Antes de llegar a la presidencia, la apuesta del presidente de la República, Carlos Alvarado, fue experimentar con un gabinete atrevido, conformado por figuras políticas ajenas a su partido. Así fue como el excandidato presidencial por el partido Unidad Social Cristiana (PUSC), Rodolfo Piza, terminó aceptando uno de los cargos más estratégicos del Gobierno: ministro de la Presidencia.
Ahora, seis meses después de su desembarco en Zapote y a pocos días de que el año -de acontecimientos políticos crispados- entre en su recta final, el ministro Piza conversó con UNIVERSIDAD sobre las expectativas del Poder Ejecutivo para lo que resta de la administración, sobre el futuro del plan fiscal, las relaciones con el Congreso y los retos que han tenido que asumir este inicio (sin luna de miel) de la administración Alvarado Quesada.
Asegura que el Poder Ejecutivo se mantiene a la espera de que la Sala IV emita el criterio que determinará si la reforma fiscal afecta o no el funcionamiento del Poder Judicial. Sin embargo, más allá de las condiciones y el ambiente político del momento, expresa tener optimismo en que el proyecto fiscal se concrete antes de terminar el año, y asevera que este es un requisito indispensable para que el Gobierno cuente con la viabilidad de enfocarse en otros temas más allá del equilibrio fiscal, como la salud, la seguridad ciudadana o la educación.
Uno tenía la expectativa de que, finalizada las tensiones iniciales propias de la campaña, iba a venir un primer semestre más sereno para acomodarse, pero no llegó, se nos escocheró el país ¿Qué fue lo que pasó, cómo lo percibe usted?
–Yo no lo percibo así. Creo que el presidente asume con valentía una situación dramática en las finanzas públicas, que ya el país sabía y que no había posibilidad de trasladar para adelante. En el pasado, cuando uno tiene el agua en la cintura o en las rodillas, uno tiene un margen; cuando el agua llega a la nariz usted tiene que saber que o resuelve el tema o el Gobierno es inviable. Yo creo que el tema fiscal era un tema urgente, no hay manera de tirarlo para adelante. Sería una irresponsabilidad tirarlo para adelante.
Si no se resuelve ese tema, habría que replantear todo el Gobierno porque sería un Gobierno básicamente enfrentando crisis. Este primer semestre ha estado signado por este proyecto, no es el único, es la razón de ser de un Gobierno, pero es un requisito para que sea viable. Vienen las tareas más interesantes en salud, en seguridad ciudadana, en desarrollo económico. Uno asume que en ocho semestres que dura un gobierno uno debería tener como un signo de cada semestre. Esta ni es la única, ni es el objetivo principal pero sí es un requisito esencial.
Resolver el tema fiscal, de previo a la labor sustantiva que se espera de un gobierno, tenía signos de urgencia previos. Sin embargo, al llegar al Gobierno descubren un agujero fiscal. Usualmente, las administraciones de alternancia descargan en la anterior administración; en este caso no hay herencia, hay una cierta continuidad, aunque usted no es específicamente del PAC pero está trabajando para un Gobierno ¿Cómo los afectó eso?
–Yo, en general, creo que es un error iniciar el gobierno echando culpas a los gobiernos anteriores. A uno le toca asumir los retos del momento. Yo creo que el pasado es un lejano país. A la sociedad, a la prensa, a las organizaciones sociales les toca juzgar el pasado; a los gobierno les toca resolver problemas del presente y del futuro.
Si tomamos esto en cuenta, de qué fue capaz de hacer el gobierno en el momento indicado, vemos, por ejemplo, ahora en el contexto de la huelga, que al Gobierno se le salió de la mano el trato con los sindicatos, porque hasta el momento no se ha podido deponer la huelga en el MEP ¿Por qué el Gobierno no puede resolver?
–Nosotros tuvimos la disposición al diálogo desde el primer día. Varias veces yo participé, el presidente también. Lo que pasa es que uno, para llegar al diálogo, no puede imponer una condición inviable. Es decir, cuando usted pone como condición que se quite el proyecto fiscal, y quitar le proyecto sería una condición dramática económica, no es viable para el Gobierno. Fue un proyecto que recibió 3.000 enmiendas, en distintas etapas.
Usted tuvo varios altercados mientras visitó la Municipalidad de San Carlos o la de Coto Brus para explicar el plan fiscal. Incluso con los sindicatos hubo un punto en el que lo rechazaron a usted en las sesiones de diálogo ¿Cómo toma este rechazo social del diálogo?
–Me parece primero que no hay rechazo social, ahí lo que habían eran unas 60 personas violentas y no representan la mayoría. Estos se fueron moviendo a distintas municipalidades en distintos lugares. Un grupo violento no puede poner las condiciones de diálogo de una sociedad. Lo lógico es que sigamos con el diálogo y es la voluntad del Gobierno.
