental muy bien definida y con mucho peso para que unifique las acciones y ponga las normas de todo lo que está implicado en este problema.
Por parte del Ministerio de Trabajo, el director del Consejo de Salud Ocupacional (CSO), Hernán Solano, destacó diversas acciones que se han emprendido para atender la problemática.
Mencionó el “decreto sobre estrés térmico” que emitieron el año pasado el Ministerio de Salud y el de Trabajo, así como una guía de hidratación que publicó el Ministerio de Salud.
Dicha reglamentación busca regular en todo el país las horas de exposición bajo el sol para los trabajadores, así como definir horarios de descanso, promover la hidratación y el correcto control médico.
Actualmente se está trabajando en una guía para la gente que trabaja bajo el sol en el sector del banano y la piña, y posiblemente este año se empiece preparar guías para caña y palma africana.
También está por salir una instrucción de cómo se deben hacer los exámenes de enfermedad renal crónica en los centros hospitalarios públicos y privados.
Solano dijo que él personalmente ha participado en reuniones en Guanacaste, particularmente en los ingenios Taboga y El Viejo, y se han dado capacitaciones a encargados de salud ocupacional, así como a los inspectores de trabajo, que son los encargados de implementar o velar por el cumplimiento del reglamento.
Además, se espera lanzar en unos cuatro meses una campaña a través de la radio y redes sociales, principalmente, para hacer conciencia en la gente sobre las medidas de prevención que establece el reglamento.
“Será una campaña a nivel nacional, porque somos conscientes de que el peón agrícola o la gente que hace labor pesada está en todo el país, y sabemos que tiene que hacerla, pero debe ser con intervalos de descanso, hidratándose bien”, expresó.
Usualmente esta grave enfermedad se presenta en pacientes hipertensos o diabéticos mayores de 50 años, pero hoy la sufren guanacastecos entre 18 y 35 años, sin ningún otro padecimiento.
La Caja no lleva una estadística del total de enfermos de ICR, pues solo registra ingresos de pacientes y la causa de consulta.
Según datos preliminares del Instituto Nacional de Estadística y Censos, en el 2015 murieron 214 personas por enfermedad renal, sin mayor detalle.
REGISTRO
En el CAIS de Cañas se habla de alrededor de mil personas tamizadas en esa área con la enfermedad renal, sumadas las vistas en el primer nivel de atención (en el Equipo Básico de Atención Integral en Salud – Ebáis), y a nivel del centro de salud, pero puede darse un subregistro de casos, con pacientes que han sido referidos directamente al Hospital México en San José y otros que simplemente no se han acercado a consulta.
Entre estos se encontrarían trabajadores nicaragüenses -que son la mayoría de los contratados en las labores de la caña – y que no se acercan por estar en situación migratoria irregular, o por temor a no ser contratados si se sabe que están enfermos.
En el CAIS de Cañas la directora de enfermería, Mauren Reyes, y la médica Patricia Montero, jefa de medicina familiar, hablan con ilusión de cómo ha ido creciendo la unidad de diálisis conforme se les ha ido asignando los recursos, aunque las limitaciones siguen siendo muchas.
Por ejemplo, las camas son prestadas por el Hospital de Puntarenas, y deberían tener un nefrólogo, pero no lo hay, entonces tienen que trabajar en coordinación con la especialista que hay en Liberia y los que están en el Hospital México.
Tienen una lista de unas 50 personas en espera de atención, y alguno en cualquier momento puede necesitar ser sometido rápidamente a la terapia de diálisis.
Rostros de Bebedero
José Pablo Ordóñez
Extrabajador cañero 37 años. Hace cinco años le diagnosticaron insuficiencia renal, estuvo incapacitado siete meses y la Caja lo pensionó: ₡140.000 al mes. Toma siete pastillas al día y madruga para sacar las citas de control en el centro de salud de Cañas.
“Aquí hay bastantes enfermos. Mi mamá tiene el mismo problema (mal renal), allá hay otra señora, aquí a la par hay un muchacho, al otro lado hay tres trasplantados de riñón”, dice señalando casas vecinas.
Ramón Morales
Tiene 28 años y está pensionado por enfermedad renal.
Trabajó en haciendas de arroz y caña hasta que enfermó del mal. Tiene esposa y una hija de seis años. En las casas cercanas a la suya tiene vecinos con trasplante de riñón y enfermos, incluido su suegro, quien fue despedido del ingenio Taboga por padecer insuficiencia renal.
Marlen Navarro
Su hijo, Maikol, de 31 años, murió el 28 de enero pasado, dejó una niña de cinco años y otra de diez.
