Rodolfo Piza aceptó sentarse donde nosotros dijéramos para la entrevista en vivo. Con escritorio, en silla o en uno de los sillones donde finalmente se acomodó para responder con esa aparente actitud de no enojarse que se le percibe desde que comenzó este Gobierno.
Ese es su modo en estas semanas iniciales como ministro de la Presidencia de su exadversario y actual presidente Carlos Alvarado, dentro del “gobierno de unidad” en el que aún está acomodándose, mientras apura las tareas en materia fiscal.
El sillón le quedaba más bien pequeño para su estatura, pero igual parecía cómodo para contestar durante 50 minutos, con un talante conciliador que parece consciente, como una marca del nuevo Gobierno. No parece que este mismo político fuera aquel candidato que se enfadaba en los debates y sacaba un enjuague bucal como “arma” contra un adversario.
La propuesta fue un Facebook Live en el perfil del Semanario UNIVERSIDAD sobre el inicio de un Gobierno casi monotemático en lo fiscal. “Es un inicio intenso en las negociaciones para equilibrar las finanzas públicas, sin lo cual es muy difícil salir adelante”, dijo Piza.
¿Tal como lo había previsto?
–Hay problemas complejos a los que debemos dar continuidad, pero son lo que normalmente se debe esperar. Hay un problema muy serio de orden fiscal, pero ya veníamos hablando de ello.
¿Es tan grave como se creía?
–Sí. Quizás el efecto del Banco Crédito lo subió un poco, pero era previsible de que el déficit del 2017 iba a cerrar en 6,2% y que el tema de finanzas se estaba deteriorando, y que por tanto necesitábamos empezar con ajustes por el gasto y en la recaudación. Pero no se trata de gastar menos, sino de gastar mejor y no crecer en la forma en que se creció en el pasado. No es recortar ni un solo funcionario público, salvo las plazas los que vayan quedando vacantes, pero no hay amenaza en el plan fiscal ni en los intereses de la Administración Pública de afectar derechos adquiridos. Lo que sí se necesita es contener ese crecimiento y dirigirlo a las cosas que más importan a la ciudadanía.
¿Los diputados opositores han entendido cuando ustedes dicen “bajar la velocidad al gasto” y piden tijera?
–Cuando oigan las propuestas de la ministra de Hacienda el 30 de este mes, entenderán la voluntad seria del Gobierno de contener el gasto público. El país no necesita terapia de choque, pero sí de contención, y eso debe venir del lado de ingresos y gastos. El país se acostumbró a aumentar el gasto más de 10% anual y la recaudación un 8%, y así no cierran las cuentas; pero si crecemos al 4% anual en gasto y un 8% anual en recaudación, más el empuje del Ley de fortalecimiento de Finanzas, sí se podrá cumplir la meta del presidente de cerrar el gobierno sin un déficit primario, que sería menor al 3% del PIB.
¿Cómo será el presupuesto para el 2019 que desde ya están trabajando?
–Crecerá más o menos lo que crece la economía. El país no aguanta crecer por encima en el gasto, eso definirá las posibilidades económicas y podremos saber cuál Estado queremos y cuál podremos pagar. Si lo sostenemos con deuda, tarde o temprano se revienta y caemos en una crisis. Los que tenemos más años recordamos la crisis de los 80, muy intensa, que agravó la pobreza el doble y la escolaridad en colegio pasó de 80% a 50%, y así otros impactos; incluido, claro, el salario de los trabajadores. El Gobierno lo que tiene claro es que no va a llevar al país a una crisis.
¿Pero lo que está diciendo es que hay riesgo de una crisis?
–Existe si no se toman medidas en el orden legislativo y el ejecutivo.
Algunos sectores reclaman señales más claras.
–Lo que queda claro es que en el primer mes de este gobierno se van a presenta todas las medidas y a aprobar todas en el orden administrativo. Son las que van a presentar la ministra de Hacienda. Hay medidas de austeridad más bien simbólicas y otras de mayor contenido económico, aunque no sean tan simbólicas, pero ambas son necesarias. Queremos lograr de verdad una credibilidad sobre nuestro manejo de las finanzas y hay que aplicar medidas de mejoras de la recaudación.
Siempre es impopular.
–El país ya tiene un endeudamiento muy alto y no podemos darnos el lujo de caer en una situación de insolvencia que es lejana pero real si no tomamos las medidas necesarias. El presidente, don Carlos, tiene la decisión de tomar todas las medidas y la valentía de defender un proyecto fiscal, aunque sabemos que la gente prefiere ir al dentista que pagar impuestos, pero la gente tiene que saber que eso debe adaptarse en beneficio de un clima de credibilidad y de que volvamos a crecer. El objetivo final es que haya empleos decentes y de calidad, y para eso es requisito equilibrar finanzas.
¿Ve una actitud semejante de parte de los diputados de oposición?
–Lo que he visto es una conciencia sobre la situación fiscal del país y estoy seguro de que ayudarán a que se discuta y se apruebe en su momento el plan de Fortalecimiento a Finanzas Públicas. Zarandeos y críticas son normales en la actividad política; uno preferiría que sea más sencillo el camino, pero es el que nos toca recorrer.
Usted y Juan Carlos Mendoza, ministro de Comunicación, son los únicos ministros con despacho aquí mismo en la Casa Presidencial. ¿Se entienden bien?
–Muy bien, sí. Tenemos y tendremos una relación muy frecuente.
Él hace seis años se opuso a un plan fiscal y ahora es parte de un Gobierno que tiene como tarea urgente un plan fiscal. ¿Están todos alineados en esta tarea?
–Creo que sí, pero también hay que tomar en cuenta las condiciones distintas. No era lo mismo cuando la deuda pública total rondaba el 30% que ahora que supera el 50% de PIB. Ahora hay una conciencia de todo el gabinete de entregar el país en mejores condiciones y eso pasa por las finanzas. No podemos darnos el lujo de dejar ese tema para el futuro, porque ese futuro ya lo tenemos en frente.
Decía Carlos Alvarado sobre usted: “don Rodolfo me necesita y yo lo necesito”. ¿Cómo ha sido el engarce entre dos figuras que hace cuatro meses jamás pensábamos ver en esas circunstancias?
–Yo sí lo hubiera visto. Si me hubiera tocado al revés yo sin duda lo hubiera tenido a él de ministro de la Presidencia. Hubiera estado encantado. Le tengo gran admiración y creo que el pueblo tomó la decisión correcta, don Carlos tiene gran visión y apertura para avanzar. Por supuesto que él es quien preside y yo estoy contento de cumplir mi función. Gobernar es un esfuerzo que requiere mucho apoyo y todos estamos obligados a arrimar el hombro. Todos son indispensables para lograr los objetivos y volver a creérnosla.
Siendo usted creyente y recodándolo en la marcha de San José convocada por obispos y líderes evangélicos… ¿se sintió cómodo en una investidura presidencial tan laica?
–Un Gobierno trabaja para todos los costarricenses, para los que somos creyentes y los que no lo son. Eso coincide con el llamado del papa Francisco por un Estado laico que no rechace la religión, sino que respeta a todos por igual. Yo me siento cómodo en este Gobierno.
¿Cómo entiende las críticas al ministro de Comunicación por decir de manera abierta que no es creyente?
–Ya en el siglo XIX don Ricardo Jiménez y otros liberales no eran creyentes y muchos ministros eran llamados anticlericales, y se debatía sobre secularizar los cementerios y reformar el Código Civil para permitir el divorcio. Al final se descubrió que se podía tener respeto a las tradiciones religiosas y en el mismo marco juntar a creyentes con no creyentes.