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Yo no conozco democracia viva que no tenga discrepancias, y uno lo que espera en las democracias es que las discrepancias no sean violentas; que haya respeto y que la discusión se funde más en los temas de fondo, y no en las personas”.
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¿Qué hace falta? ¿Más voluntad de diálogo?
–No, porque el Gobierno ha tenido toda la voluntad, no puede tener más. No hay ningún día que haya negado una reunión, una actividad o un diálogo. El diálogo no es imposición. Yo no puedo pretender ir al diálogo e imponer.
De parte del Gobierno lo que tiene que haber es respeto. Usted nunca ha oído una frase negativa mía sobre una persona, ni en campaña. Pude haberme defendido, pero nunca más que eso.
No más que un Listerine…
Pero en defensa. Ahí estaba sosteniendo algo que es falso.
Cuando usted asume una de las críticas que se le hicieron al gobierno era que le había cedido a usted demasiado protagonismo. La previsión era que iba a seguir en campaña hasta el 2022. Tuvo un momento inicial con mucha exposición pública, que aparentemente no estaba siendo tan bien valorada por algunos sectores, y ahora más bien se le ve muy guardado, muy quitado de la aparición pública ¿Es una decisión personal, es una estrategia de gobierno?
–Yo tengo claro que el ministro de la Presidencia es como el perro de cuido, lo guardan en las fiestas y lo sueltan en las broncas. A mí me toca enfrentar problemas, no me toca inaugurar. Yo creo que lo dije antes: acepté el cargo que no inaugura, que no es felicitado. A mí me toca ayudarle al presidente de la República a hacer mejor gobierno.
Como Gobierno les toca escuchar, propiciar el diálogo; pero una vez que el diálogo se vuelve inviable, como ocurrió con la huelga, toca resolver. Se les ve maniatados legalmente, con huelgas que no son posibles de finiquitar de una manera legal, ni política…
–La mayoría de los sindicatos ya dejaron la huelga atrás; siempre quedan algunos bolsones. No digo que no sean grandes, con un daño muy severo a los estudiantes. Es decir, uno puede entender que la gente se oponga y haga manifestaciones en contra del Gobierno, pero el daño causado a niños y muchachas me parece que es obviamente sensible.
Hubo muchos más sesgos que van mucho más allá del derecho a manifestarse; por ejemplo, cuando se metieron a un quirófano. Yo creo que hay un derecho a manifestación que el Gobierno respeta y respetará siempre, y yo en lo particular, y otra cosa es el acto de hacer daño a terceras personas o impedir el diálogo.
Hay disposición al diálogo, pero en estos momentos que todavía se requieren soluciones con los maestros, con la situación, entonces ¿Qué ofrece el Gobierno? Si bien es algo que le corresponde a la cartera de Educación y no exactamente a usted como ministro de la Presidencia, pero el Gobierno tiene una responsabilidad.
–La voluntad de dialogar. El Gobierno lo dijo desde el principio y así lo dice el proyecto de ley, que no se afectarán derechos adquiridos, pero todavía si hubiera alguna duda creamos un proyecto a la par y se consiguen una firmas.
Pero las condiciones del diálogo también son limitadas….
–La cuestión es que ya en esta etapa no podemos decir que se pare el proyecto, es inviable. Habían dos comisiones que iban a recibir enmiendas, propuestas, me parece que había un ambiente y posibilidades. Ahora de lo que se trata es de votar el proyecto y sin perjuicio de eso revisar si hay otros proyectos que podamos revisar, discutir. El país no se puede dar el lujo de no aprobar el proyecto de impuestos de fortalecimiento de las finanzas públicas.
Se invirtió tiempo con una Comisión de Gobierno y sindicatos, y no se pudo firmar ni un papel. Los muchachos siguen sin clases -en su inmensa mayoría-, hay un grupo que tiene problemas para su continuidad del paso del colegio a la universidad ¿Qué hacer con eso? Es una forma del país que no se había expresado antes y aparentemente tiene algunas anclas en el aparato legal ¿Cómo van a lidiar con esa realidad?
–El el ministro de Educación está en proceso de tomar medidas para enfrentar ya el hecho. En este momento, terminando noviembre, el efecto sobre el ciclo lectivo fue dramático. Hay medidas adoptadas por el ministro y otras que se irán comunicando para resolver la situación.
¿Y a futuro cómo lo vislumbra? Este es un escenario en que el fuego parece no extinguirse de manera definitiva. Hay focos, la economía también está recalentada con el dólar; es decir, los focos de protesta podrían resurgir.