Dice que al muchacho le diagnosticaron insuficiencia renal siendo trabajador de Taboga, siguió trabajando enfermo pero luego, estando incapacitado, lo echaron porque no podían mantenerlo más así.
“Lo que yo sufrí con mi hijo enfermo fue algo terrible. Cada día vemos caer más y más gente con la enfermedad y los familiares queremos saber a qué se debe eso”, clama.
Patricia Calero
En febrero pasado su esposo murió padeciendo de insuficiencia renal. A él le diagnosticaron el padecimiento en el año 2000 y en los últimos seis años pasó con diálisis. Eran cuatro hermanos y todos murieron de lo mismo, relata Calero.
“Aquí en cada cuadra hay hasta tres padeciendo de riñón, esto es algo gigantesco”, dice en alusión a la barriada de Cañas donde vive.
Apuesta por la prevención
El director del CAIS de Cañas, Marvin Palma, habla con entusiasmo de la ampliación que ha tenido la unidad de diálisis con la creación de un segundo turno de atención de pacientes con enfermedad renal, y con el programa de diálisis ambulatoria, en donde a la persona enferma y sus familiares se les instruye para que puedan hacer el procedimiento en sus casas y así facilitar una atención acorde con la necesidad de los usuarios.
En esta modalidad fue pionero el hospital de Liberia y se decidió llevarla también a Cañas, los dos únicos centros de la región donde actualmente hay este servicio.
La Caja – relata el médico – ha venido dando recursos poco a poco para ir abriendo la cobertura a estos usuarios con padecimiento renal, se ha venido inyectando recurso humano, financiero y en la parte de los suministros, e incluso a las personas que no son aseguradas se busca la manera de incluirlas.
En fase avanzada de la enfermedad hay acompañamiento, por telemedicina, de nefrólogos del hospital de Liberia y el hospital México, y eso ha facilitado que la unidad haya entrado en el proceso de trasplantes que se realizan en el hospital México.
A la vez se ha puesto énfasis al tema de pensiones para los pacientes con insuficiencia renal, al apoyo familiar y actividades de prevención y promoción de “riñón sano” en centros escolares y empresas.
Palma asegura que la mayoría de las empresas de la zona cuyos trabajadores tienen una exposición solar importante han tenido su responsabilidad social en apoyar la prevención y mejora de la calidad de vida de los empleados y ha sido un éxito la integración esfuerzos con la Caja, el Ministerio de Salud, el Ministerio de Educación, la Municipalidad y las empresas.
Ha sido tan enriquecedor que las direcciones regionales han tomado la determinación de hacer los desfiles escolares y actos folclóricos en horas de la tarde para evitar la exposición solar.
Un estudio epidemiológico que hizo la Caja – recordó el médico – halló como factores asociados a la incidencia de la enfermedad renal en la zona, ser varón, trabajar en el campo, falta de tomar líquidos, deshidratación severa y automedicación de analgésicos. Eso ha generado que con el paso del tiempo personas que no son diabéticas ni hipertensas (la causa principal de insuficiencia renal), hayan generado un daño al riñón.
“Por eso tenemos un sistema de promoción y prevención con el mensaje de cómo cuidar el riñón, tomar bastante líquido, alimentarse bien, protegerse del sol. Y en eso los niños están al tanto, porque se ha abarcado el horario escolar, y por otro lado ha aumentado el tamizaje de personas enfermas, porque ahora la gente está más atenta”.
¿Y cómo se explica lo que ocurre en Bebedero?
Palma admite que la mayoría de los pacientes de Cañas han salido de Bebedero, y dice que es porque es un lugar demasiadamente expuesto al sol, más que los otros, y por el tipo de trabajo (en cañales).
“Hay algunos elementos ahí que se están revisando porque había casos de personas como de 19 años que no estuvieron expuestas al sol, pero esos casos los está revisando vigilancia epidemiológica. Es probable que ahí anda también un factor genético, porque a esas variables hay que sumarles un factor genético”, apuntó.
¿Y por qué cree, que pese a esa divulgación de que habla, la gente sigue reclamando que se investigue para saber a qué se debe tanto caso de enfermedad renal en la zona?
La explicación del médico es: “Esto es como el dengue. La gente sabe qué trasmite la enfermedad, cómo es el dengue, cómo se previene, pero si usted va a la casa, está cargada de dengue. La gente no hace caso. Entonces en cualquier lugar va a pasar lo mismo, lo que hay que hacer es ser constante.”
Con ese fin en el área de Cañas la Caja se encargó de capacitar a todos los directores de colegio, de escuelas y colegios nocturnos, dándoles una metodología clara de cómo dar educación, señala.