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El maíz tico está al borde de la extinción, ¿podemos recuperarlo?

En la década de 1980 Costa Rica producía 85.000 hectáreas de maíz y en el 2021 el área sembrada fue de 3.500 hectáreas. Investigaciones apuntan a que el país puede ser competitivo en su producción para consumo interno.

Una persona que ronda los treinta años nació en una Costa Rica que abastecía su consumo nacional de maíz y actualmente está presenciando una producción al borde de su extinción, calculó Zuiri Méndez, socióloga y docente del Programa Kioscos Socioambientales en un artículo publicado en la Revista Biodiversidad.

“El maíz no es un cultivo individual, es un cultivo social, junto al maíz se siembran frijoles, ayote, plantas medicinales… no solo se perdió el saber de las semillas criollas, sino también sus sabores y comidas. ¿Por qué no hay tortillas de maíz de producción menos industrializadas? Ya casi no se ve el consumo de una tortilla hecha a mano, los insumos ahora son importados… son pérdidas invaluables” lamentó Méndez.

En el país se producían alrededor de 85.000 hectáreas en los años 80, antes de que el primer gobierno de Oscar Arias renunciara a la producción nacional de maíz para cumplir con los Planes de Ajuste Estructural (PAE).

Tras este viraje en la política agroalimentaria, la producción empezó a menguar hasta que en el 2021 el área sembrada fue de 3.500 hectáreas: 24 veces menos, según datos de la Oficina Nacional de Semillas y de la Secretaría Ejecutiva de Planificación Sectorial Agropecuaria (Sepsa).

El grave impacto que ha tenido la crisis de los contenedores y la guerra en Ucrania, uno de los mayores exportadores de maíz en el mundo, ha lastimado los bolsillos de los productores y consumidores de productos que dependen de los concentrados del maíz, como la carne y los huevos.

Javier Panigua, investigador del Centro de Investigación en Economía Agrícola y Desarrollo Agroempresarial (CIEDA), dice hay evidencia que apunta a que la decisión que se tomó en los años 80 fue política y no técnica, y el exministro de Agricultura y Ganadería, Luis Felipe Arauz, considera que “tiramos la toalla demasiado pronto”. En aquel momento, el argumento era que se podía importar a un precio más barato si se traía de Estados Unidos y que el país daba pocos rendimientos si se comparaba con el promedio internacional.

La promesa de baja de precios no se cumplió: en términos reales (sin tomar en cuenta la inflación) el precio del maíz subió un 110% entre 1995 y el 2021, mientras que el precio del arroz, cuya producción nacional hasta este año mantenía algunas protecciones, bajó un 3%, según un análisis hecho por el CIEDA.

Mientras que una investigación realizada en el 2016 por el Instituto Nacional de Innovación y Transferencia en Tecnología Agropecuaria (INTA) del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) demostró un rendimiento potencial de hasta siete  toneladas por hectárea en algunas partes del país, por encima del rendimiento promedio mundial de cinco toneladas.

El investigador de este estudio, Nevio Bonilla, explicó que aún si se fuera estricto con los resultados y se castigara por considerar factores que podrían incidir negativamente en la producción, el rendimiento puede considerarse muy bueno para las condiciones actuales del país y que podría superarse esta estimación si se invierte en mejoras tecnológicas. “(Recientemente) lo más que se ha logrado producir son ocho toneladas en Guanacaste, donde están las condiciones de luz más favorables” mencionó Bonilla.

El último eslabón en manos de la academia y las comunidades

Carlos Echandi, investigador de la Estacion Experimental Agricola Fabio Baudrit, asumió el mantenimiento de líneas puras del maíz costarricense y trabajó en su mejoramiento para la producción de forraje en gran escala resistente a las enfermedades locales: “Como el precio del maíz sigue subiendo se pone de moda esta alternativa, el maíz para forraje”.

Echandi estima que los híbridos en los que ha trabajado podrían reducir a los ganaderos el costo del forraje de maíz cerca de la mitad, pero son necesarias algunas pruebas para su instalación.

“La figura del forraje para sustituir el maíz amarillo es la alternativa más económica y más viable para sustituir esos concentrados y (para ponerlo a prueba) un ejercicio experimental pequeño que se puede extrapolar a una hectárea”.

Mientras que los esfuerzos comunitarios alrededor del país se concentran en propuestas que no estén encadenadas al modelo agroexportador en la producción y distribución de las semillas criollas de maíz, explicó Méndez.

Algunas iniciativas son Biriteca Agroecológica, la Red de Mujeres Rurales, el proyecto de Mujeres Semilla del Centro Nacional Especializado en Agricultura Orgánica del INA o Sol de Vida, en Guanacaste.

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