–Las protestas -de no pasar el proyecto fiscal- serían mucho peores, porque una crisis tendría un efecto devastador. Porque una cosa es la voluntad del Gobierno de contener el crecimiento de gasto y otra cosa es obligar a un país a reducir gasto; eso ya es una etapa mucho más compleja y yo espero que no lleguemos a esa condición. La voluntad es que el Gobierno obviamente respeta las decisiones de los otros poderes del Estado. No está en manos del Ejecutivo ni lo que resuelva la Asamblea ni lo que resuelva la Sala Constitucional, pero espera que las razones que nos da dé la importancia de la aprobación del proyecto para el país lo antes posible.
Una de la funciones esenciales del ministro de la Presidencia es aconsejar al presidente. La otra es coordinar el trabajo con el Congreso. Ahora, cuando ya hay un cierto consenso legislativo sobre el plan fiscal los puentes empezaron con invitaciones a Zapote a tomar café, como una política de seducción. Incluso, se le cede un poco a la Asamblea un espacio que es propio del Poder Ejecutivo: el de poner la agenda.
–No, el Poder Ejecutivo tiene su función y el Poder Legislativo tiene también la suya; obviamente el sistema constitucional lo que quiere es que los poderes conversen.
En las sesiones extraordinarias, la agenda la propone el Poder Ejecutivo, pero también tiene que entender que la agenda que va a poner es la que tiene viabilidad. Entonces, conversa con las distintas fracciones qué es viable, dónde se pueden construir mayorías para aprobar las leyes que se necesitan y dónde no. El Poder Ejecutivo escucha eso, para ver la viabilidad de las distintas opciones y al final hace su agenda legislativa en función de los proyectos de interés del Poder Ejecutivo y los que sean convenientes para el país.
Usted hablaba recién de cómo votó el costarricense. Ese panorama inicial cambió luego, producto de la organización política. Hay dos fracciones que tienen diputados transfuguistas, que se han separado de la fracción original. Primero, una breve consideración, aprovechando el bagaje legal que tiene usted, ¿cómo ve legalmente el transfuguismos? Y luego, en el caso de Restauración Nacional que arma un bloque de diputados independiente, ¿cómo lo visualizan ustedes en términos de oportunidad?
–A mí me parece que uno no puede escoger a los interlocutores, sino que tiene que trabajar con los interlocutores. Uno tiene que trabajar con los diputados que hay y con los grupos que existen porque uno no puede definir cómo son. Desde el punto de vista constitucional nuestro país ha permitido el tema de rompimiento de las fracciones, bueno hay países parlamentarios en el que se le ponen muchas trabas a eso, pero el nuestro no.
¿No le ve mal?
–No me toca juzgar, simplemente no lo califico. Porque no me toca. Me toca trabajar con las fracciones que existen y con los grupos legislativos que existen.
Este ha sido un año de mucha agitación política inusual en el ritmo político-social y uno ve también un poco de cansancio en los funcionarios del Gobierno. Particularmente ¿Cómo lo ha vivido usted, le he pesado?
–No, en un mapa de probabilidades uno tiene que calcular todas. Uno sabe que cuando uno asume un cargo público, uno va a enfrentar problemas serios. Yo no conozco democracia viva que no tenga discrepancias, y uno lo que espera en las democracias es que las discrepancias no sean violentas; que haya respeto y que la discusión se funde más en los temas de fondo, y no en las personas.
Retomando la idea de que fue un año intenso, si uno tuviera que sacar una foto en este momento da la impresión de que el país está conteniendo la respiración desde el Gobierno. Todo el mundo espera qué va a pasar con la decisión de la Sala IV, con el proyecto fiscal y con la decisión de la Asamblea; también porque después hay que votarlo. ¿Cómo vislumbra este diciembre y el año que viene? ¿Pagan aguinaldos?
–Sí, hay dos escenarios: uno, si se aprueba el plan, como lo esperamos, tendremos un inicio de año mucho mejor como sociedad y podremos disfrutar de tres años de recuperación del crecimiento, de superación del empleo, dándole tranquilidad y confianza a nuestra economía y los actores sociales. Todo gobierno enfrenta algún nivel de complejidad en cualquier momento. Yo creo que es mejor hacerlo al puro principio para poder ya después construir, sobre bases más firmes, lo que son las cosas importantes para la sociedad.
La estabilidad fiscal siempre es el requisito, nunca es el fin.
¿El otro escenario?
–El otro escenario sería mucho más difícil porque tendríamos una situación económica mucho más compleja. Viene el tema de la capacidad del Gobierno de poder financiarse, y eso terminaría presionando mucho las tasas de interés, lo que al final termina presionando una incertidumbre, presionando mucho los indicadores sociales. Si la sociedad va a tener que seguir luchando contra la tema fiscal, no solo no resuelve los problemas, sino que agrava los problemas sociales. Yo soy optimista, dentro de un moderado optimismo, no puedo dar seguridad al 100%, pero sé que al final la gente tiene claro que es indispensable un proyecto fiscal.